Benito Mussolini
La doctrina del Fascismo
1933-XI
I.
El FASCISMO COMO DOCTRINA
Como toda
concepción política vital el fascismo es práctico y es pensamiento, acción
animada por uno doctrina inmanente, y doctrina que, surgiendo de un sistema dado
de fuerzas históricas, no se desliga de él, sino que, obra en él desde dentro
(1). Tiene, pues, una forma correlativa a las contingencias de lugar y de
tiempo, pero a la vez posee un contenido ideal que, en la historia superior del
pensamiento, es fórmula de una verdad (2). En el mundo no es posible actuar
espiritualmente como voluntad humana dominadora de voluntades, sin poseer un
concepto de la realidad transeúnte y particular sobre la cual se debe obrar, y
de la realidad permanente y universal en la cual tiene la primera la razón de
su ser y de su vida. Para conocer a los hombres, es preciso conocer al hombre; y
para, conocer al hombre, es preciso conocer la realidad y sus leyes. No existe
concepto del Estado que no sea fundamentalmente concepto de la vida: filosofía
o intuición, sistema de ideas que se desarrolla en una construcción lógica o
que se recoge en una visión o en una fe, pero que, por lo menos virtualmente,
será siempre una concepción orgánica del mundo.
II.
CONCEPCION ESPIRITUALISTA DEL FASCISMO
Así, no se podría
entender el fascismo en muchas de sus actitudes o exteriorizaciones prácticas,
como organización de partido, como sistema de educación, como disciplina, si
no se las contemplase a la luz de su modo general de concebir la vida. Modo
espiritualista (3). Para el fascismo, el mundo no es este mundo material que
aparece en la superficie, en que el hombre es un individuo separado de todos los
otros, y está gobernado por una ley natural que lo impulsa instintivamente a
vivir una vida de placer egoísta y momentáneo. El hombre del fascismo es el
individuo que es nación y patria, ley moral que une a los individuos y a las
generaciones en una tradición y en una misión, que suprime el instinto de la
vida encerrada en el reducido limite del placer para instaurar en el deber una
vida superior, libre de límites de espacio y de tiempo: una, vida en la cual el
individuo, en virtud de su abnegación, del sacrificio de sus intereses
particulares, y aún de su misma muerte, realiza aquella existencia, totalmente
espiritual, en la que consiste su valor de hombre.
III.
ESPIRITUALISMO FASCISTA Y POSITIVISMO
Se trata pues, de
una concepción espiritualista, que ha surgido, como los demás, de la reacción
general del siglo contra el positivismo flojo y materialista del siglo pasado.
Es concepción antipositivista, pero positliva, no escéptica, ni agnóstica, ni
pasivamente, optimista, como son, por lo general, las doctrinas (negativas
todas) que sitúan el centro de la vida fuera del hombre, quien, con su libre
voluntad, puede y debe crearse su propio mundo. El fascismo quiere al hombre
activo y dedicado a la acción con todas sus energías; quiere que sea
virilmente consciente de las dificultades existentes, y que esté dispuesto a
afrontarlas. Concibe la vida como lucha, considerando que le toca al hombre
mismo conquistarse la vida, que sea realmente digna de él, creando para ello,
ante todo, en sí mismo el instrumento (físico, moral, intelectual) para
edificarla. Así como esta concepción se refiere al individuo aisladamente, así
también se refiere a la nación, y, más aún, a la humanidad (4). De aquí el
elevado valor de la cultura en todos sus formas - arte, religión, ciencia (5)
‑y a la grandísima importancia de la educación. De aquí también el
valor esencial del trabajo, con que el hombre vence a la naturaleza y crea el
mundo humano (económico, político, moral, intelectual).
IV.
EL FASCISMO COMO CONCEPCION ETICA
Esta concepción
positiva de la vida es, evidentemente, una concepción ética. Y abarca a toda
la realidad, y no ya solamente a la actividad humana que la domina. Ninguna acción
se substrae al juicio moral; nada en el inundo puede despojarse del valor que a
todo compite en función de sus fines morales.
Por lo tanto la
vida, tal como la concibe el fascista, es seria, austera, religiosa: enteramente
librada en un mundo sostenido por las fuerzas morales y responsables del espíritu.
El fascismo desprecia la vida "cómoda (6).
V.
EL FASCISMO COMO CONCEPCIÓN
RELIGIOSA
El fascismo es
una concepción religiosa (7) que considera al hombre en su relación inmanente
con una ley superior, con una Voluntad objetiva que trasciende del individuo
particular y lo eleva, convirtiéndolo en miembro consciente de una sociedad
espiritual. Todo aquel que ante la política religiosa del régimen fascista se
ha detenido en consideraciones de mera oportunidad, demuestra no haber
comprendido que el fascismo, además de ser un sistema de gobierno es también,
y sobre todo, un sistema de pensamiento.
