Historia y Cultura de M�xico

 

  La Conquista

A principios del siglo XVI, la civilizaci�n occidental se hallaba en el umbral de una nueva era, sin paralelo hasta nuestros d�as, de descubrimientos e incentivos, de fronteras que saltaban en pedazos y de horizontes lejanos y no so�ados. Am�rica hab�a sido descubierta, pero el continente estaba pr�cticamente inexplorado.

En 1519 iban a cambiar las cosas, con la aparici�n en aquellas costas de un hombre de car�cter muy distinto al de cuantos lo habr�an precedido. Su nombre era Hern�n Cort�s, y en menos de tres a�os, con sus brillantes dotes de mando, su valor y su suerte casi incre�ble, iba a conseguir el hundimiento del imperio mexicano, y del emperador Moctezuma. Su historia tiene significaci�n especial, por que se�ala el primer enfrentamiento directo, con toda su fuerza y poder del Viejo Mundo con el Nuevo.

Los recursos del jefe espa�ol eran pocos: once naves que transportaban menos de setecientos hombres. Pero pose�a dos armas secretas, desconocidas para los nativos americanos: armas de fuego, entre ellas varios ca�ones peque�os, y 16 caballos. Cort�s utiliz� los dos en su primer encuentro con los habitantes de tierra firme. En una batalla librada cerca de Tabasco, al sudeste de M�xico, los aterrorizados indios Mayas se mantuvieron valerosamente firmes contra los ca�ones, pero los caballos fueron demasiado para ellos.

Al principio imaginaron que hombre y caballo eran verdaderamente un solo animal, alg�n monstruoso centauro que cargaba contra ellos, y huyeron. Cort�s, avanz� a grandes pasos hacia un �rbol cercano, dio sobre el un gran golpe con su espada y declar� espa�ol el territorio. La conquiste de M�xico hab�a comenzado.

Al d�a siguiente, los tabasque�os enviaron emisarios de paz al campamento espa�ol, con ricos presentes para sus conquistadores. Entre los regalos iba una joven india llamada Malitz�n. Esta muchacha a quien Bernal D�az describe como " de buen parecer y desenvuelta", fue sin duda el mayor don divino que jam�s recibiera Cort�s; no por que finalmente llegara a ser su amante y la madre de sus dos hijos, sino porque hablaba n�huatl y maya. Cort�s ya ten�a un interprete espa�ol maya, de modo que desde el momento que se le uni� Malitz�n terminaron los problemas de lenguaje.

El siguiente desembarco tuvo lugar a unas 200 millas al norte de Tabasco, dentro de las fronteras del belicoso imperio Azteca de Moctezuma.

Uno de los primeros golpes de suerte de Cort�s, Quetzalcoatl, su leyenda revela una fant�stica serie de coincidencias que da a la historia de la conquista el car�cter de un cuento maravilloso: Hace mucho tiempo, dice la leyenda, Quetzalcoatl hab�a bajado a la tierra en forma de hombre de piel blanca y barba negra; al cabo de veinte a�os hab�a embarcado hacia el este. Se dec�a que alg�n d�a volver�a para restablecer su dominio. Su regreso tendr�a ligar en un "A�o Uno Ca�a", y traer�a consigo muchas tribulaciones y sufrimientos. Seg�n el calendario Azteca 1519 era un A�o Uno Ca�a.

Moctezuma ten�a razones para inquietarse, incluso antes de conocer la llegada de Cort�s, varios "malos presagios" se hab�an sucedido, y cuando sus esp�as dijeron haber visto una banda de misteriosos extranjeros mandados por un hombre de faz inusitadamente p�lida y barba negra, las mas horrendas sospechas del emperador parecieron confirmarse.

Mientras Cort�s hac�a los preparativos para la marcha lleg� otro grupo de emisarios indios a Veracruz. Estos afables miembros de la tribu Totonaca explicaron que hab�an sido conquistados por los Aztecas y de los tributos que les hab�an impuesto sus odiados se�ores, por lo que quer�an unirse a los espa�oles en su campa�a. El conquistador accedi� a llevarlos consigo.

Antes de emprender la marcha, Cort�s tom� una decisi�n que por su valor y sangre fr�a debe ser considerada como la mas notable de su vida: ordeno a algunos de sus marineros perforar los cascos de sus naves y, con el pretexto de que estaban carcomidas y eran in�tiles para la navegaci�n las llevasen a tierra. De all� en adelante ocurriese lo que ocurriese, no hab�a retirada posible.

El 8 de noviembre de 1519 conduc�a Hern�n Cort�s 400 hombres cansados y sucios por la calzada sur, hacia el interior de la capital azteca, una procesi�n distinta avanzaba en direcci�n contraria, el mismo emperador, en su palanqu�n de oro, sal�a para encontrarse con su dios.

Desmontando de su caballo, Cort�s avanz� a grandes pasos hacia el emperador, y entonces, por primera vez, el Viejo y el Nuevo Mundo se vieron a la cara.

Para comienzos de 1520 pod�a decirse que la conquista de M�xico estaba terminada. Pero la suerte de Cort�s cambi� s�bitamente: las autoridades espa�olas en Cuba, enfurecidas por su insubordinaci�n enviaron una expedici�n de castigo, que Cort�s destruy�.

Entre tanto en la capital se produc�a un desastre. En mayo durante un festival religioso, Alvarado decidi� saquear a los indios nobles ataviados con sus mejores joyas y orden� a sus soldados una matanza para apoderarse de ellas.

M�s de 1000 nativos fueron muertos, y antes de que transcurriera una hora toda la ciudad estaba levantada en armas, desde entonces los espa�oles fueron rodeados en su palacio y cuando pidieron a Moctezuma su ayuda, este fue muerto a pedradas por su propia gente. El nuevo emperador fue Cuitlahuac, pero este muri� al muy poco tiempo victima de la viruela para ser sucedido por Cuauht�moc.

Las �ltimas esperanzas de Cort�s de permanecer en la ciudad, murieron con Moctezuma. Se dio cuenta de que hab�a de retirarse y ese misma noche cuando la multitud pareci� calmarse emprendi� la marcha.

S�bitamente, las aguas a ambos lados de la pasarela se llenaron de canoas que lanzaron una lluvia de flechas contra los espa�oles, los que no murieron por las flechas murieron ahogados por el peso del oro que llevaban consigo. Cort�s perdi� m�s de la mitad de su ej�rcito. Aquella terrible noche del 30 de junio de 1520 se recuerda como "La Noche Triste".

Tras tal hecatombe, pocos jefes hubieran querido continuar la batalla. Pero Cort�s estaba decidido a tomar M�xico y el 28 de diciembre condujo hacia el Valle de M�xico un nuevo ej�rcito de 550 espa�oles pero esta vez reforzados por cerca de 10,000 indios aliados adem�s de 13 bergantines para poder atacar por agua.

El asalto final se inici� en abril de 1521 pero la victoria result� m�s dif�cil de lo que hab�a cre�do. Cort�s supo que solo hab�a una soluci�n, aniquilar lenta y sistem�ticamente la ciudad. Y dio la orden a sus hombres de que destruyesen casa por casa y calle por calle y usaran los escombros para rellenar el lago. Y as� el 13 de agosto de 1521, cay� finalmente la ciudad de Tenochtitlan.

 

 

 

 

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