CENTURIA I

Iniciamos el estudio de la obra de Nostradamus, sus mil cuartetas proféticas. Muchas de ellas tienen interpretaciones famosas y ajustadas -sorprendentemente- a hechos muy importantes y concretos. Otras, en mayor cantidad, han sido adjudicadas, por así decirlo, a ocasiones determinadas y pueden discutirse o aceptarse con alguna reserva. Otras no han llegado a ser conectadas con la realidad y puede muy bien ser que no haya llegado su hora, que no se haya cumplido la profecía todavía o, incluso, que nunca se llegue a cumplir la visión de Nostradamus sobre ese particular.

Nosotros vamos a centrarnos, antes que nada, en aquellas profecías más notorias, en las que parecen adaptarse más exactamente a sucesos conocidos; hablaremos también de algunas de las interpretaciones más comentadas de otras cuartetas y pasaremos por alto, generalmente, las que nos parecen ser de menos interés. Antes de comenzar, debemos puntualizar que quedan los textos abiertos al lector, para que él, por su propio estudio e interpretación, realice la labor personal de análisis y discurra sus propias conclusiones, porque ese es el mayor interés de una obra tan intrigante como son las diez centurias de Michel de Nostradamus. Sólo después de haberlas leído con detenimiento podrá el lector decidir sobre su sentido y su valor, nadie mejor que él para comprobar -individualmente- si es o no posible que el ser humano pueda anticiparse a su tiempo y conocer el futuro.

 

 

 

I y II

Las primeras líneas, las cuartetas I y II, son un a modo de introducción en las que Nostradamus quiere transmitirnos su secreto, y su fórmula. En efecto:

"De noche, sentado y en secreto estudio...".

"La vara en la mano entre los sacerdotes de Apolo... Esplendor divino. El divino se sienta a mi lado".

Nos describe su encierro en busca del saber, la mezcla de los ritos helenísticos rescatados por el Renacimiento y el soplo divino recibido del Señor único y verdadero. Es a la vez un iluminado por el panteísmo y un firme creyente del monoteísmo, o tal vez es sólo retórica y expresión de la unidad entre el viejo saber y la fe en Dios. Pero lo que sí afirma es que su mano describe el dictado de Dios o de los dioses, que es él un ser elegido por la divinidad para descubrir los secretos guardados para todos los demás mortales.

No es extraño que coincida la revelación (o supuesta revelación) y la ascendencia hebrea. Los judíos, como después los cristianos han tenido la costumbre casi innata de creerse los elegidos, los portadores de la única y sola verdad. Si nos fijamos mejor aún, veremos que todo el tronco del monoteísmo hebreo-cristiano-musulmán, ha sido el de los más fanáticos defensores de su fe y que todos los creyentes se han sentido tocados, casi personalmente, por la mano de Dios, de su Dios.

III

En la tercera cuarteta tenemos el anuncio de una catástrofe nacional, pero no parece ser una cuarteta con mucho interés.

IV

La cuarta sí ha tenido bastantes intérpretes, ya que se trata de aquella que une a la sede papal con el Universo: En general, los autores han querido ver una relación entre el reinado de Enrique V y el fin de la Iglesia Católica, como sucesor de un Enrique IV que se convierte al catolicismo en 1593 al tiempo que proclama su frase de "París bien vale una misa".

V

La quinta cuarteta describe una guerra perdida por el ejército francés, tal vez la guerra en el Languedoc.

VI

La sexta se ha querido ligar con la constitución del reino de Italia con Vittorio-Emmanuel II, pero la posible conexión entre los señoríos de Bresse con la casa de Saboya es una remota ligazón para explicar adecuadamente la profecía.

VII

En la séptima se han hecho muchas interpretaciones muy interesantes, pero todas se basan en una palabra, Rousseau, que quiere decir "pelirrojo" y se trata de unir al pensador con la conjura revolucionaria. Rousseau murió en 1778, la Revolución Francesa comienza en 1789, once años después y no resulta tan sencillo aplicar la ejecución a la del rey Luis y los conjurados a cualquiera de los grupos políticos que dan por terminado el período revolucionario y llevan de nuevo a Francia a una nueva corona, esta vez sobre la cabeza de Napoleón.

VIII

La siguiente cuarteta, la octava, pasa sin pena ni gloria, pocos la han citado, a pesar de esa alusión a Adriano, una tentación sin duda para aplicar la profecía a algún hecho concreto.

