Centuria 10

I

Entramos en el último tramo y lo hacemos de la mano de una nueva guerra, como si el paso de una centuria a otra no fuera suficiente para cambiar de asunto y tratar de buscar en el futuro algo que no sea choque de armas.

II

Una galera y una flota. Guerras y más guerras, en mar y en tierra, sin alejarse de ellas ni por curiosidad.

III
Ahora se pasa, de nuevo, al asedio. Como los muros de piedra de sus castillos, Nostradamus se resiste a hablar de otra cosa que signifique mayor riesgo que las habituales escaramuzas de su época.

IV

Un ejército y un caudillo militar que pierde la memoria y tiene un regreso tardío a su casa. ¡Ojalá todos los caudillos perdieran la memoria y anduvieran vagando entre los montes, sin tropa que mandar ni héroes por demostrar su valor y su disciplina!

V

Los arrianos aparecen de nuevo en Lisboa y Portugal, lo cual sí que es un deseo o un temor arqueológico, porque ya perdieron definitivamente su batalla por la supremacía de su interpretación del mito cristiano en tiempos de Constantino y, desde esa fecha, han pasado mil doscientos años y el imperturbable Nostradamus sigue en pie de guerra contra lo que él debe considerar herejía y pudo ser, igual que la rama triunfante lo fue, la religión oficial de la misma cristiandad a la que cree defender con su profecía admonitoria.

VI

Se desborda algo y se vuelve a encender el fuego de Vesta. Seguro que el autor pretendía hacer una terrible advertencia a la humanidad y nadie parece haberla tomado en cuenta, a pesar de su esforzado afán de ser luz y guía de sus paisanos.

VII

Nos avisan de una guerra en Nancy y parece ser que el enemigo alemán está dispuesto a todo -como siempre ha pasado entre franceses y alemanes, vecinos al fin y al cabo-, pero los británicos parece ser que respaldarán con su intendencia.

En cuanto a la línea final se nos escapa su misterioso significado; en conjunto, sí se podría aplicar a cualquiera de las guerras habidas en Europa en lo que va de siglo.

VIII

La guerra en Senegal, con un conde triunfador. No fue así la conquista de esa tierra, segregada de Gambia y hoy vuelta a reunir, y por eso los intérpretes más habituales la eluden, dejándola en el más completo abandono.

IX

Una profecía relacionada con Castellón y con una mujer infame, como es natural en las definiciones de Nostradamus, tan poco respetuoso con la otra mitad de la Humanidad. Tampoco ha sido utilizada por sus seguidores, por falta de adecuación a la historia.

X

Mierda y adulterios, lo que viene a ser lo mismo y lo peor que se puede decir, al menos en boca del mago. Se habla de un malo muy malo, que podría ser hasta el mismo príncipe e hijo de mujer infame de la estrofa anterior, que terminó siendo el rey más malo de todos los reyes de Castellón y su provincia (sic).

XI

Un contrabando por la Junquera, pero que se va a volver mayor de lo pensado, puesto que de allí se va a Perpinán y termina en Tende, en los Alpes, seguramente a realizar muchas más marrullerías en el paso clandestino de aduanas.

XII

Juan Pablo I a tenor de lo expuesto, o casi. Se habla de un Papa elegido al que se le toma el pelo y que, siendo demasiado bueno, se muere) o se le mata en una noche. Es curioso la poca aplicación que se ha hecho de esta cuarteta, a pesar del hecho comprobado de que aquel Papa de los pocos días no pudo soportar la verdad del Vaticano o, tal vez, quiso conocerla demasiado a fondo

XIII

Un acertijo con sabor a misterio esotérico. Para los charlatanes más refinados de la corte nostradámica, ésta es una profecía «de las buenas», de las profundas y sirve para avisarnos de muchas cosas que han de pasar al género humano. De tantas, que se puede dudar con toda tranquilidad de que quiera decir algo.

