Historia y Cultura de México

 

  Los olmecas

Índice olmecas

I. Introducción

II. Localización

III. Datos histórico-arqueológicos

IV. Orígenes

1. El Jaguar: una especie de animal

totémico

V. Organización social

VI. Religión

VII. Vestido y adorno

VIII. Conocimientos

IX. Cerámica 

Introducción

San Lorenzo, que será el primer centro regional olmeca, surge hacia 1500 a. C. en la Costa del Golfo de México, al sur de Veracruz y al norte de Tabasco. La olmeca, quizá la primera civilización mesoamericana, es conocida sobre todo por las cabezas colosales, los símbolos felinos y las figuras baby face. Sin embargo, su peculiar estilo artístico va acompañado de muchas innovaciones, como la centralización del poder regional y de la población, la aparición de artesanos especializados, la parafernalia ceremonial y la importación y exportación de productos a muy larga distancia destinados sobre todo a la élite, lo que nos habla de un cambio en la organización social y de relaciones desiguales entre los individuos.

Sitios como San Lorenzo y La Venta albergaroncomunidades que basaron su economía en la agricultura, complementada con la caza y la pesca. La agricultura avanzada les permitió obtener excedentes para financiar grandes grupos de artesanos especializados y una intrincada red de comercio que involucró a casi toda la Mesoamérica temprana, la cual, por colonización o por comercio, adoptó muchos rasgos de la cultura olmeca.

Por más de un milenio los olmecas se desarrollaron y fincaron las bases para el futuro de Mesoamérica. Marcaron la etapa que se conoce como periodo Preclásico, cuando se manifestaron las desigualdades sociales de las primeras culturas complejas.

Localización

El área central de lo que fue la cultura olmeca se ubica en la parte sur del estado de Veracruz y al norte del colindante estado de Tabasco, desde las montañas de los Tuxtlas, por el oeste, hasta Chontalpa, al este. Región de clima tropical y vegetación exuberante, contempla notables variaciones geológicas y ecológicas.

La presencia olmeca se ha encontrado de Veracruz a Michoacán, en Oaxaca, Morelos, Guerrero, Chiapas, Guatemala y hasta en El Salvador y Costa Rica, sitios que poseen vestigios de escultura monumental, cerámica e instrumenos u ornamentos estilo olmeca.

Datos histórico-arqueológicos

En 1807 el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística publicó un artículo de José María Melgar y Serrano sobre el hallazgo de una cabeza colosal en la región de San Andrés Tuxtla, en Veracruz. Dos años después, publicó un segundo artículo sobre la cabeza colosal —de tipo etiope— de Hueyapan y su teoría de las "migraciones" del Mundo Antiguo hacia América, que, por inverosímiles que nos parezcan hoy, rondan la arqueología mexicana como fantasmas mal exorcizados.

En 1880, el mexicano Alfredo Chavero comparó la cabeza de Hueyapan con un hacha votiva de piedra pulida y labrada que representa a un ser sobrenatural con rasgos de jaguar; ésta fue la primera tentativa por relacionar dos objetos y por determinar un estilo.

George F. Kunz, en su libro dedicado a las piedras preciosas de América del Norte en 1890, relaciona el hacha votiva descrita por Chavero, el hacha de jade perteneciente al British Museum y la Kunz axe, dando por hecho que la cabeza de Hueyapan y las hachas votivas pertenecían al mismo conjunto. Una civilización aún desconocida y sin nombre empezaba a surgir de las tinieblas. Si se exceptúa el artículo de Marshall H. Saville sobre el hacha Kunz en 1900 y la visita a Hueyapan del alemán Eduard Seler en 1905, el silencio y el olvido vuelven a caer durante más de un cuarto de siglo sobre esas singulares esculturas.

Para 1925 la exploración del danés Frans Blom y el etnógrafo Oliver La Farge, con asombrosos descubrimientos, los llevó a ubicar en el mapa el sitio más importante de la civilización olmeca. Los resultados son publicados en 1926 con el título de Tribes and Temples, pero endosan sus descubrimientos a la civilización maya.

En 1927 Hermann Beyer, alemán de la escuela ilustrada por Seler, fue el primero en caracterizar como olmeca el estilo de las esculturas y las hachas votivas del sur de Veracruz, seguido por Marshall H. Saville en 1929, quien escribe: "Pese a la falta de conocimientos concernientes al origen de la mayor parte de esos objetos... creo que ese tipo particular de máscara puede atribuirse con seguridad a la antigua civilización olmeca".

