Centuria 8


Ahora vamos a comenzar la centuria octava. A otros comentaristas les parece que es más acertado seguir con las cuartetas posteriormente aplicadas a esta centuria acabada, pero -cuando se publicó su biografía- se acompañó de una nota de Chavigny en la que se especificaba que la séptima centuria no estaba completa (ni tampoco la novena) y como tal así presentamos ésta. Después ya añadiremos lo que se ha sólido incorporar a lo largo de los años, para delicia de curiosos y encanto de crédulos.

I

Una mención geográfica y las palabras tan repetidas fuego y sangre, acompañadas de la nota de una huida que acentúa la tragedia. Es una de las cuartetas menos tomadas en cuenta.

II

Del mismo estilo que la primera, sólo que en ésta el motivo principal pasa a ser otro de los grandes tópicos de Nostradamus, el del cielo y el fuego, como gran prodigio o calamidad, según se use.

III

Con la sola presencia de un nonato, de un nacido por cesárea, ya se puede abandonar el resto de las líneas proféticas del buen Michel de Nostradamus, maestro de magos y asombro de ignorantes. Del resto no merece la pena ni siquiera considerarlo.

IV

Francia va a ser recibida en Mónaco y van a engañar al "Cardenal de Francia", otras cosas más por el estilo y nada, absolutamente nada que tomar en serio.

V

Un prodigio en el que un templo reluciente y un cirio van a convertirse en centro de atención, mientras que el "gran Gallo" está en su ataúd. Infantil cuando menos.

VI

Una claridad misteriosa en Lyon; al tiempo alguien asalta y se queda con Malta y los suizos van a traicionar a Francia en Londres. Si esto tiene algún sentido, todo debe tenerlo en el mundo, hasta los delirios de un enfermo. Realmente, las complicaciones histórico-geográficas que realizaba el pobre alquimista, para tratar de parecer sabio y anticipador, son tan exageradas que se le escaparon plenamente de su control. Resulta mucho más sorprendente, a estas alturas, comprender cómo Hitler estudiaba estos y otros augures para tomar decisiones militares. Lo que no resulta nada asombroso es que fuera aniquilado por sus enemigos.

VII

Ahora las preferencias catastrofistas se van a Italia y desde allí nos va a atosigar el buen autor. Lo curioso de este párrafo es que mezcla el paisaje italiano con el Sena, sin darse cuenta, seguramente, de lo absurdo que queda el edificio profético tras su inclusión.

VIII

De nuevo Turín y otras tropelías en una cuarteta abominable por calidad y construcción.

IX

Ahora ya se mezcla a Hungría con Francia e Italia, pero sin saberse bien por que, a no ser que sea para tratar de aumentar las probabilidades de acierto en estos tiros al azar. Aquí, en efecto, se habla de mar (cualquiera) de todo el este (Levante) de esa Hungría ya comentada, de Nápoles, Palermo y Ancona y, para redondear, de Roma y de Venecia, al mismo tiempo que se menciona a una "Barba" horrible, en un momento en el que era todavía más lógico esperar que cualquier personaje -bueno o malo- era portador de barba en rostro.

X

Va a oler mal en Lausana, cosa que puede preocupar a las autoridades sanitarias y nada más. Como no parece bastante, el pobre Nostradamus pensó que estaría bien añadir su célebre fuego en el cielo y así debió dejarse descansar, satisfecho, el buen charlatán.

XI

Un pueblo infinito en Vicenza. Seguramente quiere referirse a mucha gente. Fontbrune dice seriamente que se está refiriendo a Francia (él es de allí y eso le debe alegrar patrióticamente). El resto es otra infinita estulticia.

XII

Uno de los enterados de las centurias dice que esto se refiere a un hecho de armas de Napoleón III (el que lo dice es francés, como suele ser costumbre); a su entrada en Milán, acompañado de su colega Victor Manuel, el de Italia; al armisticio y, por si no fuera suficiente, a la ruptura de la Santa Alianza. Un hecho por línea, lo que demuestra el prodigioso sentido de condensación profética de su amado (y necesario para su modo de vida) Nostradamus, genio entre los genios. Para el resto de los mortales, lo del abate de Foix, los de Saint Morre y el disfraz de villanos, queda sin explicar, lo que hace que dos líneas signifiquen cuatro hechos, a dos profecías por línea. Realmente, Nostradamus no fue el único charlatán en esta comedia de la visión divina.

