Indice General

El partido y la revolución
3

Teoría, programa y política
polémica con ernest mandel

 

Un documento escandaloso

(en respuesta a “En defensa del leninismo, en defensa de la Cuarta Internacional” de Ernest Germain)

 

Nahuel Moreno

 

Secretariado Centroamericano —SECA—

Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo —CITO—

http ://www.geocities.com/obreros.geo/

mail : [email protected]

Edición electrónica Diciembre 2001

(Tomado de Ediciones Antidoto, Buenos Aires, 1989)



Indice

Capítulo III El documento europeo y la sección francesa

¿Europa occidental se convirtió en una isla?

¿Europa occidental dejó de ser imperialista?

Un documento mudo frente a las colonias portuguesas, Vietnam del imperialismo europeo

Una “solidaridad” que no basta

¿Dónde quedó el amor por la “lucha armada?

La sección francesa frente al imperialismo francés y al europeo

Comencemos por Rouge

El imperialismo francés

Qué dicen el programa, el CC y el Congreso de la Liga Comunista

La campaña electoral

¿Diez mandamientos o una sola política correcta?

Diez tareas centrales y ningún eje político fundamental

Un documento que no arma a los militantes

El programa para los obreros inmigrantes

Retomemos una gloriosa tradición

 

Capítulo III
El documento europeo y la sección francesa

La compañera Mary Alice Waters ha señalado los graves errores metodológicos y de orientación del documento europeo de la mayoría. A pesar de que no somos especialistas en Europa y de que consideramos indispensable la opinión de los camaradas europeos, el documento nos provoca una serie de dudas que consideramos necesario plantear. Ese es el objetivo de este capítulo. De ahí que serán muchas más las preguntas que formulemos que las respuestas categóricas que podamos aportar. Planteadas así, sin mayores pretensiones, esas preguntas pueden ayudar a explicar por qué consideramos que el documento europeo comentado tiene, como mínimo, el defecto de que no arma a nuestras secciones europeas para el desarrollo de su actividad.

¿Europa occidental se convirtió en una isla?

El mencionado documento no peca de falta de audacia en el análisis, ni de mezquindad en las previsiones, cuando plantea que nuestras secciones deben prepararse para “la revolución socialista [que] está a la orden del día... desde el punto de vista coyuntural” y exige “preparar al proletariado europeo a oponerse masivamente a toda tentativa de intervención contrarrevolucionaria internacional contra una primera revolución socialista en un solo país de Europa capitalista, preparación que debe iniciarse de antemano y de una manera sistemática a medida que el proletariado renueve con sus tradiciones internacionalistas”. [105] Esta etérea fórmula que sintetiza parte importante del pensamiento de los camaradas de la mayoría y, en realidad, todo el resto del documento, nos obliga a formular cinco preguntas que consideramos importantes:

Primera: ¿Quién va a dirigir la revolución socialista en Europa capitalista?

El documento de la mayoría afirma que “la revolución socialista está nuevamente a la orden del día... desde el punto de vista coyuntural” y, más aún, esboza una política para “una primera revolución socialista en un solo país de Europa”. La primera pregunta que se nos plantea es: ¿quién va a dirigir esa “primera revolución socialista”? Para un trotskista, la respuesta es una sola: “en principio, esa victoria de la revolución socialista en un país sólo la podrá conseguir un partido trotskista transformado en partido con influencia de masas”.

Pero el documento afirma que la perspectiva de construir partidos trotskistas de masas está excluida en esta etapa de la lucha de clases en Europa. De aquí se deduce que, para los camaradas de la mayoría, hay posibilidades de que el proletariado tome el poder en algún país de Europa sin ser conducido por nosotros. Esto equivaldría a decir que debemos revisar todo nuestro análisis y programa.

Si no es así, esto significa que los camaradas piensan que podemos construir en algún país de Europa un partido trotskista que dirija a las masas hacia “una primera revolución socialista”. Entonces, estamos en presencia de una segunda contradicción: la mera existencia de tal partido significaría un cambio de conjunto en toda nuestra Internacional, puesto que indicaría la posibilidad de construir partidos semejantes en todo el mundo o, al menos, en toda Europa.

Cualquiera que sea la respuesta de los camaradas de la mayoría, ésta destruye por la base todo el documento. Si va a haber una revolución socialista que no sea dirigida por nosotros, debemos comenzar por revisar al trotskismo de conjunto, cosa que el documento no plantea. Si la revolución la vamos a dirigir nosotros, la posibilidad de construir partidos trotskistas con influencia de masas está planteada en forma inmediata en toda Europa; por lo tanto, el resto del documento pierde razón de ser, ya que se basa en la premisa opuesta.

Segunda: ¿Europa Occidental no tiene nada que ver con Europa Oriental?

En el documento de la mayoría para Europa, parecería que Europa Occidental se hubiera convertido en una isla que no tiene nada que ver con el resto del continente. Se pretende construir partidos revolucionarios en “Europa capitalista”, preparando a las masas para el triunfo de una revolución socialista en algún país capitalista, pero no para el triunfo de la revolución política en algún país de Europa Oriental.

Un documento que trata de hipótesis teóricas debería decir que una posibilidad es tan grande como la otra. La intensificación del comercio entre el Este y el Oeste va a provocar serias crisis en los estados obreros de Europa Oriental. Si esta intensificación del comercio puede aligerar mínimamente la intensidad de la crisis en el Occidente, cosa que no creemos, es absolutamente seguro que acelerará la crisis de los regímenes burocráticos orientales al fortalecer las tendencias restauracionistas y agudizará en poco tiempo las contradicciones internas.

Hay múltiples razones para que esto ocurra. Un mayor comercio del Oeste capitalista con los estados obreros burocratiza-dos, sin el contrapeso de la democracia y la movilización permanente de la clase obrera, fortifica las tendencias burguesas y pequeñoburguesas de los sectores mayoritarios de la burocracia y de la clase media, alentados por el mayor nivel económico del imperialismo. En el otro polo está planteada la defensa del estado obrero por parte de los trabajadores.

Una gran revolución puede ser provocada por un gran peligro y una brutal ofensiva desatada por la reacción. Por eso debemos seguir con mucha atención el curso general de los acontecimientos en los estados obreros del este de Europa, en especial Yugoslavia y en la URSS, porque allí pueden darse situaciones que fecunden el proceso revolucionario de Occidente, plantean-do la fraternización de los trabajadores occidentales con esa revolución política.

Pero igual que en el caso anterior, esa revolución política en 1 algún estado obrero del Este de Europa, sólo se podrá dar si está a su frente un partido trotskista de masas. De manera que provocaría la crisis definitiva del stalinismo y significaría un salto colosal, de masas, para nuestras secciones de todo el mundo. Ese partido trotskista de masas que hubiera dirigido la revolución política se convertiría en el eje de nuestra Internacional.

