Escrito en enero-febrero de 1916. |
Publicado en abril de 1916, |
Se publicó en ruso, en octubre |
De la collección de folletos:
NOTA DEL EDITOR
La presente es una versión realizada sobre la base de diversas ediciones en lengua castellana, y confrontada con el original ruso, tal como aparece en las Obras Completasde V. I. Lenin (4a edición). Las notas incluidas al final han sido tomadas y traducidas de la versión en chino publicada por la Editorial del Pueblo, Pekín. - David Romagnolo
I N D I C E
LA REVOLUCION SOCIALISTA Y EL DERECHO DE LAS NACIONES A LA AUTODETERMINACION (Tesis) |
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1. |
El imperialismo, el socialismo y la liberación de las |
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2. |
La revolución socialista y la lucha por la democracia |
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3. |
El significado del derecho a la autodeterminación y su |
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4. |
El enfoque revolucionario del proletariado frente al |
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5. |
Marxismo y proudhonismo en el problema nacional |
9 |
6. |
Tres tipos de paises, en lo que se refiere a la auto- |
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7. |
El socialchovinismo y la autodeterminación de las naciones |
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8. |
Las tareas concretas del proletariado en un futuro inmediato |
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9. |
Actitud de la socialdemocracia rusa y polaca, y de la |
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1. El imperialismo, el socialismo y la liberación de las naciones
oprimidas
El imperialismo es la fase superior del desarrollo del capitalismo. En los países adelantados, el capital sobrepasó los marcos de los Estados nacionales y colocó al monopolio en el lugar de la competencia, creando todas las premisas objetivas para la realización del socialismo. Por eso, en Europa occidental y en Estados Unidos se plantea en la orden del día la lucha revolucionaria del proletariado por el derrocamiento de los gobiernos capitalistas y por la expropiación de la burguesia. El imperialismo empuja a las masas hacia esta lucha al agudizar en grado enorme las contradicciones de clase, al empeorar la situación de las masas, tanto en el sentido económico -- trusts, carestía -- como en el político: ascenso del militarismo, mayor frecuencia de las guerras, recrudecimiento de la reacción,
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afianzamiento y ampliación de la opresión nacional y de la rapiña colonialista. El socialismo victorioso debe necesariamente realizar la democracia total; por consiguiente, no sólo tiene que poner en práctica la absoluta igualdad de derechos entre las naciones, sino también realizar el derecho de las naciones oprimidas a su autodeterminación, es decir, el derecho a la libre separación política. Los partidos socialistas que no demostraran en toda su actividad, ahora, durante la revolución, como luego de su victoria, ser capaces de liberar a las naciones avasalladas y construir las relaciones con las mismas sobre la base de una unión libre -- y una unión libre, sin libertad de separación, es una frase mentirosa --, esos partidos cometerían una traición al socialismo.
Desde luego, la democracia también es una forma de Estado que deberá desaparecer cuando desaparezca el Estado, pero eso sólo ocurrirá cuando se produzca la transición del socialismo, definitivamente victorioso y consolidado, al comunismo integral.
La revolución socialista no es un acto único, ni una batalla en un frente aislado, sino toda una época de agudos conflictos de clases, una larga serie de batallas en todos los frentes, es decir, en todos los problemas de la economía y de la política, batallas que sólo pueden culminar con la expropiación de la burguesía. Sería por completo erróneo pensar que la lucha por la democracia pueda distraer al proletariado de la revolución socialista, o relegarla, posponerla, etc. Por el contrario, así como es imposible un socialismo victorioso que no realizara
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la democracia total, así no puede prepararse para la victoria sobre la burguesía un proletariado que no libre una lucha revolucionaria general y consecuente por la democracia.
No menos erróneo sería eliminar uno de los puntos del programa democrático, por ejemplo, el derecho de las naciones a su autodeterminación, fundándose en que es aparentemente "irrealizable" o "ilusorio" bajo el imperialismo. La afirmación de que el derecho de las naciones a la autodeterminación es irrealizable dentro de los límites del capitalismo puede interpretarse en un sentido absoluto, económico, o en un sentido condicional, político.
