La Oración De La Serenidad
Dios, Concédeme La Serenidad Para
Aceptar Las Cosas Que No Puedo Cambiar.
Como fumadores que queremos dejar de fumar, no
podemos cambiar la compulsión que sentimos por fumar cigarrillos, pero aun no pudiendo
cambiar la compulsión, podemos aceptarla. La verdad es que hasta que podamos
"aceptar" nuestra compulsión por los cigarrillos, no dejaremos de
fumar. Cuándo decidimos que no podemos aceptar la compulsión, lo que hacemos es
encender otro cigarrillo. Es así de
sencillo: si usted desea un cigarrillo y no acepta la compulsión, con seguridad
encenderá un cigarrillo. O tal vez, sólo dé una calada(pitada) para poder
seguir adelante, pero incluso una sola calada(pitada) es "no aceptar"
las cosas que usted no puede cambiar.
Aceptar la compulsión no significa que queramos
sentirla o que nos guste.
Aceptarla significa, primero, reconocerla por lo que es: un fuerte
deseo, físico o psicológico - no la necesidad - de un cigarrillo. Eso es todo.
Nosotros no luchamos contra esta compulsión; en cambio, la vemos,
la dejamos en paz, sin aterrorizarnos o sentir conmiseración por nosotros
mismos, pero decimos: "Sí, realmente estoy teniendo una compulsión por un
cigarrillo en este momento".
No practicamos la autodecepción, ni tratamos de engañarnos a
nosotros mismos pensando que no deseamos fumar. Este es un programa honesto.
Tampoco tratamos de odiar el hábito (o a nosotros mismos) para poder dejarlo.
No, nosotros mismos no podemos obligarnos a dejar de fumar, pero sí podemos
vivir con la compulsión, y por ello oramos.
El Valor Para Cambiar Aquellas Que
Puedo.
Lo que podemos cambiar es nuestra renuncia a
vivir con la compulsión por el próximo cigarrillo, aunque sea por un corto
periodo de tiempo. Nosotros podemos, con la ayuda de Dios y el apoyo del grupo,
cambiar la forma en que antes nos enfrentábamos a la compulsión, y ahora la
abordamos de una nueva forma. Estamos dispuestos a vivir con la compulsión; ya
no encendemos un cigarrillo para liberarnos de las molestias de la compulsión.
Al encender un cigarrillo estamos demostrando que no hemos aceptado lo que no
podemos cambiar, y que no hemos actuado con valor para cambiar las cosas que sí
podemos. Por supuesto que tolerar una compulsión es difícil, muchas veces es muy
difícil, pero usted no está solo; con la ayuda de Dios usted puede hacerlo. Ese
es el verdadero sentido de la oración de la serenidad.
Le pedimos a Dios que nos ayude a aceptar la
compulsión, y luego le pedimos a Dios que nos dé valor para no lidiar con esta
compulsión como antes lo hemos hecho - fumándonos un cigarrillo más. Por lo
tanto, necesitamos la fortaleza para aceptar la compulsión, y el valor para no
encender el próximo cigarrillo . . .
Y sabiduría Para Reconocer La Diferencia.
La que pedimos aquí, es
aquella que nos permita estar conscientes de la diferencia entre nuestra
antigua forma de enfrentar las molestias de la compulsión en el pasado
(encendiendo compulsivamente un cigarrillo), y nuestra nueva forma de
sobrellevar las compulsiones: aceptándolas hasta que pasen, aun cuando
experimentemos un momentáneo malestar. Puede tomar algún tiempo, pero si lo
pedimos, se nos concederán la fortaleza y el valor para vivir como ex
fumadores, con ese malestar. Lo que recibiremos no es fuerza de voluntad
directa, sino el Poder que viene de Dios, del grupo, y de nuestro yo más
íntimo. El poder que queremos realmente es el amor. Sólo con esta clase de
poder podremos llegar a ser ex fumadores y recibir una nueva vida, sin la
adicción a la nicotina.
La razón por la cual no habíamos llegado a ser ex fumadores años
atrás, es porque decidimos no vivir con la compulsión. Cada vez que deseábamos
un cigarrillo, cedíamos y fumábamos. Y así, seguimos esperando que en alguna
forma mágica llegaría el día en que nuestra compulsión desaparecería, o que
encontraríamos una forma de dejar de fumar sin sentir ningún malestar. Ese día
no llegaba nunca. Cada uno de nosotros siguió usando sus racionalizaciones o
excusas favoritas para seguir fumando, nuestra propia justificación para no
vivir con la compulsión. Y así seguimos deseando fumar y fumando, deseando y
fumando año tras año. Pero ahora podemos cambiar todo eso: El momento en que
aceptamos la realidad: "Quiero fumar", y la encaramos con el valor que
Dios nos da, diciendo: "Yo decido no enfrentar esta compulsión fumando un
cigarrillo", en ese momento llegamos a ser ex fumadores.
Si después de decir esta plegaria usted sigue fumando, repítala, y
repítala nuevamente, reflexionando lo que ella significa para usted que es
fumador. Con el tiempo funcionará. No servirá de nada si usted no es sincero,
pero si al principio lo único que puede hacer es repetir la plegaria, aún sin
creer, entonces haga eso por lo menos.
Puede que tenga que pasar algún tiempo hasta que usted reciba la
fortaleza para sobrellevar los malestares de una compulsión, sin encender un
cigarrillo, pero con el tiempo llegará. Con el tiempo la compulsión disminuirá
bastante, y confiemos en que algún día desaparecerá para siempre. Sin embargo,
si tiene un resbalón y enciende un cigarrillo, acéptese respetuosamente y en la
próxima compulsión, vuelva a decir la plegaria. Recuerde, no es el estrés ni
las frustraciones, ni siquiera la compulsión la que nos lleva a fumar otro
cigarrillo. Es nuestra falta de fortaleza para enfrentar la compulsión. Esa
fortaleza emana de Dios, del grupo, y de lo más profundo de su sano yo interno.
Que Dios esté con usted ahora.