XIII

Peor todavía, cabalística dentro de la progresiva complicación mágica.

XIV

Hasta adúlteros ofendidos, deshonores y un crédito en oro y plata. Parece un melodrama y debe serlo.

XV

Otra vez les complican la vida a los húngaros y también, de paso, al resto del universo. Por cierto, Nostradamus se refiere demasiado a los húngaros, a lo mejor fue novio clandestino de una gitana echadora de cartas y ésta le contagió de su ardor visionario.

XVI

Otro diluvio universal. Así que ya lo saben, estén preparados para subir al arca.

XVII

Hambre, fuego, peste, sangre y de todos los males el doble. ¿Hay mago que ofrezca peor calamidad?

XVIII

Dice uno de esos encantadores comentaristas, que esta cuarteta tan sosa es la perfecta indicación del fin de la revolución bolchevique. Recuérdenla y vivan tranquilos con un aviso tan claro, sabiendo que los tres lises van a acabar con ella (seguramente los Borbón van a ser capaces de tal proeza). Si lo creen, pueden estar seguros de creerlo todo.

XIX

Al aparecer la palabra capa, la tentación de los intérpretes habituales es la de relacionar la cuarteta con la muerte de Luis XVI, el último Capeto. Naturalmente, llamar "rojos" a jacobinos, girondinos y demás grupos, es algo más que atrevido, es casi un anacronismo, si no fuera porque todas las interpretaciones "serias" suelen serlo en abundancia.

XX

Juzguen los lectores por ellos mismos si esta cuarteta puede ser tomada por una advertencia profética y, en caso de así hacerlo, a quién puede advertir la historia del mensajero falso.

XXI

Infección, falta de fe y la peste en tres barcos anclados en el puerto de Agde. Los mil millares ya aparecen como un acento exagerado, dado lo calamitoso del resto.

XXII

Hay quien dice que esta cuarteta habla de un ataque con cohetes lanzados por los revolucionarios. Más sensato sería -cuando menos- ignorarla y pasar a otras.

XXIII

Aparece una reina, mujer al fin y el intrépido Nostradamus se lanza a demostrar que toda dama, por alta que sea su alcurnia y posición, no puede ser más que una sucia adúltera. La policía no ayuda a su castigo, ya que esconde los regalos del culpable adicional y no se comentan las cartas y su contenido. Al final, ni la desdichada pecadora es castigada, ni se consigue disfrutar sabiendo el nombre del amante. A lo mejor Nostradamus sí lo supo y no quiso decirlo, para darle un carácter más íntimo al asunto.

XXIV

Parece ser que no se ha podido saber quién era ese grande de Perpiñán y quién el teniente de la entrada. Es una lástima, porque se dan bastantes detalles.

XXV

Esta vez tenemos más suerte; los amantes furtivos terminan como debe ser: el padre -juicioso- decide privar a las almas redimidas por la espada, del peso de su carnalidad vergonzosa. Como se puede comprobar, mujeres y pecado siempre van juntos.

XXVI

Hay quien asegura que aquí se narra la aventura barcelonesa de Luis XIII en 1640. Es una posibilidad de las menos remotas y la explicación tiene una elaboración bastante aproximada.

XXVII

Casi un acertijo. Existen incluso interpretaciones singulares, pero resulta poco menos que absurdo tratar de encontrar sentido a lo que no lo puede tener.

XXVIII

Una advertencia de corte monetarista que suena bien para todos menos para los mercantilistas.

XXIX

Aquí se hace un interludio y se le da a la cuarteta un tono pagano, lo que viene a significar aún menos que en los casos anteriores.

XXX

Una buena oportunidad para los trabajadores que excavaban en un hondo pozo cerca de Toulouse de Francia o Tolosa de Navarra. Si así sucedió, los descubridores no comunicaron el hallazgo y si no ha sido todavía, puede ser motivo de ánimo para las cuadrillas que sondeen la zona.

XXXI

El sarraceno va a triunfar y no pare ce que el autor vea con malos ojos la victoria del musulmán sobre el chico del príncipe que se convirtió en malvado y tuvo que ver el castigo divino cayendo sobre él en la ciudad de Venecia, marco encantador para las mejores tragedias.

