Bandera de la República

        1931 es la fecha símbolo de un periodo en el que intenta realizar una serie de proyectos de política musical. La República recogerá el trabajo y la nueva conciencia critica que comienza entorno a los años 20, con el inicio de la actividad musical de esta generación. La República será consciente de estos nuevos valores, haciéndolos suyos; así 1931 será la plasmación oficial del cambio, el momento en el que la República eleva la actividad musical a una preocupación de estado.

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Bandera de la República

        El primer cambio positivo en el haber de la República, es la expresión de una conciencia musical, por primera vez se constata un gobierno que reconoce la importancia social de la música. La Junta Nacional de Música que se crea, estaba compuesta por Esplá, Salazar, E. Halffter y Bacarisse entre otros.

        El decreto del 21 de Julio de 1931, un modelo utópico de reforma musical, no era si no la revitalización de un viejo proyecto de Salazar. Se dice en el prologo: "Cualquier país que merezca actualmente el dictado de moderno y de progresivo contribuye, moral y materialmente, a sostener en alza el valor de la música, porque los poderes oficiales respectivos son conscientes de que este arte, por su fácil acceso internacional señala antes que todos el nivel espiritual de los pueblos." En los trece puntos del decreto se trata de solucionar todos los problemas históricos de la música y de la infraestructura musical española.

        El primer aniversario de la Junta se celebró con un acto al que asistieron Fernando de los Ríos, Indalecio Prieto, Unamuno, García Lorca, Madariaga, Salinas, Machado, Azaña, Ortega y Benavente entre otros, esto indicaba que la música había logrado conectar con la intelectualidad española del momento. Esta realidad entrara en crisis tras las elecciones de 1933, pero se volverá a restaurar en 1936 cuando el nuevo Consejo Central de la Música aparezca integrado por Bacarisse, Bautista, R. Halffter, Torner y Gerhard.

        Los años de la guerra 1936-39 son la ultima demostración de esa restauración porque a pesar de las circunstancias la música no se detiene, sino que de alguna forma se estimula su presencia. A partir de Julio del 36 era imposible volver a los planes restauradores del 31. El inicio de la guerra plantea unos cambios sustanciales dando una nueva concepción y unos usos claramente políticos y sociales a la música. Todos los medios eran pocos para hacer sobrevivir al gobierno republicano. Esta idea estuvo clara desde el pensamiento critico (periódicos, revistas como Hora de España, el Mono Azul o Música) y desde la práxis musical. La vanguardia musical se mantuvo al lado de la República, incluso con el sacrificio estético que supuso la producción de una música utilitaria, es decir, en la que no solo entrase el concierto, sino también el himno, la canción. Los representantes de la retaguardia musical se pusieron al servicio de la sublevación.

        Cuando el periódico Le Monde señalaba en 1937 "que la música estaba resistiendo el asalto de las bombas" hablaba de unos compositores con conciencia artística y social, como Martínez Torner, que iba escapando con sus archivos musicológicos desde Madrid a Valencia, o un R. Halffter y Bacarisse que luchaban en primera línea por la causa republicana. Estos, como casi todos los miembros de esta generación, partieron al exilio una vez terminada la guerra: Bautista y Pittaluga a Argentina; Salazar, R. Halffter, Rosa Gcía. Ascot y Jesús Bal y Gay a Mejico; Bacarisse a Francia, Gerhard a Inglaterra.

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