Al César lo que es del César
por  Joaquín Dartesa
- No importa lo que diga la gente: era un hombre extraordinario
Marlene Dietrich, cerrando "Sed de mal"
El hombre con rayos X en los ojos.
Filosofía en la serie B.
      Lo primero es advertir que serie B no es el montón de películas gore o porno actuales, ni películas de vídeo, ni me refiero si quiera a las películas de cine clásico en que se ponía menos dinero y se probaban nuevas estrellas en las mismas tramas de siempre y con los mismos directores.

       La serie B que aquí me ocupa y me cautiva es la que encontramos entre los años 50-70 del cine americano del género de ciencia ficción y terror. Ciertas películas arriesgadas donde no se tenía por qué ser tan correcto o comercial, y así surgieron maravillas que filosofaban sobre la existencia humana y sus inquietudes en medio de deplorables y entrañables efectos especiales. Películas de finales atípicos y aterradores con la sólida experiencia de los mejores artesanos del cine.

       El hombre con rayos X en los ojos (el título original era simplemente "X") narra los estudios de un científico que pretende ver todo el espectro de la luz para así mejorar los diagnósticos médicos. Pronto pierde su subvención y sus apoyos y se refugia como adivinador de feria, curandero, utilizando sus poderes experimentales.

       ¿Hasta qué punto es deseable ver el todo? El científico se enfrentará a los horrores del conocimiento completo. La angustia física que acompaña a la mental, mucho peor. Alguien dijo "saber más para ver más", estaba en lo cierto. El problema en la película es que el protagonista ve más sin saber más, sin haber desarrollado un proceso cognoscitivo. Se le abren las puertas del conocimiento supremo, y esto, si no puede asimilarse, es la peor de las visiones posibles.

       La película evoluciona a un clímax final en una pequeña carpa con un predicador y muchos "americanos profundos" coreando amenes y aleluyas. El hombre con rayos X llega hasta allí perseguido por la policía y en el apogeo de su enfermedad-don visual. Dando tumbos por la tortura y con dificultad para ver lo inmediato y cotidiano, llega hasta el púlpito. El pastor le interroga desde su púlpito. Reproduzco la conversación:

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Predicador: Venid a mí y salvad vuestras almas... ¿Eres un pecador? ¿Quieres salvarte?

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Hombre X: ¿Salvarme? No, tan sólo pretendo decir lo que veo: una tiniebla fría más allá del mismo tiempo, y más allá de lo humano. Una luz que alumbra y abrasa. Y en el centro del universo, el ojo que nos ve a todos...    ¡No! ¡No!

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Predicador: Ves al pecado y al demonio. Pero dios nos ha indicado el justo camino. San Mateo dijo en el capítulo 5: "si tus ojos te escandalizan, arráncatelos".

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Feligreses: ¡Arráncatelos! ¡Arráncatelos! ¡Arráncatelos! ¡Arráncatelos! ¡Arráncatelos!
                                  ¡Arráncatelos! ¡Arráncatelos! ¡Arráncatelos! ¡Arráncatelos! ¡Arráncatelos!

       El médico se arranca los ojos, muestra sus cuencas vacías y termina la película.

       Se podría escribir mucho de esto, pero dejémoslo así, como una pieza estupenda de pensamiento metida en un film barato. El cine está lleno de tesoros así de ricos, pero no encontraremos ninguno en Titanic, la Disney o Tom Hanks. Larga vida a la serie B.
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