En el primer caso, esta afirmación es radicalmente errónea desde el punto de vista teórico. En primer lugar, en este sentido son irrealizables, bajo el capitalismo, por ejemplo, la moneda-trabajo o la supresión de las crisis, etc. Pero es en todo sentido inexacto que la autodeterminación de las naciones sea igualmente irrealizable. En segundo lugar, el solo ejemplo de haberse separado Noruega de Suecia en 1905 basta para refutar la "irrealizabilidad" en ese sentido. En tercer lugar, sería ridículo negar que con una pequeña modificación en las relaciones mutuas, políticas y estratégicas, entre Alemania e Inglaterra, por ejemplo, hoy o mañana podría ser perfectamente "realizable" la formación de un nuevo Estado polaco, hindú, etc. En cuarto lugar, el capital financiero, en su tendencia a la expansión, puede "libremente" comprar y sobornar al más libre gobierno democrático y republicano, y a los funcionarios electos de cualquier país, aunque fuera "independiente". El dominio del capital financiero, lo mismo que del capital en general, no puede ser eliminado con ninguna trasformación en la esfera de la democracia política, y la autodeterminación per tenece entera y exclusivamente a esta esfera. Pero el dominio del capital financiero no destruye en absoluto la significación
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de la democracia política como la forma más libre, más amplia y más clara de la opresión clasista y de la lucha de clases. Por lo tanto, toda argumentación sobre lo "irrealizable", en el sentido económico, de una de las reivindicaciones de la democracia política bajo el capitalismo, no es más que una definición teóricamente inexacta de las relaciones generales y básicas entre el capitalismo y la democracia política en general.
En el segundo caso, esta afirmación es incompleta e inexacta. Pues no sólo el derecho de las naciones a la autodeterminación, sino todas las reivindicaciones fundamentales de la democracia política son "realizables" bajo el imperialismo sólo en forma incompleta, deformada y como rara excepción (por ejemplo, cuando Noruega se separó de Suecia en 1905). La reivindicación de inmediata liberación de las colonias, que formulan todos los socialdemócratas revolucionarios, es también "irrealizable" bajo el capitalismo sin una serie de revoluciones. Pero lo que se infiere de ello no es en modo alguno la renuncia de la socialdemocracia a la lucha inmediata y decidida por todas estas reivindicaciones -- tal renuncia hubiera sido sólo ventajosa para la burguesía y la reacción --, sino justamente lo contrario, la necesidad de formular y poner en práctica estas demandas, no a la manera reformista, sino al modo revolucionario; no dejarse constreñir por los marcos de la legalidad burguesa, sino romperlos; no sentirse satisfechos con las intervenciones parlamentarias y las protestas verbales, sino atraer a las masas a la lucha activa, ampliando y avivando la lucha por toda demanda democrática fundamental, hasta el directo ataque del proletariado contra la burguesía, es decir, hasta la revolución socialista que expropia a la burguesía. La revolución socialista puede estallar, no solamente a raíz de una gran huelga, o una manifestación callejera, o un motín de ham-
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brientos, o una insurrección militar, o un levantamiento colonial, sino también a consecuencia de cualquier crisis política,
como por ejemplo el caso Dreyfus[1], o el incidente de Saverne[2], o de un referéndum con motivo de la separación de una nación oprimida, etc.El recrudecimiento de la opresión nacional bajo el imperialismo exige a la socialdemocracia, no que renuncie a la lucha -- "utópica", al decir de la burguesía -- por la libertad de separación de las naciones, sino, por el contrario, que utilice más intensamente los conflictos que surgen también en este terreno, como motivo para la acción de las masas y para los actos revolucionarios contra la burguesía.
