por Pedro Rojas
"Yo no creo que sea inevitable el triunfo
del socialismo. Creo que el resultado depende de la lucha de clases, en
la cual estamos inmersos. Y que, entonces, lo indispensable es luchar,
luchar con rabia para triunfar. Porque podemos triunfar. No hay ningún
Dios que haya fijado que no podamos hacerlo"
NAHUEL MORENO
El 25 de enero se cumplió el décimo aniversario de la muerte
de Nahuel Moreno, seudónimo partidario de Hugo Bressano Capacete,
uno de los más grandes dirigentes revolucionarios de la segunda
postguerra, maestro y fundador de la corriente internacional de la que
provienen los partidos trotskistas de Centroamérica, y que hoy
adquiere continuidad a través del Centro Internacional del Trotskismo
Ortodoxo (CITO)-IV Internacional.
Moreno nació en 1924 en Alberdi, provincia de Buenos Aires, Argentina.
En 1944, con escasos 20 años de edad, junto a un puñado
de jóvenes funda el Grupo Obrero Marxista (GOM). En su documento
precursor Moreno afirma: "Nos empalmaremos en el movimiento obrero,
acercándonos y penetrando en las organizaciones dónde éste
se encuentre, para intervenir en todos los conflictos de clase".
En abril de 1945, en medio de la marea peronista que inundaba a la Argentina,
este pequeño grupo dirigió una huelga en una de las fábricas
más grandes del país, el frigorífico Anglo Ciabasa,
localizado en Avellaneda, el cuál empleaba a 15.000 obreros. A
partir de esa experiencia se desarrolla en el Partido de Moreno una contínua
lucha por echar raíces y hacerse fuerte al interior de la clase
trabajadora. La corriente internacional que encabezó tuvo el gran
mérito de dar la batalla consecuente por sacar al trotskismo de
los círculos viciosos y las tertulias de la intelectualidad de
clase media y dirigirlo tenazmente hacia el movimiento obrero, en medio
de las más adversas circunstancias y el hostigamiento implacable
de la patronal, las burocracias sindicales y el stalinismo. Máxime
en aquellos tiempos en que ser trotskista era sinónimo de paria
o hereje en los propios medios de la izquierda.
Es imposible en esta breve nota describir el papel de Moreno, como continuador
de la IV Internacional fundada por León Trotsky. El legado que
aportó a sucesivas generaciones de revolucionarios, especialmente
de Latinoamérica, es denso e invaluable. Su claridad en la defensa
de los principios, su lucha indoblegable por la independencia política
de la clase obrera y la revolución socialista, su método
fraternal de construcción partidaria -nos educó siempre
en el respeto a los cuadros, a los organismos, y a la militancia de conjunto-,
sus elaboraciones teóricas de vasta magnitud; son todos aspectos
de su obra que reivindicamos con emoción en el décimo aniversario
de su fallecimiento.
No obstante, sin duda Moreno fue tanto más grande en la medida
en que dedicó sus mayores esfuerzos a la construcción del
partido mundial de trabajadores. En este aspecto, Moreno no hace más
que retomar con pasión la tradición marxista. Desde el Manifiesto
Comunista de Marx y Engels entendemos que el capitalismo es mundial y
está férreamente organizado en ese terreno, por lo tanto,
la clase obrera revolucionaria debe necesariamente organizarse a escala
mundial para hacer viable su lucha por la victoria. Este principio se
hace aún más evidente ante la llamada "globalización"
contemporánea.
En sus propias palabras, Moreno describe así el papel de la IV
Internacional, a cuya construcción dedicó su vida entera:
"Pese a todos sus errores, esta Internacional ha tenido un mérito
gigantesco; en medio de la más feroz persecución de la burguesía
y la burocracia stalinista, ha conservado para el movimiento obrero y
de masas toda la experiencia adquirida en más de un siglo de lucha.
Una experiencia cuya pérdida hubiera atrasado por varias décadas
el desarrollo de la revolución socialista. Una experiencia que
se sintetiza en una teoría, la de la revolución permanente,
un programa, el programa de transición, y una organización,
el partido leninista-trotskista". Más adelante, con suma
honestidad, ponderando las múltiples debilidades que a través
de su larga marcha "contra la corriente" ha experimentado la
IV Internacional, agrega:
"...todos estos errores, divisiones, y agrias discusiones del
pasado y del presente, no son más que los dolores de parto de ese
partido mundial con influencia de masas. La IV Internacional que nosotros
conocemos es, a la vez, el embrión y la partera de ese partido.
Por eso estamos en ella y por eso seguiremos en ella".
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