XXXII

En puridad, y dado el ejemplo histórico, ningún rey debería fiarse de sus sobrinos y otros parientes, sean de la rama ascendente o descendente. El rey galo debió encontrar a tiempo la profecía, porque nunca se cumplió y libró a su único hijo de un mal fin y él mismo de la maldad familiar.

XXXIII

De nuevo estamos en Italia, de nuevo en Venecia, con uno de esos grandes tan abundantes en
estas líneas; a éste se le pudo distinguir por el nombre bien indigno. Desgraciadamente, las crónicas no dan detalle de tal sujeto.

XXXIV

Un comentarista crédulo dice que esta cuarteta anuncia la muerte de Juan Pablo II en Lyon. Sin comentarlos.

XXXV

Un galimatías geográfico en el que se mantienen las constantes proféticas a la orilla de los ríos, cosa que al autor le gustaba hacer. Lo que se puede decir es que el pronóstico meteorológico para el Garona y Bayse es de frío intenso y vientos fríos. No es gran cosa, pero es lo que se puede leer directamente en esas cuatro líneas sorprendentes.

XXXVI

No es fácil encontrarle el sentido exacto al mensaje de la pavimentación marmórea y resulta mejor abandonar el versículo a intérpretes más pacientes y de mayor dedicación al autor, que pueden, con su entrega desinteresada, extraer la oportuna enseñanza profética de esta cuarteta.

XXXVII

Todavía puede suceder que el rey o la reina del Reino Unido de Gran Bretaña tenga que quedar encerrado en la fortaleza cercana al Támesis, seguramente en la Torre de Londres. Si así acaeciera, sería notorio ver a su majestad huyendo en camisa por el puente, antes de encerrarse en la relativa seguridad del fuerte. Sinceramente, se puede descartar tal posibilidad, a pesar de la natural lástima por que no sea de utilidad el profético mensaje a la realeza británica.

XXXVIII

Ahora se trata de monarquías francesas al viejo estilo de las taifas musulmanas, porque, como bien se indica, el de Blois va a reinar en Aviñón y no va a ser un monarca tranquilo, porque promete bañar a cinco en el Ródano, pero por mar, y al último cerca de Nolle, que no es un sitio que se pueda encontrar en las cartas actuales, al menos en la desembocadura del caudaloso río del mediodía francés.

XXXIX

A pesar de las precisiones, a esta cuarteta no ha tenido la suerte de ser elegida para su disección mágica y queda sin resolver el problema de los príncipes de Bizancio y de Toulouse, ni el del jefe Tolentino o el de la esposa no rehusada. La fe de Foix, que parece haber sido utilizada con propósitos de embellecimiento de la rima, tampoco viene a ayudar en la posible solución de la charada de estas personalidades que quedan sin aprovechamiento histórico.

XL

Una curiosa mezcla de víctima propiciatoria -la sangre del justo- con unas menciones taurinas y una advertencia a los Albanios, que no se puede asegurar quiénes sean. No es de las cuartetas más estimadas por los exegetas.

XLI

¿Quién es ese Renard? Para los más truculentos es el Anticristo, ese mito del contra-mesías, más complicado de creer que el simple mesías, y tan difundido como el de su rival. Para los menos crédulos, el aviso debería ser tomado como una advertencia de Nostradamus a sus paisanos, por lo del gallo, pero no parece que lleve carga negativa el personaje, antes bien al contrario, ya que semeja ser hombre pío.

XLII

Una confusa historia que Fontbrune transformando con su gracia Sainct Memire en Saint Merri, dice que es profecía situada en 1832. Con tamañas transformaciones, es notorio que se puede llegar a la conclusión pertinente que antes se haya decidido encajar, pero -aparte de esta flexible interpretación- queda descolgada de la realidad.

XLIII

La historia de un sobrino con malas artimañas y con un futuro de arrepentimiento a la vista. Seguramente se podría buscar un personaje que cuadrase con la cuarteta, porque en las monarquías han debido abundar sobrinos de tal calaña, pero no ha interesado a los fieles del autor.

XLIV

No se sabe quién es ese hijo natural de Ogmión, que habría tenido que ceder a Navarra el fuerte de Pau. Por cierto, quisiéramos destacar la movida historia de Navarra entre reyes propios, de Francia y de España, pasando y repasando de unos a otros y siendo escenario de romances ya en tiempos de Carlomagno, con la muerte de Roland cantada en tonos de epopeya heroica. Entre tanto, esta cuarteta permanece olvidada por los fieles.