VI.
EL FASCISMO COMO CONCEPCION HISTORICA
El fascismo es
una concepción histórica, según la cual el hombre no es lo que es, sino en
función del proceso espiritual a que contribuye, en el grupo de la familia y de
la sociedad, en la nación y en la historia, a la que todas las naciones
colaboran. De aquí el gran valor que asigna a la tradición en las memorias, en
el lenguaje, en las costumbres, en las normas de la, vida social (8). Fuera de
la historia, el hombre no es nada. Por esto, el fascismo es contrario a todas
las abstracciones individualistas, de base materialista, tipo, siglo XVIII, y a
todas las utopías e innovaciones jacobinas. El fascismo no cree que sea posible
la "felicidad" sobre la tierra, tal como la soñó la literatura de
los economistas del siglo XVIII y rechaza, por lo tanto, todas las concepciones
teológicas, según las cuales, en un determinado período de la historia, habría
de producirse una sistematización definitiva del género humano. Esto significa
colocarse fuera de la historia y de la vida, que es continuo fluir y devenir. El
fascismo, políticamente, entiende ser una doctrina realista prácticamente,
aspira a resolver solamente los problemas que se plantean históricamente por sí
mismos y que por sí mismos encuentran o sugieren su propia solución (9). Para
obrar entre los hombres, así como en la naturaleza es necesario penetrar en el
proceso de la realidad y posesionarse de las fuerzas actuantes (10).
VII.
FASCISMO Y LIBERALISMO
Siendo
antindividualista, la concepción fascista se pronuncia por el Estado; y se
pronuncia por el individuo en cuanto éste coincide con el Estado, que es
conciencia y voluntad universal del hombre, en su exigencia histórica (11). Está
en contra del liberalismo clásico, que surgió de la necesidad de reaccionar
contra el absolutismo y que terminó su función histórica desde que el Estado,
se transformó en la conciencia y voluntad populares. El liberalismo negaba al
Estado en interés del individuo particular; el fascismo reconfirma al Estado
como verdadera realidad del individuo (12). Y si la libertad ha de ser atributo
del hombre real, y no de aquel abstracto fantoche en el cual pensaba el
liberalismo individualista, el fascismo se pronuncia por la libertad. Se
pronuncia por la única libertad que puede ser una cosa seria, a saber, la
libertad del Estado y del individuo, en el Estado (13). Ello, en razón de que,
para el fascista, todo reside en el Estado, y nada que sea humano a espiritual
existe, y tanto menos tiene valor, fuera del Estado. En este sentido, el
fascismo es totalitario, y el Estado fascista, síntesis y unidad de todos los
valores, interpreta, desarrolla e incrementa toda la vida del pueblo (14).
VIII.
FASCISMO Y SOCIALISMO
Ni individuos, ni
grupos (partidos políticos, asociaciones, sindicatos, clases) fuera del Estado
(15). Por ello, el fascismo es contrario al socialismo, el cual reduce e
inmoviliza el movimiento histórico en la lucha de clase, e ignora la unidad del
Estado que puede reunir a las clases armonizándolas en una sola realidad económica
y moral; análogamente, es contrario al sindicalismo de clase. Pero el fascismo
entiende que, en la órbita del Estado ordenador, las reales exigencias que
dieron origen al movimiento socialista y sindicalista sean reconocidas, y,
efectivamente: les asigna una función y un valor en el sistema corporativo de
los intereses conciliados en la unidad del Estado (16).
IX.
FASCISMO Y DEMOCRACIA
Los individuos
son clases según las categorías de intereses; son sindicatos según la
actividades económicas cointeresadas diferenciadas; pero son, ante todo y sobre
todo, Estado. El cual no es número como suma de individuos que componen la
mayoría, de un pueblo. Y por eso el fascismo se opone a la democracia, que
confunde al pueblo con la mayoría, rebajándolo al nivel de los más (17); pero
el fascismo es la más franca de las democracias, toda vez que se concibe al
pueblo, como debe concebírselo, cualitativamente, y no cuantitativamente, como
la idea más poderosa por ser más moral, más coherente, más verdadera que se
traduce en el pueblo como consciencia y voluntad de pocos, antes bien, de uno, y
como ideal tiende a concretarse en la consciencia y en la voluntad de todos
(18). Es decir, de todos aquellos que, por naturaleza e historia, son llevados
étnicamente a constituir una nación, siguiendo la misma línea de desarrollo y
de formación espiritual, como una consciencia y una voluntad sola. No se trata
aquí de raza, ni de región geográficamente identificada sino de estirpe que
se perpetúa, históricamente, de multitud unificada; por uno idea, que es
voluntad de existencia y de potencia: vale decir, consciencia de su personalidad
(19).