IX

La novena se ha querido utilizar, recientemente, para dar al actual dictador de Libia, Gaddafi, más importancia de la que parece poner tener y quieren algunos significar con ella que la flota líbica va a venir desde el corazón púnico, desde la costa del Norte de Africa, a invadir a Europa por Italia, después de haber atacado a malteses y a los habitantes de otras islas despobladas, como podría ser el caso de la vecina Pantellaria, por ejemplo.

X

A la décima se le ha dado interpretaciones curiosas, hasta una que liga lo de estas serpientes encerradas en jaulas de hierro con cintas cinematográficas encerradas en sus bobinas y los "séptimos hijos del Rey" al cine en color, pues la luz blanca sería ese Rey y los siete hijos los siete colores del arco iris.

XII

La undécima es otra cuarteta aplicable a bastantes casos, pero ninguno en concreto. Algunos comentarios anglosajones quisieron ver en estas líneas el anuncio de los desembarcos aliados en Italia en la Segunda Guerra Mundial.

XII Y XIII

La duodécima se ha querido aplicar a Enrique IV y a la "guerra de los tres Enriques", junto con la decimotercera. También se ha querido circunscribir a Verona, pero no se sabe de nada que pueda -certeramente- entrar con seguridad en su misterio.

XIV

La cuarteta catorce ha sido conectada, por un estudioso como Fontbrune, a la situación previa a la Revolución rusa, ya que dice que la gente esclava por príncipes idiotas, recibirá la divina oración, tal vez refiriéndose al triunfo de sus ideales.

XV

La siguiente cuarteta, la quince, se ha puesto como una advertencia al Papado, que perdería su poder temporal en la guerra de 1870, sin que nada pudiera devolverle a ese Estado su pasada grandeza, ni nadie se interesara de la suerte corrida por Pío IX, que cae prisionero y no recibe la ayuda pedida a los estados católicos:

"Y más quienes de ellos nada querían oír".

XVI

La dieciséis puede conectarse con la revolución nuevamente, con la rusa por el símbolo de la hoz, que también puede ser una señal de aviso hacia las revueltas campesinas. Se habla de guerras y se sitúa la fecha de la profecía, tras la peste, la hambruna y la intervención militar, en el final de un siglo, o en la renovación de una época. Se podría interpretar todo ello como el desastre de la Primera Guerra Mundial, el hambre posterior a ella y la desolación.

XVII

Nos anuncia la cuarteta diecisiete que habrá un período de tribulaciones, con cuarenta años de oscuridad y cuarenta posteriores de sequía, de una gran sequía que llevará después aparejado el desastre universal del gran diluvio. Indudablemente, tal situación no se ha producido todavía y queda abierta la profecía al futuro.

XVIII

La dieciocho nos habla de una invasión, una nueva invasión musulmana que va a repetir la vieja historia de la conquista islámica de Europa, pero en esta ocasión y por la imprudencia francesa, va a llegar hasta el Sena, entrando por Marsella en el territorio francés. Si se añade a la octava, lo que parece evidente es que la amenaza musulmana se duplica y el peligro se reitera. Lógicamente, se puede afirmar que tal riesgo de una invasión musulmana ya ha quedado relegado a la historia, tras la expulsión de los últimos musulmanes de España en el siglo XV y tras la desaparición del imperio otomano en el principio de este siglo.

XIX Y XX

La diecinueve y la viente son dos cuartetas escasamente comentadas. Deben pertenecer al mismo contexto que las dos últimas comentadas, puesto que se vuelve a señalar la entrada de extranjeros en el territorio francés, citándose la toma de Tours, Orleans, Blois, Angers Reims y Nantes y la huida del jefe, lo que para algunos se ha asimilado a la entrada de los alemanes en Francia y a la huida de Charles De Gaulle, pero sin demasiada fuerza, ya que la humillación tuvo lugar al entrar las tropas nazis en París y esta ciudad no se nombra como tampoco Lille, Lyon, etc., los puntos más importantes del territorio invadido en la "Blitzkrieg" o guerra relámpago de 1940.

XXI Y XXII

Las cuartetas XXI y XXII de la primera centuria no son importantes, al menos para los estudiosos, que no ven relación interesante entre los versículos y acontecimientos señalados.

XXIII

La vigésima tercera cuarteta se ha relacionado con la derrota de Waterloo para el ejército de Napoleón, el águila, a base de trasponer símbolos y hacer pasar al leopardo por el león y otros cambios menores en el resto del versículo.

