En primer lugar felicidades por el merecidísimo homenaje al gran Narciso Ibáñez Menta.
El director de cine Sebastián D´arbo, (sabréis que D. Ibáñez trabajó con él) me informo de vuestra web y atendiendo a vuestra petición de material sobre el querido actor os adjunto una ilustración que realice sobre una dedicatoria que D. Ibáñez tuvo a bien hacerme. La misma junto a un poema vampírico inspirado en La Saga de los Drácula forma parte del libro que me gustaría publicar.: Los Mitos del Terror.
Si en algo más pudiera serviros... Desde Barcelona, España, mis mejores deseos para el 2004.
Afectuosamente, Pierrot.   

Gracias Pierrot por tu excelente material.  bonzok®

 

Enrique es un hombre común, un hombre gris, un hombre que sigue día a día su rutina, de trabajar doce horas al día con el único fin de brindarle lo mejor a su familia, una esposa y dos hijos. La vida de Enrique cambia el día que consigue cumplir su máxima ambición, es decir, la compra de un televisor a color. A partir de ese momento el protagonista descubre un mundo nuevo, un universo cuyas maravillas Enrique había vivido ignorante durante toda su vida. Por momentos brillante, por momentos aquejado de sobreactuaciones, este memorable último episodio de HISTORIAS PARA NO DORMIR da una excelente idea del embrutecimiento al que lleva la televisión, que deja al personaje principal incapaz de pensar e imaginar, y ávido de las fantasías "pre-digeridas" que le brinda día a día entre las 10 AM y las 12 PM. Más que el giro fantástico es de rescatar esta misma reflexión sobre la televisión.
 

Un caballero (Narciso Ibáñez Menta) que tiene una pierna enyesada camina por la gran ciudad durante un caluroso día de verano. El sol derrite el pavimento, y el buen hombre se queda adherido a una mancha, sin ser capaz de salirse solo. Pide ayuda a un niño, a eventuales transeúntes, a la policía, pero nadie se la brinda. Algunos lo ignoran porque piensan que es un deforme y otros simplemente se niegan a ayudarlo. Este hombre se va hundiendo lentamente en el pavimento, víctima en realidad de su propia sociedad, burocrática y absurda, sin que ninguno de sus elementos (las autoridades, los niños, los adolescentes, los viejos) den el mínimo gesto de solidaridad. Esta historia para no dormir está basada en un cuento de Carlos Buiza y nos revela a un Ibáñez Menta hábil en la gesticulación histriónica y en provocar patetismo.

Una joven pareja (Tony Isbert y Tina Sáinz) viajan a Transilvania, donde está el castillo del abuelo de la esposa. El abuelo no es otro que Vlad Tepes, el Conde Drácula (Narciso Ibáñez Menta, con un pequeño exceso de maquillaje), descendiente directo de Vlad el Empalador. En el camino habrá chicas vaciadas de sangre, lobos que aúllan y un cura que es mordido por dos bellas vampiresas. Habiendo llegado al castillo la pareja (ella está embarazada) se encuentra con una galería de personajes grotescos.

Tres chicas atractivas llegan a la mansión de un misterioso personaje llamado Waldemar Daninsky, quien vive con la única compañía de una mujer herida y deforme. En la búsqueda de los restos de la condesa vampiro Bathory unas gotas de sangre la devuelven a la vida y con ella el deseo de horrible venganza. La condesa vampiriza a las mujeres y trata de dominar a Waldemar, que se ha enamorado de una de las chicas. Pero Waldemar oculta un trágico secreto, ya que es victima de la licantropía y en las noches de luna llena se convierte en el temible hombre lobo.
El clima de horror se respira a cada fotograma y envuelve al espectador hasta el final.

Angel de Andrés López y Narciso Ibáñez Menta en "Solo se Muere Dos Veces" año 1996

NOTA.: EL PRESENTE MATERIAL FUE PUBLICADO EN  "ANTOLOGIA DEL CINE FANTASTICO
ESPAÑOL" EDITADO POR "QUATERMASS" / OTOÑO 2002.

"En el Nombre del Padre y del Hijo y del Nieto"

Los entusiastas de los logros de Ibáñez Serrador no podemos (ni queremos) separarlos de la figura de su padre Narciso Ibáñez Menta.

Un actor de auténtico lujo, carismático, de los que se comen al resto de la compañía hasta cuando interpretan papeles secundarios.

Versátil, convenientemente truculento, tierno o humorístico según el caso, siempre ha poseído un aura de actor "artesano" a la vieja usanza, capáz de las caracterizaciones más sorprendentes (no en vano tuvo por maestro al mismísimo Lon Chaney padre).

Sin duda Narciso Ibáñez Menta es un actor de amplio registro, excelente en papeles de Galdós, Moliére o encarnando a un premio Nobel.

Puede que ambos pierdan algo en la admiración reduccionista que les profesamos quienes les recordamos por encima de todo como creadores de magníficos sobresaltos.

Que se consuelen pensando que los entusiastas de este género quizá no seamos los de gusto más exquisito, pero sí en cambio los más leales a nuestros ídolos.

Y que cuando se fatiguen de amar los admiradores de Antonioni o Laurence Olivier, aún seguiremos fieles a nuestro culto los de Terence Fisher o Boris Karloff...ó

NARCISO IBÁÑEZ MENTA.

Fernando Sabater.

Todo el presente material fue suministrado por Pierrot (Antonio Gracia José)

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