El derecho de las naciones a la autodeterminación
significa exclusivamente su derecho a la independencia en el sentido político,
el derecho a la libre separación política respecto de la nación que la
oprime. En términos concretos, esta reivindicación de la democracia política
significa una libertad total de propaganda por la separación, y la solución
de ese problema mediante un referéndum en la nación que se separa. De modo
que esta reivindicación no equivale en absoluto a la de separación,
fragmentación y formación de pequeños Estados. Significa sólo una
manifestación consecuente de lucha contra toda opresión nacional. Cuanto más
próximo el régimen democrático de un Estado a la plena libertad de separación,
tanto más infrecuentes y débiles serán en la práctica las tendencias a la
separación, pues las ventajas de los Estados grandes son indu-
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dables, tanto desde el punto de vista del progreso económico como de los
intereses de las masas, y además estas ventajas aumentan continuamente con el
crecimiento del capitalismo. El reconocimiento de la autodeterminación no es
equivalente al reconocimiento de la federación como principio. Se puede ser
un decidido adversario de dicho principio y partidario del centralismo democrático,
pero preferir la federación a la desigualdad nacional, como único camino
hacia el centralismo democrático total. Precisamente desde este punto de
vista, Marx, siendo centralista, prefería incluso la federación de Irlanda e
Inglaterra,
y su relación con la federación
El objetivo del socialismo no es sólo eliminar el fraccionamiento de la humanidad en pequeños Estados y todo aislamiento de las naciones, no es sólo el acercamiento mutuo de las naciones, sino también la fusión de éstas. Y para lograr esta finalidad debemos, por una parte, explicar a las masas la naturaleza reaccionaria de la idea de Renner y O. Bauer sobre la así llamada "autonomía cultural nacional"[4] y, por otra parte, exigir la liberación de las naciones oprimidas, no en difusas frases generales, no en declamaciones desprovistas de contenido, no "postergando" el problema hasta el socialismo, sino en un programa político formulado con claridad y precisión, que tenga en cuenta muy especialmente la hipocresía y cobardía de los socialistas en las naciones opresoras. Del mismo modo que la humanidad puede llegar a la supresión de clases sólo a través del período de transición de la dictadura de la clase oprimida, así también puede llegar a la inevitable fusión de las naciones sólo a través del período de transición de la total liberación de todas las naciones oprimidas, es decir, de su libertad de separación.
No sólo la reivindicación de la autodeterminación de
las naciones, sino todos los puntos de nuestro programa mínimo democrático
fueron planteados anteriormente, ya en los siglos XVII y XVIII, por la
pequeña burguesía. Y hasta estos momentos, la pequeña burguesía sigue
planteándolos todos, en forma utópica, sin advertir la lucha de
clases, sin ver que esta lucha se aviva bajo la democracia, y creyendo en el
capitalismo "pacífico". Precisamente así es la utopía de una pacífica
unión de naciones equiparadas en derechos bajo el imperialismo, utopía que
engaña al pueblo y que los kautskianos defienden. En oposición a esta utopía
pequeñoburguesa, oportunista, el programa de la socialdemocracia debe
postular la división de las naciones en opresoras y oprimidas, como un hecho
esencial, fundamental e inevitable bajo el imperialismo.
El proletariado de las naciones opresoras no puede
limitarse a pronunciar frases generales, estereotipadas, contra las anexiones
y por la igualdad de derechos de las naciones en general, frases que cualquier
burgués pacifista repite. El proletariado no puede silenciar el problema,
particularmente "desagradable" para la burguesía imperialista,
relativo a las fronteras de un Estado basado en la opresión nacional.
El proletariado no puede dejar de luchar contra el mantenimiento por la fuerza
de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de un Estado determinado, y
eso equivale justamente a luchar por el derecho a la autodeterminación. Debe
exigir la libertad de separación política de las colonias y naciones que
"su" nación oprime. En caso contrario, el internacionalismo del
proletariado sería
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vacío y de palabra; ni la confianza, ni la solidaridad de clase entre los
obreros de la nación oprimida y la opresora serían posibles; quedaría sin
desenmascarar la hipocresía de los defensores reformistas y kautskianos de la
autodeterminación, quienes nada dicen de las naciones que "su
propia" nación oprime y retiene por la fuerza en "su propio"
Estado.