XXIV Y XXV

Otras dos cuartetas poco interesantes, a pesar de la descripción de Cremona y Mantua en la primera y del presagio del pastor semidiós en la segunda.

XXVI

De nuevo aparece Napoleón ligado a Nostradamus, esta vez con un ejército que será derrotado y perseguido y en un momento en el que se vislumbran la lucha definitiva, con la capitulación rondando y Waterloo de fondo.

XXVII

Un tesoro escondido en la Guayana; una revelación prodigiosa, pero, desgraciadamente nadie ha reclamado el hallazgo del tesoro de esa sierra en el continente americano. El tesoro seguirá inviolado y la maldición que pesa sobre el primero que lo vislumbre sigue también en pie. El ojo por el resorte atravesado aparece como una trampa que aguarda -tensa- la venganza última del corsario o del aventurero que se vio obligado a dejar allá el tesoro en su cofre o escondite, preparado para saltar sobre quien ose develar el secreto a siglos de distancia.

XXVIII

Una invasión hespérica se prepara, en algún lugar del tiempo, sobre el puerto de Bouc, en el golfo de Fos, y esa flota, por ser de las Hespérides, tiene que provenir de España o de Italia. Tal vez haya pasado ya la época de las flotas como único medio de ataque de gran envergadura y la transcripción -si no fuera por la mención del puerto- se debería dar en clave de asalto de otro tipo. Pero no parece que Nostradamus tuviera la suficiente penetración en el futuro como para salir de su círculo geográfico e histórico más cercano y conocido, e hiciera especial hincapié en lo que le rodeaba en su ya remota realidad.

XXIX

La llegada de un monstruo marino a la tierra firme y el espanto en el enemigo. Se ha querido ligar esta profecía a los desembarcos de la Guerra Mundial, especialmente a los de Anzio y Normandía, pero también se podría aplicar a Alhucemas, a Iwo Jima o a cualquier otra operación en la que las fuerzas de tierra hayan llegado en navíos de cualquier tipo y hayan asaltado y vencido al enemigo atrincherado. De nuevo, el mar como vía de acceso única del enemigo en el gran ataque; una constante de Nostradamus en sus profecías (recuérdese la llamada de atención sobre la flota líbica, por ejemplo, en I, IX o el puerto foceo en I, XVIII).

XXX

Una nave es otra vez protagonista y en este caso es un navío extraño el que arriba a puerto desconocido. La palma del triunfo acoge a esa gente no especificada, pero la muerte llega antes que el consejo inesperado. La tormenta ha llevado a la nave lejos de su destino; pero, desgraciadamente, no hay una interpretación ajustada a esta cuarteta tan extrañamente clara, a pesar de la general imprecisión de todas ellas en cuanto al tiempo.

XXXI

La guerra se cierne de nuevo sobre Francia y por un largo período, con tres contendientes en liza y tres triunfadores por turno, sin que ninguno se consolide como vencedor. El águila se nombra en primer lugar y es raro que no se haya dado a Napoleón (el águila por excelencia), un papel protagonista, en la que el gallo puede ser Francia misma, el león el de Waterloo, como tantas otras veces, y el sol y la luna ocupen el puesto de un calendario renovado en los combates incesantes.

XXXII

El gran Imperio pasa a poner en una ciudad modesta su nueva capital. No se explica cuál es el Imperio ni cuál la ciudad a la que se le augura un porvenir glorioso, con un crecimiento rápido e insospechado para tan exiguo condado.

XXXIII

Una planicie y un puente. Lyon y las fuerzas del César ante las puertas cerradas de una ciudad. No hay relación entre esta profecía y algún hecho histórico acaecido. Queda, tal vez, su desarrollo reservado al futuro.

XXXIV

Francia recibe la amenaza del pájaro de la guerra. ¿El águila del III Reich? Pero la amenaza queda como un motivo de división para el país y unos creerán ver un signo de esperanza, mientras que otros, más realistas, se darán cuenta de que el aviso ya ha llegado. Se puede referir Nostradamus a la crisis de Munich, cuando se creyó que la paz en Europa era todavía posible y que Hitler había quedado satisfecho y las democracias podían llegar a un acuerdo honroso con el Fuhrer, mientras éste se hacía con parte de los países fronterizos y comenzaba la construcción de la "Gran Alemania". La guerra tardaría todavía dos años en estallar sobre la mayor parte del orbe, pero ya se había comenzado en esa renuncia de Francia e Inglaterra a cerrar el paso a una expansión que servía de prueba a Berlín para sondear el ánimo de sus posibles contendientes, en los que estaba demasiado fresco el recuerdo y la triste experiencia de la guerra anterior, a sólo veinte años de distancia en el pasado cercano.

