Centuria 4

Los escritos originales de la 4 centuria::1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9 - 10 - 11 - 12 - 13
I

Como todavía quedaba sangre sin derramar, las guerras prosiguen y la rendición de una ciudad (¿Venecia?), sin haberse ni siquiera tocado la corneta con ese toque pertinente de ataque, es un hecho. Tampoco se puede dar salida del inventario general a esta profecía, aunque Venecia ha conocido sucesivas invasiones de toda laña y no ha sido, precisamente, una ciudad tranquila.

II

Ahora empieza una serie de descabelladas profecías que van a narrar la marcha de una flota francesa a los montes Pirineos y que va a hacer que las grandes damas de España tengan que ser llevadas a Francia para encontrar refugio. Si lo de los Pirineos no se entiende bien, el resto queda aún en peor posición para el intérprete incondicional de Nostradamus.

III

De Arras, Bourges y de Brodes van a partir los ejércitos que se dirigen a ensangrentar España. Podría decirse que se trataba de la ofensiva napoleónica, pero la mención al monte donde "Sagunto está" hace un poco irreconciliable con la realidad los trabajos proféticos de Nostradamus, que en tantas ocasiones parece querer insistir en dejar constancia de ser un charlatán sin ningún valor y que lo hace por escrito para que nadie con un mínimo de inteligencia tenga la obligación de prestar atención a sus cuartetas y presagios disparatados.

IV

Un popurrí de etnias al ataque, gallos (coqs) y libios dando la mala nota y los italianos persiguiendo a los ingleses, en una confusión de la que nadie puede librarse; los gallos deben ser los franceses, pero quién sabe lo que se quiere decir en esta estrofa...

V

Por fin terminan las peleas entre españoles y franceses y quedan unidas las naciones de un modo ejemplar. Pero la paz no va a ser duradera, ya que las nuevas aliadas van a ponerse a combatir contra un tercero o terceros con una valentía y un coraje dignos de mejor causa. Al menos esto es lo que pronostica Nostradamus al arrancar la cuarta centuria, en la que España y Francia comienzan metidas en sangre, para pasar al tratado de amistad y volver a meterse en sangre, pero con una disposición mejor entre ambas.

VI

La tregua se debe referir a la celebrada entre Francia y España, pero ahora va a caer la maldición sobre los aliados y no parece que la insidiosa Venecia, la que unas cuartetas antes sufría tragedias, vaya a quedar fuera de la sospecha de esta malicia, trama y maquinación. Como se puede comprobar, Nostradamus no daba mucho respiro a las naciones vecinas en sus amenazas sobre el futuro.

VII

Aquí tenemos una de esas profecías de las que más gustan a los intérpretes del ocultismo y de lo mágico. Tenemos al príncipe con su hijo menor. El príncipe en cuestión es poderoso y odiado, lo que ya va a dar una pista al castigo de una lepra que caerá sobre su hijo. Como es natural, siguiendo el viejo rito bíblico, las desgracias caen sobre los hijos, cuando sería más provechoso para todos que se limitasen a caer sobre los padres, si la Providencia fuera un poco más eficaz en sus intervenciones correctoras. Por si fuera poco, la madre de la azotada criatura se va a ver envuelta en el drama, puesto que de la pena también se irá consumiendo y hasta morirá. Del chico enfermo, al parecer, ya no se ocupa más el mago a la muerte de la madre, porque quien debe caer cobardemente es el padre de la criatura, o tal vez sea el chico quien muere donde mueren los cobardes, que no se especifica bien cuál es tan nefasto lugar. A pesar de lo explícito de tal maleficio presentido, ni los más fieles del retórico charlatán han descubierto un caso aplicable a esta tremenda desgracia anticipada.

VIII

Un asedio y un asalto, el nombre de San Quintín y otras cosas le bastan a uno de los más fieles de Nostradamus para relacionar estos "hechos" de armas con un personaje, haciendo que dos sucesos acaecidos a dieciocho años de distancia se unan por arte de su fe y nos diga que acertó el profeta.

IX

Suiza está de nuevo sometida a los avatares de la guerra. Lástima que, aunque sea uno de los países vecinos de Francia y favoritos del autor, haya elegido la Confederación Helvética el ser neutral y depositaria de los fondos secretos o no de los poderosos de la tierra. Con ello, resulta muy poco probable acertar con alguna de su serie de amenazas a Ginebra y alrededores.

X

Una de las muchísimas cuartetas destinadas a ver si se pueden "pegar" a algún hecho o situación similar. Es un modelo de inconcreción típico y una de las frases típicas de relleno de la obra.

XI

Bien, no le vamos a dedicar más atención a esta cuarteta que a la anterior. Vale la pena, no obstante, que esta cuarteta, como otras muchas en las que aparece la mención de la capa, una prenda bastante universal en aquellos tiempos de su redacción, suele ser utilizada por los más listos para tratar de arreglar el sentido y decir que se intenta advertir a los Capeto, la familia dinástica que terminó con Luis XVI en la guillotina. El recurso, aunque no parezca posible, es de lo más abundante entre los exegetas.