Un documento europeo digno de ese nombre, debería incluir todo un capítulo dedicado al programa de transición para la revolución política en el Este de Europa. Dicho programa, que debería partir de consignas democráticas elementales y de la exigencia económica mínima de reducir los privilegios de la burocracia, está totalmente ausente del documento europeo de la mayoría.

Esta ausencia es un grave error, por dos motivos. El primero, que ya vimos, es que nada nos permite prever si se dará primero el triunfo de la revolución socialista en un país de Europa occidental, que el de la revolución política en uno de Europa oriental. El segundo es el alto grado de organicidad que tiene la revolución europea a partir de la revolución francesa. Este factor hace que la revolución europea sea un proceso único, tanto desde el punto de vista histórico como del coyuntural, y que, comience por donde comience, (por el Oriente o por el Occidente) se extienda como un reguero de pólvora por toda Europa, en forma casi instantánea. El proletariado de Europa capitalista tiene grandes tareas planteadas si estalla la primera revolución política en algún país de Europa oriental. Por lo tanto, de nada vale que este documento se refiera a la construcción de nuestros partidos en Europa capitalista, aun si este documento fuera acompañado por otro sobre la construcción de partidos en Europa oriental, con un programa específico. Porque, al no estar planteadas de conjunto para Europa dichas tareas, ni sus respectivas consignas, queda destruido cualquier análisis sobre la situación europea y cualquier política basada en dicho análisis.

Tercera: ¿Qué se hace después de tomar el poder?

La tercera pregunta que se nos plantea al leer el documento europeo tiene que ver con la siguiente frase, aparentemente correcta: “preparar al proletariado europeo a oponerse masivamente a toda tentativa de intervención contrarrevolucionaria contra una primera revolución socialista en un solo país de Europa capitalista”. [106]

Es evidente que una primera revolución socialista correrá el peligro de ser atacada por la burguesía del resto de Europa y de todo el mundo imperialista. Es justo entonces que le planteemos al proletariado europeo y de todo el mundo que hay que defenderla. Pero, ¿esa es nuestra estrategia?

Según la teoría de la revolución permanente, si triunfa la revolución en un país europeo, lo que está planteado en forma inmediata es desarrollar la revolución en el resto de Europa. Vale decir, una política ofensiva y no defensiva. Según la teoría del socialismo en un solo país, si en cualquier país del mundo triunfa la revolución socialista, los partidos comunistas deben dedicarse a defenderla, en lugar de tratar de extenderla a todos los países. Esta fue la teoría que, llevada a la práctica por la burocracia soviética, significó convertir a todos los partidos comunistas del mundo en agentes de la diplomacia del Kremlin, y terminó por destruir a la III Internacional.

La formulación del documento europeo es sumamente peligrosa, porque coincide formalmente con la stalinista: nos plan-tea como fundamental una tarea defensiva. Esta tarea defensiva es correcta y justa, si forma parte de una estrategia ofensiva; planteada como la única, tal cual está en el documento europeo es, cuanto menos, peligrosa.

Cuarta: ¿Por qué no figuran los Estados Unidos Socialistas de Europa entre las diez consignas centrales?

El olvido de Europa oriental y la formulación incorrecta de una política defensiva después de la toma del poder en algún país de Europa capitalista, nos conducen de la mano a esa cuarta pregunta. La consigna de los Estados Unidos Socialistas de Europa no figura entre las diez tareas centrales de esta etapa. Sólo se la menciona como un eje secundario de propaganda. Sin embargo, cuando Trotsky formuló esta consigna, lo hizo en base a una cuestión teórica (la teoría de la revolución permanente, en especial su carácter internacional) y a una cuestión de la realidad concreta (la unidad especifica de la revolución europea).

Esta última característica se ha visto fortalecida por la unidad, cada vez mayor, del capitalismo europeo en las últimas décadas.

Para el trotskismo, si triunfa una revolución política en el Éste o una socialista en el Oeste de Europa, lo que está planteado es desarrollar en permanencia la revolución extendiéndola a todos los países de Europa. ¿Y qué consigna tenemos para ello, sino la de Federación de Estados Socialistas de Europa? La ausencia de esta consigna entre las diez centrales del documento europeo de la mayoría es un claro ejemplo de los peligros que nos amenazan detrás de las otras formulaciones oscuras e incorrectas. Desde ya, si pensamos que Europa occidental no tiene nada que ver con Europa oriental, y que, tomado el poder en un país, la tarea central es defenderlo y no extender la revolución, el hecho de que esta consigna no figure entre las tareas centrales, pareciera ser una consecuencia inevitable.

Quinta: ¿No hay ninguna relación entre la revolución europea y la revolución en las colonias y semicolonias del imperialismo europeo?

Esta pregunta tiene su origen en que el documento europeo no toma para nada en cuenta la relación orgánica que existe entre la revolución europea y la revolución de las pocas colonias y las abundantes semicolonias del imperialismo europeo, ni de las que éste puede aún conquistar.

No estamos hablando de la relación general que hay entre todos los procesos revolucionarios, sean o no coloniales, sino —por ejemplo— de la relación que existe entre la revolución europea, y la actual lucha heroica de las guerrillas de las colonias portuguesas contra el imperialismo portugués y europeo en general. O de las guerrillas o movimientos de masas de las colonias y semicolonias francesas contra el imperialismo francés. Estamos hablando de la relación concreta, específica, de las luchas de liberación nacional en todas las colonias y semicolonias de los diversos imperialismos europeos, con la revolución socialista en Europa.

Es decir que, para nosotros, no hay ninguna posibilidad de construir partidos revolucionarios en Europa capitalista si no es levantando y agitando permanentemente consignas fundamentales contra el imperialismo europeo. Esto es así porque la base del capitalismo europeo es la explotación imperialista de sus colonias y semicolonias, y la única forma de destruir el capitalismo europeo es destruirlo como capitalismo imperialista que es. Sin la consigna central de lucha contra el imperialismo europeo, se puede construir en Europa capitalista cualquier tipo de partidos, menos partidos trotskistas revolucionarios.

¿Europa occidental dejó de ser imperialista?

Aparentemente la parte más débil del documento es justamente la primera, donde considera la crisis económica y social del “neocapitalismo”, pero no dedica ni una línea, no hablemos de un capítulo, a la crisis del imperialismo europeo, a la relación de las metrópolis con las colonias y semicolonias. El capitalismo europeo, si hemos de seguir el análisis económico y social del documento, sólo explota a la clase obrera de sus países. No podemos negar que es consecuente hasta el fin con el carácter obrerista de todo el documento, pero la realidad no es así: el imperialismo europeo explota a la clase obrera de sus países y a sus colonias y semicolonias. Hay una dialéctica económica, tanto como política y social, entre Europa y los países que explota, que el documento no señala.