XXXV

El león joven vence al viejo, pierde un ojo en su yelmo dorado y luego morirá de una muerte cruel. Pues bien, a los pocos años de publicarse esta cuarteta, Enrique II, rey de Francia, en un combate contra el comandante de la guardia escocesa, el conde de Montgomery (un apellido famoso), hace que la justa pase de ser un juego de caballeros a un mortal enfrentamiento.

El rey, que lleva yelmo dorado, quiere realizar las tres lanzas que marca el protocolo y, a pesar de las advertencias, sobre todo de Vieilleville, repite la suerte sin darse cuenta de que Montgomery lleva su lanza astillada. Esta levanta la visera
-la celada- y penetra en su cabeza, a través del ojo; la herida es muy grave y ha atravesado el cráneo, pasando del ojo a la oreja. El 10 de julio muere Enrique II.

Para los historiadores, el detalle exacto de la "jaula de oro" no se refiere al yelmo de tal metal, que señalan de acero como el del resto de los caballeros, sino que de oro es la corona real, el símbolo de su poder. Lo importante es el hecho de la precisión en el lugar -la justa entre los dos guerreros, viejo y joven-, la herida y la forma de producirse, más el hecho final de la muerte cruel sufrida por el monarca. La advertencia se ha quedado sin valor, porque nadie hizo caso de su existencia, pero la profecía se cumple con tremenda precisión ese día de julio de 1559.

XXXVI

Una nueva advertencia a un rey impreciso sobre su excesiva conmiseración con el enemigo, que más tarde vendrá a presentar nueva batalla. Nostradamus aconseja a ese gobernante la muerte del adversario, pero allí acaban las pistas proféticas.

XXXVII

A la puesta del sol habrá un conflicto en un puerto y se menciona el extraño silencio que se abate sobre el puente y la sepultura.

XXXVIII

De nuevo la muerte y la victoria. Los símbolos del sol y del águila, siempre presentes, vuelven también a dar señales de vida. una cuarteta sin explicación en la paz de los muertos termina por imperar sobre el campo de batalla.

XXXIX

La muerte en la cama de un "supremo", como reza la cuarteta. Un hombre unido a una rubia elegida y la tercera república reemplazando al Imperio, si se quiere ver así aquella frase de "Por tres el Imperio reemplazado agotado". Hay indicios suficientes para ligar la extraña muerte -ahorcado- del anciano duque de Borbón y príncipe de Condé, LouisHenri, en la noche del 26 de agosto de 1830. Este hombre, al que se le atribuían relaciones clandestinas con una inglesa, Sophie Dawes, esposa de un hombre de su confianza, puede ser el sujeto activo de la inquietante profecía realizada trescientos años antes.

XL

Para la cuarteta cuarenta, el final del imperio turco puede ser una excelente aplicación, ya que Bizancio es la sede de ese posterior imperio otomano y Egipto sale de su órbita potencial en 1918, a raíz de la derrota de las tropas turcas frente a los aliados en la Gran Guerra. En realidad, Egipto ya quedaba muy lejos de la influencia otomana en esa época y era una parte sumamente importante del imperio británico, una de las bases -precisamente- de las fuerzas británicas que se lanzan al ataque en Mesopotamia contra el basto y débil Imperio de la Gran Puerta. Tal vez habría que remirar en los viejos tratados de historia una mejor y más exacta concordancia con la profecía, pero no existe una mejor explicación para esta cuarteta, si se quiere unir la suerte del antiguo territorio de Bizancio con el aún más antiguo territorio de Egipto.

XLI

Se nos anuncia en esta cuarteta el asedio de la ciudad, así, por excelencia. Como Nostradamus era francés lógicamente la ciudad en mayúsculas debía ser la capital, París, pero no se ha hablado hasta la fecha de tal sitio y de un no lejano conflicto naval.

XLII y XLIII

Una tragedia con diluvio y el tiempo que sigue hasta que renacen las guerras. Todavía sin atribuir.

XLIV

Una especial persecución anticlerical y la escasez anunciada como colofón. La advertencia debe de ser universal, nada se dice de región o regiones.

XLV

El juego de la traición y el cisma triunfante.

XLVI

En Auch, en el departamento de Gers, ha de suceder un hecho prodigioso, pero antes habrá de caer el fuego del cielo durante tres días.

