INSTANTÁNEA

Hoy entiendo
qué fácil eres.
Mis enemigos te pondrían
entre libros de primaria,
como ejemplo, como puente;
sólo para decir que es posible,
para ilustrar adversidades,
sólo para que otros vean y digan
que se agencia por esfuerzo,
que se puede ser cobarde.
Veo desde la orilla
un abrevadero de arrogancia.
Veo y le respondo a la manada
que llega hambrienta de sí,
le digo de lo fácil
que eres

Hoy entiendo
qué fácil eres, 
para aquellos que te vimos
de perfil una noche.
Tienes tantos claros,
que a tientas los muchos un poco te depredan.
Si alguien se quedara esperando
tus relieves gratuitos, tus espasmos,
mientras te busca y te enciende,
le dirías el vacío de tu aliento,
habría caído el infierno de tu sol;
mas si volvieran esos gendarmes
que usurpan vidas y candor,
sería entonces de otra suerte;
porque saben de lo fácil 
que eres.

Hoy entiendo
qué fácil eres.
los puritanos te pondrían
de camino llano y breve
en sus primeras páginas de fuego,
porque conocen bien tus bendiciones,
tus abismos y tu muerte.
Todavía llegan interrogaciones 
a los linderos de tu boca:
Qué hay de malo en lo tangible
de la carne que se acuesta sin saber.
Cómo puedes, si hay un mundo
que te invita al destierro de verdades.
Cómo hacer con tanto riesgo.
Cómo puedes con lo fácil
que eres

Hoy entiendo 
qué facil eres.
Tus sonrisas iniciales
llevan claves de aquel mayo senil
en que fluctúa la esperanza.
Si mientras te aguardaba
en la garúa difícil, ayer,
de mi vieja sotana metafísica
y su olor de mañana pasmado
y su olor de mierda, te reías.
Cuántos gentiles a tu lado sonrieron
al escuchar el evangelio negado.
Cuantas alas en silencio se cortaban
de posibles las alquimias del mundo,
cuántos supieron lo infinitamente fácil
que eres.

Eres fácil
sin fundamento,
aunque yo haga lo posible por salvarme
con mis ruegos de sentencia,
explorándote en tus causas más remotas
y peruanas.
Quién entiende
lo que inmune permanece pese a todo,
lo que sigue,
quien desesperado sobreviva a mutaciones,
de su fuga a su caída.
Quién entiende
por qué me andan tocando a las puerta de la sien,
vida

LUCÍA

Lucía era una torta 
la mañana del día en que cubierta de alba
despertó temprano muy densa de miradas
sobre el confitado atavío de su floresta;
con frutos en virgo en su llanura acanelada.

Y quedó a infantil festín esperar,
soberana, en un palacio de porcelana,
a ceñirse una corona de minúsculas farolas,
a soñar en su vigilia tal vez con un espejo.

Lucía y su glucoso país de calorías
del cual huía desterrado lo longevo,
donde forasteros llenaban sus valijas
de riqueza siempre mal habida.

Qué ciudades ellos le arrasaron inclementes, 
mientras ella aletargada se miraba,
cuánto de corte y guardia decapitado
para arrancarle somne sus melifluas polleras.
Cuánto se tardaría en saberse ultrajada.
Tanto se tardaría la agonía vespertina,
en que semidesnuda se encendieron sus farolas.

Lucía resolló en noche joven,
entre un bosque de aplausos,
danzando casi ebria
y el reir se hizo de ella,
luego oyó acaso en altavoces su nombre
y rio aun más,
pero un extraño viento le apagó la corona
y ella marchó al palacio cargada en llanto
y al destruido verlo se ofreció a la muerte.

Los bárbaros carniceros acabaron con su cuerpo,
devoraron sus entrañas a ellos muy amargas,
amargas de nunca cosidas
Entre ellos hubo uno que acongojado
preguntó por el corazón de lucía,
pero los otros se rieron,
pues lucía sólo era una torta
con una inscripción en su cuerpo
"feliz día"


EL BURRO MELANCÓLICO

Y me jurabas, luna
yo no me salvaría,
que un instante irredento al estallido de la vida
acabaría por ingestarme y disolverme en la materia,
las voces de continuidad eran torpes amenazas,
pero he venido avanzando y ya ves como me aterra.
Tú que tantas cosas, luna, me jurabas.