Los países imperialistas europeos, pese a que son imperialismos menores, no han dejado de ser imperialistas. Se han transformado, por su estructura, en hermanos menores, del imperialismo yanqui. Como resultado de la revolución colonial, han transformado su forma de dominación, imitando a los yanquis, la dominación sigue existiendo. De un imperio colonial, han pasado —en su mayor parte—a uno semicolonial, sus dominios ya no son coloniales sino países dependientes y semicolonias. Las vueltas de la historia han provocado esta transformación de la revolución colonial, de lucha contra la dominación política colonial a lucha por la liberación nacional, económica y política de las semicolonias. Se ha vuelto más sutil, pero no por ello menos importante.

Pero si los países europeos se han transformado de imperios coloniales en semicoloniales, un documento hipotético y general debe tratar de precisar su actual situación y su probable dinámica. ¿Los imperios europeos llegarán a ja intervención armada en sus semicolonias (al igual que el imperialismo yanqui), cuando peligre su dominio? ¿La intervención en Irlanda, Tchad y colonias portuguesas, son las últimas intervenciones o un índice del futuro más probable?

Para nosotros no hay dudas: Irlanda y las colonias portuguesas indican el futuro curso del imperialismo europeo, si los trabajadores no logran atarle las manos. Ya el imperialismo francés vive provocando golpes de estado e intervenciones en los países que domina.

Pero hay algo igualmente grave: el documento prevé inflación y desocupación para los trabajadores europeos occidentales, con la posibilidad de batallas decisivas dentro de cuatro o cinco años entre la reacción capitalista y los trabajadores. ¿Esta miseria creciente y desocupación, y la tendencia a gobiernos reaccionarios y luchas decisivas, no se expresará en forma mucho más brutal en las relaciones entre los imperios europeos y las masas coloniales y semicoloniales? Nosotros afirmamos categóricamente que sí, ya que esta es la lógica del dominio imperialista.

Y también habrá reacciones brutales por parte de las masas coloniales si tomamos como referencia los movimientos huelguísticos de Mauritania, África del Sur y Rhodesia, o los movimientos guerrilleros de Angola y Tchad.

Nada de esto prevé o menciona el documento de la mayoría. Entre el documento Europeo y algunas afirmaciones generales de Rouge, vemos contradicciones: “La IV Internacional asume la responsabilidad de apoyar y participar activamente en la denuncia de la penetración imperialista en el continente negro”. [107]

Pero de este solemne compromiso no hay ni noticias en el documento de la mayoría sobre Europa. Por más que hemos leído y vuelto a leer, no hemos encontrado ni una sola frase parecida. Es decir, que la defensa de la autodeterminación de todas las colonias y semicolonias del imperialismo europeo no figura entre las diez tareas centrales. El hecho de que se considere que se pueden “construir partidos revolucionarios en Europa capitalista” sin que ellos levanten esta consigna ni las otras relacionadas con la expulsión del imperialismo, constituye una peligrosa desviación ideológica que podríamos temer que se transforme en claudicación política objetiva si no supiéramos que en la práctica diaria nuestras secciones y militantes europeos llevan a cabo una lucha real contra el imperialismo europeo.

Un documento mudo frente a las colonias portuguesas, Vietnam del imperialismo europeo

El aparente olvido del carácter imperialista de Europa se refleja en una carencia fundamental del programa de la mayoría: no hay una palabra frente al Vietnam del imperialismo europeo, que son las guerrillas y los movimientos de liberación nacional de las colonias portuguesas. Este silencio sería inexcusable aun en el caso de que las colonias portuguesas estuvieran oprimidas exclusivamente por Portugal. Pero, para peor, no es así; las colonias portuguesas son tales sólo formalmente. En realidad son colonias del imperialismo europeo en su conjunto, principalmente de Inglaterra, Alemania y Francia, en sociedad con Bélgica, Estados Unidos y Japón.

Portugal es, de hecho, una submetrópoli o subimperialismo. Es el país más pobre de Europa Occidental, y su economía está controlada por inversiones extranjeras, particularmente inglesas.

Portugal ha lanzado una tremenda represión sobre los movimientos liberadores de sus colonias, financiada y armada por el imperialismo particularmente el europeo, a través de la NATO. La brutalidad de esa represión ha producido horror a la opinión pública mundial. Sólo en el año 1961, al ser lanzada la guerrilla por el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), la guerra imperialista produjo alrededor de 50.000 muertos.

De los países de la NATO, Alemania, Inglaterra y Francia son los que más armas proporcionan a la guerra contra los pueblos de la colonias portuguesas. Francia es el caso extremo: no ha puesto ninguna restricción al suministro; se ha negado a votar ninguna sanción contra Portugal, tanto en las Naciones Unidas como en el Consejo Europeo y no permite, desde 1960, que entren en su territorio los representantes de los movimientos de liberación.

Actualmente, la guerra en las colonias portuguesas tiene las mismas características que la de Vietnam. De los 150.000 soldados portugueses de la NATO que había en Europa, sólo quedan 10.000; el resto se ha ido al África. Los portugueses tratan de arrasar las zonas liberadas y reacomodan a la población campesina en aldeas fortificadas, que son verdaderos campos de concentración. Las intercomunicaciones entre los centros urbanos se hacen casi exclusivamente por aire, dado que los guerrilleros están controlando las principales vías terrestres. Esta es la realidad de la lucha de clases en las colonias portuguesas: es el verdadero Vietnam del imperialismo europeo.

Una “solidaridad” que no basta

Sin embargo, el documento europeo de la mayoría no dice una sola palabra sobre esto. Y ese silencio no se compensa diciendo que vamos a ser “solidarios” con las luchas antiimperialistas en general. No sirve hablar de “solidaridad” cuando los propios países a los que pertenecemos están masacrando a todo un pueblo. No se puede hablar de “solidaridad” cuando debemos en parte nuestro alto nivel de vida a la explotación de aquellos que están siendo masacrados. Es totalmente insuficiente hablar de “solidaridad” cuando la única forma de que nuestros hermanos de clase de las colonias portuguesas triunfen, es que nosotros nos movilicemos contra el imperialismo de nuestro propio país y de nuestro propio continente. Menos aún si somos conscientes de que el triunfo de los guerrilleros sería un gran avance para los trabajadores europeos. A los camaradas de la mayoría les parece suficiente hablar de “solidaridad” en general, sin nombrar siquiera a los guerrilleros de las colonias portuguesas.

