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Mónica
Stefano
.......dí
que nunca, nunca me vas a dejar,
........jamás
te abandonare.
Pero
llegó la hora de tu partida,
Recordaba
tu valentía y hazañas en el trapecio,
Te llamaba, pero tu no respondías mis ruegos,
Lloré,
pero no te conmovieron mis lágrimas.
Los
recuerdos me reducían a escombros,
Llamándote,
llamaba a mi juventud,
Envuelto
dolorosamente en tu capa negra,
Te
tragó la noche húmeda y gris de Mollendo.
Los
circos armaban sus carpas en la Calle de las Huertas, que se abre y
ensancha, los medianos iban a la altura de la Villa Corzo, que era el
centro de gravedad, los circos grandes más arriba; la llegada de un
circo era un gran acontecimiento, venían entre otros: el circo
Morales, el Capitán Paz, Pitty Fray, Monterrey, Valderrama, El
Imperial, Acapulco, etc. Los paseos por las calles anunciando su
debut, precedidos por la banda de músicos tenían generalmente el
siguiente orden: los artistas en traje de carácter, los gigantes con
zancos, los payasos y tonys, los animales si eran circos grandes con
sus domadores, y cerrando el desfile medio Mollendo como parte activa
del mismo; los circos inquietaban a todos, especialmente a los niños,
para quienes había funciones especiales a costos reducidos y las últimas
presentaciones eran con gancho, los programas llenaban la
ciudad y los voluntarios para el reparto aseguraban su entrada, lo
mismo los que suministraban los perros para las fieras.
Entre
los circos de primera, con dos pistas, que se trasladaban en barco,
vino el Royal Dumbar Circus, con un gran elenco y muchos animales, y
el circo alemán Jack Blunder, con un plantel de trapecistas de fama
mundial, que con ropa fosforescente hacían sus pruebas en la
oscuridad, y con una formidable orquesta.
Permanecían
en promedio una semana, y los artistas se hacían amigos de todos y
eran seguidos y admirados en calles, plazas y restaurantes, entre los
más populares estaba el fakir Oliver, un hombre viejo, flaco y narigón,
al igual que el tony Rulito, que iniciaba su presentación ante el
culto público de Mollendo, diciendo que con el respeto que cada uno
de ustedes se merece, no
conocía pueblo más inteligente,... .......porque se estaban comiendo
todos los burros. El fakir en sus actuaciones tomaba querosene y
gasolina para echar fuego, de modo que no tenía sensibilidad para
diferenciar un “taco” de aguardiente que le servían en el Tigre
Bar, con un refresco del “flaco” Saavedra, el Tigre se veía muy
concurrido con el tremendo jale y simpatía del enano Rulito, que tenía
mucho “caché” con las mujeres. La contorsionista rusa Olga
Surkova del circo Atayde, causó remezón en el ambiente social de la
década de los cincuenta, hermosa mujer, se llegaron a trompear por
ella; en el circo Pity Fray, la atracción era el payaso Frejolito,
que también tenía un número en el trapecio, sin malla de protección,
no se sabe si por falta de medios económicos o porque el objetivo era
hacer añicos los nervios del respetable.
Jaime,
ya había venido a Mollendo en otras oportunidades, primero en el
circo “El Imperial”, de sus padres: Juan Stefano Stankovich y
Stana Rosadovich Yovanovich, zíngaros que llegaron a América,
provenientes del Reino de los Servios Croatas y Eslovenos a finales de
la década de los ’20. Esta vez en noviembre del 55, “la vez que
después del primer beso comprobaron que era el mismo y dulce idioma
con que hablaban y palpitaban sus corazones”, vino en “El
Acapulco”, circo que formó su madre con el empresario mexicano Ángel
Guerrero, después de la muerte del padre de Jaime.
Noviembre,
mes de las “guaguas”. Mónica en compañía de unas amigas de su
clase del tercero de media del Colegio Nacional, compraron una guagua
con careta verde y roja en la pastelería Leguía y la llevaron al
“Acapulco” para hacer comadre a Isabel Stefano, la hermana de
Jaime aceptó con gusto en su camerino, solo indicó: .... “levanta
el ruedo”, era para invitar a Jaime al bautizo, Mónica que había
quedado rezagada se encargó de levantar el ruedo de la carpa
principal,.....y ahí empezó todo, ......una sencilla emboscada más
del destino, con la complicidad del amor. Luego del primer encuentro,
y después de poner orden en su corazón, le dijo que sí y fue el
inicio de un amor febril que aún no ha concluido, siguieron viéndose
en secreto, Jaime se las ingenió y “levantó un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo” y volvió cuantas veces el Acapulco
estuvo cerca del puerto, hasta que finalmente el 10 de abril, el Dr.
Moisés y Carlota Torres Gonzales y todo Mollendo que nunca ha sido un
pueblo que supo guardar secretos, mucho menos aquellos revestidos por
la comidilla de la frivolidad, se enteraron que el día anterior Mónica
“se había fugado”.