En 1932 el estadounidense George C. Vaillant establece la existencia de un "complejo olmeca", determinado por la representación de felinos o de hombres-felinos. El mismo año, Albert Weyerstall, publicaba sus observaciones sobre las esculturas del sur de Veracruz, especialmente sobre la cabeza de Hueyapan y Matthew Stirling, señala: ..."esta cabeza (de Hueyapan) y la de La Venta pertenecen al mismo estilo artístico que las hachas y los figurines de jade". Así, de Melgar a Blom, de Saville a Vaillant, de Beyer a Stirling, investigadores dispersos por el espacio y el tiempo, ignorantes a menudo los unos de los otros, llegaron a convergir en un punto: la existencia de un estilo común a los monolitos colosales y a los pequeños jades tallados, que debía ser la expresión de una civilización aún desconocida, a la que Beyer, Saville y Vaillant bautizaron como olmeca.

Matthew W. Stirling con Philip Drucker exploró La Venta, que le pareció el verdadero hogar de la civilización olmeca. Desde el principio de las excavaciones se exhumaron cuatro cabezas colosales. Extraordinarios monumentos con exquisitas estatuillas de jade y las asombrosas ofrendas masivas parecieron brotar de la tierra. Localizó y describió la disposición de monumentos y tumbas, y mostró que La Venta, a través del afán de planificación y de orientación, es el centro ceremonial, gubernamental y comercial de una población lo bastante numerosa y organizada para ejecutar trabajos gigantescos.

Los especímenes de madera carbonizada que pudieron recogerse en La Venta, en 1955, se sometieron al tratamiento del carbono 14 en los laboratorios de la Universidad de Michigan, revelando fechas escalonadas entre 1154 y 604 a. C.; así rodaron tanto la tesis "maya" de Thompson y de Sylvanus Morley como la evaluación "moderada" de Stirling y Drucker que colocaban el florecimiento olmeca a principios de la era cristiana.

Las excavaciones continuaron hasta 1958, dirigidas por Drucker y el mexicano Román Piña Chán; por desgracia, el sitio recubre un pozo petrolero; los bulldozers y los derricks de la compañia nacional Petróleos Mexicanos (Pemex) invadieron la isla de La Venta. Los monolitos y todos los objetos desplazables fueron transportados al museo de Villahermosa o al de México, causando considerables daños a los monumentos; a demás, se desató una desenfrenada "busca de tesoros", lanzando al mercado de los coleccionistas numerosos jades de gran valor. En 1968 la metrópoli olmeca es descrita por Michael D. Coe como el teatro de "todos los horrores de la civilización industrial moderna. Una refinería lanza nubes de humo, una pista de aterrizaje corta en dos el sitio arqueológico... La Venta se ha convertido en víctima del petróleo que se encuentra bajo su superficie, y se ahoga en su sangre negra".

San Lorenzo, al suroeste de La Venta, fue descubierto y excavado por Stirling y Drucker en 1945 y 1946. Se trata, en realidad, de tres sitios: Tenochtitlan, nombrado así por un maestro de escuela local en recuerdo de la capital azteca; San Lorenzo, dos o tres kilómetros al sur; y Potrero Nuevo, casi a la misma distancia, al este.

El estadounidense Michael D. Coe retoma en 1964 las investigaciones de Stirling y logra tres años ricos en resultados asombrosos. Entre lo más importante, describe a San Lorenzo como un centro de civilización anterior a La Venta, que florece durante 300 años y después es abandonado; adémas, señala que la meseta, que se eleva unos 50 metros por encima de la sabana periódicamente inundada, es artificial. Posteriormente, entre 1967 y 1968, descubre un sistema de canales subterráneos, hechos de piedras en forma de "U" minuciosamente ajustadas. Asimismo, en 1968, una rápida exploración con magnetómetro lo lleva a calcular que al menos 35 monumentos igualmente valiosos aún permanecen enterrados.

En 1960 fue descubierto por el arqueólogo Alfonso Medellín Zenil el sitio Llano de Jícaro, cercano a las montañas de los Tuxtlas, ubicado en un depósito de basalto en el que posiblemente hacían los monumentos. Los trabajos de 1991 localizaron un gran altar inconcluso, muestra de que en este lugar se daba forma a los monumentos para luego transportarlos al sitio asignado, en donde eran terminados.