XLV

La circunstancia del nacimiento parece ser muy importante para el nigromante y eso de ser parido tras la cesárea es algo mágico para este autor medieval, que destaca el hecho como si de un prodigio se tratara. También se destaca, en otras ocasiones, como la cuarteta XLIV, lo de la naturalidad de la descendencia, pero era cosa normal entre los tipos más conservadores de la época, que sabían que en cuestiones de herencia, esos detalles venían a traducirse en desventaja fuerte para los menos afortunados. Del nonato herido, mientras tanto, nadie ha querido sacar partido profético.

XLVI

Dicen que ésta es profecía destinada a papas, que en las centurias vienen a tener unos finales más trágicos de los que normalmente suelen hallar en la realidad. El resto es confuso y enmarañado, al estilo de los magos de la charlatanería.

XLVII

No se ha conseguido mucho adepto a este versículo de tan poca fortuna y con diversas precisiones geográficas y de origen que podrían ayudar a hacerlo pasar mejor por bueno.

XLVIII

La graciosa mención de los signos y los planetas enturbia aún más el posible contenido y la cuarteta se alegra con nombres españoles, toponímicos reales o falsos, con una Salvatierra tratada en minúsculas y un asalto a Castellón que parece salvar su frente mediterráneo del asedio, mientras que a Briviesca le toca la peor parte. Ante un pronóstico catastrófico de esta calaña no queda más remedio que agradecer al autor su elevadísimo índice de desaciertos.

XLIX

Ahora los planetas en solitario, sin signos de la astrología más gazmoña. Aparte de la muerte del jefe "Barbarin", es curioso predecir un asalto de los de Cerdeña a las murallas de Brujas, que se abren en una enorme brecha. Seguro que a la gente de Cerdeña tal ataque les suena aún más extraño que al resto de los lectores.

L

La peste, ese recuerdo que el pobre Nostradamus no pudo quitarse de su atormentado recuerdo ahora rodea a Capadille. Pero peor lo pasará el grande de Túnez, con su cabeza separada del gentil tronco. Por si fuera poca la truculencia, para Sagon hay una hambruna, otra de las típicas reiteraciones del autor, que no cesa en su afán de anunciar obviedades catastróficas y no tiene la ocurrencia de predecir un descubrimiento pacífico y útil para la humanidad a la que tanto desea avisar.

LI

Ya lo saben, se va a retomar Córdoba, ahora por los bizantinos. Sin comentarios.

LII

De nuevo el rey de Blois ejerciendo su soberanía en Aviñón. Flaco servicio a Francia hizo el buen alquimista pensando en tan menudos reinos para el futuro.

LIII

Una ocasión perdida para un pecador arrepentido, que no puede lavar sus pecados en ese templo solar, pero que, a pesar de los pesares, va a encaramarse en la jerarquía hasta la cumbre o aún más, si cabe.

LIV

De nuevo el eterno "ritornello" de musulmanes y españoles, como si la historia no tuviera nada mejor que hacer que repetirse cíclicamente. Nostradamus, desde luego, se quedó desoladoramente corto en su visión hacia lo desconocido y prefirió recurrir a hechos ya antiguos para rellenar las páginas de sus manuscritos.

LV

Esconderse en toneles para cruzar el río o los ríos es un sistema posible, matar a los niños perfectos, aunque sea para darle fuerza a la frase, parece una desconsideración.

LVI

Los pobres y los humildes ensalzados y los poderosos humillados, como se decía en las Escrituras para dar consuelo a los que lo pasan mal en la tierra y tienen la resignada esperanza de verse recompensados en la "otra vida". Lo de D.nebro ya queda fuera de la interpretación, pero no añade nada de mediano interés.

LVII

Napoleón es la respuesta a este acertijo. Sea como sea, el Emperador por antonomasia de los franceses no trató tan mal al clero, salvo el encono polarizado en el buen Pío, papa mantenido en secuestro, pero bien librado después de todo. Por las mismas se podría aplicar a cualquier miembro de la guardia real que se hace con el trono y da quebraderos de cabeza a los miembros de la institución religiosa correspondiente. Y de esos casos sí que los hay en abundancia.

LVIII

Problemas entre franceses e ingleses, pero que no parecen haber prendido en el interés de los fieles de Nostradamus.

