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Kunas: proximidad y lejanía
Por: Harmodio Awibe Vivar

En el presente artículo analizamos brevemente cómo es imaginado el pueblo kuna en distintos momentos históricos.

Kunas o Kuna Yala: ¿qué imágenes sugiere ese nombre en la sociedad panameña en general? ¿Qué son los kunas para los otros que no habitan en su territorio?

Los kunas son a veces una rara noticia que causa aversión en la opinión pública o una seductora imagen para turistas.

En el siglo XVII, los Kunas –habitantes del Darién- empiezan a aparecer en los documentos históricos como pueblo belicoso e insumiso que durante tres siglos mantienen amenazados a los hispanos con quienes varias veces firman acuerdos de paz que no se cumplen.

. Así, la resistencia Kuna se convirtió en un “temor colonial” en palabras del historiador Alfredo Castillero Calvo: “Los colonos percibían al Darién como un mítico territorio de misión y guerra, y a los kunas, sobretodo cuando se aliaron con los piratas, como una gravísima amenaza para la propia colonia. El temor a los kunas se convierte en uno de los grandes miedos coloniales, como el miedo a lo incendios, a los naufragios…”[i]

Entre los primeros en llegar para la conquista de los Kunas en 1907 fue el padre Leonardo Gassó –veterano de la labor misionera- quien inmediatamente se lanzó a inculcar la costumbre católica de arrodillarse en la misa; pero muy pronto el cura comprobó que a sus anfitriones le costaba mucho adoptar esa postura, que no tenían la destreza ni el habito de postrarse o doblegarse las piernas, lo cual, a su juicio, simbolizaba su renuncia a someterse al cristianismo.[ii]

Esta imagen de pueblo insumiso e incontrolable estuvo muy presente en la percepción de los gobernantes en los primeros años de la República. Era una percepción alimentada por una mitología urbana. El Kuna imaginado por los burócratas era una recreación de los fantasmas medievales: brujos, salvajes, bárbaros...

El “miedo colonial” del que habla Castillero Calvo probablemente pervivía en el imaginario de los funcionarios de la época, que para “superarlo” empezaron a legislar sobre sus propios fantasmas. La ley que dicta la Asamblea Nacional en 1908 para “civilizar a las tribus semisalvajes del país” intentaba legalizar y magnificar un escenario imaginado, es decir, un espejismo... En esa visión, los indígenas eran una caricatura, una mera sombra no una realidad propia.

Con el episodio revolucionario de 1925, los Kunas consolidan su perfil de pueblo agresivo y desleal. Pero luego, en las décadas siguientes, hubo acuerdos políticos y transacciones con los gobernantes de turno, uno de cuyos resultados fue la aprobación de la ley 16 de 1953 que garantiza los derechos territoriales de los kunas.

En los últimos 60 años, la imagen belicosa de los kunas fue disipándose en gran parte, por los efectos socializantes de la educación, las migraciones, el comercio, el turismo y la religión.

Es en los medios de comunicación donde hoy la imagen kuna sufre distorsiones. El campo de la subjetividad periodística es fecundo en ese sentido.

La Prensa publicó en una ocasión una crónica sobre los Kunas y lo tituló: San Blas, Paraíso Terrenal. El texto, en su parte medular, dice: “El ejemplo de esta sociedad precolombina es digno de admirar: han logrado preservas sus tradiciones y traspasar a sus hijos ese respeto por la Madre Naturaleza”.[iii] El mismo diario expresaba en otra oportunidad “Tanto rogar por alcanzar el paraíso y lo tenemos a la vuelta: 365 islas sin tráfico, ni vidrios ni televisión. En San Blas es fácil encontrar nuestra isla soñada.”[iv]

Son dos ejemplos que ilustran cómo la información sobre los kunas es maquillada y banalizada de manera intencionada y oportunista. Nos encontramos ahora frente a otro extremo de la imagen kuna: su desmedida exaltación.

El desprecio o la exaltación. Ambos extremos son caricaturas del pueblo kuna. Son formas de imaginar a quienes no se conoce con plenitud.

Se diría que los medios de comunicación han “confiscado” nuestra imagen, reduciéndola a paisajes idílicos o a unos cuantos datos noticiosos. Muchas noticias originadas en zonas indígenas son trastocadas para amplificar su “rareza” Estas peligrosas reducciones no contribuyen en nada al conocimiento mutuo de las culturas.

Hace falta conocer más humanamente al pueblo kuna por su constante renovación y su voluntad de encontrarse con el mundo.

09/02/2009
MUNDO KUNA, UN MUNDO DE INFORMACIÓN, 2008, DISEÑO WEB: ARMANDO FILOS (IBAKKILER), E-MAIL: [email protected]
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