Por otra parte, los socialistas de las naciones
oprimidas de ben defender y poner en práctica con especial ahínco la unidad
completa e incondicional, incluyendo en ello la unidad organizativa, de los
obreros de la nación oprimida con los de la nación opresora. Sin eso no es
posible defender la política independiente del proletariado y su solidaridad
de clase con el proletariado de otros países, en vista de todos los engaños,
traiciones y fraudes de la burguesía. Pues la burguesía de las naciones
oprimidas siempre trasforma las consignas de liberación nacional en engaño a
los obreros: en la política interna utiliza estas consignas para los acuerdos
reaccionarios con la burguesía de las naciones dominadoras (por ejemplo, los
polacos de Austria y Rusia, que entran en componendas con la reacción para
oprimir a los judíos y ucranianos); en política exterior, trata de concertar
negociaciones con una de las potencias imperialistas rivales, para realizar
sus fines de rapiña (la política de los pequeños países de los Balcanes,
etc.).
La circunstancia de que la lucha por la libertad
nacional contra una potencia imperialista pueda ser apróvechada, en
determinadas condiciones, por otra "gran" potencia en beneficio de
sus finalidades, igualmente imperialistas, no puede obligar a la
socialdemocracia a renunciar al reconocimiento del derecho de las naciones a
la autodeterminación, así como tampoco los múltiples casos en que la
burguesía utiliza las consignas republicanas con fines de engaño político y
rapiña financiera, como por ejemplo en los países románicos, pueden
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obligar a los socialdemócratas a renunciar a su republicanismo.[
frente al problema de la autodeterminación
de las naciones
En contraposición a los demócratas pequeñoburgueses,
Marx veía en todas las reivindicaciones democráticas sin excepción, no un
hecho absoluto, sino la expresión histórica de la lucha en las masas
populares, dirigidas por la burguesía, contra el feudalismo. No hay una sola
de estas reivindicaciones que no pudiera servir, y que no haya servido en
ciertas circunstancias, de instrumento de engaño de los obreros por parte de
la burguesía. Destacar en este sentido una de las reivindicaciones de la
democracia política, o sea, la autodeterminación de las naciones, para
contraponerla a las demás, es radicalmente falso desde el punto de vista teórico.
En la práctica, el proletariado sólo puede conservar su independencia
subordinando su lucha por todas las reivindicaciones democráticas, sin
excluir la re- pág. 10
pública, a su lucha revolucionaria por el derrocamiento de la burguesía.
Por otra parte, en contraposición a los proudhonianos,
que "negaban" el problema nacional "en nombre de la revolución
social", Marx, teniendo en vista más que nada los intereses de la lucha
de clase del proletariado de los países adelantados, destacaba en un primer
plano el principio fundamental del internacionalismo y
problema nacional
* No es necesario decir que sería
completamente ridículo rechazar el derecho a la autodeterminación a causa de
que del mismo dimana, al parecer, "la defensa de la patria". Con
igual razón -- o sea, con igual falta de seriedad -- se remiten los
socialchovinistas en 1914-1916 a cualquier reivindicación de la democracia
(por ejemplo, su republicanismo) y a cualquier fórmula de lucha contra la
opresión nacional, para justificar "la defensa de la patria". El
marxismo deduce la aceptación de la defensa de la patria en las guerras, por
ejemplo, en las de la Gran Revolución Francesa, o en las guerras de Garibaldi
en Europa, y también la negación de la defensa de la patria en la guerra
imperialista de 1914-1916, del análisis de las concretas particularidades
históricas de cada guerra, y de ningún modo de algún "principio
general", o de un punto cualquiera del programa.
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derechos y de la autodeterminación de las naciones, la acción revolucionaria de las masas también para la solución de los problemas nacionales. La guerra imperialista de 1914-1916 y los establos de Augías de la hipocresía oportunista y kautskiana, que esta guerra puso de manifiesto, confirmaron palpablemente la justeza de la política de Marx, que debe convertirse en ejemplo para todos los países adelantados, pues en la actualidad cada uno de ellos oprime a otras naciones.[*]
En este aspecto es necesario distinguir tres tipos
principales de países:
En primer lugar, los países capitalistas adelantados de
Europa occidental y Estados Unidos. Los movimientos nacionales burgués-progresistas
terminaron en éstos desde hace mucho tiempo. Cada una de estas
"grandes" naciones oprime a otras en las colonias y dentro del país.
