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El
egiptólogo
Es secretario general del Consejo Superior de Antigüedades
de Egipto y –según muchos expertos– el arqueólogo
más importante y más solicitado del siglo XXI. Afirma
que la historia de su país es todavía un misterio:
“Sólo hallamos el 30% de los restos arqueológicos
del Egipto antiguo”
La primera espada de la arqueología mundial se muestra afable.
El doctor Zahi Hawass, auténtico heredero del mítico
egiptólogo Gaston Maspero (quien, en 1886, descombró
la gran esfinge de Gizeh), es hoy una de las cien personas más
influyentes del mundo, según publicó la revista Time
el año pasado. Pronto se pone a hablar de una de sus principales
preocupaciones: la conservación de los restos arqueológicos
de su país.
“Egipto
sufre como ningún otro país el turismo de masas, y
creo que no necesita esta avalancha de turistas que cada año
invade el valle del Nilo.” Y añade: “Diariamente,
10.000 visitantes pasan por las principales tumbas de los faraones.
Son restos de más de 3000 años que no pueden soportar
esta presión. Si las cosas siguen así, nuestros nietos
sólo sabrán del Egipto antiguo por los libros y por
los documentales”.
En
este sentido, el doctor Hawass tiene muy clara la solución:
“En dos años se producirán cambios importantes.
Se va a regular la entrada en los principales yacimientos, como
el Valle de los Reyes. Hay que evitar los peligros que entraña
tanta masificación”.
Y
cuenta que hay turistas que tiran agua de sus botellitas sobre las
pinturas y los jeroglíficos que hay en la pared para que
en sus fotografías luzcan mejor los colores. La conversación
continúa y cuenta que está interesado en desarrollar
réplicas exactas de algunas de las tumbas, como las de Tutankamón
y Nefertiti. Se le recuerda el caso exitoso de las cuevas prehistóricas
de Altamira e indica que, efectivamente, ésa puede ser una
salida.
Incluso, sorprende con la afirmación de que España
es un país de referencia en este aspecto, y en su despacho
tiene información de primera mano sobre algunas experiencias
y ciertos profesionales, auténticos pioneros en esta materia.
En unos años, dice, “vamos a tener que hacer pagar
una pequeña entrada para visitar algunas reproducciones de
tumbas.
El visitante sólo sabrá que no son auténticas
porque se lo vamos a decir. Serán copias exactas, impecables;
aunque tampoco queremos cerrar por completo el disfrute del auténtico
legado de los faraones.
Aquel
que quiera conocer las tumbas originales podrá hacerlo, eso
sí, por un precio algo superior”. |
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Posiblemente,
la momia hallada más hermosa |
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El
legado repartido
Zahi
Hawass también está preocupado por el futuro de la
arqueología egipcia y por la formación de buenos profesionales.
A
modo de ejemplo, explica brevemente su experiencia como formador
de más de cuatrocientos jóvenes arqueólogos
en Egipto. Además, sentencia: “La arqueología
es un duro oficio que debe ejercerse con pasión y constancia”.
Una pasión que lo lleva a reclamar al mundo un poco más
de atención hacia el patrimonio que nos legaron los antiguos
faraones.
El
Egipto moderno, el legítimo heredero de ese pasado, ha sido
el principal suministrador de piezas arqueológicas al mundo
en los últimos doscientos años, y cree que ha llegado
el momento de parar de desangrarlo.
No
sólo esto: piensa que Egipto debería empezar a recuperar
parte de ese rico patrimonio en el exilio. Aunque matiza: “No
lo queremos todo. Sólo deseamos recuperar algunas de las
piezas más emblemáticas de la egiptología clásica,
que se encuentran dispersas por el mundo, como el busto de Nefertiti
que está en Berlín. Además de todos los bienes
culturales que han salido ilegalmente del país desde el año
1972 (cuando se firmó el Convenio sobre Patrimonio de la
Humanidad) y los que no estén debidamente protegidos”.
Este
sería el caso de algunos de los obeliscos egipcios que se
encuentran diseminados por las capitales europeas, y que la contaminación
y la poca urbanidad de muchos están destruyendo.
O el Templo de Debod, en Madrid y en deplorable estado de conservación.
Insiste: “No queremos acabar con los museos egipcios que hay
repartidos por Europa y América, pero sí nos gustaría
cambiar las cosas”. Quiere revisar la política llevada
a cabo hasta ahora, modificar actitudes, encontrar nuevos amigos
y buscar otros marcos de colaboración con algunos países,
como los del Mediterráneo (en concreto, cita a Italia y Grecia),
que también sufren la plaga del tráfico ilegal de
obras de arte.
“Por
eso nos vamos a reunir con autoridades de estos países, para
buscar proyectos comunes de cooperación y para evitar que
algunas fundaciones y museos compren objetos robados en el mercado
negro del arte.”
Inevitablemente,
la conversación deriva hacia la actualidad más inmediata:
Irak, Líbano, Palestina... Comenta que, como científico,
se siente muy dolido con lo que está sucediendo con el patrimonio
cultural de esos países, aunque queda la extraña sensación
de que está hablando más como árabe que como
arqueólogo, como ciudadano de un Oriente Medio convulso,
cada vez más herido en su orgullo, que como profesional de
la historia.
Texto
Clio/El País Internacional
La Nacion, Domingo 1 de abril de 2007
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El
doctor Hawass examina una colorida momia de más de 2300 años |
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El
futuro de la egiptología
¿Cuáles
son las posibles nuevas sorpresas que nos puede dar la egiptología
en este siglo? Hawass no duda y responde terminante: “Sólo
hemos descubierto el treinta por ciento. El otro setenta por ciento
permanece enterrado bajo la arena”, o sea que la egiptología
aún tiene larga vida como disciplina; ya no sólo como
ciencia que interpreta la historia, sino también como instrumento
de recuperación del pasado. Es inevitable pensar en los titulares
que nos esperan en los próximos años a partir de esta
noticia, teniendo en cuenta, además, a la persona de la que
proviene: el responsable del mayor yacimiento arqueológico
del planeta. ¿Y la tumba de Marco Antonio y Cleopatra?
A
propósito, se le pregunta: ¿no hizo recientemente
unas declaraciones en las cuales decía saber dónde
estaba enterrada la más famosa de las reinas de la Antigüedad?
Hawass contesta que, en efecto, hace unas semanas, durante una conferencia
internacional en Sudáfrica, hizo público que los restos
de Marco Antonio y Cleopatra están, seguramente, enterrados
en el templo de Tabusiris Magna, un lugar sacro situado a treinta
kilómetros de Alejandría. “Todos los indicios
nos llevan allí, y estoy seguro de que próximamente
tendremos noticias sobre ello.” Ese día será,
sin duda, una jornada grande para los apasionados por la historia,
porque se develará uno de los mayores mitos de la humanidad.
Más, si se tiene en cuenta que el propio doctor Hawass insiste
en que el descubrimiento de esta tumba podría ser un acontecimiento
más importante que el que sacó a la luz el sarcófago
de Tutankamón.
Hablar
con la máxima autoridad en el mundo de la egiptología
es cosa que no sucede todos los días. ¿Nos despertará
mañana la noticia del hallazgo de la tumba de Cleopatra?
Que los dioses del Nilo protejan al doctor Hawass en su labor. |
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Mas informacion: http://guardians.net/hawass/ |
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