XIV

No sabemos quién podría ser Urnel Vaucile y ni siquiera Fontbrune se atreve a dar su parecer sobre este personaje que se va a Barcelona con una corte de putas pálidas, lo cual no deja de tener un cierto y decadente encanto romántico

XV

El viejo duque se va a pique y su heredero parece ser que va a tener que hacerse cargo de algo más que su ducado. La muerte en el pozo no parece tampoco un signo muy positivo. En resumen: nada.

XVI

Un feliz rey de Francia. Tan feliz que la profecía ha quedado relegada al baúl de las poco provechosas y nadie la reclama para su interpretación. Como siempre, sólo las malas noticias son las que interesan.


XVII

Los más osados dicen que esto es un aviso a la pobre reina María Antonieta y su explicación es uno de esos prodigiosos juegos de encaje con realidad, en los que cualquier palabra sirve para justificar la coincidencia. Desde luego, no le sirvió la explicación a la desdichada esposa del último Capeto.

XVIII

Un trabalenguas y, como tal, parece que ha sido considerado hasta por los más fieles.

XIX

Día en el que habrá alegría y, por contraste, una posterior tristeza; si realmente se hubiera querido avisar al futuro de alguna desgracia, este mensaje se podía haber especificado con mucha mayor claridad, pero ya se sabe que la tentación de hacer que se da en el clavo y sólo se amaga, es demasiado grande como para rechazarla.

XX

Un ultraje al pueblo romano y grande, a tenor de lo escrito. Tampoco sirve de mucho su contenido.

XXI

Una historia que mezcla historia sagrada con historia laica y da como resultado una cuarteta de triste contenido, por su pobreza.

XXII

Un rey británico pierde su puesto y su trono, por no querer consentir el divorcio. Justo al revés, la historia de ese célebre Enrique VIII, que sí que se divorció, y a quien expulsó fue a los clérigos de Roma, por no querer divorciarle de su primera esposa. Lástima que Nostradamus no hubiera escrito lo contrario de lo que escribió; ahora se podía empezar a creer que adivinó algo, aunque fuera una sola vez.

XXIII

El ejército entra en Antibes, en plena Costa Azul. ¡Enhorabuena a los soldados!

XXIV

Una de guerra en Italia y de huida hacia Marsella, lugares muy visitados por las cuartetas. Sin comentarios.

XXV

Los nombres que se dan deben ser tan en clave como la estúpida historia que subyace en la cuarteta. La «gran dama sentada en la orquesta» o en donde sea debe ser una cosa malísima, porque ya se sabe que Nostradamus, cuando habla de damas, se está acercando mucho al demonio, al mal, al pecado, al fuego eterno, etc.

XXVI

El sucesor venga a su cuñado; bien, ya ven lo importante del discurso profético. Por cierto, dicen que Bretaña estará junto a Francia durante mucho tiempo y eso es cierto, siguen siendo un mismo concepto geográfico, una dentro de otro ámbito más amplio.

XXVII

Una historia demenciada, con toques mitológicos y simbólicos, para dar colorido.

XXVIII

¡Es una charada de las de nuestras abuelitas, de cuando solteras!

XXIX

A este Pol Mansol, que tantas veces hace su aparición entre las líneas alucinadas de las centurias, se le quiere (en la actualidad) confundir con Juan Pablo II, pero aquí, tirarle de las barbas debe ser licencia poética, porque el referido pontífice viajero no lleva tales barbas. De todos modos: el querer llevalo a Tardes no se sabe que significado puede tener, y la cuarteta queda vista para su definitivo archivo.

XXX

Una charada de parentescos y desgracias, con colorines de remate.

XXXI

Los moros llegan a Alemania a arrebatarnos el sacro imperio germánico que estudiábamos cuando niños y quien sabe Dios dónde andará en estos días, con tanto ajetreo y tanto cambio de fronteras los alemanes, a pesar de la catástrofe anunciada, dominarán tranquilos.