Las tareas del proletariado
autodeterminación de las naciones
* Suele arguirse -- por ejemplo
recientemente lo hizo el chovinista alemán Lensch, en los núms. 8 y 9 de Die
Glocke [8]
-- que la posición negativa de Marx respecto del movimiento nacional de
algunos pueblos, por ejemplo, los checos en 1848, refuta la necesidad de
reconocer la autodeterminación de las naciones desde el punto de vista
marxista. Pero es falso, pues en 1848 hubo razones históricas y políticas
para establecer una diferencia entre naciones "reaccionarias" y
democrático revolucionarias. Marx estaba en lo cierto al condenar a las
primeras y apoyar a las segundas[9].
El derecho a la autodeterminación es una de las reivindicaciones de la
democracia, que lógicamente debe supeditarse a los intereses generales de ésta.
En 1848, y años siguientes, dichos intereses generales residían, en primer
lugar, en la lucha contra el zarismo.
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de las naciones dominantes son exactamente iguales a las que tuvo el proletariado de Inglaterra en el siglo XIX con respecto a Irlanda.[*]
En segundo lugar, el este de Europa: Austria, los Balcanes y, en especial, Rusia. Aquí, el siglo XX imprimió un particular desarrollo a los movimientos nacionales democrático-burgueses, y agudizó la lucha nacional. Las tareas del proletariado de estos países, tanto en lo tocante a la culminación de su trasformación democrático-burguesa como en lo que se refiere a la ayuda a la revolución socialista de otros países, no pueden cumplirse sin defender el derecho de las naciones a la autodeterminación. Aquí es particularmente difícil e importante la tarea de fusionar la lucha de clase de los obreros de las naciones opresoras y oprimidas.
En tercer lugar, los países semicoloniales, como China,
Persia, Turquía y todas las colonias; en total, cerca de 1.000 millones de
habitantes. Aquí los movimientos democrático-burgueses, en parte se
encuentran apenas en su comienzo y
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en parte están lejos de haber terminado. Los socialistas deben exigir, no
sólo una incondicional e inmediata liberación sin indemnizaciones de las
colonias -- y esia exigencia, en su expresión política, no significa otra
cosa que el reconocimiento del derecho a la autodeterminación --; los
socialistas deben apoyar de la manera más decidida a los elementos más
revolucionarios de los movimientos democrático-burgueses de liberación
nacional de estos países y ayudar a su rebelión -- y si se da el caso, también
a su guerra revolucionaria -- contra las potencias imperialistas que
los oprimen.
La época imperialista y la guerra de 1914-1916 hicieron
que adquiriese especial relieve la tarea de luchar contra el chovinismo y
nacionalismo en los países avanzados. En el problema de la autodeterminación
se distinguen dos matices principales entre los socialchovinistas, o sea, los
oportunistas y los kautskianos, quienes embellecen la guerra imperialista
reaccionaria, aplicándole el concepto "la defensa de la patria".
Por una parte, vemos a los sirvientes harto declarados
de la burguesía, que defienden las anexiones alegando que el imperialismo y
la concentración política son progresistas, y negando el derecho a la
autodeterminación, pretendidamente utópico, ilusorio, pequeñoburgués, etc.
Entre ellos figuran Cunow, Parvus y los ultraoportunistas de Alemania, una
parte de los fabianos y de los líderes tradeunionistas de Inglaterra, los
oportunistas de Rusia: Siemkovski, Libman, Iurkiévich, etc.
Por otra parte, vemos a los kautskianos, entre los que
se cuentan Vandervelde, Renaudel y muchos pacifistas de Ingla-
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terra y Francia. Ellos están por la unidad con los anteriormente
mencionados, y en la práctica coinciden por completo con éstos, al defender
el derecho a la autodeterminación de un modo puramente retórico e hipócrita:
consideran "excesiva" (zu viel verlangt: Kautsky en Neue
Zeit [
* En algunos pequeños países que quedaron
al margen de la guerra de 1914-1916, por ejemplo Holanda y Suiza, la burguesía
explota enérgicamente la consigna "autodeterminación de las
naciones" para justificar la participación en la guerra imperialista.
Este es uno de los motivos que impulsa a los socialdemócratas de estos países
a negar el derecho de autodeterminación. Se defiende con argumentos desacerta
dos una política proletaria acertada, a saber: negar "la defenra de la
patria" en la guerra imperialista. Resulta así una tergiversación
del marxismo en la teoría y, en la práctica, una especie de mezquina estre
chez nacionalista, un olvido de los centenares de millones de
habitanter, de las naciones avasalladas por las "grandes potencias".