Aquí no se trata de “solidaridad”, de una frase dicha al pasar en todo un documento. Se trata de algo muy superior, de que la denuncia y la lucha contra “nuestro propio imperialismo” es, junto con la denuncia y la lucha contra “nuestro capitalismo”, nuestra principal tarea a escala histórica. Se trata de que si las masas trabajadoras de nuestro continente o nuestro país, envenenadas por el chauvinismo imperialista, no entienden que sus países son imperialistas, nosotros debemos denunciarlo todos los días y a toda hora; nunca tomar esa denuncia y esa lucha como una tarea secundaria que no merece más que una frase dicha al pasar.

¿Acaso creen los camaradas de la mayoría que se pueden “construir partidos revolucionarios en Europa capitalista” hoy en día, sin levantar en primer plano la lucha contra el imperialismo europeo asesino de los pueblos africanos? ¿Están seguros de que dichos partidos pueden ser “revolucionarios”?

¿O acaso creen los camaradas de la mayoría que esta omisión se remedia haciendo una campaña de solidaridad con la lucha antiimperialista de los irlandeses? Por otro lado, ¿el documento de la mayoría plantea seriamente dicha campaña? Nos parece que no, puesto que no se dice que se debe hacer ya mismo una campaña específica con la consigna “ ¡Fuera las tropas inglesas de Irlanda, ya!” ¿Acaso no es ésta una de las consignas fundamentales que tenemos que agitar en el proletariado británico y el europeo en general? ¿Qué queda de las campañas de “solidaridad” sin esta consigna? Para nosotros, absolutamente nada.

¿Dónde quedó el amor por la “lucha armada?

Pero esto se agrava con respecto a las colonias portuguesas. Irlanda goza de los privilegios de ser parte de Europa; por lo me nos se la nombra al pasar en el documento europeo de la mayoría. Pero con las colonias portuguesas ni eso.

¿No es sugestivo que quienes defienden la guerrilla y la lucha armada para América Latina no nombren siquiera a los heroicos guerrilleros de las colonias portuguesas? ¿Cómo se explica que no levanten la necesidad de defender a esos guerrilleros; de los ataques brutales del imperialismo europeo? ¿Cómo se entiende que se plantee la lucha armada por todo un periodo y para todo un continente dominado por el imperialismo yanqui y no se diga ni una sola palabra sobre la lucha armada en los países dominados por el propio imperialismo? ¿No es extraño qué quienes defienden al ERP en la Argentina voten a dos manos un documento europeo que no nos da una política para el único pueblo que está hoy día en guerra civil con su propio imperialismo europeo, el de las colonias portuguesas?

No debemos perder de vista que este documento europeo, que no gira alrededor de los dos únicos lugares del imperialismo europeo donde hay lucha armada o puede haberla, es la otra cara, y tiene los mismos autores, que un documento en el que se planteó la lucha armada para todo un continente: la Resolución para Latinoamérica del IX Congreso de nuestra Internacional.

La sección francesa frente al imperialismo francés y al europeo

Así como la boliviana es, para los camaradas de la mayoría, la sección modelo de América Latina, la sección francesa ostenta igual galardón en Europa. ¿Será acaso porque de la misma manera que la sección boliviana aplicó (con catastróficos resultados) la resolución del IX Congreso, la sección francesa es un claro reflejo de la inconsecuencia del documento europeo frente al imperialismo de ese continente? Tenemos algún motivo para sospecharlo, puesto que se caracteriza por no tener una política sistemática de denuncia del imperialismo francés y europeo en general, y por no plantear, como consigna central permanente, la autodeterminación de las colonias y semicolonias de estos imperios.

Comencemos por Rouge

¿Qué artículos ha publicado sobre el imperialismo europeo y su Vietnam? Durante todo el año 1972 y lo que va de 1973, Rouge, órgano oficial de la sección francesa, le ha dedicado sólo tres. Primero, el titulado “Alto al envío de armas a los colonialistas portugueses”, donde dice:

“La burguesía francesa, cuyos intereses económicos en Portugal y en las colonias portuguesas, son considerables, participa activamente con apoyo militar (y de otro tipo) a los colonialistas portugueses, en particular proveyendo armas al ejército portugués. Francia es uno de los más importantes proveedores de armas al ejército colonialista portugués.

Terminar con los envíos de armas a los colonialistas portugueses ¡Viva la lucha de los pueblos de Angola, Mozambique y Guinea!” [108]

Segundo artículo: una declaración del Buró Político de la Liga Comunista, que ocupa media columna en la sección “Notas Internacionales” donde se afirma: “Llamamos a los trabajadores franceses y portugueses a alertar a la opinión pública y a reforzar su unidad contra el colonialismo portugués y la ayuda del gobierno francés a Lisboa.” [109]

Tercer artículo: una página dedicada a la guerrilla en las colonias portuguesas, donde se dice: “Los militantes revolucionarios franceses deben recordar que numerosas empresas francesas participan en el pillaje de Mozambique y que Giscard d’Estaing hace algunos meses, ha realizado allí un ‘zafarí’. Debemos reclamar el derecho de presencia en Francia para los líderes del FRELIMO, del MPLA, y del PAIGC. En fin, debemos participar en las acciones de solidaridad como lo hicieron nuestros camaradas del IMG para la visita de Caetano a Londres”. [110]

Eso es todo. Por tratarse de una lucha por la liberación nacional cuya importancia histórica para el imperialismo europeo es casi tan grande como la de Vietnam para el yanqui, nuestros camaradas franceses no se lucen demasiado. Y, sin embargo, estas tres citas bastan para demostrar que no les falta coraje para denunciar a su propio imperialismo. ¿Por qué no existe, pese a ello, una campaña de denuncia sistemática? Simplemente, porque los camaradas de la mayoría que dirigen la sección francesa le dan la importancia que ellos consideran que tiene; la misma importancia que se trasunta de la lectura del documento europeo: para ellos ésta es una tarea totalmente secundaria.

Sería bueno que cada camarada francés comparara la colección de Rouge con la colección de The Militant. Así podría estudiar la campaña sistemática de nuestros camaradas norteamericanos sobre un tema análogo: la lucha guerrillera vietnamita contra su propio imperio. En toda la colección de The Militant no hay un sólo número en el que no se dé una importancia fundamental a la defensa de los guerrilleros y a la denuncia del propio imperialismo. Pero, ya lo sabemos, para los camaradas de la mayoría, esto es “arqueotrotskismo”.