Entre 1990 y 1996, el Proyecto Arqueológico San Lorenzo Tenochtitlan ha localizado más de 40 monumentos, en mayo de 1994 la décima cabeza colosal del sitio y en 1995 cinco esculturas de las que sobresale la guacamaya. Las arqueólogas Rebeca González, en La Venta, y Ann Cyphers, en San Lorenzo, aportan nuevos datos con fechamientos de radiocarbono tan tempranos como 1700 a. C.

Orígenes

Hacia el 1500 a. C., las tierras bajas tropicales de la Costa del Golfo de México estaban habitadas por pequeñas comunidades agrícolas que posiblemente compartían un mismo tronco linguístico. En esta regón se fundan los patrones básicos de la civilización mesoamericana. Su aspecto más discutido e interesante se centra en el cambio de las comunidades igualitarias hacia las sociedades estratificadas.

La fuerza que dio lugar a esta compleja sociedad está todavía en debate. Por un lado, se postula que su detonador fue local, mientras que otros afirman que fue la intrusión de un grupo mixe - zoque proveniente del litoral chiapaneco, bautizado por los arqueológos con el nombre de cultura mokaya.

El jaguar: una especie de animal totémico

El jaguar, abundante entonces en la región y peligro constante para sus habitantes, fue deificado. Pudo haber sido considerado el ancestro común, una especie de animal totémico. Acaso por ello su presencia es obsesiva en la plástica olmeca. El jaguar quizá fue conceptuado como el origen; representaba la tierra y el inframundo, como poco después la serpiente sería incorporada a su ideología, identificándola tal vez con el agua que corre: dos conceptos básicos en su pensamiento que posteriormente serían fusionados para dar lugar a un ser fantástico que reunía los atributos y simbolismos de ambos animales: tierra y agua, fertilidad.

Tanto en la escultura mayor y menor como en la cerámica, incluso en el arte rupestre encontrado fuera del área nuclear, aparecen ciertos rasgos que sirven para identificar las representaciones olmecas: cejas amígeras, la mancha del jaguar, ojos de forma almendrada, hendidura en "V" arriba de la frente, garras, colmillos y la comisura de los labios hacia abajo, entre otras.

Organización social

Cuando tratamos de formarnos una visión de conjunto de lo que podría ser la vida de los olmecas, nos espanta tener que aceptar la inmensidad de nuestra ignorancia. El clima, el tiempo destructor y las pesadas lluvias han dejado pocos vestigios de osamentas y de casas. Con excepción de una máscara, ningún tejido o pieza de cuero sobrevivió; no obstante, en el caso especial de El Manatí, por las condiciones del subsuelo se encontraron más de 30 bustos de madera. De cerámica y piedra trabajadas por los olmecas han subsistido muchos elementos en buen estado. Lo que se sabe de su vida proviene de esta iconografía, no siempre fácil de interpretar.

Los olmecas fueron una sociedad bien integrada y estructurada jerárquicamente. Este desarrollo se basó en los cambios en la producción, la tecnología agrícola se intensificó para mantener a un grupo cada vez mayor de personas desligadas de la producción de alimentos, como lo fueron los gobernantes, los sacerdotes y los artesanos. Colateralmente diseñaron estrategias adaptativas que utilizaron para explotar mejor su ambiente y tomar ventaja de su excelente posición geográfica, la cual fue clave para las comunicaciones y el comercio.

Su economía se basó en la agricultura intensiva, la caza, la pesca y la recolección. Fueron excelentes artesanos y realizaron un extensivo intercambio con regiones muy distantes de Mesoamérica, llegando a influir en las manifestaciones artísticas y religiosas de dichas regiones. La posible existencia de grupos de parentesco que mantuvieron el control de la gubernatura de cada sociedad se integraba y estructuraba jerárquicamente.

El control de la gubernatura de cada sociedad se manifiesta a través de la similitud entre las cabezas colosales de San Lorenzo y las de La Venta.

En el área no existe la roca volcánica con que edificaron los monumentos, sino que fue trasladada desde las montañas Tuxtlas, a una gran distancia. La roca volcánica pudo ser transportada por vía terrestre o acuática, y fue necesaria una gran cantidad de mano de obra y la colaboración de especialistas. Para esta inmensa empresa la sociedad olmeca tuvo que recurrir a las poblaciones aledañas que dominaba, logrando que participaran ya sea por coerción o por cooperación.