El camarada Gorter, en su excelente folleto Imperialismo, guerre y
socialdemocracia, niega desacenadamente el principio de la autodeterminación
de las naciones, pero aplica este principio con acierto cuando exige inmediatamente
"la independencia política y nacional " de las Indias
holandesas y desenmascara a los oportunistas holandeses, quienes rehusan
presentar esta reivindicación y luchar por ella.
de las naciones
Tanto unos como otros son oportunistas que prostituyen el marxismo, habiendo perdido toda capacidad para comprender la significación teórica y la urgencia práctica de la táctica que Marx explicó con el ejemplo de Irlanda.
En cuanto a las anexiones en particular, este problema ad quirió una especial actualidad a raíz de la guerra. ¿Pero qué es una anexión? Es fácil advertir que la protesta contra las anexiones, o bien se resume en el reconocimiento de la autodeterminación de las naciones, o se basa en una fraseología pacifista, que defiende el statu quo y se opone a toda violencia, incluso revolucionaria. Semejante fraseología es fundamentalmente falsa e incompatible con el marxismo.
La revolución socialista puede comenzar en el futuro más
cercano. En este caso, se planteará al proletariado la tarea pág. 15
inmediata de la conquista del Poder, la expropiación de los bancos y la
realización de otras medidas dictatoriales. La burguesía -- y en especial
modo la intelectualidad de tipo fabiano y kautskiano -- procurará en ese
momento parcializar y frenar la revolución, imponiéndole objetivos democráticos,
limitados. Todas las demandas puramente democráticas, en condiciones
de un ataque ya iniciado del proletariado contra los fundamentos del Poder
burgués, pueden desempeñar en cierto sentido el papel de obstáculo para la
revolución; pero la necesidad de proclamar y realizar la libertad de todos
los pueblos oprimidos (es decir, su derecho a la autodeterminación) sera. tan
urgente en la revolución socialista como lo fue para la victoria de la
revolución democrático-burguesa, por ejemplo, en Alemania en 1848, o en
Rusia en 1905.
Sin embargo, es posible que antes del comienzo de la
revolución socialista pasen 5, 10 ó más años. Entonces la tarea por
realizar será la educación revolucionaria de las masas en un sentido tal,
que haga imposible la permanencia en el partido obrero de
socialistas-chovinistas y oportunistas, y su victoria, semejante a la victoria
de 1914-1916. Los socialistas deberán explicar a las masas que los
socialistas ingleses -- que no exigen la libertad de separación de las
colonias y de Irlanda --, los socialistas alemanes -- que no exigen la
libertad de separación para las colonias --, los alsacianos, daneses y
polacos -- que no extienden la inmediata propaganda revolucionaria y la acción
revolucionaria de masas a la esfera de la lucha contra la opresión nacional,
que no aprovechan incidentes tales como el de Saverne para 12 más amplia
propaganda ilegal en el proletariado de la nación opresora, para organizar
manifestaciones callejeras y actos revolucionarios de masas --; los
socialistas rusos -- los que no exigen la libertad de separación de
Finlandia, Polonia, Ucrania, etc. --, se comportan como
pág. 16
chovinistas, como lacayos, cubiertos de sangre y lodo, de las monarquías
imperialistas y la burguesía imperialista.
Las divergencias entre los socialdemócratas
revolucionarios de Rusia y los socialdemócratas polacos en torno al problema
de la autodeterminación se habían manifestado ya en 1903, en el Congreso que
aprobó el programa del P.0.S.D.R. y que, pese a la protesta de la delegación
socialdemócrata polaca, incluyó en dicho programa el parágrafo 9, que
reconoce el derecho de las naciones a la autodeterminación. Desde entonces,
los socialdemócratas polacos nunca repitieron, en nombre de su Partido, la
proposición de eliminar el parágrafo 9 del programa de nuestro Partido, o de
sustituirlo por alguna otra formulación.