XLVII

El lago Leman, en Ginebra, será sede de discursos (sermones dice estrictamente la cuarteta) enojosos. Tal vez Calvino pueda ser el destinatario de esta profecía, aunque lo fuera a tiempo pasado, como una forma de remachar al enemigo nuevo de la antigua iglesia de Roma. Ciertos autores no han podido por menos de jugar con el enclave geográfico del lago Leman y han tratado de hacer que los discursos (sermones, digamos) se pasen a la cuenta de la Liga de Naciones, a su sucesora la Sociedad de Naciones Unidas o a cualquiera de los organismos internacionales con sede en Ginebra, como Cruz Roja. Tampoco han faltado autores franceses, en la década de los sesenta, que quisieron ver las conversaciones de paz en Argelia, celebradas en Evian, como esos sermones enojosos y a los pacificadores como los magistrados de leyes vanas. Seguramente, como ya se señala anteriormente, debe ser un ataque a la iglesia calvinista y a los puritanos, anabaptistas, etc., que tuvieron su cuna en Suiza y que se convirtieron en uno de los grupos más duros de oposición a la iglesia católica. En ese caso, Nostradamus mezclaría sus profecías con este tipo de consejos morales y religiosos para reforzar la eficacia buscada.

XLVIII

Nostradamus señala el año siete mil como punto de importancia y en este punto surgen muchas más interpretaciones de las que serían deseables. Hay juegos interesados por hacer coincidir una fecha "a posteriori". Pero se puede establecer un cómputo a partir de la "antigüedad" del mundo según los criterios estrictos de los bíblicos tradicionalistas. Con ello se situaría el día de la creación del mundo en el año cuatro mil y algo antes de Cristo y eso nos daría un margen de casi tres mil años de Era Cristiana para hacer que el día señalado se produzca, tras veinte años de reino de la Luna. Fontbrune, que es estudioso (y muy imaginativo) de Nostradamus y de "las profecías" de San Malaquías, consideraba, sin lugar a dudas, que esto venía a situar el fin de la república francesa, de la V Republique, en septiembre de 1984, para que los Borbones volvieran a reinar en Francia. Como se puede comprobar, no hay corona en el trono de París y la precisión de Fontbrune, en otra ocasión, se demuestra voluntariosa, pero nada científica, a pesar de sus laboriosos esfuerzos por encontrar nuevas traducciones con arriesgadas aventuras en las etimologías griega y latina.

XLIX Y L

Llegamos al ecuador de la primera centuria y dos menciones al Oriente quedan sin atribuir.

Ll Y LII

Dos menciones astrológicas sin adjudicar.

LIII

Una advertencia a la Cristiandad asimilable a la de la cuarteta XLIV.

LIV

Dos revoluciones del malvado o maligno hocero. ¿Revoluciones campesinas? ¿Revoluciones comunistas? La hoz, sin embargo, no puede atribuirse a la insignia comunista, ya que la hoz aparece frecuentemente en las cuartetas de Nostradamus. Lo que sí se puede decir es que se quiere hablar de una usurpación, atendiendo al "móvil signo" que "en su lugar se coloca".

LV

Una conexión especialmente bíblica (o neo-testamentaria) con la alusión a Babilonia como mal de males y una advertencia a una situación preapocalíptica con efusión de sangre, los jinetes de los cuatro caballos en marcha contra la humanidad y la confusión total entre tierra mar y aire. Las sectas, como superlativo del mal, cierran el dicterio de la cuarteta cincuenta y cinco.

LVI

Otro párrafo dedicado al final de la historia del Hombre sobre la tierra. Esta cuarteta liga con la anterior y no introduce, en realidad, nueva afirmación que no venga dada en los textos apocalípticos asimilados en el canon de la Iglesia. Para obviar aún más la exactitud, Nostradamus expresa así su veredicto sobre el fin del mundo: "Veréis tarde o temprano hacer gran cambio..." Realmente, el autor no quiere tomarse la libertad de precisar o datar su profecía en modo alguno y rehuye la responsabilidad de un calendario del apocalipsis.

LVII

Nos encontramos con una cuarteta ampliamente utilizada para subrayar algún magnicidio. Hay versiones para todos los gustos, aplicándose a reyes de Francia, zares de Rusia, presidentes de Estados Unidos, etc., según sea la nacionalidad del comentarista.