X.
RELACIÓN ENTRE ESTADO Y NACION
Esta,
personalidad superior es noción en cuanto es Estado. No es la nación la que
engendra al Estado, según afirmaba el gastado concepto naturalista que sirvió
como base a la publicidad de los Estados nacionales del siglo XIX. Por el
contrario el Estado crea a la nación, dando al pueblo, consciente de su propia
unidad moral, una voluntad, y, por lo tanto, una efectiva existencia. El derecho
de independencia que tiene una nación no procede de una literaria e ideal
conciencia de su propio ser, y tanto menos de una situación de hecho más o
menos inconsciente e inerte, sino de una conciencia activa, de una voluntad política
en función y dispuesta a demostrar su propio derecho: vale decir de una
especie, de Estado ya in fieri. Y, en
efecto; como voluntad ética universal, el Estado es creador del derecho (20).
XI.
El ESTADO EN EL MUNDO
La nación como
Estado es una realidad ética que existe y vive en cuanto se desarrolla. Su
cristalización significa su muerte. Por esto, el Estado no es solamente
autoridad que gobierna y da forma de ley y valor de vida espiritual a las
voluntades individuales, sino que es da potencia que hace valer su propia
voluntad en el exterior, haciéndola reconocer y respetar, o sea, demostrando
con los hechos su universalidad en todas las determinaciones necesarias de su
desenvolvimiento (21). De aquí, organización y expansión, por lo menos
virtuales. Y es así como puede adaptarse a la naturaleza de voluntad humana,
que en su desarrollo no conoce barreras, y que se realiza probando su propia,
infinidad (22).
XII.
CARACTER TOTALITARIO DEL ESTADO FASCISTA
El Estado
fascista, siendo la forma más elevada y poderosa de la personalidad, es fuerza,
pero en sentido espiritual. Esta, fuerza resume todas las formas de la vida
moral e intelectual, del hombre. Por lo tanto, no se la puede limitar a simples
funciones de orden y de tutela, como pretendía el liberalismo No es un simple
mecanismo que limite la esfera de las presuntas libertades individuales. Es
forma y norma interior, y disciplina de toda la persona; penetra la voluntad
como la inteligencia. Su principio, inspiración central, de la personalidad
humana que vive en la comunidad civil, desciende hasta lo hondo, y se anida en
el corazón del hombre de acción como en el del pensador, en el del artista lo
mismo que en el del sabio: alma del alma.
XIII.
El ESTADO FASCISTA COMO ESTADO EDUCADOR
En resumen, el
fascismo no es solamente dador de leves y fundador de instituciones, sino también
educador y promotor de vida espiritual. Entiende, no ya renacer las formas, sino
el contenido de la vida humana, el hombre, el carácter, la fe. Y para tal fin,
pretende disciplina, y autoridad que penetre en los espíritus y domine en ellos
sin reparo. Por eso su insignia es el haz lictorio, símbolo de la unidad, de la
fuerza y de la justicia.
NOTAS
(1) "Ahora
el fascismo italiano, so pena de muerte, o, peor aún, de suicidio tiene que
darse un "cuerpo de doctrinas". Tales doctrinas no serán, ni deberán
ser, especies de túnicas de Neso que nos vinculen eternamente - pues el mañana
es misterioso e imprevisto‑ sino que han de constituir una norma
orientadora para nuestra actividad política e individua1 cotidiana.
Yo mismo, que las
he dictado, soy el primero en reconocer que nuestras modestas tablas programáticas
‑las orientaciones teóricas y prácticas del fascismo ‑ deben ser
objeto de revisión, deben ser corregidas, ampliadas corroboradas, porque en
algunos puntos ya han sufrido las injurias del tiempo. Creo que el núcleo
esencial consiste siempre en sus postulados, que por espacio de dos años han
servido a las falanges del fascismo italiano como signo de unión; pero, aun
partiendo de ese núcleo primigenio ya es tiempo de que procedamos a una
elaboración ulterior y más amplia de nuestro programa.
A esta obra vital
para el fascismo deberían contribuir con particular fervor todos los fascistas
de Italia especialmente en aquellas zonas donde, con o sin pacto, se ha llegado
ya a una pacifica convivencia de los dos movimientos antagonistas.
Yo quisiera,
aunque la palabra sea un tanto fuerte, que en los dos meses que nos separan de
la Asamblea nacional, se crease la, filosofía del fascismo italiano. Milán,
con su primera Escuela de propaganda y cultura, contribuye en este sentido.