En Rusia, donde pertenece a las naciones oprimidas no me
nos del 57 por ciento de la población, más de 100 millones de personas;
donde estas naciones ocupan principalmente las regiones periféricas; donde
parte de estas naciones es más culta que los gran rusos; donde el régimen
político se distingue por su carácter particularmente bárbaro y medieval;
donde todavía no se llevó a cabo la revolución democrático-burguesa, el
reconocimiento del derecho a la libre separación de Rusia por parte de las
naciones oprimidas por el zarismo, es absolutamente obligatorio para los
socialdemócratas, en nombre de sus objetivos democráticos y socialistas.
en un futuro inmediato
* Tiempo Nuevo -- N. de T.
y de la II Internacional frente a la
autodeterminación de las naciones
pág. 17
que confirmó el derecho a la autodeterminación y 1a explicó precisamente en el sentido concreto que acabamos de señalar. El desenfreno del chovinismo gran ruso en 1914-1916, que se operó tanto en la burguesía como en los socialistas oportunistas (Rubanóvich, Plejánov, Nashe Dielo, etc.), nos impulsa más aún a insistir en esta exigencia y a afirmar que quienes la niegan sirven de apoyo en la práctica, al chovinismo gran ruso y al zarismo. Nuestro Partido declara que declina rotundamente toda responsabilidad por tales manifestaciones contra el derecho a la autodeterminación.
La reciente formulación de la posición de la socialdemocracia polaca en el problema nacional (la declaración de la socialdemocracia polaca en la Conferencia de Zimmerwald) con tiene las siguientes ideas:
Dicha declaración fustiga al gobierno alemán y a otros gobiernos que consideran a las "regiones polacas" como una prenda en el próximo juego de las compensaciones, "privando al pueblo polaco de la posibilidad de resolver por sí mismo su destino ", "La socialdemocracia polaca protesta categórica y solemnemente contra el fraccionamiento y el desmembramiento de un país entero " . . . Fustiga a los socialistas que dejaron en manos de los Hohenzollern. . . "la causa de la liberación de los pueblos oprimidos ". Expresa la convicción de que sólo la participación en la inminente lucha del proletariado revolucionario internacional, la lucha por el socialismo, "romperé las cadenas de la opresión nacional, destruirá todas las formas de la dominación extranjera y asegurará al pueblo polaco la posibilidad de un libre y amplio desarrollo en todos los aspectos, en calidad de miembro igual de la unión de los pueblos". La declaración califica a la guerra de "doblemente fratricida" "para los polacos " (Boletín de la Comisión Socialista Internacional, núm. 2, pág. 15, 27 de setiembre de 1915;
pág. 18
la traducción rusa apareció en la recopilación La Internacional y la guerra, pág. 97).
Estas tesis no difieren, en lo esencial, del reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación, pero adolecen de nebulosidad y vaguedad de las formulaciones políticas, mayores aún que en la mayoría de los programas y resoluciones de la II Internacional. Cualquier tentativa de expesar estas ideas en formulaciones políticas precisas, y de determinar si son aplicables al régimen capitalista, o sólo al socialista, demostrará con la mayor evidencia el error que cometen los socialdemócratas polacos al negar la autodeterminación de las naciones.
La resolución del Congreso Socialista Internacional de Londres, de 1896, que reconoce el derecho de las naciones a la autodeterminación, debe completarse, en base a las tesis que acabamos de exponer, con las siguientes indicaciones: 1) de la particular urgencia de dicha reivindicación bajo el imperialismo; 2) del carácter políticamente condicional y del contenido clasista de todas las reivindicaciones de la democracia política, sin excluir a ésta; 3) de la necesidad de diferenciar las tareas concretas de los socialdemócratas de las naciones opresoras y los de las naciones oprimidas; 4) del reconocimiento inconsecuente, puramente retórico y por lo tanto hipócrita en su significación política, que hacen de la autodeterminación los oportunistas y los kautskianos; 5) de la coincidencia real con los chovinistas por parte de aquellos socialdemócratas, particularmente los de las grandes potencias (los gran rusos, anglo-norteamericanos, alemanes, franceses, italianos, japoneses, etc.), que no defienden la libertad de separación de las colonias y países oprimidos por "su" nación; 6) de la necesidad de supeditar la lucha por esa reivindicación, como asimismo por todas las reivindicaciones fundamentales de la demo-
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cracia política, a la directa lucha revolucionaria de masas por el derrocamiento de los gobiernos burgueses y por la realización del socialismo.
