Sobre
el celaje
Un
piropo de adormecidas estrellas,
La
tarde riza las aguas,
La
espuma peina las peñas.
El
Castillo de los Forga,
Gimiendo
su decadencia,
Mira
sus techos dormidos
En
el lecho de la espera.
La
cruz de los pescadores,
Fe
de luto en las laderas,
Canta,
con sus soledades,
Por
la herrumbre de sus venas.
El
Inclán dice sus versos
Cargados
de sutilizas,
Y
se crespa los cabellos
En
los tanques que le acechan.
En
el alto de las cruces,
Florecidos
centinelas
Asomados
al abismo,
Quieren
dominar la cuesta.
La
“Quebrada de los Perros”
Trepa
por las chimeneas
De
los trenes asfixiados
Por
el humo de sus juergas.
La
Plaza de Bolognesi,
Estirando
sus palmeras,
Pregona
su gallardía
Con
un silbido de alerta.
En
la calle de Comercio,
Por
la torre de la iglesia,
Un
penacho de recuerdos
Del
“Tata” que siempre vela.
Por
la calle de Arequipa
Baja
un fardo de cerveza,
Rumbo
al nido de “Choronga”,
Cantando
“penita, pena”.
En
el Alto de la Virgen
Llora
un gallo de pelea,
El
espolón de su dueño
En
la jaula de sus quejas.
Por
las cejas del estadium
Cabalga
el negrito Quea,
Separando
al Mariscal
De
la calle de Las Huertas.
Y
por la calle de Puno,
Procesiones
de azucenas
Van
silenciosas llevando
Un
rosario de tristezas.
En
la calle de Barranco
“Baca
Flor” con su paleta,
Va
por las casas pintando
Su
nombre de puerta en puerta.
Por
Iquitos sube el alba
Apoyada
en dos muletas,
Sueño
de barcos y estribas
Saltando
de piedra en piedra.
Por
Córdova y Huamachuco,
En
carro de panderetas,
Sueño
de estibas y barcos
Sacudiendo
la pereza.
Por
el mercado pulula,
En
pos de nuevas monedas,
El
afán de los que viven
Cada
mañana una apuesta.
En
las orillas del muelle
Un
donque repiquetea
Y
alza una silla en el aire
Izando
así su bandera.
El
sol se baña en la plaza
Y
se revuelca en la arena,
Lujuria
de fuego y besos
Persiguiendo
las que llegan.
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