No se trata
solamente de preparar los elementos programáticos sobre los cuales tendrá que
basarse sólidamente la organización del partido en que habrá de convertirse
fatalmente el movimiento fascista; también se trata de desvirtuar la estúpida
fábula, según la cual en el fascismo sólo se contarían hombres violentos y
también, como es en la realidad, espíritus inquietos y reflexivos.
Esta nueva
orientación de la actividad fascista no perjudicará ‑ estoy plenamente
seguro de ello ‑ al magnifico espíritu y al temperamento de belicosidad
que constituyen la característica peculiar del fascismo. Proporcionar al
cerebro doctrinas y sólidas convicciones, no significa desarmar, sino
fortalecer e infundir a la acción mayor conciencia. Los soldados que combaten
con conocimiento de causa, son siempre los mejores. El fascismo puede y debe
tomar por divisa el binomio de Mazzini: “Pensamiento y Acción." (Carta
de Benito Mussolini a Miguel Bianchi, del 27 de agosto de 1921, en ocasión de
inaugurarse la Escuela de propaganda y cultura, fascista de Milán: publicada en
Messaggi e Proclami ("Mensajes y Proclamas"), Milán, Libr. de Italia,
1929, pág. 29.)
"Es preciso
poner en contacto a los fascistas, hacer que su actividad sea también actividad
de doctrina, actividad espiritual y de pensamiento...
Ahora, si
nuestros adversarios. se hubiesen hallado presentes en nuestra reunión, se habrían
convencido de que el fascismo, no es solamente acción, sino también
pensamiento (Al Consejo nacional del Partido Fascista, 8 de agosto de 1924; en
el volumen La nuova política dell´ Italia (La nueva política, de Italia”)
IV edición, Milán, ed. Alpes, 1928, págs. 316 y 317.)
(2) "Hoy
afirmo que el fascismo, como idea, doctrina, realización es universal; italiano
en sus instituciones particulares, el fascismo es universal en su espíritu y no
podría ser de otro modo. El espíritu es universal por su naturaleza misma. Por
lo tanto, podemos prever una Europa fascista, una Europa cuyas instituciones se
inspiren en las doctrinas y en la práctica del fascismo. Es decir, una Europa
que resuelva, en sentido fascista, el problema del Estado moderno, del Estado
del siglo XX, que es muy diverso de los Estados que existían antes de 1789 o
que se formaron después. El fascismo actualmente responde a exigencias de carácter
universal. Efectivamente, resuelve el triple problema de las relaciones entre
Estado e individuo, entre Estado y grupos, entre grupos y grupos
organizados." (Mensaje del año IX de la Era fascista, a los Directorios
federales reunidos en el Palacio Venecia el 27 de octubre de 1930; en Discorsi
del '30 ("Discursos de 1930") Milán, ed, Alpes, 1931, pág. 211).
(3) Este proceso
político va acompañado de un proceso filosófico: si es verdad que la materia
ha permanecido en los altares por espacio de un siglo, es también verdad que
hoy el espíritu la desaloja y toma su lugar. Por consiguiente repudiamos todas
las manifestaciones peculiares del espíritu democrático: la facilonería, la
improvisación la falta de sentido personal de responsabilidad, la exaltación
del número y de esa misteriosa divinidad que se denomina "pueblo".
Todas las creaciones del espíritu ‑ comenzando por las religiosas ‑
vienen apareciendo en primer plano y ya nadie se atreve a retrasarse en las
posiciones de ese anticlericalismo que, en el mundo occidental, fue por espacio
de muchas décadas la ocupación preferida de la democracia.
Cuando se dice
que Dios retorna, se entiende afirmar que retornan los valores del espíritu."
Da che parte va il mondo ("¿Hacia dónde va el mundo?"), en la
revista Gerarquia, año I, 1922, núm.
3; en Tempi della rivoluzione fascista (“Tiempos de la revolución
fascista"), Milán, ed. Alpes, 1930, págs. 34 y 35.)
"Existe una
zona que está reservada, más que a la investigación, a la meditación de los
fines supremos de la vida. La ciencia parte de la experiencia, pero desemboca
fatalmente en la filosofía, y, a mi parecer, solamente la filosofía puede
iluminar a la ciencia y llevarla al terreno de la idea universal." (Al
Congreso de las Ciencias, de Bolonia, el 31 de octubre de 1926; en Discorsi del
'26 ("Discursos de 1926"), Milán, ed. Alpes, 1927, pág. 368).