XII

Tenemos ante nosotros a una serie de cuartetas en las que la palabra campo, por parte en el combate, o campamento aparece con profusión. Son, dentro de las que analizamos o tratamos de analizar ahora, la que ahora leemos, la XIII y las anteriores IX y X. Son poco útiles para el investigador, puesto que nada predicen que no sea habitual en los combates y guerras, de pequeña o grande dimensión.

XIII

Como acabamos de ver, los elementos están repetidos y se vuelve hacia el viejo y manido tema de las guerras imprecisas y las grandes vaciedades insostenibles bajo cualquier perspectiva.

XIV

Bien, aquí hay otra sutil frase aplicable a cualquier muerte súbita de un "primer personaje", lo cual es otra forma de escabullir el bulto y dejar la sombra difuminada de algún importante. Lo que después se añade es algo necesario para completar la exigencia de las cuatro estrofillas, pero ni quita ni pone nada que merezca la pena ni siquiera reseñar.

XV

Otra frase más parecida a una conseja de viejecillos que a un intento de profecía. Es una ocasión desperdiciada por el autor de haber podado su pretenciosa colección de mil cuartetas, que mejor hubieran permanecido en un centenar o menos, mucho menos aún, para mayor gloria suya.

XVI

Dice un bienintencionado intérprete de Nostradamus que aquí queda claro que el mago quiso anunciar al mundo la reunión en Génova de las huestes de Garibaldi. Y se queda tan tranquilo, como si fuera posible atribuir a la escasa hueste del reunificador o unificador de Italia ese papel tan antipático de "depravados". Pero ya se sabe que los creyentes suelen ser especialmente ciegos a la realidad si lo que quieren es hacer que prevalezca lo que en su fe aparece como bueno, aunque sea irracional.

XVII

Nada, a pesar del esfuerzo de señalar nombres y localizaciones geográficas. Esta cuarteta sigue virginalmente sin estrenar.

XVIII

El papelón de los soberanos queda bien evidente, ya que ¡nada menos! han despreciado a los sabios que saben sobre los hechos celestes. Seguramente, el famoso Nostradamus consideraba necesario decir que los que "entendían" de astrología eran una especie aparte de sabios, tan por encima de los príncipes y de las cosas terrenas que algún día se desataría una indigna persecución por parte de ese envidioso estamento de gobernantes. Pues no, los astrólogos siguen cobrando sus módicas tarifas, por decir lo que una clientela acomodaticia quiere oír de ellos, y nadie los ha perseguido de tal modo y manera que tal "progrom" se haya inscrito en los anales, y es que a los ojos de nadie pueden resultar peligrosos tan "sabios" señores de lo celeste.

XIX

Lo mismo que la anterior y eso que se anuncia lugar y personajes.

XX

Bueno, el reino de Francia se alude aquí, pero la historia de los cadáveres insepultos, a pesar de sus posibilidades macabras, no se ha podido casar con una de esas anécdotas a las que se suele recurrir con profusión cuando se estima que merece la pena tratar de cubrir al autor con algún que otro acierto de relleno.

XXI

Bien, de nuevo estamos en la racha de vaciedades que pueden ser utilizadas por un fanático como comodín para aplicar a casi cualquier eventualidad histórica en la que no se exija mucha mayor precisión.

XXII

Un rey que no se ha dado cuenta de que hay que guardar en los tiempos buenos para prevenir los malos. Dicho de otro modo: la cigarra. Tampoco se ha esforzado mucho en su noche de pensamiento mágico el autor a la hora de redactar esta bobadita sin más enjundia que la poca que se encierra estrictamente en sus líneas, que no se prolongan, en verdad, hacia ningún futuro misteriosamente develado al buen escritor.

XXIII

No tenemos suerte, en este capítulo nos ha tocado una serie de las peores cuartetas y esta historia sobre la aventura bélica de algún personaje que lance fuego sobre un puerto musulmán, no siendo de las peores del grupo, es tan poco interesante como cualquiera otra del lote.

XXIV

Como en una narración de la víspera de Todos los Santos, la voz de la dama santa que sale de la profundidad de la tierra, seguramente de su fosa, donde duerme el sueño eterno e inquieto. Pero lo que se oye de tan santa boca no debe ser muy edificante, porque va a ser causa de que corra la sangre y se destruyan los templos por parte de unos impuros que no se especifican. Un tremendismo emocionante cierra este capítulo pues.

XXV

Líricamente, esta es una cuarteta espléndida y hermosa. Fuera de esta aproximación a sus posibles valores poéticos, la interpretación posible se escapa rápidamente, aunque parece servir para "presagiar" cualquier cosa que se relacione con alucinaciones o engaños, con ideas o presentimientos y que vengan a coincidir con una época en la que la pública demostración de fe esté a la baja.