XXXII

Una máxima filosófica sobre la vanidad humana y la humildad necesaria para ver que los grandes se humillarán y los humildes serán ensalzados. No es cierto, pero consuela a los que nada tienen y prefieren creer en las viejas leyendas.

XXXIII

Parece como si los nazarenos fueran a dar un golpe de mano. Fontbrune, tan gracioso siempre, nos lo traduce por otro aviso del peligro islámico, por lo de las ropas largas, que él ve como chilabas inconfundibles. De todas maneras, sólo concierne a los florentinos: a los cuales recomendaríamos que desconfiaran de los sarracenos, si no fuera por lo ridículo del texto.

XXXIV

Un francés que ocupa un imperio por las fuerzas de las armas y muere en una cabriola de su caballo, tal vez por una maquinación de su cuñado. Imposible de encajar la profecía con la radical, pero ahí está.

XXXV

Entre las muchas cuartetas inaprovechables, esta graciosa historia de amoríos lujuriosos destaca por su frescura. Aquí se quiere narrar un hecho de amores pecaminosos y el castigo que recibe de un desconocido el varón vicioso, para más vergüenza, cuando va disfrazado de mujer. Para más señas, el joven es el chico menor del monarca, lo que viene a significar que ni los hijos de los reyes se libran del castigo divino si les da por andar con mujeres, máxime cuando el muchacho fogoso no respeta ni a la familia ni a la religión.

XXXVI

Un rey malísimo que hace cambiar la historia y la vida de los isleños. Bueno, ¿y qué quiere decir este hombre con tal estupidez?

XXXVII

La asamblea grande reunida en Saboya para hacer algo que se nos escapa. Los exegetas, como cada vez que no saben qué hacer con estos escritos, nos cuentan que es una de las operaciones de la tercera guerra mundial, y se quedan tan frescos.

XXXVIII

Escenas de amor y guerra, para cambiar el argumento sin tener que dar sustancia al relato.

XXXIX

Hijos y viudas, con islas en discordia. Nadie reclama esta cuarteta insípida.

XL

Un asunto de testamentaría real en el Reino Unido de la Gran Bretaña. Hay quien se atreve a aseverar que esto es una profecía.

XLI

Un lío fronterizo con música de fondo, como en las películas.

XLII

De nuevo, un asunto concerniente a las islas Británicas y a la estirpe dominante, con mixtura de guerra y paz sin definir los límites ni el contenido.

XLIII

Demasiado bien iba todo hasta que al monarca de turno se le ocurrió, por veleidad, desconfiar de su real esposa y se fueron a resolverlo al patíbulo. Se podría inferir que no es bueno que los que mandan tengan tanto poder.

XLIV

Un desastre de coordinación geográfica, imposible de mantenerse en pie con el mínimo decoro. Realmente, el confuso panorama internacional que divisaba Nostradamus en sus visiones es un triste índice para la posterior calificación de su pobre cultura topográfica.

XLV

El reino de Navarra y los problemas que conlleva la codicia de los soberanos. Sin necesidad de mayores comentarios, a pesar de que hay quien mantiene que es algo que ocurrió en tiempos de Enrique III de Francia y que es un hecho comprobable.

XLVI

Advertencia para los históricos electores de Sajonia, o para los que no llegaron a serlo. No debió servir de mucho en su día y ya no sirve de nada en los tiempos actuales, en los que tal cargo ha pasado a los textos de historia.

XLVII

Cualquier cosa vale para esta cuarteta desafortunada, en la que se habla de un gran prelado de León y de unos personajes y lugares que no cuadran demasiado con la realidad conocida.

XLVIII

Europa consigue librarse del ataque terrible que llega, ¡nada menos!, del confín más apartado del continente, de España, pero una simple banda termina con la amenaza hispana al cruzar un puente o en sus inmediaciones, en un lugar llamado Laigne y que no se sabe en dónde queda.