Para comprender
el movimiento fascista se lo ha de considerar en toda su magnitud y profundidad
de fenómeno espiritual. Sus manifestaciones han sido las más poderosas y
decisivas, pero no debemos detenernos en ellas. En efecto; el fascismo no ha
sido solamente una revolución política contra gobiernos débiles e incapaces
que habían dejado, decaer la autoridad del Estado y amenazaban con detener a
Italia en el camino de su mayor desarrollo, sino que ha sido también una
revolución espiritual contra viejas ideologías que corrompían los sagrados
principios de la religión, de la patria, de la familia. Como revolución
espiritual el fascismo brotó directamente del pueblo." (De un Mensaje al público
inglés, 5 de enero de 1924; en Messaggi e proclami ("Mensajes y
prociamas"), Milán, Librería de Italia, 1929, pág. 107).
(4) "La
lucha es el origen de todas las cosas, porque la vida está llena de
contrastes: el amor y el odio, lo blanco y lo negro, el día y la noche, el bien
y el mal; y mientras tales contrastes no se resuelvan en equilibrio, la lucha,
estará siempre en lo hondo de la naturaleza humana, como fatalidad suprema.
Por otra parte,
es mejor así. Hoy puede tratarse de lucha guerrera, económica, de ideas, pero
el día en que no se luchara ya, sería un día de tristeza, de fin, de ruina.
Mas tal día no llegará nunca: precisamente porque la historia se presenta
siempre como un panorama en transformación continua. Pretender volver a la
calma, a la paz, a la tranquilidad significaría oponerse contra las tendencias
del actual período dinámico. Tenemos que prepararnos para otras sorpresas,
para otras luchas. No habrá un período de paz sino cuando los pueblos se
abandonen en un ensueño cristiano de fraternidad universal y puedan tender la
mano por encima de los océanos y de las montañas. Por mi parte, yo no creo
gran cosa en estos ideales, pero no los excluyo, porque yo, no excluyo
nada." (Discurso en el Politeama Rossetti, de Trieste, 20 de septiembre de
1920; en Discorsi politici ("Discursos políticos”), Milán, Imprenta del
"Popolo d' Italia", 1921, pág. 108.)
(5)
"Entiendo el honor de las naciones en la contribución que han dado a la
cultura de la humanidad." E. Ludwig, Coloquios con Mussolini, edición
italiana, Milán, Mondadori, 1932, pág. 199.)
(6) "Denominé,
en cambio, esta organización "Fascios italianos de combate". En esta
palabra dura y metálica, ya estaba todo el programa del fascismo, tal como yo
lo soñaba, tal como yo quería que fuese, tal como yo lo hice.
Todavía es ese
nuestro programa, camaradas: combatir.
Para nosotros los
fascistas, la vida es un combate continuo, incesante, que nosotros aceptamos con
gran desenvoltura, con gran valor, con toda la intrepidez necesaria,." (En
Roma, en ocasión del VII aniversario de la fundación de los Fascios, 28 de
marzo de 1926; en Discorsi del 1926 ("Discursos de 1926"), Milán, ed.
Alpes, 1927, pág. 98.)
"Henos aquí
nuevamente en la esencia misma de la filosofía fascista. Recientemente, cuando
un filósofo finlandés me pidió que le expresara el sentido del fascismo en
una frase, yo escribí en alemán: "Nosotros estamos contra la vida cómoda."
(E. Ludwig, Coloquios con Mussolini, pág. 190 de la edición italiana
Mondadori.)
(7) "Si el
fascismo no fuese una fe, ¿cómo podría infundir estoicismo y valentía en sus
gregarios? Solamente una fe que haya alcanzado alturas religiosas puede sugerir
palabras como las pronunciadas por los labios, ahora exangües, de Federico
Florio." (Vínculos de sangre en el "Popolo d' Italia" del 19 de
enero de 1922, y en Diuturna, ed. Alpes, Milán, 1929, pág. 256.)
(8) "La
tradición es, indudablemente, una de las mayores fuerzas espirituales de los
pueblos, porque es una creación sucesiva y constante del alma de los
mismos." (Breve preludio, en la
revista Gerarchia, año I, 1922, núm. 1, y en Tempi della rivoluzione fascista,
Milán, ed. Alpes, 1930, pág. 13.)
(9) "Nuestro
temperamento nos lleva a considerar el aspecto concreto de los problemas, y no
sus sublimadas apariencias ideológicas o místicas. Por esto nos es tan fácil
recobrar el equilibrio." (Aspetti del dramma ("Aspectos del
drama"), en el "Popollo d' Italia" del 31 de octubre de 1927, y
en Diuturno, página 86.)
"Nuestra
batalla es más ingrata, pero es también más hermosa, porque nos obliga a
contar únicamente con nuestras, fuerzas. Hemos rasgado todas las verdades
reveladas hemos escupido a todos los dogmas, hemos rechazado todos los paraísos
y escarnecido a todos los charlatanes - blancos, rojos, negros ‑que
despachan sus milagrosas drogas para, dar la "felicidad" al género
humano. No creemos en programas, en
esquemas, en santos, en apóstoles; sobre todo, no creemos en la felicidad, en
la salvación, en la tierra prometida.