XXVI

Aquí tenemos una cuarteta escrita en lengua comarcal y antigua, que tampoco debe ser tenida en más que en mera curiosidad lingüística. Seguramente, será una construcción local del Mediodía pasada a las filas de las profecías.

XXVII

Hamlet está en la tercera línea del verso, tras su pueblo (de Nostradamus) provenzal de Salón y otras localidades cercanas. La mención a la pirámide y al templo de Artemisa es un elegante toque pagano de los que rodean muchas de las cuartetas más hueras de este autor, tan tocado de la mano de Dios como de la de los moradores del Olimpo. Toda la cuarteta está pensada como una advocación mágica y profunda, casi ocultista, y -sin embargo- no ha calado entre la legión de pseudocultos intérpretes habituales, que han preferido dejarla arrinconada, a la vista de su improbable traslado a las coordenadas de la realidad más cercana.

XXVIII

A partir de esta cuarteta comienza una ristra de cinco advocaciones astrológicas de relleno, que tratan de resaltar fenómenos celestiales con otras grandes catástrofes terrenales, entre las que sobresalen, ¡cómo no!, la guerra, la peste, el hambre y otras libreas habituales de los jinetes apocalípticos. Lo más curioso no es que Nostradamus se sintiera atraído por la mística astrológica, sino que siglos después y en otra situación del ser humano frente al Universo, menos medieval, siga teniendo aceptación una convención tan pedestre como es la de la explicación astrológica del determinismo. Aquí tenemos, sin más, un eclipse de Venus, escondido tras el disco solar y con Mercurio en el lado visible del sol y eso va a ser suficiente para que se desate una guerra. Desafortunadamente, las guerras responden a necesidades más inmediatas de los Estados y se producen aunque Venus no existiera y Mercurio estuviera en la constelación de Orión.

XXIX

Ahora es el sol quien queda eclipsado por Mercurio, hecho astronómico imposible, puesto que el pobre disco de este planeta es tan reducido que apenas si puede arrojar un poco de sombra al interponerse entre sol y tierra. Tras el arranque tan poco afortunado, da lo mismo que Vulcano y Hermes, o el fuego y el pobre Mercurio de nuevo, tengan o no brillo rutilante.

XXX

Otra explicación astral poco satisfactoria para explicar la tragedia humana de hambre, peste y guerra. Como sería reiterativo explicar el rechazo intelectual a estas consejas, dejaremos la cuarteta en un prudente silencio.

XXXI

Otra historia distinta, en la que se cuenta una advertencia al extraño ser de un solo cerebro (el resto de los mortales deben tener dos o más...) y sus discípulos amonestados por el ser inmortal del seso único. Una nadería más que empobrece el restante mérito existente en los escritos de Nostradamus y que hace que crezca la duda sobre la validez del núcleo de su trabajo, del que se puede llegar a pensar que está construido al albur, esperando que un porcentaje discreto de sus enrevesados versos pueda acertar en grado suficiente como para hacer que se olvide todo lo demás.

XXXII

Con lo dicho se quiere avisar de que en algún lugar del espacio y del tiempo futuro los valores se trastocarán y se confundirá el bien y el mal, se despreciará el valor de la amistad y otras cosas por este estilo. Como antes se ha dicho, estas afirmaciones semipoéticas de Nostradamus no son más que un innoble relleno de escasa calidad y categoría que poco aportan a la obra y al posible prestigio del físico francés.

XXXIII

Nueva alusión a la unidad entre astros y hechos terrenos. Nueva cuarteta y última de este capítulo que menciona gloriosamente a Luna, Venus, Júpiter, Neptuno y Marte en un escatológico batiburrillo de naderías astrológicas de las que tanto gustan los más crédulos y los menos ilustrados contemporáneos amigos de milagros y hechos fantásticos. De todas formas, en 1550, era más lógica esta creencia astral que en nuestros días.

XXXIV

El rey Quireno recibe al gran cautivo encadenado en oro. Pues bien, esto se traduce, en manos de un incondicional de Nostradamus, en una escena de la Tercera Guerra Mundial, que se desarrolla en Italia (por los de Ausonia y Milán) y en una fulgurante derrota del Ejército Rojo, que, como todos ustedes saben, va a invadir la península italiana encadenando monarcas, de los muchos que hoy en día reinan en Milán y alrededores. Para enriquecer la interpretación, este incondicional da la vuelta a Chyren o Quireno y saca de ese anagrama la certidumbre de que se está hablando del rey Enrique, tal vez un nuevo Enrique o Henry de Francia. Lo de Quireno es una forma castellanizada para tratar de sacar de ahí a un Enrique, o algo parecido, digamos que una licencia poética del traductor actual para que se quede más ajustado el texto supuesto.

XXXV

Se apaga el fuego y las vírgenes traicionan no se sabe qué o a quién. Pero va a caer sobre los reyes que aguanten la ígnea venganza celestial y todas esas admoniciones grandilocuentes de las que tanto gustaban los oscurantistas de la antigüedad reciente. En fin, nada sobre nada.

