Por:
Juan Pérez Archibold, Sociologo Kuna.
14/06/2008
Dicen
los funcionarios del gobierno panameño
y de ETESA, que el proyecto Interconexión
Eléctrica Colombia-Panamá, por
Kuna Yala, territorio indígena ubicado
en Panamá, va porque es necesario para
el desarrollo nacional.
El Congreso General Kuna, dijo, queremos el
“desarrollo desde nuestra identidad”. El problema,
es cómo conciben el desarrollo, el gobierno
y la empresa, o si se quiere, desde qué
perspectiva están formulando el concepto.
La historia de las empresas, en territorios
indígenas han mostrado, sin embargo,
que el interés real de estas no ha sido
el desarrollo de los pueblos ni su inclusión
y el combate a la pobreza, sino maximizar las
ganancias de sus accionistas mediante el despojo
de tierras ancestrales y la violación
de los derechos de los pueblos indígenas.
Precisamente, es este tipo de nasguet an uilegedga
sae, (desarrollo que empobrece), como lo expresó
solemnemente el anciano kuna Inakeliginya. El
pueblo kuna se opone y luchará hasta
que se le agoten sus fuerzas y fibras movilizadoras.
Además, el desarrollo promovido por el
gobierno panameño y las empresas multinacionales,
promueven únicamente transformaciones
en las políticas y prácticas del
desarrollo coyuntural, sin un cambio en la lógica
estructural del sistema que lo plantea, diseña
y lo pone en práctica.
Por eso, el supuesto mejoramiento de las condiciones
de vida y el cuido de los recursos naturales
de los kuna que propone la interconexión
eléctrica de Colombia-Panamá,
provoca perplejidad y la duda razonable, por
la presencia de empresas multinacionales de
dudosa notoriedad y bien ganada reputación.
Primero, ENDESA-IBERDROLA, unión de empresas
españolas, participan en la construcción
del Sistema de Interconexión Eléctrica
Para América Central (SIEPAC), que tras
una aportación de US$ 45.8 millones,
coordinará y administrará la Empresa
Propietaria de la Red, e inaugura su presencia
por primera vez en Centro América detrás
de SIEPAC.
Segundo,
la Empresa Propietaria de la Red, está
constituida por las 6 empresas eléctricas
nacionales de Centro América (INDE de
Guatemala, CEL de El Salvador, ENEE de Honduras,
ENEL de Nicaragua, ICE de Costa Rica y ETESA
de Panamá) y dos socios extra-regionales
(ISA de Colombia y ENDESA-IBERDROLA de España,
adicionalmente la CFE de México, que
ha manifestado su interés de participar
como noveno socio de la EPR.
Tercero, este proyecto se encuadra en el Plan
Puebla-Panamá, con una estrategia de
desarrollo regional auspiciada por el Banco
Mundial y que impulsará el negocio de
las multinacionales de la energía que
operan en la región, como UNION FENOSA,
ENDESA-IBERDROLA que controla 110 empresas de
energía eléctrica en muchos países
de América Latina y el Caribe.
Así, conviene, inclusive, ir mas allá
de los planteamientos anteriores, preguntándonos,
¿Cómo el pueblo kuna, puede fiarse
en empresas, como ENDESA-IBERDROLA de España
que tienen el 44. % de sus acciones en Chile
y con un 2.9 % de la acciones del Estado Español,
manchadas de sangre y provocan desplazamientos
masivos del pueblo Mapuche y campesinos chilenos,
ampliamente documentado y denunciado, por Rodolfo
Stavenhagen, relator especial de la ONU?
¿Cómo saber, si los derechos del
pueblo Kuna están garantizados por la
empresa ISA de Colombia, si viola sistemáticamente
los derechos indígenas a través
de estrategias militares y paramilitares, y
el desalojo de pueblos indígenas y afrocolombianos
y campesinos mestizos desde Guajira hasta el
pacífico, y que coincide con la ejecución
de estos proyectos? ¿Acaso se ha preguntado,
sobre el impacto del proyecto Interconexión
Eléctrica, al pueblo afrocolombiano de
Tribugá, de Tumaco, de Buevaventura,
de Truandó, del Cacarica, del Curvaradó,
a los nueve pueblos indígenas, entre
ellos, Wayúu, Wiwa, Wounan, Embera, Katios,
Kuna, Chami, y a los millares de desplazados
de la Costa atlántica y el Pacífico
colombiano?
¿Tiene palabra de cumplimiento, uno de
los beneficiarios de este proyecto, UNION FENOSA,
que afectó e inundó el territorio
de la población indígena, afrodescendiente
y campesina por el embalse de Salvajina, en
Colombia sin responsabilizarse de su desplazamiento?
¿Entonces, cómo confiar en ETESA,
en el Estado y gobierno panameño?, si
los une a empresas exitosas y poderosas económicamente
pero desprestigiadas social, humana y políticamente.
¿Además, por qué ETESA
no dice todo lo que el proyecto plantea?: posible
construcción de un gasoducto, con miras
a convertirse en polioducto, transportando además,
crudo, fibra óptica y biodisel por la
Comarca Kuna Yala hasta Centro América
¿Cuál es el temor? No es el miedo,
¡así es como actúan las
empresas diciendo medias verdades!
Panamá y los panameños indígenas,
ancianos, hombres y mujeres, jóvenes
y niños nos merecemos por derecho una
vida buena con calidad. Queremos desarrollarnos
pero con dignidad, equidad e identidad. Y no
es precisamente, este tipo de desarrollo, que
sólo busca el crecimiento económico,
construirá un Panamá unido desde
la diversidad, justa y con vocación solidaria,
entre todos los panameños.
En este sentido, las empresas deberían
entender que no sólo deben satisfacer
los intereses de los accionistas y que tampoco
son máquinas dirigidas exclusivamente
a ganar beneficios materiales, sinogrupos humanos
que se proponen satisfacer necesidades humanas
con calidad dentro del sentido de Responsabilidad
Social Empresarial. Sin embargo, otra lógica
funciona dentro de su sistema.
Por eso, Indígenas, obreros y campesinos
de Panamá ¡unámonos!
Redacción
de MUNDO KUNA, 14/01/2009