LIX

La suerte del ascensor y la de la brújula en este "touts azimuts" previo a la "Force de Frappe". Un batiburrillo empalagosamente inútil.

LX

Un éxito para alguien que se haría con el poder y la fama en lugares tan apartados como Francia y Rumania. Ingleses en general y París en particular quedarían maravillados ante este gran tipo de la fantasía de Nostradamus que hasta la fecha no se ha asomado a la realidad. Lo de Norlaris queda fuera de una explicación coherente.

LXI

Arrancamos con una profecía hermosa en su forma y sin aplicación en su contenido. Es vaga y poética, lo que no está nada mal.

LXII

El Ródano suele aparecer con profusión en las letanías agoreras de Nostradamus y no es de extrañar, ya que es un gran río y, además, un paraje cercano a su hogar de muchos años. Como es también habitual (e incluso obsesivo), la peste aparece como el epítome del mal castigado sabiamente por el cielo y sus pobladores.

LXIII

Un adúltero es malo y lo es, sobre todo, porque ha tenido relación con mujer. Por si fuera poco, la culpa del pecado se amplifica y mujer e hijo caen víctimas, mientras que otra mujer estrangula a su hijo. Decididamente, Nostradamus no fue profeta certero pero sí un misógino incomparable.

LXIV

A las Islas, que deben ser las Británicas, se llevan a los niños y no para nada bueno, no hay más que ver el terrible fin que espera a esas criaturas, principalmente a esos "dos de siete" que caen en la desesperación.

LXV

Un viejo sin esperanza (como los niños de antes) se va a ver con un imperio en las manos, pero -afortunadamente para los sufridos súbditos- su tiranía no durará más de veinte meses. Como se puede comprobar, al mago le gustaba lo tremendo sobre todas las cosas.

LXVI

Bueno, ahora hay un descubrimiento de una escritura en una cueva antigua y muchas cosas van a pasar para demostrar que la citada escritura es algo más que un escrito. Se trata, naturalmente, de otra de las estrofillas no aprovechadas por los exegetas habituales.

LXVII

Otro escenario habitual, Italia, es noticia profética en esta cuarteta en la que se habla de la familia Colonna y de Ferrara. No tiene gran interés, a pesar de las abreviaturas, y ha sido dejada a un lado por los intérpretes más convencidos de la valía de Nostradamus, que prefieren otro género de frases.

LXVIII

Un relevo de cardenales con malas artes. La acción se sitúa en Arlés, una ciudad más conocida por estar inmortalizada por la magia de Van Gogh, que a pesar de su epilepsia supo transmitirnos mucho más de ese entorno provinciano que la triste melopea catastrofista del magnificado nigromante. De cualquier forma cuadra bien con las intrigas cardenalicias, de las que Francia puede dar buena constancia en su historia.

LXIX

Un milagro de rejuvenecimiento con ángeles que rebajan años (precisamente el octavo serafín parece ser el autor del portento). Si el resto de las cuartetas no tiene mucha solidez, ésta, especialmente, puede dejarse atrás, en el olvido.

LXX

Malas noticias para Mesopotamia, tiranizada por los amigos de la adulterina dama, que esta vez no sabemos si es referencia a una mujer en particular o a una institución que, por perversa, toma la forma femenina. Además de malos y metidos en cosas de mujeres, el nigromante verifica que se trata de negros, lo que debe ser aún más horrendo.

LXXI

Mala cosa con la inflación de los astrónomos y a persecución, prohibición y censura. El año de 1607 no será (fue, mejor dicho) bueno para tan celestial ciencia. El inefable Fontbrune, creyente y fiel seguidor de los escritos de Nostradamus, trata de aprovechar la fecha para hablar de Galileo, que tuvo que sufrir uno de los muchos ataques de la iglesia de Roma, pero con bastantes años de diferencia, nueve por más señas, y eso además, ni quiere decir que "muchos astrónomos o numerosos astrónomos" fueran perseguidos.

LXXII

Otra vez guerra en Italia, Rávena y Perugia implicadas en los fantásticos hechos en los que se habla de un caballo comiendo avena, lo cual debe tener un profundo significado que se nos escapa por el momento.

LXXIII

Tampoco es posible sacarle mucho partido a esta estrofilla, salvo que un rey va a llevar cerca de la muerte a un bárbaro enemigo y que todo va a suceder porque una madre (mujer al fin y al cabo) avarienta ha inducido a tomar tal determinación que no va a traer más que remordimiento al reino, sin que se sepa por qué.