XXXVI

Ahora la catástrofe pasa a España y a Italia, países vecinos de Nostradamus y por ello tan nombrados. Parece mentira que al autor no se le ocurriese mencionar a Rusia o Moscovia, por ejemplo; ignorase toda Escandinavia; se dejase en el tintero a Austria o a Bosnia, Montenegro y Serbia; no mencionara para nada América (o las indias Occidentales) ni se trasladase en la ficción a Catay y Cipango. No, se quedaba centrado en una Europa meridional que para él debía ser el ombligo del orbe y se movía con timidez por costas africanas y del Oriente cercano, sin salirse de un mapa tan poco extenso como sus miras hacia el futuro.

XXXVII

Un francés se va a Francia a combatir al Ejército Rojo y esto sirve para utilizar de nuevo otra cuarteta en el contexto de la próxima guerra mundial entre los más fervientes apologistas de Nostradamus. Está bien, puede ser que así sea.

XXXVIII

Bizancio y Samotracia y otras menciones de nobleza con cautivos y tópicos al uso.

XXXIX

Aquí se quiere juntar a Rodas con Hesperia (España o Italia) a los árabes, dando otra vez la lata a los sufridos isleños. Nada.

XL

Una fortaleza y unos sitiados. ¿No resulta familiar esta situación? Se trata de una de las afirmaciones más repetidas por el autor, que parece centrarse en las viejas tácticas guerreras para mirar hacia su futuro alicorto.

XLI

Otra ilustrada nadería con elementos coloristas. Lo de gímnico sexo querrá decir algo que se escapa, pero que no da mal en un arranque prosódico como es la cuarteta en su totalidad. Tenemos a ese sexo, que podría ser femenino, si se quiere, utilizado abiertamente para confundir a unos centinelas con promesas poco pudorosas y el jefe de campo o campamento, enamoriscado por el ofertado placer carnal, va a perder su puesto y su futuro en el ejército de que se trate. Al final, todo lo que queda es la advertencia a un jefe militar para que no se deje engatusar por una mujer atractiva, porque si no lo hace así, la cosa va a tornársele difícil a la hora de la vejez, cuando quiera recibir una pensión decente.

XLII

Ginebra y la patria chica de Diderot se ven acosadas por gente de Chartres y Dole y otras traiciones acechan a poblaciones suizas a las que se quiere poner en guardia. El consejo ha debido ser escuchado, porque Suiza permanece al margen de la guerra desde hace tiempo.

XLIII

Armas batiéndose en el cielo, con esa connotación de combate aéreo que tanto place a los que quieren modernizar el arcaico lenguaje y el alicorto mensaje del poco fantástico Nostradamus. Los enemigos de la religión, a pesar del comienzo esperanzador de la cuarteta, van a ser su núcleo y habrá que olvidarse de la revelación futurista para quedarse pegados al suelo, en esa interpretación tan inmadura de "leyes santas".

XLIV

Un problema local francés, uno de los muchos que bañan de feudalismo el mensaje pretendidamente futurista de este hombre que ni siquiera supo salir del pasado en toda su vida. El lenguaje provenzal es lo más gracioso de la cuarteta (al igual que en la XXVI de esta misma centuria cuarta).

XLV

Una buena historia para un drama histórico que la historia no ha sabido aprovechar en su realidad. Un rey que se larga del trono, un lugarteniente que abandona la responsabilidad del puesto de confianza por la majestad otorgada, y un final de muerte con un testigo ocular de tal tragedia.

XLVI

La ruina de Tours. Como diría cualquiera de los charlatanes de rigor, esto es -indudablemente- un presagio de que los rusos toman Tours y desde Reims, los de Londres y Nantes combaten a muerte para librar a la ciudad de la invasión ominosa. Al fin y al cabo, esta es la tesitura de los más "renombrados" exegetas de Nostradamus, los que le dan a su charlatanería los mayores visos de cientificidad.

XLVII

El negro terrible. ¿Quién será tal personaje? Misterioso canalla que va a colgar a los más grandes por el cuello o por los pies. Todo el pueblo aterrorizado y no sin razón, pues lo que nos promete el alquimista y astrólogo es una ración doble de fuego, hierro y arco. Si hubiese dicho, por ejemplo, los negros, se podría ajustar la profecía a la Gestapo, por lo menos. Pero el negro en solitario no cabe ser adjudicado ni a Papa Doc, el viejo Duvalier (como tampoco se le podría achacar a los nazis lo del arco), por cuestión de incoherencia material.

XLVIII

Un problema en Italia de índole agrodivina. Porque la figura del tábano y la más alegre del saltamontes se multiplican en la negra profecía catastrofista hasta anunciarnos que su multiplicación se va a convertir en plaga y de ahí va a venir la peste al paso de esas nubes de insectos que van a oscurecer el sol. El genial Fontbrune, deseoso de "actualizar" la estrofa, se toma la molestia de convertir a los tábanos y a los saltamontes en aviones y helicópteros, y ya tiene el guión para una fantasía moderna de su amado y estimado mago.