XLIX

Aquí narran cómo se envenena a un jardín, haciéndole beber aguas sulfurosas, tras arrojarle a la fuerza dentro de una cuba. De verdad, eso es lo que se lee en la cuarteta.

L

Nos quieren avisar los versitos que algo va a pasar en Lorena, y eso no es nada menos que el diluvio cuando confluya algo especial entre Saturno y una luna. Aunque la astrología nunca haya sido perdonable, al menos entre los no analfabetos, ahora resulta mucho más insoportable. Por cierto tendremos pronto nuevas noticias de Lorena.

LI

En efecto, en Lorena va a haber un reparto de tierras, con Alemania quedándose con la propiedad y un sinnúmero de otras provincias entrando en el reparto Lorena, con Alsacia, ha sido un territorio disputado y motivo de disputas entre Francia y Alemania, especialmente en el siglo XIX, pero lo que aquí se cuenta nada tiene que ver con lo sucedido hasta ahora.

LII

Una mención hidrográfica que debería servir de base a una boda que no se entiende en absoluto. Alguna intención se oculta en esta revelación, aunque cabe la tentación de que sea la basura lo más significativo de la cuarteta y lo que mejor la califica.

LIII

Una historia con lances de espada y sarracenos al fondo En el mejor de los casos, no es más que un relleno.

LIV

La historia triste de una hija natural (de concubina, lo que justifica sus posteriores sufrimientos, a modo de penitencia): la heroína del versito, va a ser llevada en cautividad desde su ignorado hogar a Malinas y Bruselas. ¡Qué pena!

LV

Otra historia de bodas que los "entendidos" dicen ser aviso del fin próximo de la Iglesia (la única, para ellos, ya se sabe) y de la proximidad de ese personaje de cuento infantil al que se llama Anticristo, Satán o ángel caído y rencoroso de la grandeza del Dios que le venció. Podría ser así o de cualquier otro modo, da lo mismo.

LVI

Para nosotros, que lo que tiene este obispo es tisis; a pesar del diagnóstico, se quieren llevar de Inglaterra a Túnez al prelado enfermo. Bueno, pues que lo paseen.

LVII

Una historia habitual de herencia del poder, con hijos odiados y esposas condenadas a muerte negra. Dramón.

LVIII

Guerra entre sarracenos y alemanes con toques coloristas, desgracias galas, que pierden la barca y se van a pique, y Marsella de fondo. Otro despropósito de Nostradamus, de la serie bélica que tanto gusta a los que viven de su "interpretación".

LIX

La cosmopolita conspiración de los malvados queda al descubierto gracias a los oportunos ladridos de los mastines. Seguramente, los perros tengan más seso que todos los que creen en esas sartas de profecías milagrosas a estilo de la presente.

LX

Catástrofe natural y algo de guerra en un popurrí de insensateces sobre el litoral mediterráneo. De nuevo, resulta interesante la reflexión sobre lo limitado de los conocimientos geográficos del autor, anclado en unos puntos concretos y vecinos de su ciudad, seguramente los únicos que conoció.

LXI

Muy parecida narración del mal que caerá sobre una serie de ciudades de nombres nada habituales, ahora por culpa de los bárbaros y en Hungría; todo termina cuando una matrona descubre a los conjurados, a esos personajes siniestros de los que tanto usa el buen autor para dar misterio a la narración fantástica. Es más divertida de lo habitual, pero es del mismo corte que la anterior cuarteta y tiene el mismo valor: nulo.

LXII

De nuevo estamos en Hungría, esta vez para relatar el asalto de las hordas guerreras que van a convertir al Islam a los habitantes tan sufridos de la llanura. Fontbrune, sin dudarlo ni un instante, da la vuelta a la narración y dice se quiere avisar de lo contrario, de la expulsión de los turcos de Hungría.

LXIII

Otro episodio más de la soñada guerra de árabes y húngaros. Sobra la repetición del comentario.