LVIII

Una angustiosa profecía, con el nacimiento de un monstruo anunciado, que bien puede pasar a ser una figura retórica (el águila bicéfala, por ejemplo). También es otra cuarteta aplicada con cierta frecuencia a sucesiones dinásticas interrumpidas.

LVIX

Una cuarteta poco estudiada, por ser grande su imprecisión y mucho más amplia su aplicación.

LX

La gran sorpresa. El nacimiento de Napoleón en una isla cercana a Italia (Córcega). Lo que no se explica es que se diga que costará caro al Imperio, cuando fue él quien construyó tan grande Imperio, desde Egipto a Europa sometida. Para Nostradamus, si se trata de profetizar la llegada de Napoleón, su figura es la de un carnicero, pero no fue el pequeño Bonaparte este tipo de verdugo, sino el hombre que puso fin a las vacilaciones y crueldades de la Revolución y el Terror. Sea como sea, esta es una de las profecías más dignas de mención y consideración entre el millar de su núcleo original.

LXI

Una advertencia lanzada contra la república (contra la res-publicae) de su fin llegado desde el exilio. Pero el ámbito se circunscribe a Suevia, a la Germania antigua. Se puede tener la tentación de unir esta cuarteta a la suerte de Alemania, pero la frase atribuida al exilio no hace tan sencilla tal atribución, si se quiere interpretar como una profecía contra el maleficio causado por la llegada de los nazis al poder, tras la caída de la república de Weimar, por ejemplo.

LXII

A algunos autores, especialmente ultraconservadores y ultramontanos, les agradó la idea de hacer que esta cuarteta avisara (siempre tras haber ocurrido el hecho, sea cual sea) de que las letras, es decir, la Ilustración o el enciclopedismo, fueron la causa de todos los males. Indudablemente, se puede pensar que a ellos tampoco les vendría mal la llegada de otra nueva ilustración que les ayudara a salir de su propia confusión de valores y moral.

LXIII

Una cuarteta poco precisa, de amplias atribuciones y de irnprecisos términos, pero plena de poesía profética.

LXIV

Una nueva ceremonia de la confusión, con gentes que creen haber visto al sol en plena noche, donde haya semi-bestias, semi-hombres, y toda clase de prodigios de naturaleza más bien satánica se produzcan; en definitiva, parece pertenecer claramente al reino amplio del lenguaje apocalíptico, de gran arraigo en la época de Nostradamus, pero de poco valor para su obra, al menos con el paso de los tiempos, cuando el mensaje de tal tipo se ha quedado relegado a un segundo plano en todos los terrenos, desde el teológico al filosófico y se ha superado, sin novedad, la barrera de los milenios y de las fechas cabalísticas.

LXV

Una cuarteta anunciadora del nacimiento de un monstruo, que puede ser tanto persona física como entidad política. Muy parecida a la cuarteta LVIII.

LXVI

La llegada del mensajero que tranquiliza. Nada más se puede decir, a pesar de las precisiones geográficas.

LXVII

Hambruna universal y apocalíptica que no respetará a la naturaleza ni a las criaturas y que durará mucho tiempo. Otra cuarteta claramente apocalíptica sin atribución concreta.

LXVIII

Nueva profecía sobre los horrores de un futuro imperfecto.

LXIX

La gran montaña redonda de siete estadios, tal vez una forma de circunloquio para referirse a Roma, siete colinas famosas. Puede ser, pero sería una forma poco ortodoxa de hacer la referencia.

LXX

La guerra sin final en Persia. La tentación es fácil de comprender y la catástrofe se puede trasladar al Irán de nuestros días, en guerra con el régimen anterior, en guerra civil contra los elementos secesionistas (kurdos, entre otros) y de partidos de izquierda y durante años en guerra con su vecina Iraq. La fe en exceso, los chiís, y su ayatollah (venidos del exilio en esa Galia descrita en la cuarteta) pueden ser perfectamente los elementos que componen todo el cuerpo de esta profecía.

LXXI

Una extraña cuarteta que avisa a los franceses de un nuevo ataque de sus enemigos europeos. Lógicamente, Nostradamus extrapolaba la pasada historia y lanzaba hacia el futuro los mismos conceptos ya convertidos en familiares de vecinos y rivales. Luego, el paso del tiempo ha ido complicando las alianzas y a los adversarios y ahora no podemos colocar en su sitio a esa "torre marina" tres veces tomada y retomada de la que habla el autor.

LXXII

La invasión penetra en Francia desde la costa Mediterránea y asciende hacia su centro vital. El mar siempre es, para Nostradamus, la puerta abierta al enemigo.