La presencia de objetos portátiles con claros rasgos olmecas en las tierras bajas del sur de México y algunos en el Altiplano, hacen pensar en una compleja red de intercambio en un área enorme, estos intercambios de mercancías suntuarias pueden reflejar relaciones entre grupos de élite y la posible presencia de especialistas de tiempo completo o parcial controlados por el grupo dominante.

La distribución de la iconografía olmeca, por otro lado, refleja una especie de homogeneización ideológica en gran parte de Mesoamérica; los mecanismos por los cuales se logra esta adopción superestructural por parte de otros grupos no se conoce aún, pero muestran el grado de control político alcanzado por los grupos olmecas que en lo económico se traduce en mejores opciones para controlar o negociar con las poblaciones cercanas a materias primas claves y a productos elaborados que se volvieron necesarios para la reproducción de la sociedad olmeca.

Religión

En cuanto a la religión, a partir de los monumentos sabemos que giraba alrededor de deidades sobrenaturales que en ocasiones tienen atributos de animales, sobre todo del jaguar, cuyo culto está bien definido. También existen representaciones de cocodrilos, serpientes, insectos, tiburones y peces. Uno de los temas de la cosmovisión olmeca es el concepto de transformación humana en seres con cualidades de jaguar.

Pero entre los olmecas no se conocen divinidades ya que ninguno de los monolitos o de las figuras representa ex profeso un dios. Estudios recientes sobre la iconografía tienden a demostrar la presencia de una serie de dioses que serían los antecesores de los ya conocidos en Mesoamérica.

Vestido y adorno

Parece que en esta época, la indumentaria mesoamericana, se estableció en lo esencial. El hombre llevaba un taparrabo, el máxtlatl azteca de la época Postclásica, a veces, una especie de falda corta, eventualmente un amplio manto. La mujer iba vestida con falda y huipil, o se dejaba el pecho descubierto (como aún lo hacen las indígenas más tradicionalistas). El clima del país olmeca no hacía necesaria una vestimenta más elaborada. Personas de uno y otro sexo podían ir calzadas de huaraches.

Practicaban, la deformación del cráneo (comprimiendo la bóveda craneal, del recién nacido, aún maleable, con ayuda de una tablilla y vendas) y la mutilación de los dientes anteriores. Estos eran, posiblemente, signos de reconocimiento de la clase dominante, como entre los mayas del periodo Clásico. El cráneo hendido, característica frecuente de la iconografía olmeca se encuentra nuevamente representado en el arte de Teotihuacan, donde las figurillas tienen en la cabeza una profunda indentación en medio de la frente.

La ornamentación esta formada por los brazaletes y las ajorcas, los collares y los pendientes, los pectorales, los ornamentos de las orejas y de la nariz; sin duda, se perforaban el tabique nasal para insertar joyas. En las cabezas de los dignatarios se observan tocados rígidos, de cuero o de tejido sobre armaduras de bejuco, a veces con bordes grandes. Los turbantes, relativamente sencillos como los de las cabezas colosales, o elaborados y de vastas dimensiones como el del Embajador cubren las cabezas quizá afeitadas si juzgamos por el aspecto de la estatua llamada del Luchador de Uxpanapa.

Conocimientos

Los olmecas han quedado situados en el tiempo como el primer pueblo civilizado de Mesoamérica. Fueron los primeros en construir vastos centros ceremoniales, en esculpir bajorrelieves y estatuas en altorrelieve, asociar monolitos horizontales o altares con estelas,cincelar piedras duras e inventaron símbolos que permanecieron en uso hasta la conquista española; probablemente tambien una numeración, una escritura y un calendario perfeccionado. Su civilización irradió de Veracruz a Michoacán, de Guerrero a Costa Rica.

Cerámica

La alfarería olmeca es muy variada, existe desde la cerámica blanca caolín hasta la café y negra decoradas con líneas, grabadas, con incisiones formando motivos como garras, encías, cejas, manchas de jaguar, entre otras. Entre las vasijas encontramos escudillas, platos de silueta compuesta, ollas con vertederas y vasijas zoomorfas. Las figurillas huecas y sólidas representan hombres, mujeres, niños,jugadores de pelota, etcétera, algunas con elaborados atuendos y otras desnudas.

 

 

 

 

 

 

 

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