Aquí ya han muerto todos,
o los mejores que son al cabo todos
en la batalla unútil
contra la más embrutecida alegría.

Hoy no tacharían mi nombre de la lista,
hoy no le cantaríamos a la obra recién hecha,
ni habría que bajarle apresuradamente,
el telón a la historia como sólidos imbéciles;
es más, creo nisiquiera
el lance de una niña me vencería.

los ruegos del amigo traen golpes de caballo,
no volvieron a valer mis gastadas monedas.
¿Lima? tú la ves , son los mismos chiquillos
tomando a su urbe de cartón por sus endebles confines.
¡nunca hubiera pensado escupir en mis palabras!
Son las combis que a sabiendas no prometen
ser bacantes aun a sus delectadores,
soy yo y estos pasos de telenovela,
soy yo y el encontrarme de pronto
con que la caca globalizada me ha saltado a los ojos.

Estoy ciego pero muy cerca de casa,
tan cerca que ahora podría reírme
de los estertores, del invierno que dejo,
de ti y de lo mucho que otrora tú me jurabas,
luna estúpida,
pasión


INVENTARIO AL FINAL DE LA EPOPEYA

Hoy 
hemos logrado
finalmente
muy a pesar nuestro
llegar
(ser algo)
aquello
por lo cual
el resto de hombres
de monstruos,
de dioses
no pierde el tiempo..



ALMAVENIDA

Sobre la ancha avenida,
las máquinas atrapadas en su sombra...jadeantes.
yo andaba en sentido contrario.
Un rojo delante las detenía.
En espera del desfile.

Mi mirada asfixiada en paredes de rostros microbios,
infinitos asesinos unos de otros.
La vereda serpenteando, intermitente, vacía
cansada de pasos a cuestas;
era a veces calzada pero a quién le importaba.
Y las bestias.... amainando sus ventosidades,
en busca de un nuevo fragor.
Algunas voces se esbozaban entre dientes. Dormían.
Todo hundíase igual en la piara metálica.
¿Podremos ser impertérritos, rojo,
con la tarea ociosa de faros estériles
que orillan vulnerabilizando?

Sí, excluyo a la vía opuesta
y su espera de cincuenta metros.
Demasiado fatuo ¿no?
Díganselo al asfalto a ver si se ríe
cuando les mira atrás.
Y entiende que lo último ya echó raíces.
Usurpando el irredento de los viejos,
entonces cuando todo pase serán reliquias.

Donde me halle el final
se refugian muchos en parapetos blancos,
luego se invierten;
allá me terciará la vereda,
siempre virando hacia la izquierda
y es que yo ando en sentido contrario
con la sorpresa en fachadas barrocas...
Pisadas rayanas a la esquina...Es muy fácil.
La tentación de la velocidad... En cuatro pies.
El verde nos hace indefensos.
¡No! 


REANIMADA EN EXTRAMARES

Deja que mi verdad te invente un talle,
redescubrir tu faz ante los otros,
que allá afuera me dicen que no puedo
hacerme del afán que urde mi paso;
déjame ser soledad en tu amplio vientre.

Millones de abrazos exactos
silenciosos caen en tu espalda
atascados y devorados muy lentamente
en el pantano adiposo de tu piel.

Vuélvete al rol marginal de esposa,
que bajo el corpiño tu pecho aun alberga
la pringue innata de mis cabellos.

Dime que has llegado hasta mi celda
perdida en una nube envejecida;
en donde no se filtran los dioses de éter,
ni una madre buena,
ni un milenio a estrenar;
mi celda arbitraria,
sin muerte, sin ser.

Quédate cual estas, estacionaria,
quédate hasta que las larvas te alcancen
que yo prometo no hablar más de la palabra
por la que allá todos se desuellan;
más aun si ahora vienes mutilada,
más aun si los peros convencionales
huyen con pavor de tu cadáver
y estás dispuesta a ser
lo que más o menos has venido siendo;
un témpano de ensueño,
una nave nocturna
un manatí

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