LXIV

Llora Milán y Lucca y Florencia. Una lástima, todo porque el Duque se sube a un carro. Al carro de los oportunistas suben los exegetas, diciendo que ese Duque es, en realidad, el Duce fascista, etc.

LXV

La tragedia se acerca a Roma, tras haber rebasado al otro manojo de ciudades italianas. Es lo que más le gusta al autor. Sentirse dueño del mal y del futuro, aunque jamás lo consiguiera.

LXVI

Una mención a América, ya era hora de que el profeta se acordase de que se había descubierto un continente grande y nuevo un siglo antes. Lo de Rey Reb y el Anticristo, debe ser folclore.

LXVII

Parte meteorológico para algún mayo en algún lugar: véanse los astros y se sabrá que el granizo va a ser mayor que un huevo. Parece broma, pero para el mago debió ser un prodigio profético.

LXVIII

¡Muchacho, la Marina te llama'

LXIX

Un poema épico de los de andar por casa. Los más osados de los charlatanes dicen que describe la alianza ruso-musulmana...

LXX

La muerte del primado. En esta serie, la curia ha tenido poca suerte con las profecías. En la realidad, las cosas no suele ir tan mal a esta gente, siempre a bien con los poderes terrenos y manejando tan sabiamente los celestiales a su favor.

LXXI

La tierra se hiela en demasía y en un jueves señalado, lo que debe querer apuntar a uno de esos jueves tradicionales de las conmemoraciones católicas, y el Corpus Christi parece ser el día presagiado, porque se trata del día de la adoración del cuerpo de Cristo, lo que coincide con la cuarteta. Dado que ese día suele estar en plena primavera, el prodigio de la helada tardía viene a ser mucho más llamativo. A pesar de la boba previsión meteorológica, las crónicas no recogen la anomalía y la cuarteta sigue almacenada, en espera de cualquier afortunada coincidencia.

LXXII

A poca distancia del año 2000, a cinco meses, según Nostradamus, va a venir un horror del cielo. Como es lógico suponer, a los intérpretes habituales esta cuarteta les sirve para certificar que, en medio de la inevitable guerra, sobre Francia se producirá un ataque o una invasión aérea. No es mucho, pero eso es todo lo que hay.

LXXIII

Ahora pasamos a leer un párrafo dedicado a ese juicio final que también forma parte de las religiones judeocristiano-islámicas, como cierre de su programa de estancia de la humanidad en la faz de la tierra. Si se quiere creer en tal tribunal de la eternidad, la cuarteta no añade nada; si se prefiere ignorar la vieja y persistente leyenda, aún vale menos.

LXXIV

Por si fuera poco lo sufrido hasta el momento, ahora, con esta cuarteta, el mensaje vuelve a remachar en el milenio. Decididamente, Nostradamus no fue más que un pobre charlatán, educado en la superstición, pero tampoco esto puede achacársele como defecto propio; al fin y al cabo, no fue más que un hombre corriente y vulgar de su época, con tiempo y ganas para escribir sus lugares comunes. En todo caso, la culpa debe trasladarse a los que en él buscan algo que jamás existió.

LXXV

El ausente no regresa y el gran hermético va a reinar sobre los reyes de Oriente, apareciendo en algún lado o en toda Europa y también, de la misma forma triunfal, en Asia. Nostradamus se solidariza con el personaje, del que se debe sentir cercano, y esta proximidad mejoraría la opinión optimistamente elevada que debía tener de sí y de su obra.

LXXVI

A medida que nos acercamos al final de las cuartetas tradicionales, los textos se van haciendo más grandiosos y genéricos. Ahora se quiere impresionar al auditorio con una descripción hiperbólica de un gran señor, a modo de profética denuncia de su vacuidad como tal. Definido tal y como se define al pretendido impostor, ¿realmente merecía la pena escribir cuartetas pueriles y retórica altisonante de este jaez?