No creemos en una
solución única ‑sea económica política o moral ‑, en una solución
lineal de los problema de la vida, porque - ¡oh, ilustres predicadores de todas
las sacristías!‑ la vida no es lineal y jamás podréis constreñirla en
un segmento cerrado entre necesidades primordiales." (Navigare necesse, en
el "Popolo, d'ltalia”, 12 de enero de 1922, y en Diuturno, pág. 223.)
(10) "No
somos, y no queremos ser momias pererrinerriente inmóviles de cara al mismo
horizonte, ni queremos encerrarnos dentro del angosto cerco de la beatería
subversiva, donde se murmuran mecánicamente fórmulas que son la misma cosa que
las oraciones de las religiones profesadas. Somos hombres y hombres vivientes, y
queremos dar nuestra contribución, aunque sea modesta, a la creación de la
historia." (Audacia, en el "Popolo d' Italia", 15 de noviembre de
1925, y en Diuturno, pág. 11.)
"Nosotros
agitamos valores morales y tradicionales que el socialismo descuida o
menosprecia; pero el fascismo, sobre todo, rehuye de todo lo que, pudiera ser
hipoteca arbitraria sobre el misterioso futuro.(Dopo due anni "Dos años
después") en el "Popolo d' Italia,", 23 de marzo de 1921, y en
Diuturno, página 242.)
"Ante las
palabras y los conceptos que se enlazan, de derecha y de izquierda, de
conservación y de renovación, de tradición y de progreso, nosotros no nos
asimos desesperadamente al pasado, como a una suprema tabla de salvación ni nos
lanzarnos a ciegas entre las seductoras nebulosidades del porvenir." (Breve
preludio (1922 , citado en Tiempos de la revolución fascista, pág. 14).
"Lo
negativo, lo eterno inmóvil, es condenación. Yo estoy por el movimiento Soy un
marchador." (E. Ludwig, Coloquios con Mussolini, pág. 204.)
(11) "Hemos
sido los primeros en afirmar, frente al individualismo democrático-liberal, que
el individuo no existe sino en el Estado y subordinado a las necesidades del
Estado, y que a medida que la civilización, va cobrando formas más complejas,
cada vez más se restringe la libertad del individuo." (En el Gran
"Rapporto" del Fascismo, 14 de septiembre de 1929; en Discorsi de
1929, Milán, ed. Alpes, 1930, pág. 280.)
"Lo sentido
del Estado domina en la conciencia de los italianos, los cuales sienten que sólo
el Estado puede constituir la garantía insustituible de sus libertades y de su
independencia; que solamente el Estado representa la continuidad para el
porvenir de la propia estirpe y de la propia historia." (Mensaje del VII
aniversario, 25 de octubre de 1929; pág. 300.)
Pues que durante
los ochenta años transcurridos hemos realizado progresos tan considerables, podéis
suponer, más aún, prever, que durante los próximos cincuenta u ochenta años,
el camino recorrido por ltalia, de esta Italia que sentimos tan poderosa, tan
animada de linfas vitales, será verdaderamente grandioso, sobre todo si durara
la concordia de todos los ciudadanos, si el Estado seguirá siendo árbitro de
las contiendas político‑sociales, si todo estará dentro del Estado y
nada fuera del Estado, porque hoy por hoy no se concibe un individuo fuera del
Estado, a no ser que se trate del individuo salvaje que no puede reivindicar
para sí sino la soledad y las arenas del desierto." (Discurso en el
Senado, 12 de mayo de 1928; en Discorsi del 1928, pág. 109.)
"El fascismo
ha restituido al Estado su actividad soberana ‑ reivindicando su absoluto
valor ético contra todos los particularismos de clase y de categoría; ha
restituido al gobierno del Estado, reducido a ser instrumento ejecutivo de la
Asamblea legislativa, su dignidad de representante de la personalidad del Estado
y la plenitud de su potestad de imperio; ha sustraido la administración a las
presiones de todos las facciones y de todos los intereses (Al Consejo del
Estado, el 22 de diciembre de 1928.)
(12) "A
nadie se le ocurra tampoco negar el carácter moral del Estado fascista, porque
yo me avergonzaría de hablar desde esta tribuna si no estuviera seguro de
representar la fuerza moral y espiritual del Estado. ¿Qué sería el Estado sí
no poseyera un espíritu propio, una moral suya, que es la que da fuerza a sus
leyes y gracias a la cual logra hacer que los ciudadanos le obedezcan?