XLIX

Otra de esas cuartetas que sirven para todo, con sus toques celestiales y con sangre vertida para dar color a la nada.

L

Ahora le toca el turno a la astrología, y Libra viene a reinar en las Hespérides, aguantando el empuje a favor de una monarquía de estas regiones de Italia o España. De Asia vienen fuerzas nunca vistas y el mágico número siete cierra con fuerza de presagio. Visto desde arriba o desde abajo, el esfuerzo literario de Nostradamus tiene el mismo sentido de vaciedad que la mayor parte del trozo que hoy estamos viendo.

LI

Tenemos a un duque ávido que hace maravillas en la cercanía de Ganges; pero tengan cuidado los exegetas, porque este Ganges es una población situada en un cruce de caminos, en las proximidades de Montpellier, y nada tiene que ver con la India, un reino demasiado lejano para el gran obsesionado con la cultura mediterránea y tan despreciativamente ignorante de la geografía de su siglo, de esa geografía en constante expansión, a la que él sólo supo dar la espalda. El mejor estudio que se podría hacer sobre la obra escrita de este hombre podría ser, precisamente, su pasión por la oscuridad medieval y su rechazo a ese Renacimiento triunfante en el que vivió.

LII

Otra estrofilla sin valor, con muros destrozados, de los que sólo quedará el recuerdo y las gentes aterrorizadas por la persecución, etc.

LIII

Otra jactanciosa catástrofe anunciada sobre la misma línea de sus acostumbradas tragedias domésticas con padres e hijos muertos por manos parricidas o infanticidas Lo de los pozos es nuevo, lo demás se ha visto ya demasiadas veces en las centurias

LIV

Hay quien dice que aquí se habla de Napoleón Y pudiera ser, porque todas las cuartetas que tienen una aproximación plausible se utilizan (por los franceses) para explicar que se ha querido decir el nombre del corso entre las líneas mágicas Pero hay que reconocer que el nombre de Napoleón era nuevo en las dinastías galas, como siempre pasa cuando se inaugura una cualquiera de esas líneas dinásticas que después el tiempo ennoblece, olvidando las muertes o las intrigas. A España, a Italia y a Inglaterra se lo hizo pasar mal (también a Rusia, pero nada se indica) y, al final de su vida, una vez rechazada la estéril y conflictiva Josefina, el emperador en declive se unió a una dama extranjera, austríaca por más señas, de la que estaba prendado, aunque sólo fuera por la legitimidad aristocrática que su matrimonio tardío suponía. Pero la austríaca no le ayudó precisamente a sostenerse en el trono imperial.

LV

Bien, esto es lo que hay, ni una línea más ni una línea menos.

LVI

Otra historia aplicable a voluntad a cualquiera de los hechos de armas de los que tanto abundan en los manuales históricos.

LVII

Estamos en esa extensa zona de insalvables cuartetas de las que tanto abundan en las páginas pseudoproféticas. Es una más entre las que gozan del dudoso privilegio de estar escrita en clave de magia, es decir, en forma tal que hasta el más tonto (y precisamente uno de entre ellos) vea la magia y el misterio sin tener que hacer gran esfuerzo. Porque lo misterioso es el alimento preferido de los que suelen ser incapaces de ver algo en el plano amplio de lo cercano.

LVIII

Dice un exegeta francés que Nostradamus nos avisa con esta cuarteta de un inminente ataque con gases de las tropas soviéticas. Por esa razón se nos va pegar el sol ardiente en la garganta ¿Entienden el símil? Lo que ya no tiene tanto interés es lo de la tierra etrusca o la correspondiente consonancia con la dama llevada a tierra turca. Pero seguro que también tienen explicación para esa rima y para cualquier otra que les pueda producir el inmenso placer de comprobar la posibilidad de sacar partido a esta masa informe

LIX

Suiza escenario de guerras y asedios, como de costumbre. Y, como de costumbre, un fiasco en la profecía.

LX

Siete niños en rehenes. El tercero a su hijo asesina ¿qué tercero? Dos por estoque atravesados y Génova y Florencia encordándolos. Una pena que no sea un acierto la profecía, porque podría servir de argumento para un drama histórico.

LXI

Una preciosa cuarteta, en el sentido literario, para adscribir su contenido a cualquier traidor al que se le quiera endilgar la estrofilla. Como se mencionan localidades francesas, es natural que se trate de dirigir la invectiva a un francés concreto y nada mejor que el viejo mariscal Petain, entregando Francia a los nazis y poniendo el territorio de Vichy a disposición de las bandas de los cruces de fuego, la organización fascista francesa de la época. Sin embargo, Chartres, Orleans y Rouen no son referencias adecuadas para cerrar el cuadro ajustadamente.