Trasladar a la Internacional el punto de vista de algunas pequeñas naciones, y en especial de los socialdemócratas polacos, a quienes su lucha contra la burguesía polaca, que engaña al pueblo con las consignas nacionalistas, llevó a negar erróneamente la autodeterminación, habría sido un error teórico, habría sido suplantar el marxismo por el proudhonismo, y en la práctica equivaldría a un involuntario apoyo al más peligroso chovinismo y oportunismo de las grandes potencias.
La Redacción de Sotsial-Demokrat,
órgano central del P. O. S. D. R.
Poscriptum. En Neue Zeit del 3 de marzo de 1916, que acaba de aparecer, Kautsky tiende abiertamente la mano cristiana de conciliación al representante del más sucio chovinismo alemán, Austerlitz, cuando rechaza la libertad de separación de las naciones oprimidas para la Austria de los Habsburgo, pero la admite para la Polonia rusa, para brindar un servicio de lacayo a Hindenburg y Guillermo II. ¡Difícil sería desear un modo mejor de autodesenmascararse para el kautskismo!
pág. 39
Lenin llamó al caso Dreyfus "una de entre las
miles y miles de ver gonzosas maquinaciones del militarismo
reaccionario". [pág. 5]
[2] El incidente de Saverne se produjo en la ciudad de Saverne (Alsacia) en noviembre de 1913, a consecuencia de las vejaciones infligidas a los alsacianos por parte de un oficial prusiano. Esto provocó un indignado estallido de la población, francesa en su mayoría, contra el yugo del militarismo prusiano. Con respecto a este incidente, véase el artículo de V. I. Lenin "Saverne", Obras Completas, t. XIX. [pág. 5]
[3] Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXXI, cartas del 2 y 30 de noviembre de 1867 a Engels. [pág. 6]
[4] Respecto a la crítica de la llamada "autonomia cultural nacional", ideas reaccionarias de K. Renner y O. Bauer, véase los trabajos de Lenin "La autonomia 'cultural nacional'" (V. I. Lenin, Obras Completas, t. XIX) y "Notas críticas sobre el problema nacional" (Obras Completas, t. XX) y también el trabajo de Stalin "El marxismo y la cuestión nacional" (J. V. Stalin, Obras, t. II). [pág. 6]
[5] Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XVIII. [pág. 10]
pág. 40
[6] Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. V. La tesis que cita Lenin es de F. Engels y Lenin la tomó del libro Aus dem literarischen Nachlass von Karl Marx, Friedrich Engels und Ferdinand Lassalle (Hrsg. von Franz Mehring, Stuttgart, 1902, Bd. III, S. 108-114), donde no se indica quién es el autor de ese artículo. -- N. de T. [pág. 10]
[7] Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXXI, carta del 2 de noviembre de 1867 a Engels. [pág. 10]
[8] Die Glocke (La Campana ): Revista quincenal editada en Munich, y posteriormente en Berlín, de 1915 a 1925, por el miembro del Partido Socialdemócrata alemán, el socialchovinista Parvus (Helphand), agente del imperialismo alemán. [pág. 11]
[9] Véase C. Marx y P. Engels, Obras Completas, t. VI. Lenin utilizó el libro Aus dem literarischen Nachlass von Karl Marx, Friedrich Engels und Ferdinand Lassalle (Hrsg. von Franz Mehring, Stuttgart, 1902, Bd. III, S. 246-264), donde no se indica quién es el autor de ese artículo. [pág. 11]
[10] Lenin se refiere a la resolución sobre el problema nacional, escrita por él y aprobada por la Conferencia del C.C. del P.O.S.D.R. con los militantes responsables del Partido, que tuvo lugar el 6-14 de octubre de 1913, en el pueblo de Poronin (cerca de Cracovia). Por razones de conspiración, solían llamar a esta conferencia "de verano" o "de agosto". La resolución se publicó en el tomo XIX. [pág. 16]