LXXVII

Seguramente, esta parrafada sería secuela de la anterior, ya que los treinta seguidores que pierden también su poderío debe ser advertencia complementaria. Aunque no lo sea, lo que sí se puede decir es que a ninguno de los oportunistas del séquito nostradamiano se le ha ocurrido fijarse en fórmulas como ésta, en la que se menciona a ciudadanos romanos, del antiguo imperio se entiende, bajo el nombre de quirites para darle más enjundia a la rima, que de por sí no puede ofrecer otra cosa que no sea ese rancio sabor de lo pretendidamente clásico.

LXXVIII

Si el efecto buscado por la anterior cuarteta era avisarnos del fin de los días de Roma y su cortejo de anticristos, etc., ahora se refuerza directamente, anunciando que queda escrito el fin de sus días de gloria y poder. Naturalmente, si se disfruta con las supersticiones animistas, la cuarteta se puede refrendar con el convencimiento personal de que es un hecho inexorable y la comprobación de que el fin anunciado está cercano. Aunque parezca insensato, los creyentes disfrutan sabiendo que van a terminar sus días en una fecha cercana y conocida, como si ese conocimiento fuera un privilegio de tal envergadura que sirviera para calmar todo posible resentimiento contra una divinidad que gusta de matar a sus criaturas en un día señalado, para demostrar su poder.

LXXIX

Dice Fontbrune, nuestro habitual sistema de comparación, que esta cuarteta es la descripción de la visita y recepción del rey de Francia en El Cairo. Comprenderán ustedes que tal traducción no puede ser ignorada. A nuestro entender, no parece muy posible que un nuevo rey de Francia vaya a personarse en la historia moderna y, menos aún, en la futura. Con tal criterio, lo mejor es dejar atrás la cuarteta y proseguir con el resto de los comentarios, sin darle más importancia al desvarío, o a la pseudocientífica interpretación, que no es más que una forma de tratar intencionadamente de engañar a los crédulos con su palabrería vana y falsamente documentada.

LXXX

Una arrebolada construcción con reinos grandiosos, duques al servicio de sus soberanos, puertas de bronce derribadas con el poder militar, puertos destruidos, nave a pique y un día magnífico para contemplar la victoria y recrearse en ella. Una vez llegados a este punto, lo único que se puede preguntar el lector consciente, tras la zarabanda triunfal, es para qué sirve una historia así, cuál es su objetivo y a quién le puede interesar que se cuente algo con tan poco interés en su contenido. También sería lícito preguntarse si a una persona consciente y sensata se le podría ocurrir la aproximación a los textos del pobre Nostradamus, fuera del erudito o del estudioso que se deben dedicar al estudio de estas pretendidas sentencias proféticas, como es el caso de nuestra obra.

LXXXI

Un templo y un tesoro, una historia que aparece con frecuencia entre las banalidades del texto de las centurias. Ahora, como nota disyuntiva, el templo está en las fabulosas Hespérides y eso es una vaga zona que puede estar tanto en España como en Italia. Además, hay hambre y una presa horrible en el tesoro, cosas que no se corresponden en absoluto con lo que se suele entender con un hallazgo afortunado. Suena tan mal, que ni los más fieles han querido mezclarse con su traducción a la pretendida realidad y han abandonado la cuarteta a su miserable suerte.

LXXXII

Tras el tesoro, la desgracia. Fíjense en la calamidad tan típicamente concebida, con cuchillos y lágrimas como acentos de tragedia, en un asalto por sorpresa, cuando parecía que los asaltantes estaban renunciando al ataque definitivo y habían pretendido abandonar sus propósitos belicosos. Suponiendo que la profecía hubiera podido existir, ¿de qué habría valido a los asaltados? Tal vez esa sea la única forma de considerar -con un mínimo de seriedad- el valor de las milagrosas anticipaciones de este tipo. La única forma de demostrar la existencia de una sola válida sería encontrarla y exhibirla, mostrando que indica con exactitud la fecha, el lugar y la situación.