El imperialismo francés

Los camaradas de la dirección de la Liga Comunista pueden respondernos que, si en dos años hicieron sólo tres referencias a las guerrillas portuguesas, esto se debe a que son colonias de Portugal, y no semicolonias de su propio imperialismo, el francés. Ya hemos dicho que esto no es así, que las colonias portuguesas lo son del imperialismo europeo en general, más el yanqui y el japonés. Pero veamos qué pasa con el imperialismo francés.

Si analizamos de verdad la realidad económica francesa nos encontramos con que el imperialismo francés sigue existiendo y explotando a sus antiguas colonias, aunque la mayoría de ellas sean actualmente países políticamente independientes. Tratados como el de la OCAM establecen con dichas ex-colonias una relación semicolonial. Los tratados Yaounde I y II extienden dicha relación al Mercado Común Europeo. El tratado de Evian coloca bajo el dominio de Francia y Europa a los países del Maghreb. Por si esto no fuera suficiente, están las bases militares de Djoutib y Malgache, donde cuenta con unidades prestas a “intervenir” a los “llamados” de los gobiernos francófilos, tal cual lo hacen en Tchad, tratando de aplastar el levantamiento encabezado por el Frente de Liberación del Tchad (Fronilat).

Es evidente que el imperialismo francés existe y es relativamente poderoso.

Cuando nos propusimos rastrear qué política se dan los camaradas de la sección francesa frente a su propio imperialismo, nos encontramos con un comienzo prometedor. El “CC” de fines de agosto del año 1972 lanzó: “... una campaña contra el colonialismo francés, por la libertad de Courbain (militante del Movimiento de Liberación de Martinica) y hacer proposiciones en ese sentido a las organizaciones revolucionarias francesas”. [111] Más prometedora aún fue la denuncia de Rouge, de que “El imperialismo francés, ‘nuestro’ imperialismo, tiene un lugar privilegiado en el podium olímpico de la colonización después de Portugal, del cual, por otra parte, es uno de los principales proveedores de armas. Francia es hoy día la segunda potencia colonial directa del mundo.” [112] La promesa parecía convertirse en realidad cuando Rouge nos decía que “Los revolucionarios que luchan en el seno de la metrópoli están obligados a hacer una propaganda anticolonialista permanente. Contra el chauvinismo, contra la ignorancia, tenemos que mostrar la cara de la Francia colonial.” [113]

Cuando los camaradas franceses decían que Francia era la segunda potencia colonialista directa, decían la verdad a medias, y esto no es casual. Francia ocupa el tercer o cuarto lugar en la lista de potencias colonialistas indirectas: tiene relaciones semicoloniales con sus ex-colonias y, además, actúa como socia menor del imperialismo yanqui en la explotación de algunas de sus semicolonias más importantes, como por ejemplo la Argentina. Al no atacar la base fundamental del imperialismo francés, que es la explotación de las semicolonias, Rouge, diga lo que diga sobre las colonias, no estará nunca haciendo una campaña antiimperialista consecuente. El grueso de las inversiones imperialistas francesas en el exterior está radicado en sus semicolonias y en aquellas colonias y semicolonias de otros imperios para los cuales Francia actúa como socia menor. Por lo tanto, Rouge, mientras denuncie solamente el dominio francés sobre las colonias, no estará haciendo una campaña consecuentemente antiimperialista. Igualmente, es llamativo que no se hable de autodeterminación política y económica de las colonias, que no se diga “Fuera los monopolios imperialistas franceses de las semicolonias”, que no se levante la consigna de “ruptura inmediata de los pactos semicoloniales”.

De cualquier manera, ilusionados con la promesa de la campaña de “propaganda antiimperialista permanente”, aunque fuera parcial, revisamos los 86 números de Rouge que van desde el 6 de enero de 1972 hasta el 19 de octubre de 1973. Nos llevamos una gran decepción. Encontramos 23 artículos en total; vale decir un promedio de un artículo cada cuatro periódicos. O sea, que los camaradas de la Liga Comunista denuncian a su propio imperialismo una vez por mes.

Estos artículos son descriptivos en su gran mayoría. Es decir, no constituyen una campaña permanente; no se unifican alrededor de ninguna consigna central y, salvo pocas excepciones, llevan la firma de corresponsales o son declaraciones reproducidas de los movimientos de liberación nacional, no son posiciones oficiales de nuestra sección francesa.

Los 86 números de Rouge que revisamos abarcan un total de 1548 páginas. De ellas, el problema colonial ocupa 11, vale decir que la denuncia del colonialismo francés ocupa bastante menos del l% (uno por ciento) en el órgano oficial de la Liga. Comunista. Finalmente, de los 23 artículos que descubrimos, hay dos que ocupan dos páginas cada uno; 4 que ocupan una página cada uno y 3 que ocupan media página cada uno. Los 14 artículos restantes ocupan menos de media página cada uno, o sea que son totalmente secundarios en relación al periódico de conjunto.

Qué dicen el programa, el CC y el Congreso de la Liga Comunista

Esta carencia no es exclusiva de Rouge. Tanto en los análisis como en los programas de la sección francesa hay que esforzarse mucho para encontrar alguna mención a las colonias y semicolonias de Francia.

El último Congreso de la Liga Comunista se abrió con un texto aprobado por el CC: “Ce qui veut la Ligue Communiste”. Ni en ese texto ni en ninguno de sus documentos, la dirección de la Liga analizó la crisis del imperialismo francés; como si no existieran Martinica, las Guyanas, Costa de Marfil, Togo, ni los millones de francos invertidos por los monopolios franceses en sus colonias y semicolonias y en las colonias de otros imperialismos donde actúa como socio menor. El documento nacional de la Liga gira alrededor del análisis de la crisis del capitalismo y del “sistema neocapitalista”, y no hay una sola mención, no hablemos de un capítulo o parágrafo sobre el imperialismo francés.

Un poco mejor que la parte analítica es el programa de dicho documento ya que incluye el reconocimiento inmediato de “... el derecho a la autodeterminación y a la independencia de los pretendidos Territorios y Departamentos de Ultramar (TOM-DOM)” y el apoyo a “... las luchas de independencia nacional” y la “independencia nacional de los TOM y los DOM”. [114]

Y esto dicho al pasar, sin plantear la liquidación de los pactos semicoloniales, como el de la OCAM, Evian, etc. Finalmente, en todo el documento, que consta de 171 páginas, la importancia que se le da a la cuestión del imperialismo francés se puede medir en el hecho de que todas las referencias a él abarcan solamente dos páginas.

Salgamos de este documento y veamos en qué medida preocupa a la dirección de nuestra sección francesa el hecho de que su país sea imperialista. El CC del 8 y 9 de enero de 1972 votó cuatro campañas: educación sobre “El socialismo que queremos y cómo lograrlo”; Vietnam y el FSI; por la libertad de tres camaradas franceses presos en España; y denuncia del General Massu (asesino de la guerra de Argelia). Salvo este último punto, que sólo tiene que ver muy indirectamente con ello, del problema colonial francés no se dice ni una palabra.