LXXIII

Más advertencias a los franceses de los peligros que acecharán sus vidas y haciendas en el futuro. Pero los persas ya nunca levantaron la cabeza desde los días de Ciro o Darío y no resulta tan sencillo pensar en esta gente como invasores del pentágono francés.

LXXIV

Tras una vuelta compleja a los términos empleados, a esta cuarteta se la ha querido ver convertida en una extraña proposición que liga la expedición a Egipto con la caída de la república y la toma del poder por Napoleón. Parece un poco de optimismo sacar tantos datos por analogías y paralelismos. Desde luego, para los exegetas de Nostradamus de origen francés, el hecho central de sus deducciones se mueve alrededor de la figura Napoleón, por el que sienten una especial reverencia histórica y, tal vez, no se dan cuenta de su exagerada atención.

LXXV

Tal vez haya una referencia a la pérdida de los estados pontificios en esta cuarteta dedicada a Italia.

LXXVI

Casi se trata de una cuarteta profética al estilo oriental, destinada a nombrar sin palabras a un gran hombre. Nostradamus habla de las tres hermanas, las parcas, pero nada se obtiene de ello que se pueda superponer a un hecho famoso.

LXXVII

Otra estrofa aplicada con frecuencia a Napoleón por parte de los intérpretes franceses. Se refiere a su exilio, pero no parece ser interpretación plausible.

LXXVIII

Petain, el mariscal victorioso de la Gran Guerra y el colaborador con los nazis, es uno de los personajes que reciben el dudoso honor de encajar con esta cuarteta.

LXXIX

Una profecía dedicada a Francia que habla de levantamiento general.

LXXX

La revuelta de la cuarteta anterior se transforma en guerra civil y la lucha durará meses.

LXXXI

Un anuncio del juicio final muy al estilo de la tradición bíblica, con nueve justos salvados y las tres letras griegas kappa, theta y lambda como un anuncio de un nombre en clave, de un anagrama (k, z, l). Un mensaje críptico que no ha gozado del favor de los intérpretes de Nostradamus.

LXXXII

El anuncio de una invasión de Austria, de una invasión militar y terrible para el Imperio del Este.

LXXXIII

Otra amenaza de guerra a toscanos y Iatinos, bajo la mirada atenta de los griegos, listos para atacar en su momento a los restos de esa Italia desafortunada. Nada parece indicar que esta repetición de una guerra de la antigüedad se vaya a dar en el futuro.

LXXXIV

Un peligro mundial escondido por los tiempos se desata. Se trata, sin lugar a dudas, de una amenaza generalizada a la Humanidad, pero no la amenaza de los hombres, sino de una fuerza superior, que puede ir desde una oscura enfermedad a un movimiento telúrico, una catástrofe enorme de alcance universal, pero no definitiva sino una tragedia localizada en el tiempo y en el espacio.

LXXXV

Una jugada de ajedrez, a juzgar por la conjugación de dama y rey en esa cuarteta tan poco clara, pero que queda desmentida por la presencia de embajadores, lo que hace parecer que se trate de corte y cortesanos, pues la dama del rey no va a ser reina, sino una figura lateral. Tras esa dama misteriosa la lucha entre hermanos y el combate turbio de ira, odio y envidia, pero no por el poder sino por conquistar a esa dama de marras.

LXXXVI

Una combinación de la reina vencida, tal vez María Estuardo, ejecutada por orden de su prima Isabel de Inglaterra, pero la mención a esa Lady Godiwa, desnuda sobre el caballo, cruzando río no encaja ni siquiera a título de licencia poética. María Estuardo fue ejecutada el 8 de febrero de 1587 y su valor fue más que admirable. La muerte se producía más de veinte años después de la de Nostradamus y la profecía bien podía haberse aplicado a la desgraciada suerte de María, víctima de una guerra por la sucesión del trono y por el conflicto entre católicos y protestantes. Sigue, de todas maneras, sin encajar la pieza del desnudo tradicional.

LXXXVII

Una cuarteta muy similar a la LXXXIV, con otro peligro surgido del centro de la tierra, de ese "fuego nosogeo" que va a sacudir la ciudad nueva. Con la catástrofe dos colosos (dos grandes rocas) enfrentados en guerra .