LXXIV

Algazara y regocijo con la entrada del rey en la tierra nueva. Lo que no encaja en absoluto en la narración es la mención a la perfidia, porque los ciudadanos están contentos y disfrutando del festejo popular.

LXXV

Mientras se mata al padre y al hijo, la madre tendrá un poético hijo en su vientre del color de las mariposas. A pesar de la belleza del texto, no se encuentra aplicación al mismo en el terreno profético en el que debería tener valor.

LXXVI

Una tremenda amenaza se cierne sobre el imperio, porque se trata de alguien más malo que el propio rey de Inglaterra, lo cual debería ser mucho en el terreno de la maldad nacional. Además de cobarde, el canalla tampoco tendrá fe, lo que viene a ensombrecer aún más el panorama, si es que se supiera de qué habla el autor.

LXXVII

Aquí empieza una corta serie sobre la llegada del anticristo, que nos va a traer veintisiete años de guerra (lo cual quiere decir que será convencional, sin las rápidas armas nucleares) en la que no va a ganar, por el simple hecho de estar contra Dios y la gloria. A los herejes también les va a tocar pagar sus culpas con la vida, como debe ser, porque se trata de algo tan horrible como la herejía y eso no se puede perdonar.

LXXVIII

Más herejes, que ahora se ven favorecidos por la acción traicionera del horrendo Braganas, quien abrirá la puerta del santuario para que esos malignos hagan cosas nefandas y la Iglesia se haga militar. Vamos, el caos.

LXXIX

No sabemos quién es el hijo del nonagenario pero, a juzgar por lo que cuenta el vidente, va a quemarse a sí y a su hijo. Lo cual viene a demostrar que no es cosa de fiar tener hijos a tan avanzada edad y que todas las señales deben tomarse en cuenta, sobre todo a la hora del parto, ya que esos signos mágicos lo dicen todo para el que sabe ver en ellos.

LXXX

Dos honestas clases de mujer, las vírgenes (como Dios manda) y las viudas, van a perder su sangre inocente por los malos actos de Roge, que será cínico y monstruoso. Como es lógico, esta profecía suena lo suficientemente tremenda como para que los intérpretes más fervorosos traten de sacar partido a la cuarteta y digan que se trata de la visión certera que el buen autor tuvo de Robespierre, y que ya él vio lo que iba a traer esa catástrofe republicana, con tanto libertinaje y tanto modernismo. Con la mejor voluntad posible, no se puede ver mucho anuncio revolucionario en la mención de los ardientes cirios, que parecen más cosa de clérigos que de hijos de la Ilustración.

LXXXI

Aquí se supone que Nostradamus le quería dar un susto a Felipe II, anunciándole que de Sicilia le iba a venir la sorpresa y que el imperio también tenía sus días contados. Pero Felipe siguió siendo el rostro mismo de la hegemonía española y a Nostradamus le salió mal la amenaza escrita al poderoso (y tétrico) monarca, seguramente príncipe heredero a la hora de ser redactada esta fallida cuarteta.

LXXXII

Reconstruida en castellano (tratamos de mantener el aire original) pierde la mayor parte de su sonoridad rítmica y eufónica, pero no pierde nada más, porque nada más tiene en su interior de sentido.

LXXXIII

De nuevo Bizancio en escena, con la constancia de la recurrencia nostradamiana. A algunos incondicionales, les parece que bizantinos debe querer decir griegos, y tratan de ajustar las muchas profecías, pero no basta con la buena voluntad para recomponer los grandes desatinos del mago. Para mayor precisión, véase la cercana cuarteta XCIV, en donde se hace más claro tal fallo en la profecía.

LXXXIV

De nuevo Italia en la palestra, con una confusa relación entre Sicilia y Trieste y la monomanía de la peste como gran horror. Ya hemos comentado demasiado ese recuerdo de la peste que persigue al autor.

LXXXV

Una batalla entre Bayona y San Juan de Luz no es mucho sitio para el combate y, a juzgar por la realidad, no se ha producido hasta la fecha y mal se producirá.