El CC de agosto votó, por fin, una campaña, que ya vimos que no fue sistemáticamente llevada a cabo por el órgano oficial.

El Congreso de la Liga Comunista no plantea la consigna de la autodeterminación nacional de las semicolonias francesas. El manifiesto del lo. de Mayo no menciona al imperialismo europeo ni francés. La resolución política aprobada por el Congreso ni lo nombra; menos que menos a la autodeterminación nacional.

La campaña electoral

Nos quedaba aún una esperanza: la campaña electoral. Esta era una hermosa oportunidad, puesto que nos permitía hacer nuestra propaganda sobre sectores mucho más amplios de la población. Pero de conjunto, la campaña electoral se olvida del imperialismo. Sus tres ejes, según podemos ver en Rouge, son bien claros: “en primer lugar, ella debe ser una intensa campaña de denuncia anticapitalista... Se trata de denunciar la explotación, la opresión, el gatillar capitalista bajo todas sus formas”. “En segundo lugar, nuestra campaña debe ser una campaña de desmistificación del programa común y la Unión de Izquierdas”. “En tercer lugar, los revolucionarios podrán beneficiarse de la campaña para recusar el ‘socialismo’ burocrático que, diga lo que diga, intenta siempre George Marcháis...” [115]

También descubrimos que Krivine habló en contra del imperialismo francés en la Martinica, una colonia de Francia. Pero terminamos desilusionados en lo que se refiere a propaganda antiimperialista en el corazón del imperialismo, vale decir en territorio francés.

Además, el manifiesto electoral de la Liga ni menciona que Francia es un país imperialista; ni se digna decir que tiene colonias y semicolonias.

¡Qué diferencia abismal con los camaradas del SWP! ¡Jamás han realizado un Congreso que no tuviera como uno de sus ejes más importantes la lucha contra su propio imperialismo! Jamás han hecho una campaña electoral que no planteara la denuncia de su imperio y la lucha concreta contra él. No interesa si su táctica era o no correcta, ya que se trata de cuestiones principistas. El SWP en toda su historia política se ha revelado como trotskista y leninista hasta el fin. Antes que nada, denuncia a su propio imperialismo. La Liga Comunista, con una orientación confusa y abstencionista, ha sido incapaz de denunciar en forma consecuente el papel imperialista de su burguesía, pese a que, lo repetimos, no tiene ningún temor en hacerlo con todo vigor las pocas oportunidades en que lo hace. Sabemos también de la actividad práctica de los compañeros franceses contra su imperialismo. Desgraciadamente esta práctica no se refleja en forma consecuente cuando escriben o realizan sus campañas fundamentales.

Y para terminar veamos lo que dijo Weber, aparentemente en nombre del partido, en un artículo programático sobre la campaña electoral. El explicaba el “verdadero programa de transición al socialismo” en Francia, de la siguiente manera: “... de nuestra parte les decimos a los trabajadores comunistas: un verdadero gobierno de los trabajadores no se limitará a nacionalizar 13 trusts nuevos y a instituir un simulacro de gestión obrera. Nacionalizará sin indemnización ni rescate las principales empresas capitalistas, a fin de que el sector público sea realmente el sector dominante de la economía. Nacionalizará simultáneamente el comercio exterior, a fin de sustraer la economía al control incontrolado del sistema capitalista mundial. Pondrá las empresas públicas bajo gestión obrera, dando realmente a los comités de gestión —reuniendo a los delegados obreros, elegidos y revocables en todo momento— los poderes y los medios de administrar sus fábricas. En las empresas del sector privado, instituirán el control obrero sobre la producción reconociendo y protegiendo los comités de control de los trabajadores. El poder de los trabajadores sobre toda la economía se ejercerá a través de la elaboración democrática del plan, debatido en cada consejo obrero y aprobado por su congreso nacional. La realización de tal programa económico, por un gobierno que forjará por otra parte un nuevo aparato de estado, impulsará realmente una ‘nueva lógica de desarrollo’, asegurando un progreso prodigioso de las fuerzas productivas. Pero es necesario para ello otra cosa que una victoria electoral. Es necesaria la existencia de un ‘movimiento de masas de una amplitud inigualada’, la única capaz de expropiar a la burguesía y de desmantelar su estado. Es necesaria, para hablar claro, una revolución social.” [116]

Ni una palabra de la liquidación del imperialismo francés, ni de la libertad económica y política para las colonias y semicolonias, es decir, sobre el derecho a la autodeterminación nacional. Curioso olvido de uno de los grandes dirigentes de la Liga.

Este error no es casual. El artículo del camarada Weber responde a la misma concepción del documento europeo y de la dirección de la sección francesa: la denuncia y la lucha contra el propio imperialismo no es una de las tareas centrales del partido revolucionario del proletariado francés.

Por eso, el CC y la sección francesa han caracterizado a la Unión de Izquierdas como un “proyecto reformista global” y no como un frente popular.

Hay otro problema más grave: en ningún momento se definió a la Unión de Izquierdas como un proyecto proimperialista, tal como Trotsky definió al frente popular de España y Francia. ¿Qué creen los camaradas de la mayoría? ¿La Unión de Izquierdas es pro-imperialista o antiimperialista? Deben tener cuidado al responder a esta pregunta, porque en una metrópoli como Francia, ser antiimperialista equivale a ser anticapitalista, y si se trata de un proyecto “reformista”, mal puede ser anticapitalista. Pero, si no lo es, ¿cómo pueden explicar los camaradas de la dirección de la Liga el no haber denunciado el carácter proimperialista de la Unión de Izquierdas?

Este “olvido” contrasta fuertemente con el hecho de que en el mismo documento se señale como una tarea importante el “trabajo indochino” y la propuesta de frente único al Partido Comunista para Indochina. Es decir, el único trabajo antiimperialista que se plantea es el que tiene que ver directamente con otro imperialismo, el yanqui.

¿Diez mandamientos o una sola política correcta?

Al comenzar este capítulo hemos señalado cinco falencias graves del documento europeo. Una de ellas, la falta de una po lítica consecuente frente al imperialismo, la hemos tratado extensamente. Pero no son éstas todas las observaciones que debemos hacer.