Lo
tenían bien planeado, alcanzaron al circo en la ciudad de Mala, Mónica
fue recibida con mucho afecto por el clan Stefano y con unas palabras
de bienvenida que jamás olvidará:.... ésta es tu nueva familia,
pobres no somos, somos unos ricos sin plata, que no es igual.
Paralelamente los desconsolados padres en Mollendo, pusieron una
denuncia de búsqueda a una menor de edad raptada, que además del
territorio nacional se extendió a Bolivia y Chile, para traerla en el
término de la distancia desde donde esté y como esté. La denuncia
tuvo efecto el 26 de abril, los dos fueron traídos a Mollendo, pero
no hubo forma de convencer a Mónica para que desista de un
matrimonio, que nadie auguraba que superaría los tres meses y, que
solo pudo llevarse a cabo cuando ella recurrió al artificio de
confesar “que estaba sucedida”; en vano fueron las reflexiones del
Dr. Torres Gonzales: ....mira Moniquita, los gitanos tienen un gran
apego a la familia, a sus clanes, es una etnia extremadamente machista
y, tratan a la mujer como un objeto, en poco tiempo te abandonara. De
allí le venía a ella: ....dí que nunca, nunca me vas a dejar,
....para recibir siempre una enérgica y misma respuesta: ........jamás
te abandonare.
El
30 de abril de 1956, hubo un auxiliar que intento corregir a Don
Abraham, que no se trataba de un nacimiento sino más bien de un
matrimonio, pero fue tarde, él ya había preguntado por el nombre que
debía registrar y nadie le contradijo que el equivalente en
castellano de Janko, era Jaime. Don
Abraham Uzátegui encargado de los registros de la Municipalidad de
Mollendo era un “nacionalista” a ultranza, nunca asentó una
partida con nombres de pila que sonaran extranjeros, cambió en
discusiones que siempre ganó, los de Bessie por Beti y Dolly por
Doris, por ejemplo; pero lo que no pudo cambiar Don Abraham, fueron
los apellidos del novio: Stefano Rosadovich. Con solo 18 y 16 años el
día de su matrimonio, Jaime y Mónica no le dieron importancia, por
que sabían que solo era un simple formulismo, se miraron e hicieron
un gesto, el primero de una larga e interminable serie que repetirían
en su feliz vida de cuarentisiete años y siete meses juntos,
comprendiendo en secreto cuanto amor esconden esos gestos,
......“solo tu y yo sabemos lo que ignora la gente”. Realmente
ellos ya estaban casados quince días antes, bajo los ritos gitanos en
Mala.
En el
Acapulco, circo de los Stefano, trabajaba la familia colombiana de Ben
Alí, con números de tragaespada, rodillo y baile; la familia
mexicana de los España en el blondín, que era una cuerda elástica
de equilibrio para juegos gimnásticos; la mexicana Juanita Lara fue
un caso único, estuvo en el trapecio hasta los 70 años de edad; pero
la máxima atracción eran los hermanos Stefano, Jaime ejecutaba
arriesgadas pruebas acrobáticas en el
trapecio, con el nombre artístico de “Águila Negra”, su
valentía y hazañas eran a gran altura y sin malla de protección, el
número lo hacía con la sola compañía de su capa negra, ,
demostrando gran habilidad física para guardar el equilibrio en
sustentación tan incierta; otra prueba también de trapecistas eran
“ Los Cuatro Diablos”, integrada por cuatro hermanos Stefano, aquí
la estrella no era Jaime sino su hermana Isabel,”la fuerte”.
Mónica
en cambio, no tenia aptitudes para artista, la preparaban en estricto
privado en un fácil número de rola-rola, pero solo cuando después
de encomendarse a la Virgen y darse el más fuerte de los porrazos, en
su intento número trece , Stana y los cuatro hermanos Stefano,
sobrinos de Ben Alí, gitanos legítimos, desistieron, asignándole
labores administrativas, como venta de entradas, control de las
localidades: palco, preferencia, platea y galería, finanzas, etc.
Hasta que después de varios años recorriendo con el circo por todo
el país y con varios hijos pequeños, se establecieron en
Mollendo, donde Jaime se integró admirablemente a la vida
portuaria y, también prestando valiosos servicios a la colectividad
como bombero, donde alcanzó el grado de Teniente Brigadier.
Se
quedó en Mollendo para siempre, hasta el día que se murió de amor
en sus brazos. Toda la vida, Mónica le reprochará su deslealtad de
haberse muerto sin ella, ..........pero lo que entendería
posteriormente, cuando puso nuevamente orden en su corazón, es que
todo pasó, la juventud pasó, y que si Jaime falló a la palabra empeñada,
fue solo porque en la última y mejor de sus piruetas, envuelto
dolorosamente en su capa negra, se puso a salvo de la agonía de la
vejez.
Alberto
Montoya
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AQP/
julio 2004.
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