LXII

Un coronel que se levanta contra su jefe. Parece una historia del XIX, de las que ocurrían en América del Centro y del Sur o en muchos países del sur de Europa. A pesar de lo atractivo de su contenido, esta cuarteta no es de las más usuales entre los exegetas y ha quedado abandonada a su suerte. Por ejemplo, dentro de nuestro siglo, se podría intentar hacer que la figura de Naguib o la de Nasser y su príncipe Faruk tomasen este protagonismo, aunque el final entre ramas no sea tan fácil de concordar.

LXIII

Ingleses contra escoceses y muerte para los atacados. Pero tampoco ha habido tal hecho de armas, aunque el enfrentamiento entre ingleses y escoceses se haya repetido en muchas ocasiones, sobre todo a la luz de las diferencias entre católicos y protestantes, como podría ejemplificarse con la triste suerte de María Estuardo. Sin embargo, la emboscada y el pasar por las armas ya no termina de cuadrar.

LXIV

Otro argumento en ciernes para una nítida traición de lugartenientes a sus reyes, dentro de la línea indefinida que se marca en la cuarteta LXII. No es tampoco una de esas profecías de las que se guste hacer uso entre los partidarios más crédulos de Nostradamus.

LXV

Estamos de nuevo ante una fortaleza y una traición. Hay montañas de casos parecidos en la historia pasada y reciente y cualquiera de ellos podría servir de apoyatura a la indefinida sentencia de Nostradamus. Sin embargo, tampoco ninguna de las explicaciones a posteriori revelaría nada que no fuera que se trata de una generalidad sin mucho contenido real. Lo del emperador, tan pronto muerto será coronado, basta para oscurecer un poco la cuarteta, pero no añade ningún dato de utilidad.

LXVI

Una tragedia se cierne sobre Génova, con cabezas rapadas como nota de color, pozos y fuentes envenenados, etc. Una de esas frases tremendistas puestas en verso por el nigromante para que no falte dramatismo a su sarta adivinatoria.

LXVII

El propósito meteorológico se torna un poco rancio al añadir esa astrología de andar por casa. Pero ya se sabe que cuando Saturno y Marte arden a partes iguales, el tiempo no es favorable para sembrar y, aún menos, para recolectar una cosecha que se adivina maldita por algún extraño motivo.

LXVIII

Uno de esos autores "intérpretes" de Nostradamus lee esta cuarteta y dice (con su mayor convencimiento) que se anuncia un ataque de las fuerzas conjuntas soviético-musulmanas en el Rin y en el Danubio y queda tan satisfecho con su sagacidad que ya no añade nada más. Y se trata de uno de los más serios creyentes en las cuartetas, de los que trabajan el lenguaje y dan vueltas a la construcción gramatical y hasta a la ortografía para poder hallar el misterioso mensaje al futuro de su Nostradamus.

LXIX

Bueno, otra de las tragedias de la zona favorita de Nostradamus. Aquí tenemos a unos exiliados manteniendo el tipo mientras las tropas enemigas realizan una espantosa matanza y los de Aquilea traicionan a sus amigos y hacen que los malvados entren en Parma por caminos secretos. Como se ve, el autor era de la opinión de que -en el futuro- los asedios a las ciudades se iban a mantener como en la Edad Media (de la que nunca pareció querer salir Nostradamus) y que los pasadizos eran la única forma de asaltar la fortaleza.

LXX

Ahora viene la acción a las cercanías de los Pirineos y el Aguila, traducido automáticamente como Napoleón, va a ser perseguida hasta Pau. Pues bien, el Aguila no fue perseguida jamás hasta Pau, y los perseguidores de uno y otro lado se conformaron con quedarse lejos de esta ciudad.

LXXI

Una intensa tragedia familiar en la que no falta nada de sangre ni de crueldad.

LXXII

Los artómicos inician el ataque y Condon y Marsan van a sufrir el duro golpe de la invasión. Tampoco se ha podido hacer que esta profecía tuviera una utilización adecuada y la precisión, como casi siempre, sólo hace que sea más difícil de digerir el potencial adivinatorio de este gran escritor de desaciertos, que siempre, para su suerte, ha contado con pocos lectores y con muchos diletantes dispuestos a sacar parecido entre una roca y un cardo, con tal de demostrar lo indemostrable y tratar de subirse al carro de los famosos, aunque sea compartiendo el dudoso honor de tomarse en serio los textos "mágicos".

LXXIII

El mayor de los sobrinos va a tener que sufrir un pacto, etc. En Ferrara y Asti nadie se ha preocupado de tomarse muy en serio la programada catástrofe y no se recoge conformación de la advertencia.

LXXIV

Los suizos vuelven a entrar en combate de la mano del fantasioso Nostradamus, que proyectó hacia el futuro la sombra guerrera de los helvéticos, sin saber que esta confederación iba a convertirse en sede de organizaciones internacionales destinadas a tratar de conseguir una imprecisa armonía y de otras organizaciones, dispuestas a capitalizar la existencia de tal santuario.