Diez tareas centrales y ningún eje político fundamental

El documento nos dice que hay actualmente en Europa diez tareas centrales que: “... son tareas cuyo cumplimiento estimula la dialéctica de las luchas de masas y de la elevación de la conciencia de clase...” [117]

Los autores afirman que estas tareas tienen una profunda conexión interna. Nosotros opinamos lo contrario: que, más que un programa, son una lista que se puede tomar en cualquier orden, de adelante hacia atrás o de atrás hacia adelante, porque da lo mismo. Parece un catecismo con diez mandamientos, todos ellos importantísimos, y ninguno más importante que otro, desde el “control obrero” hasta “popularizar sistemáticamente” el “modelo socialista”.

¿Cuál es el eje de todo este andamiaje programático para Europa? Imposible saberlo, porque el documento no responde a esta pregunta. Y no responde porque no puede hacerlo; porque esos ejes varían de país a país, porque en cada país de Europa hay una situación específica de la lucha de clases, que requiere consignas específicas. ¿Estamos diciendo con esto que debemos renunciar a hacer un análisis de conjunto de la situación europea? De ninguna manera; dicho análisis es muy importante como punto de partida para los análisis nacionales. Si decimos, por ejemplo, que hay uno o dos países de vanguardia, que señalan una tendencia a que toda Europa entre en una situación prerrevolucionaria, este análisis es imprescindible para formular luego la política para cada país. Pero si nos limitamos a él, no estaremos en condiciones de formularla.

Tampoco pretendemos que el documento sea una larga lista de países con una política específica para cada uno de ellos. Pero lo que sí sería correcto es definir los rasgos esenciales de la política para los países que se encuentran en una situación se mejante. ¿Cuál es la política para Irlanda, que vive una situación especial? ¿Cuál para Francia e Italia, que se encuentran frente a grandes luchas económicas defensivas? ¿Cuál para España y Grecia, que soportan dictaduras fascistas o semifascistas? Estas son las preguntas concretas que el documento de la mayoría no responde.

Un documento que no arma a los militantes

Los documentos políticos deben servir para que todos nuestros militantes, después de leerlos, sepan qué hacer al día siguiente en su fábrica, su colegio, su universidad o en la calle. Es decir, para salir armados a lanzarse, al día siguiente del Congreso Mundial, a su tarea revolucionaria de movilizar a las masas y defender y fortificar al partido.

¿Sirve el documento europeo de los camaradas de la mayoría para esto? ¿Sirve, como planteaba Lenin, para que los militantes agarren “el primer eslabón de la cadena”? ¿Por dónde debe empezar un militante obrero belga? ¿Por “apoyar las luchas cotidianas de las masas” o por defender “una serie de consignas transicionales centradas en el control obrero”? ¿Y un militante español? ¿Comenzará por “propagar sistemáticamente nuestro ‘modelo’ de socialismo” o por “reeducar a la vanguardia obrera en la necesidad de su autodefensa armada”? ¿Y un militante inglés? ¿Empezará por una “propaganda internacional en solidaridad con las luchas antiimperialistas” o por “educar a la vanguardia y a las masas en concepciones contrarias al electoralismo y al parlamentarismo”?

Muchas de estas diez tareas son correctas, pero si les damos a todas la misma importancia, nos vemos obligados a hacer las diez a la vez.

Evidentemente no pueden hacerlo, porque la situación de la lucha de clases en cada país es diferente y exige comenzar por una tarea distinta. Por eso decimos que este documento no arma a los militantes y, por lo tanto, que no es un documento político útil para el desarrollo de la lucha de clases ni de nuestra Internacional.

Pero además, faltan en esa enumeración de tareas, algunas sumamente importantes.

Primera omisión importante: las consignas económicas

De acuerdo al documento, en los próximos meses y años, habrá desocupación creciente y baja del nivel de vida en Europa Occidental. Es decir, que en ese momento la ofensiva está en manos de la burguesía en la mayor parte de los países europeos, lo que constituye la razón de la ruptura del equilibrio. Esta realidad es el origen de la casi totalidad de las actuales luchas obreras. Vale decir que las masas europeas ya están desarrollando importantes luchas económicas defensivas: luchan por defender su nivel de vida y ocupación y no para arrancar a la burguesía nuevas conquistas económicas.

Si existe esa ofensiva económica sobre el movimiento obrero, si éste ha comenzado a movilizarse para defenderse de ella, ¿por qué motivo no hay en todo el documento europeo una sola consigna alrededor de este problema? Sólo se dice, al pasar, que debemos intervenir en las luchas reivindicativas por mezquinas o reformistas que éstas sean. Eso está muy bien, pero, ¿con qué consignas intervenimos? Si nos limitamos a intervenir sin plantear ninguna consigna general para movilizar a amplios sectores, ¿no estamos cayendo en el sindicalismo? ¿Por qué no levantamos nuestras consignas transicionales de “escala móvil de salarios y horas de trabajo”, o alguna adecuación táctica de la misma? ¿Por qué no levantamos la consigna, para toda esta etapa, de “frenemos la ofensiva capitalista contra el nivel de vida y trabajo del movimiento obrero”? ¿Por qué no empezamos a levantar la línea de frente único obrero para frenar esa ofensiva? Al no hacerlo, ¿no estamos condenando a estas luchas económicas a su marco reformista original, en el que las quieren mantener los reformistas y los burócratas?

Esta primera omisión quizás tenga que ver con la última táctica para cinco años votada por los camaradas de la mayoría: el trabajo fundamentalmente sobre la vanguardia.

Pero, provenga de donde proviniere, la ausencia de consignas económicas defensivas, nos desarma frente a las luchas concretas que están llevando adelante los trabajadores en importantes países del continente, y las que seguirán desarrollando en el futuro inmediato.

Segunda omisión importante: las consignas democráticas.

Esta ofensiva económica de la burguesía será inevitablemente acompañada por una ofensiva política: tendencia a gobiernos reaccionarios, a cercenar libertades democráticas, a atacar a los sectores más explotados de los trabajadores, etc. Es decir, que abrirá una etapa política también defensiva, donde será la burguesía la que rompa el equilibrio, y, en un comienzo, los obreros y otros sectores explotados quienes tratarán de mantenerlo.

Cada nuevo “endurecimiento” de algún gobierno le planteará a las masas la necesidad de movilizarse para reconquistar la libertad democrática perdida o defender la amenazada.

Pero el documento europeo no prepara a nuestras secciones para esa situación. Su indiferencia frente a las consignas democráticas elementales comienza al no plantear “ ¡Fuera las tropas inglesas de Irlanda y las portuguesas de las colonias!” y continúa, al dejar abandonadas a las secciones de España, Grecia y Portugal, cuyos regímenes semifascistas han liquidado todas las libertades democráticas.