LXXXVIII

Muchos autores quieren ver en esta cuarteta el fin de Napoleón, sobre todo los intérpretes franceses, y se basan en que la mención a la "cabeza rapada", a ese Bonaparte que nunca usó peluca y que se acababa de casar con María Luisa de Austria (un poco antes habrá mujer desposado) tras haber repudiado a Josefina. Sin embargo, ese "divino mal" no encuentra su sitio en la pérdida del poder sufrida por el "gran príncipe". Como ya hemos comentado otras veces, es demasiado fácil para los exégetas franceses el tratar de "colocarle" a Napoleón todas las cuartetas que hablen de grandeza, imperio, desastre del tirano, etc.

LXXXIX

A los españoles les toca el protagonismo en esta cuarteta, con los naturales de Lérida a la cabeza de un cruel ejército que parece va a acabar con la vida de todos los habitantes del Loira y del Sena, dos de las regiones ribereñas más ricas de Francia.

Que se sepa, Lérida nunca ha encabezado una expedición de castigo de tal calibre por tierras galas.

XC

Otro anuncio de una guerra en territorio metropolitano francés, pero ahora se anuncia el nacimiento de un monstruo odioso, una figura que aparece con bastante frecuencia en las centurias de Nostradamus. Parece ser, por otra parte, continuación de la guerra de los leridanos, a juzgar por la mención a la tramontana que sopla en el Pirineo leridano y en el gerundense.

XCI

Una extraña forma de mezclar a dioses con humanos para hacerles culpables de una nueva guerra y parece que la izquierda, si es que este concepto tenía algún significado político para Nostradamus, en el XVI, va a ser quien se lleve la peor parte de este extraño presagio de guerra inducida por las divinidades.

Cosa nada inusual, ya que los desposeídos están -en la gran mayoría de las ocasiones- en inferioridad de condiciones en el terreno de la lucha diaria y en el de la lucha histórica.

XCII

Una continuación de la cuarteta anterior, tal vez. Se anuncia la paz, pero no termina la guerra allí sino que continúa la revuelta y se anuncia que ha habido, al finalizar la pelea, trescientos mil muertos y cautivos.

Pero no es posible afirmar que esta cuarteta se aplique -con exactitud- a un hecho concreto y conocido de nuestra historia moderna.

XCIII

Francia e Italia se ayudan tras el temblor junto a los Alpes. Nada más que la mención a catulones y celtas, como moderados, sin especificar si quiere referirse a tibieza o moderación, pero no frente a qué.

XCIV

Una nueva cuarteta dedicada a la guerra producida, esta vez, tras haber dado muerte al tirano en un puerto sarraceno (musulmán). Una tentación para aplicarla a las numerosas muertes a los jefes árabes a manos de sus súbditos.

Aunque los magnicidios sean -desgraciadamente- un patrimonio de la humanidad en pleno y casi sea tan posible, para los dirigentes de ayer y de hoy, morir de edad o bajo el ataque de un terrorista, rival político, familiar empeñado en la sucesión violenta, etc.

XCV

Otra nueva profecía dedicada al nacimiento de un niño prodigioso.

XCVI

Un justiciero de la religión que va a dar su castigo a los que han ido en contra de la doctrina. Parece tratarse de un iconoclasta que derribará más falsos (a su juicio) ídolos y templos que daño hará a las personas. Es una profecía aplicable a un santo varón o a una santa mujer, ya que no suele ser muy corriente que los contrarreformadores sean tan comedidos en su ira.

XCVII

Una advertencia a la inteligencia y a la imaginación, en la que se dice que lo que el hierro y el fuego no lograron lo va a lograr el consejo y la imaginación, a la que se ha dejado volar libremente y sin temor ninguno.

XCVIII

Un triste final para el jefe del inmenso ejército o el gobernante de la infinita nación. Desterrado o autoexiliado, acabará en una "marina granja". Nada más que eso, lo que la cuarteta reza, se puede decir. Como es natural, para los intérpretes franceses habituales, esta es la historia de Napoleón en su isla de Santa Elena, aunque lo de Creta y Tesalia no casa con nada de la vida de Bonaparte.

XCIX y C

Las dos últimas cuartetas de la primera centuria señalan tiempos mejores, con la amistad entre dos gobernantes (los dos reyes unidos por amistad) y el pájaro de la paz volando con la simbólica rama verde en el pico.

Las dos cuartetas son indefinidas y no se sabe si se pueden o deben unir a las catástrofes de la guerra anteriormente descritas, como contrapartida final de alivio, o se trata de una visión separada del resto y que sólo trata de otra paz esperanzadora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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