LXXXIII

La muerte para los seguidores del señor de Gante, que no está dispuesto a luchar, a lo que se ve en la estrofilla.

LXXXIV

Para terminar con la serie de este capítulo, una alegría para los maridos, sin que sepamos a ciencia cierta por qué lo están ni lo que quería decir el alucinado con ese "Recloing" que aparece discutido en ciertos y no especificados debates. Por nuestra parte, creemos que no se debe exigir al lector que pierda más el tiempo cavilando sobre lo que no tiene ninguna consistencia.

LXXXV

Una clara injusticia, por lo que se puede ver, que no es mucho.

LXXXVI

La llegada del rey de Europa, dispuesto a vencer al rey de Babilonia. Si quieren llegar a comprender cuáles debían ser las intenciones del autor, digamos que Babilonia es aquella ciudad mala por excelencia para los hebreos primero y después para los cristianos, convertida en una forma de referirse a Roma, pero sin arriesgar la piel por emitir juicio parecido contra el Imperio. Ni en una ni en otra acepción se le puede encontrar un ajuste digno, y los exegetas hacen piruetas admirables para tratar de sacarle partido a tal trivialidad, aduciendo que se trata de las modernas ciudades, tan viciosas ellas.

LXXXVII

Los desembarcos en Niza y en ¿Antibes? del Gran Rey, que no debe ser el de Europa, porque aquí da un saqueo con mayúscula y eso no es digno del proceder de un soberano del Continente. Como no se le puede dar sentido alguno, ni con el más desenfadado ánimo optimista, se queda a la espera de ver si los tiempos acuden en ayuda del mago, con un saqueo gigante en la zona.

LXXXVIII

Por si fuera poco, ahora se van los asaltantes a dar buena cuenta de Marsella, y tanto mal van a hacer, que los habituales lamentos, gritos y sangre aparecen en el cuadro de la invasión. Realmente, ya es algo demasiado habitual en las cuartetas esta repetición sin sentido de las catástrofes provocadas por el hombre y de la pena sufrida por sus inocentes víctimas. Debe acercarse al centenar el número de estrofas de este tipo que ya hemos visto a lo largo de los comentarios a la obra y la variación es impresionantemente, mínima.

LXXXIX

Van a derribarse los muros y se va a poder gozar de cincuenta y seis años de paz y alegría. Hay quien dice que la última frase "temps malefique" es, en realidad, "temps melifique", con lo que quedaría redondeada la cuarteta con un tiempo de dulzura.

XC

Cien veces va a morir el tirano. Buena noticia. Le va a suceder un hombre bueno (¿otras cien veces?) de los que hay pocos. Va a tener la virtud de la sabiduría y la ventaja de su bondad, por eso no resulta nada extraño que se meta al Senado en un bolsillo y haga su buena voluntad en los asuntos de la nación. ¿Y qué?

XCI

Elección de un papa (más malvado que cualquiera otro papa) de la Compañía de Jesús en 1609. Bueno, en verdad, en 1609 no hubo elección alguna de papa ni de antipapa ni nada de eso. Por el contrario, en esos años, estaba sentado en su sede el papa Pablo V, al que otro manipulador más inteligente que el que nos ocupa, Arnold de Wion, con el pretexto de San Malaquías, hacía coincidir en el tiempo a un papa cualesquiera con el remoquete de "pueblo perverso". Decididamente, Nostradamus no dio ni una sola vez en el clavo cuando trató de precisar en sus adivinaciones, lo que viene a corroborar la tesis de que más vale hacerse con un lenguaje retórico y nada comprometido, si se quiere hacer de profeta, que dar fechas, para ver si cuelan.

XCII

Algo que sucede en Ginebra, otra de las localidades mencionadas hasta el aburrimiento por Nostradamus. Se trata de una tragedia paterno-filial, con la muerte de un hijo desconocido ante los ojos de su igualmente desconocido progenitor, que después estará atado con cuerdas de junco, lo que suena más trágico todavía. Al final, el "jefe de los ginebrinos", que no se sabe de quién rayos se puede tratar semejante cargo, yace como un tronco. Así termina esta cuarteta y no hay manera de intentar buscar el hecho histórico correspondiente.