¿Qué les decimos a los trabajadores de esos países? ¿Que luchen por el “control obrero” o por nuestro “modelo socialista”? ¿No les parecería a los camaradas de la mayoría mucho más correcto si planteáramos alguna consigna democrática específica (asamblea constituyente, elecciones libres, libertad a los presos políticos, legalidad para los partidos, o cualquier otra más conveniente)?

El desprecio por las consignas democráticas llega hasta la omisión de la vieja consigna de nuestra Internacional por la unificación de Alemania en una Alemania soviética y socialista. La tarea de restituir al pueblo alemán su derecho a constituir una nación unificada con un estado unificado y socialista, es la más grande tarea democrática planteada para Europa, mucho más que la independencia de Irlanda. Es una tarea que enfrenta tanto al imperialismo como a la burocracia stalinista, y que sólo se puede cumplir derrotándolos, vale decir, haciendo la revolución socialista en el Oeste y la revolución política en el Este. Sin embargo, los camaradas de la mayoría la ignoran.

Tercera omisión importante: el gobierno obrero y campesino.

El documento europeo baraja la posibilidad de un triunfo próximo de la revolución socialista en algún país de Europa occidental, pero no plantea como consigna central la de “gobierno obrero y campesino”. Sin embargo, en la mayor parte o, como mínimo, en un sector muy importante de países europeos, esa revolución se llevará a cabo por medio de la alianza de la clase obrera con el campesinado y los sectores empobrecidos de la pequeña burguesía urbana.

Para que la revolución triunfe, el proletariado debe conquistar el liderazgo sobre todas las demás clases que participan en ella y debe, por lo tanto, darse una política para ganarlas. Nuestro partido, representante histórico del proletariado, debe darse, en consecuencia, un programa de transición para esas clases o sectores de clase. No entendemos cómo se plantea popularizar nuestro “modelo” de socialismo y en ese modelo no entra la alianza de la clase obrera con el campesinado.

No darse un programa de transición para el campesinado y la clase media pobre de las ciudades que la posibilite y ponga a los obreros en su dirección, tiene todo el aspecto de una posición obrerista y hace imposible la toma del poder.

¿Cómo se nos pide que votemos por un documento que, por un lado afirma que en los próximos años habrá “una primera revolución socialista” y, por otro, no plantea entre las diez tareas centrales el gobierno obrero y campesino, única forma de realizar esa revolución socialista? Nosotros somos elásticos, pero hay cosas que no podemos entender. Esperamos que los camaradas de la mayoría las expliquen algún día.

El programa para los obreros inmigrantes

Los obreros inmigrantes no son un pequeño sector marginal de la sociedad ni de la economía burguesa europea; por el contrario, son uno de sus pilares. En Francia, de cada cuatro obreros manuales uno es un trabajador inmigrante, lo que quiere decir que constituyen la cuarta parte de la espina dorsal del movimiento obrero. Para este sector fundamental, la resolución del documento europeo se conforma con señalar en un subpunto, entre las diez tareas políticas centrales, que debemos organizar campañas de “solidaridad con los obreros inmigrantes (en oposición a cualquier forma de racismo o antiextranjerismo)”. Este término —”solidaridad”— significa que nos es ajeno en cierto sentido. Dicho de otra forma, no es tarea de nuestros partidos en Europa darse un programa de transición para ese sector, sino solamente ser “solidarios” con sus luchas, como si éstas ocurrieran en países lejanos. La mejor prueba de esto es que la resolución menciona esta tarea como internacional y no como parte de nuestro programa nacional para cada sección. Va junto a la solidaridad con las “luchas antiimperialistas”, “luchas obreras en otros países europeos” y “luchas antiburocráticas en los estados obreros stalinizados”.

Los obreros inmigrantes constituyen uno de los principales y tal vez el principal lugar de trabajo inmediato o a corto plazo de muchas de nuestras secciones europeas. Puede ser, será, la base de muchas “unidades-desbordamiento” de las organizaciones reformistas que los ignoren. Será el sector más duramente castigado por la desocupación y la miseria y por el endurecimiento del régimen. Este proceso será paralelo al colonial, en el intento del imperialismo de salvar. su crisis utilizando las desigualdades. Además, al igual que el colonialismo, es fuente de superganancias para el capitalismo europeo y, en esa medida, base objetiva del reformismo. Problema económico-social que ni el documento europeo ni el de sus discípulos franceses soluciona.

La forma en que el documento europeo encara esta cuestión indica que no considera a los obreros inmigrantes parte del proletariado de cada país cuando, por ser el sector más desheredado por el capitalismo, debería ser el sector privilegiado de nuestro trabajo. En la medida en que son un sector económico, social y políticamente discriminado del proletariado europeo, las consignas para los obreros inmigrantes deberían ser: igual salario, igualdad de derechos sindicales y políticos. En la medida en que ellos provienen de colonias, semicolonias o ex-colonias de los imperialismos europeos, deberíamos plantear todas las reivindicaciones que tienen que ver con la autodeterminación na cional: su derecho a dirigir sus comunidades barriales nombrando sus representantes y a mantener sus creencias, su lengua, su cultura y sus costumbres. Debemos plantear que nosotros, los trotskistas, somos los únicos que estamos dispuestos a respetar su voluntad, aunque sólo sean el 1% de la población activa.

Retomemos una gloriosa tradición

Pese a que hace un buen e intenso trabajo entre los obreros inmigrantes y a que su periódico le da importancia a este problema, la sección francesa no toma como importante esta cuestión ni en su documento nacional ni en su programa electoral. Más aún, en las elecciones no levantó la consigna ¡”Abajo la circular Fontanet”! Para el último congreso se escribe sobre todo, menos sobre los inmigrantes y los coloniales.

Sin embargo, la sección francesa de la IV Internacional tiene una experiencia y trayectoria gloriosa a este respecto: nuestros trabajos sobre los trabajadores indochinos y argelinos. La nueva generación trotskista debe estudiar estas actividades que nos permitieron desplazar de la dirección del movimiento obrero indochino y argelino en Francia a los stalinistas.



[105] Tendencia Mayoritaria Internacional, “La construcción de los partidos revolucionarios en la Europa capitalista”, Boletín de Informaciones Internacionales, No. 4, pp. 5 y 48.

[106] Idem, p. 48.

[107] Rouge, No. 200.

[108] Rouge, No. 164.

[109] Rouge, No. 167.

[110] Rouge, No. 216.

[111] Rouge, No. 170.

[112] Rouge, No. 174.

[113] Rouge, No. 176.

[114] Liga Comunista Revolucionaria, Documento nacional, pp. 167 y 161.

[115] Rouge, No. 186.

[116] Rouge, No. 190.

[117] Tendencia Mayoritaria Internacional, “La construcción de los partidos revolucionarios en la Europa capitalista”, doc. citado, p. 25.

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