LXXXVI

Una historia de contrabandistas, un relato del maquis o una forma poética de contar cosas de la frontera, pero el caso es que lo de Bayona ya sobra, a no ser que se quiera justificar con algo sobre Napoleón, que es lo que hacen todos los "entendidos" cuando tienen que dar cuerpo a las pobres excursiones proféticas del repertorio

LXXXVII

Seguramente, esto se podría aplicar a un hecho real, ya que es inconcreto y fácilmente atribuible a algún hecho de traición y ambiciones, pero no es suficiente para darle valor adivinatorio a su creador.

LXXXVIII

Una historia sobre el rey de Cerdeña que sólo estará tres años en el trono. Se ha querido ver en el relato profético a algún monarca en ella vegetando sus últimos años, pero se trata (según el texto) de reinado efectivo y no una busca de refugio ante la adversidad.

LXXXIX

Conspiraciones en familia. Un tío persiguiendo a su sobrino, tras haber matado a sus hijos, lo cual resulta lógico, porque es más cruda la historia del infanticidio que la aversión al sobrino. Al final, la eternidad le castiga por malo. Lo peor de esta melodramática advertencia es el conglomerado de tremendismos de la más ínfima clase.

XC

En esta y la siguiente cuarteta, el alucinado autor nos habla de una nueva cruzada y de las consecuencias de mágicas ocurrencias de la naturaleza. Resulta inexplicable, ante estrofillas imposibles como ésta, que alguna persona sensata haya decidido creer en Nostradamus y sus "revelaciones". Sin embargo, ahí tenemos a Hitler, también ferviente seguidor de la astrología (lo que resulta coherente con su personalidad y su escasa formación), que buscaba entre "Las Centurias" la clave de sus batallas y tenía a "expertos" ocupados en su interpretación constante.

XCI

De nuevo los cruzados y unas inundaciones con diluvios incluidos, ahora en las inmediaciones del Ródano. Pues bien, dejémoslo atrás, en el piadoso olvido.

XCII

Una historia siniestra de un rey que se marcha muy lejos de casa y recibe más disgustos que alegrías, con toma de rehenes y saqueos. Nada.

XCIII

Ahora la historia del futuro se centra en otra de las mediocres líneas argumentales de Nostradamus: Iglesia y cismas. Como es lógico, dejamos esta cuarteta en el lugar que corresponde, que es atrás, en el archivo inmenso de las estrofillas sin sentido.

XCIV

Nada menos que la derrota de los Españoles a manos de los Albanenses y lo ponemos con esas mayúsculas que tanto le gustan al nigromante. No es comprensible el interés que siente el alquimista y astrólogo anciano ante los albaneses y, aún menos, cómo llega a considerarlos como guerreros vencedores del futuro. En algún sitio debió escuchar un relato sobre una hazaña de esta gente y se debió pensar que era poderosa nación, transcendental en la historia del futuro. Como comentábamos más atrás la ignorancia del escrito es mayor aún que su osadía al atreverse a vaticinar una historia por venir, cuando ni siquiera parecía conocer adecuadamente las nociones de su tiempo.

XCV

Ahora se castiga a un seductor a muerte y se le entierra. El clero queda contento, cosa habitual, ya que les gusta castigar el pecado con todas sus fuerzas (siempre que sea ajeno).

XCVI

Oice Fontbrune (que, dentro de todo, no es el peor de los intérpretes) que esta cuarteta sobre la sinagoga estéril quiere decir que Golda Meir crea Israel. Esto nos da una idea de cuál es también la calidad de los que se toman en serio la obra profética del cristiano nuevo de mente antigua.

XCVII

Tres hermosos niños nacidos en las orillas de un río. Con esto ya basta para tener un hecho prodigioso y digno de ser tenido en cuenta. El resto es un poco más enrevesado, pero hay que estar atento a nacimientos tan señalados, que cambiarán la historia de los terrenos situados a la orilla del río de difícil nombre.

XCVIII

Sangre del clero manando abundante y largamente. Eso significa algo muy serio, porque lo de mencionar la Iglesia es un claro signo de que los tiempos se acercan al fin o algo de ese jaez. En la siguiente estrofa se nos dice el detalle de por qué sangraban tanto los curas y las monjas.

XCIX

En efecto: va a ser cambiada de emplazamiento la sede del papado y se deja Roma atrás para instalar al Papa en "otro lugar", lo que no es mucho decir para alguien que se declara profeta Por cierto, son tres reyes poderosos los que hacen que se cambie la santa sede de lugar

C

Charada de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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