"... El
Estado fascista reivindica plenamente su propio carácter de eticidad: es católico,
pero es fascista, sobre todo, exclusivamente, esencialmente fascista. El
catolicismo lo integra y nosotros lo declaramos abiertamente, pero a nadie se le
ocurra, bajo especie filosófica y metafísica, que podrá cambiarnos las cartas
en la mesa." (Discurso en la Cámara de Diputados, del 13 de mayo de 1929;
Gli accordi del Laterano ("los acuerdos de Letrán"), Roma, ed. Librería
del Littorio, 1929, pág. 106).
“... un Estado
que tenga conciencia de su propia misión y que represente a un pueblo en
marcha, un Estado que transforme a dicho pueblo continuamente, incluso en su
mismo aspecto físico. El Estado debe decir, a tal pueblo, grandes palabras,
agitar grandes ideas y grandes problemas, no limitarse a hacer solamente
ordinaria administración." (Obra cit., pág. 107.)
(13) "El
concepto de la libertad no es absoluto, porque en la vida no hay nada absoluto.
La libertad no es un derecho: es un deber. No es una concesión, es una
conquista; no es una igualdad es un privilegio. El concepto de libertad cambia
con el transcurso del tiempo. Hay una libertad en tiempo de paz que no es la
libertad del tiempo de guerra. Hay una libertad en tiempos de riqueza, que no
puede concederse en tiempos de miseria." (En el V aniversario de la fundación
de los Fascios de Combate, 24 de marzo de 1924; en el volumen La nuova política
dell ´Italia, III, Discorsi del 1924, Milán, ed. Alpes, 1925, pág. 35).
"En nuestro
Estado no le falta al individuo la libertad. La posee mucho más que el hombre
aislado: pues que el Estado lo protege, él mismo es una parte del Estado. En
cambio, el hombre aislado está indefenso." (E. Ludwig, Coloquios con
Mussolini, edición italiana Mondadori, pág. 129).
(14) "Hoy
anunciamos al mundo la creación del poderoso Estado unitario italiano, desde
los Alpes hasta la Sicilia, y este Estado se manifiesta en una democracia
centralizada, organizada, unitaria, en la cuya democracia el pueblo circula con
toda comodidad, porque, señores, introducís al pueblo en la ciudadela del
Estado, y él la defenderá, o lo dejáis afuera y él la asaltará." (En
la Cámara de Diputados, 26 de mayo de 1927; en Discorsi del 1927, pág. 159.)
"En el régimen
fascista, la unidad de todas las clases, la unidad Política, social, moral del
pueblo italiano, se realiza en el Estado, y solamente en el Estado
fascista,." (En la Cámara de Diputados, el 9 de diciembre de 1928, pág.
333).
(15) "Hemos
creado el Estado unitario italiano. Reflexionemos que, desde el imperio en
adelante, Italia no volvió a ser jamás un Estado unitario. Aquí reconfirmamos
no menos enérgicamente, mi fórmula del discurso del "Scala" de Milán,
"todo en el Estado, nada contra el Estado nada fuera del Estado." (En
la Cámara de Diputados, 26 de mayo de 1927; en Discorsi del 1927, pág. 157.)
(16)
"Estamos en un Estado que controla todas las fuerzas que obran en el seno
de la nación. Controlamos las fuerzas políticas, controlamos las fuerzas
morales, controlamos las fuerzas económicas estamos, por lo tanto, en pleno
Estado corporativo fascista...
"Nosotros
representarnos un principio nuevo en el mundo, nosotros representamos la antítesis
neta, categórica, definitiva, de todo el mundo de la democracia, de la
plutocracia, de la masonería, o, en pocas palabras, de todo el mundo de los
inmortales principios de 1789." (En ocasión de instalar al nuevo
Directorio nacional del Partido, 7 de abril de 1926; en Discorsi del 1926, pág.
120.)
"El
Ministerio de Corporaciones no es un órgano burocrático, ni tampoco pretende
sustituir a las organizaciones sindicales, cuya acción debe ser necesariamente
autónoma, dirigida) a encuadrar, seleccionar y mejorar a sus adherentes. El
Ministerio de Corporaciones es el órgano que, así en el centro como en la
periferia, realiza la corporación integral y permite alcanzar el equilibrio
entre los intereses y las fuerzas del mundo económico. Realización posible en
el terreno del Estado, porque solamente el Estado trasciende de los intereses
contrastantes de los individuos y de los grupos, para coordinarlos según un fin
superior; realización facilitada, por el hecho de que todas las organizaciones
económicas reconocidas, garantizadas, tuteladas en el Estado corporativo, viven
en la órbita común del Fascismo (En la inauguración del Ministerio de
Corporaciones 31 de julio de 1926; en Discorsi del 1926, pág. 250.)