LXXV

Otra traición, una repetición de esas inconcretas advertencias que ni sirven para advertir ni pueden tener interés, a no ser que sea el de poderse aplicar, si se quiere, a cualquier situación, siempre que no se exija nada.

LXXVI

Otro ataque con Nictóbriges y todo, anunciándose el recorrido y las etapas. Resulta que, a pesar de las precisiones, tenemos delante otra de las muchas cuartetas inútiles del alquimista que ni encontró la piedra filosofal, ni pudo arrogarse para la eternidad de profeta.

LXXVII

Aquí está la maravilla de las profecías del lote. Nos quiere decir Nostradamus que un rey musulmán va a pacificar la Italia y se va a convertir al cristianismo para pacificarlo. Sólo pide ser enterrado en tierra sagrada y tiene a su favor la gracia añadida de haber desterrado del mar a los piratas. Desgraciadamente, los musulmanes siguen siéndolo, los cristianos se han unido, cuando ya quedan menos monarcas y los piratas se han extinguido, porque los mares están llenos de flotas de guerra que no dan respiro a los independientes. Tan sólo allá por el mar Meridional de la China quedan piratas de segunda, que se ceban en los muchos "boat-people" que sobreviven a duras penas en las agitadas aguas del sudeste asiático.

LXXVIII

Setenta y nueve extranjeros pasados por las armas. Una ciudad como marco de la catástrofe de una pugna civil. Todo y nada se disuelve en el olvido merecido que termina por absorber las grandes vaciedades que se han escrito con pretensiones de descubrimiento formidable. Una cuarteta del tipo "dentro de las murallas", uno de los subgéneros más habituales dentro de las centurias y uno de esos versos que pueden usarse para muchas ocasiones, sin que -realmente- sirva para ninguna.

LXXIX

La huida de una familia francesa, pero de sangre azul, hacia Bélgica, mientras los bordeleses llenan las Landas, que, al fin y al cabo, es su territorio. Los nobles fugitivos lo van a pasar tan mal que su dieta habitual va a ser sustituida por las bellotas de Lieja, que no sabemos si son muy buenas o muy malas, pero que no debe ser manjar adecuado para tan refinados paladares. Lástima que no se pueda decir que un rey de Francia ha tenido que sustituir faisanes por el modesto fruto de la perenne encina, y no por fervor macrobiótico o por mimetismo porcino sino por la fuerza de unas armas que le hayan sido adversas. Sería una bonita anécdota y un triunfo para el poco favorecido autor.

LXXX

Gran río, gran fosa, tierra arada en quince partes y una ciudad tomada con fuego, sangre, gritos... Una baladronada imprecisa, indigna de un profeta serio y consciente de su papel ante la historia.

LXXXI

Tampoco la precisión geográfica ayuda en estos retazos proféticos al autor. El gran Príncipe Belga, como escribe Nostradamus, con ese fervor hacia las mayúsculas, todavía no ha existido y lo único que han hecho estos monarcas es salir rápidamente de Bruselas al avance de los ejércitos alemanes en 1914 y en 1940. La aventura colonial en el Congo no vale para el triunfo porque el buen Nostradamus tuvo la gentileza de precisar que lo antedicho iba a ocurrir "no lejos de Bruselas", y aquella ya desaparecida Leopoldville estaba al otro lado del ecuador.

LXXXII

Fontbrunne traduce Romana y nosotros decimos Rumania. Da lo mismo, debe ser algo que nunca se vio en la realidad y tampoco parece que vaya a tener que suceder en el futuro. Es un aviso bienintencionado de que los eslavos van a desolar la vieja ciudad (puede ser Viena, Belgrado, Sofia, Roma, París, etc.) y la antigua posesión del Papado o la última extensión del Imperio latino de tiempos de Trajano parece ser que quedaría en muy malas condiciones y con el agravante de que ahí quedaría una llama difícil de extinguir.

LXXXIII

En la cuarteta XCII, un poco mas adelante, también nos encontraremos con este "valiente capitán" sin identificar, al que combatir de noche no le ha proporcionado la victoria y le ha puesto en el trance de tener que dejar tierra por medio. Si entre los lectores alguno conoce a algún valiente capitán que se ajuste al texto, tal coincidencia podía ser de lo más provechoso para N.

LXXXIV

Mal final para el grande de Auxerre, precisamente en un año en el que Marte, Venus y el Sol parecía que deberían dar más fortuna con su coincidencia tan astral y misteriosa. Pero ya se sabe que ni de los astros podemos esperar nada bueno.

LXXXV

A algunos intérpretes, esta cuarteta se les antoja como un anticipo del descubrimiento del petróleo como fuente energética. A otros, todavía más vanguardistas, les parece una clara premonición sobre la energía eléctrica e, incluso, como el no va más en posibles profecías sobre el advenimiento de la tan denostada energía nuclear. Y todo porque el carbón negro va a ser calentado por el blanco. El petróleo suele ser más aceptado ahora, porque los de Moro Camello suena a árabes y eso sí que se asocia a OPEP.

