Cultura

  Jueves 30 de Octubre de 2003

El lenguaje en la TV
Hay que replantear la misión de los medios

Es responsabilidad de los licenciatarios

La siguiente nota es la quinta de la serie en la que especialistas de la cultura, la educación y la radiodifusión reflexionan sobre el mal uso del lenguaje en la TV, tema que motivó un enérgico pronunciamiento de la Academia Argentina de Letras.

El lenguaje televisivo no sólo tiene que ver con la estética, sino, básicamente, con la ética. Con el conjunto de valores que los medios transmiten a la sociedad.

Recurrentemente distintos sectores de la sociedad se quejan por el lenguaje televisivo, tanto por la pobreza de las palabras como por sus imágenes, inapropiadas para los más chicos en horarios en los que la televisión debería cuidar especialmente sus contenidos.

Es a partir de estas quejas que nace un debate que no sólo no llega a ninguna conclusión, sino que además no logra ningún resultado concreto. Todos se reparten culpas, pero hay algunos más responsables que otros.

Vayamos por partes. En nuestro país no se cumple con el horario de protección al menor; ésa es una aseveración incuestionable. Pero quiero señalar el origen de la protección y la responsabilidad que, a mi criterio, tiene cada una de las partes.

En toda la legislación mundial existe un horario de protección al menor, en el que el uso del lenguaje y las imágenes que lo acompañan tienen que ser apropiados y entendidos por los menores de edad.

Esa regla se basa en que los licenciatarios de canales de TV o de radio utilizan el espacio público (espectro radioeléctrico) para enviar las emisiones que son captadas libremente por los usuarios. Como la norma supone que los chicos pueden estar solos en sus casas mientras sus padres trabajan, el "emisor" debe cuidar lo que emite.

Pero además de una responsabilidad legal, entiendo que los licenciatarios deben replantearse el papel que los medios pueden cumplir en una sociedad.

La influencia de la TV

Todos nos informamos y formamos nuestra opinión utilizando mayoritariamente los medios electrónicos. El 98% de los hogares de nuestro país tiene televisor y a medida que los recursos económicos son más escasos mayor es la cantidad de horas que los chicos pasan frente al televisor.

Es allí donde la TV puede y debe cumplir un papel importante en ayudar a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, sin que ello signifique inmiscuirse en la programación o en la opinión de sus periodistas.

Todo lo contrario. La oferta televisiva hoy está diseñada exclusivamente por los emisores y el público debe consumir exclusivamente lo que le ofrecen. Si, por un lado, se respetara la ley en cuanto a los horarios y, por otro lado, hubiera un cuidado en el lenguaje utilizado, las horas que los chicos pasan frente a la pantalla como única posibilidad de consumir entretenimiento los ayudarían a mejorar su vocabulario y a no a deformarlo.

No es cierto que la TV sea un reflejo de la sociedad. La TV recrea la realidad, le da sus propias formas, su lenguaje, en definitiva la mediatiza y la devuelve a través de su escala de valores, que la población consume masivamente. Se puede ayudar a hacer mejores personas con una mejor televisión.

También el Estado debe cumplir con su rol, que no es el de censurar, sino el de representante de los ciudadanos en el cumplimiento de la ley.

Si cada uno hace su parte, la calidad puede mejorar.

En mi paso por el Comfer intenté cambiar la ley de la dictadura y establecimos la primera Guía de Contenidos, pero las políticas públicas no tuvieron continuidad.

Recuerdo sí, una anécdota que marca las diferencias. Al entrevistar a mi par inglés sobre los mecanismos democráticos de control del Estado, le pregunté si estaban muy preocupados por la violación al horario de protección al menor, y me contestó, asombrado: "Pero aquí los canales no lo violan".

Por Gustavo López
Para LA NACION

El autor fue interventor en el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer).

http://www.lanacion.com.ar/03/10/30/dq_540417.asp
LA NACION | 30/10/2003 | Página 13 | Cultura


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