"Hemos
constituido el Estado corporativo y fascista, el Estado de la sociedad nacional,
el Estado que reúne, controla, armoniza y atempera los intereses de todas las
clases sociales, las cuales se sienten todas igualmente tuteladas. Y en tanto
que antes, durante los años del régimen democrático‑liberal, las masas
trabajadoras miraban con desconfianza al Estado, se hallaban fuera del Estado,
estaban contra el Estado, consideraban al Estado como a enemigo de cada día y
de cada hora, hoy ya ningún italiano que trabaja deja de buscar su propio lugar
en las Corporaciones, en las Federaciones porque entiende ser una molécula
viviente de ese grande, inmenso organismo viviente que es el Estado nacional
corporativo fascista". (En ocasión del IV aniversario de la Marcha sobre
Roma, desde el balcón del palacio Chigi, 28 de octubre de 1926 volumen citado,
páq. 340.)
(17) "La
guerra ha sido "revolucionaria", en el sentido de que ha liquidado, en
ríos de sangre, el siglo de la democracia, el siglo del número, de la mayoría,
de la cantidad". (Da che porte va il mondo ‑"Hacia dónde va el
mundo" en la revista Gerarchia, 1922 y en Tiempos de la revolución
fascista, página 37.)
(18) Véase nota
13.
(19) "La
raza: se trata de un sentimiento, no de una realidad; el 95 por 100 es
sentimiento." (E. Ludwig, Coloquios con Mussolini, pág. 75.)
(20) "Una
nación existe en cuanto sea un pueblo. Un pueblo asciende en cuanto sea
numeroso, laborioso y ordenado. El resultado de este trinomio fundamental es el
poderío." (En la Asamblea general del Régimen, 10 de marzo de 1929; en el
volumen de Discursos de 1929, edic. it., pág. 24.)
"El fascismo
no niega el Estado; afirma que no se puede concebir una sociedad cívica
nacional o imperio, sino bajo especie de Estado." (Stato, antistato,
fascismo"), Estado, anti‑Estado, fascismo"‑, en la revista
Gerarchia, 25 de junio de 1932 y en Tiempos de la revolución fascista, pág.
94).
"Para nosotros, la nación es,
sobre todo, espíritu, y no solamente territorio. Ha habido Estados que han poseído
inmensos territorios y que no dejaron huella alguna en la historia humana. No es
solamente número, porque en la historia también ha habido Estados muy pequeños,
microscópicos, que legaron documentos memorables, imperecederos, en el arte y
en la filosofía.
La grandeza de la
nación es el conjunto de todas estas virtudes, de todas estas condiciones. Una
nación es grande cuando traduce en la realidad la fuerza de su espíritu."
(Discurso de Nápoles, 24 de octubre de l922; en I discorsi della rivoluzione
"Los discursos de la revolución"‑. Milán, ed. Imperia; 1923, pág. 58.)
"Queremos
unificar a la nación en el Estado soberano, que está por encima de todos y
puede estar contra todos, porque representa la continuidad moral de la nación
en la Historia. Sin Estado no hay tampoco nación. Solamente hay aglomeraciones
humanas, susceptibles de todas las desintegraciones que la Historia les puede
infligir."` (En el Consejo Nacional del Partido Fascista, 9 de agosto de
1924 en el volumen La nueva política de Italia IV edición, ya citado, página
3l9.)
(21)
"Yo creo que los pueblos..., si es que quieren vivir, tienen que
desarrollar una cierta voluntad de potencia; de otro modo, vegetan y malviven, y
terminan por ser presa de otro pueblo más fuerte y que posee mayormente
desarrollada dicha voluntad de potencial." (Discurso en el Senado, 28 de
mayo de 1926.)
(22) "Es el
fascismo el que ha forjado el carácter de los italianos, quitando de nuestras
almas toda escoria impura, templándolo para todos los sacrificios, dando a la
fisonomía italiana su verdadero aspecto de fuerza y belleza." Discurso de
Pisa, 25 de mayo de 1926 en el volumen Discursos de 1926. edic. ital., citada, pág.
193.)
"No será inoportuno ilustrar el carácter intrínseco, la significación profunda de la Leva fascista. No se trata, tan sólo de una ceremonia, sino de un momento importantísimo del sistema de educación y de preparación totalitaria e integral del hombre italiano que la revolución fascista, conceptúa como uno de los cometidos fundamentales e indispensables del Estado; más aún, el fundamental sin más. Toda vez que el Estado no lo desempeñe o acepte discutirlo, compromete, sencillamente, su derecho mismo a existir." (En la Cámara de Diputados, 28 de mayo de 1928; en Discursos de 1928, edic. ital. ya citada, pág. 68.)