Cuando advirtamos
que lo ayer vivido
es �nico e irrepetible,
que el segundo y el instante
son infinitamente individuales,
y que la oportunidad que hoy
me diste no la tendr� igual ma�ana.

Cuando tomemos
conciencia de estas cosas
reci�n entonces
nuestra vida ser� intensa,
viviremos cada d�a
como si fuera el �ltimo d�a,
daremos cada beso
como si fuese el �ltimo beso,
y cada abrazo,
y diremos
lo que tengamos que hoy decir
porque sabremos
que no lo podremos hacer ma�ana.
Y alzaremos cada voz en su momento
y daremos cada paso en su lugar,
y cada segundo vivido
lo ser� como un minuto
y los minutos como horas,
las horas como d�as,
y �stos como a�os.
Y nunca dejaremos pasar el d�a
de pedir a un amigo perd�n
ni extenderle nuestra mano;
porque tendremos la certeza
que tal vez ma�ana no podamos,
que los ojos
que hoy de ti puedo apreciar
no ser�n los mismos que ma�ana,
ni pasado, y que el sol
no habr� de dorar tu piel tan suave
ma�ana como lo hizo hoy.

Cuando esta verdad sepamos
y sintamos pasar por un minuto
sus sesenta segundos,
apreciaremos
que en cada uno de ellos
existe la opci�n de ser feliz,
y que esto es hoy, no ma�ana.
Y nunca m�s cumpliremos quince a�os,
ni veinte ni cuarenta,
nunca m�s nos dar� este oto�o,
ni los otros,
las hojas
que hoy cayeron de sus �rboles.
Porque las vueltas de un reloj
parecen tan iguales
pero son, en verdad tan distintas;
y si hoy sentiste haber perdido el tiempo
no lo podr�s recuperar ma�ana,
as� como la respuesta
que hoy no diste a tu hijo,
no servir� igual ma�ana.