LXXXVI

Una magnífica recepción del rey en Aix y Reims que no va a conmover al monarca lo suficiente como para desanimarle de su propósito de masacrar inocentes. Tremenda cuarteta pero huera de contenido.

LXXXVII

El políglota infante va a organizar un terrible lío con muerte de su principal seguidor. Del suegro se espera algo que tampoco queda claro. Está visto que el florido Nostradamus no se entretenía en gobernantes que no fueran de sangre real y le llamaba más la atención la monarquía que las repúblicas de cualquiera índole.

LXXXVIII

Una enfermedad de la piel, una dermatosis con descamación epidérmica, va a hacer que el gran Antonio, de nombre sórdido, se quede roído hasta el hueso y termine sus días en las profundidades marinas. No se puede adjuntar algún detalle adicional que clarifique la profecía, porque esas líneas son todo el mensaje que nos legó el físico Nostradamus, que hizo hincapié en el diagnóstico y se olvidó de poner apellido al terrible Antonio.

LXXXIX

Guy Fawkes podía estar aquí de protagonista, pero el rey de origen holandés destroza el encaje entre profecía e historia y el complot de los treinta londinenses queda sin adjudicar a nadie. Por lo menos a nadie del pasado, y vayan ustedes a saber lo que nos depara el futuro con los monarcas frisones, rubios por más señas.

XC

Milán y Ticino con dos ejércitos próximos. Los hay que documentan un posible episodio de la tercera guerra mundial con esta cuarteta. Da lo mismo; es otra de las famosas batallas de las que tanto gusta el autor, siempre situadas en las cercanías de su escaso conocimiento geográfico.

XCI

Un duque francés que va a tener que batirse en duelo y otras lindezas por el estilo. Es una de las muchas cuartetas sin adjudicar, no obstante la ferviente admiración que despiertan los textos de este tipo entre los más crédulos partidarios de su valor profético .

XCII

El valiente capitán de la cuarteta LXXXIII pierde literalmente la cabeza y ve su cuerpo colgado, mientras tiene todo el tiempo necesario para huir remando con viento contrario. Confusa predicción, a no ser que el muerto sea un doble muy útil para tales ocasiones.

XCIII

Una serpiente se acerca al lecho del rey o de la reina y nadie se da cuenta de tal situación, ni la dama ni el perro. Pero no sucede que haya muerte violenta, sino parto de prodigioso príncipe. Tal vez se quiera decir que el diablo, en forma de serpiente, ha engendrado a su sucesor en la tierra.

XCIV

Dos grandes hermanos echados de España. Cosa que no es tan rara dado el número de ocasiones en los que los vencedores por las armas han hecho exiliarse a tantos y tantos españoles. El mayor pierde bajo los montes Pirineos y la cosa va a ser sangrienta por toda Europa.

XCV

Al parecer, los dos hermanos van a esperar tres años y siete meses después. Una joya de profecía, como se puede comprobar.

XCVI

Otra relación fraternal, ahora la de una hermana de la isla Británica, que nació antes que su hermano, exactamente quince años antes. Pues bien, ésta va a ser la sucesora del reino de la balanza. Realmente, si lo que el autor quería era dar una oscura admonición a sus lectores futuros, aquí lo ha conseguido plenamente, aunque es dudoso que alguien que quiera advertir se toma tanto trabajo en ocultar esa revelación prodigiosa y deje un reguero de textos tan llenos de misterio como vacíos de sentido.

XCVII

Un recurso a los astros para complicarles en la trama profética, pero un intento sin éxito, ya que no es de las cuartetas en las que los habitantes se ocupen, a pesar de sus promesas de un largo y feliz reinado a la sombra de Mercurio, Marte y Venus en retroceso.

XCVIII

Ya han llegado los albaneses a Roma, tras haber sido la pequeña y pobre Albania una colonia del "imperio" puesto a los pies del último rey de Italia por el "Duce". Los más optimistas esperan que esta cuarteta se materialice en un ataque del Pacto de Varsovia a Italia. Pero los albaneses salieron del pacto años ha.

XCIX

El nieto del rey -que es valiente, según el relato- buscará el cuerpo a cuerpo con los británicos y después, como compensación, se lanzará contra italianos o españoles, sin que se explique bien el porqué de esta actitud posterior. En cuanto al nieto en cuestión, se podría suponer que se habla de un inexistente rey francés, pero nada se indica.

C

Siete meses de guerra en Francia y nadie que quiera dar por válida la profecía en el pasado. En cuanto a un futuro rey de Francia, eso ya sería demasiada irrealidad, aunque se sea adepto de Nostradamus y se quiera dar sentido a todo su trabajo nocturno y anticipatorio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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