XCIII

La barca nueva, nos lo tememos, debe querer ser la tan traída y llevada sede papal, a la que se considera ligada la historia de la humanidad y sus días finales. Si esto es así, el resto es pura basura, con unas columnas de Porfirio, que ya han sido descritas anteriormente en otros prodigios de las centurias, como signo inútilmente mágico que viene a señalar o a subrayar el carácter de importancia de la estrofa, pero sin conseguirlo en absoluto.

XCIV

Seis escapados de esta barahúnda profética. Ellos sí que han tenido suerte al sustraerse a la morralla de las cuartetas, más que al edicto del "Hespérico", que sería -en esta ocasión- una estúpida metáfora referida al rey de España.

XCV

Se podía haber aprovechado esta cuarteta para centrarse en Carlos I de España, pero ya había pasado su hora cuando el autor redactó esta profecía. Después ya no valió para nada, porque ni los reyes de España sojuzgaron mediodías ni se dedicaron a luchar contra el turco. Por cierto, que esa doble alusión a los musulmanes a través del creciente de la Luna y del viernes, por ser su día de oración, es de una pobreza impresionante, aunque pretendiera quedar como erudito ante sus lectores.

XCVI

Esta debe ser advertencia para que se ponga la cristiandad en guardia contra una religión falsa que viene del mar, del otro lado del mar Mediterráneo, porque no hay otro para este hombre de tierra adentro y escasa visión geográfica. Al frente de los infieles peligrosos e invasores está Adaluncatif, un personaje de nombre rebuscado, de pretendida sonoridad musulmana, como los Alif & Alif con los que se cierra la rima.

XCVII

Trirremes para el futuro. ¡Ahí es nada! Cautivos para los bárbaros y una desaforada narración de tristezas que deben estar ligadas a la aparición de la religión anterior, sarracena y falsa (la nuestra siempre es la verdadera, la única), que sólo puede traernos desgracias, como todos sabemos.

XCVIII

La pobre dama tiene sus días contados; seguramente ella se lo prometía de color de rosa, pero la realidad es dolorosamente cruel y los mercaderes, rufianes, lobos odiosos (sea lo que sea esta frase), todos mezclados, van a amargarle sus días postreros. ¿Qué quería contarnos el nigromante con esta historia? Nunca lo llegaremos a saber, pero tampoco importa.

XCIX

Mueren los animales simbólicos, domésticos y silvestres y eso debe ser también signo de las cosas por venir, presagio de uno de esos fines de mundo que los distintos propagandistas religiosos han pintado con ángeles y trompetas, como una mala escenografía de dramón de repertorio.

C

La última de las cuartetas tradicionalmente admitidas como "buenas", es decir, las de la hornada original en las centurias. Aquí, para broche de oro, el autor nos relata que Inglaterra va a ser el gran imperio de más de trescientos años de duración. Para más detalle, Inglaterra va a invadir Portugal por tierra y por mar y los portugueses no van a estar contentos con este dominio. En la historia, vemos cómo Inglaterra se hace con gran parte de Norteamérica y mantiene Canadá durante siglos; se sitúa en Oceanía y allí está presente durante dos siglos; después, pasados muchos años, en el XIX, Inglaterra se hace con buena parte de Africa y Asia y, en el final de la Segunda Guerra Mundial, el Imperio pasa a ser una Commonwealth unida por otros lazos de tipo económico. De invasión de Portugal no se puede hablar, sólo los ingleses están presentes en Portugal (y en España) para combatir a los ejércitos napoleónicos y los naturales de la península Ibérica colaboraron a fondo con ellos para lanzar fuera del territorio a los invasores franceses. Lo que pudo ser profecía acertada, se quedó en vaticinio parcial.


 


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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