Esta historia está basada en el N° 31, "La Pata de Mono",
adaptada por Rafael Portillo y Roberto G. Rivera.

¡Nadie sabe!... ¡Nadie supo!...

La verdad en el pavoroso caso de...

Una historia que les permitirá dormir muy tranquilos esta noche.¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!

Nuestra historia tiene su origen en una hacienda en las afueras de Guanajuato, México.

José, el patrón, se sentía cansado, viejo.

Sus empleados sospechaban que tenía muchos problemas...

Sin embargo, era galante con su esposa Susana: "¿Cómo esté la reina de la casa?". "Igual que siempre" respondió ella.

Llegó otra carta de embargo: "Si no pasa a pagarla en treinta días mandaremos su cuenta al Departamento Legal".

Ambos se sentían apesadumbrados. No podrían seguir pagando los estudios de su hijo Alejandro.

Alejandro debía componer su camioneta, que tenía mal los ejes, y la utilizaba para trabajar.

Sin darse cuenta, el vehículo se desplomó sobre su cuerpo.

¡Un accidente vino a aumentar la desgracia de la pobre familia! ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!

Alejandro estuvo en cama varias semanas sin poder trabajar.

Los problemas aumentaron, y aunque le dieran un plazo mayor José no podría resolver su situación.

El último plazo estaba ya cerca. Estaba condenado a perder lo que con tantos esfuerzos había tratado de levantar...

"¿Cómo anda todo?", le pregunta uno de sus empleados. Pero no necesita respuesta, porque comprende su situación.

Le preguntó si creía en milagros y le recomendó visitar a un brujo que podría remediar su terrible sufrimiento.

El pobre no imaginaba lo que le esperaba...

Finalmente se decidió a acudir al brujo.

José le contó su desgracia y el brujo le contestó que no se preocupara porque todo tenía solución. Sin embargo, le hizo la siguiente pregunta:

"¿Estás dispuesto a pagar el precio?".

José no comprendió la pregunta y le contestó que estaba dispuesto a conseguir el dinero de donde fuera para pagarle.

El brujo le explicó que le entregaría un talismán de tres puntas y que podría pedir un deseo a cada una de ellas, pero que tuviera cuidado, porque el amuleto se cobraba por conceder cada deseo y el precio del tercero era la muerte

José se mostró decidido a pagar el precio y recibió el macabro objeto. ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!

Al llegar a su casa guardó el amuleto en un cajón y se santiguó...

Al cabo de unos días su hijo ya estaba recuperado, por lo que podía volver a trabajar.

"¡Que Dios te acompañe!", le dijo su madre, a lo que él contestó que no se preocuparan porque todo iba a salir bien.

Sin embargo, un terrible designo se cernía sobre la anciana pareja: "... y no pudiéndole dar ningún plazo más, le manifestamos que en el término de tres días procederemos a hacer efectiva la hipoteca".

Entonces, sin que su mujer lo supiera tomó el amuleto.

Le ordenó: "Pase lo que pase no quiero que te muevas de aquí".

Se dirigió hacia un lugar apartado y comenzó el siniestro conjuro: "¡Por el poder que Satanás te ha dado, yo te invoco!"

"¡Necesito $ 725.000 para pagar mi hipoteca!".

El primer deseo ya estaba solicitado, y al macabro amuleto le faltaba uno de sus dientes...

Poco tiempo después, mientras cenaban, golpearon a la puerta. Abrieron y esperaron cortésmente a que el desconocido les dijera el objeto de su visita...

"Vengo de parte de la compañía donde trabaja su hijo. Hace dos días sufrió un tremendo accidente. Recibió toda clase de ayuda médica pero por la noche murió"...

"La compañía me encargó que les expresara sus condolencias, y en consideración a los servicios prestados les remiten el dinero del seguro, que son $725.000".

Bruscamente, José comprendió el sentido siniestro de las palabras. Retuvo la respiración. Hubo un largo silencio...

Tomó las manos de su mujer, como en sus tiempos de enamorados. No derramaron ni una lágrima. "Dios nos lo dio y Dios nos lo quitó", dijo Susana.

José tuvo que confesarle a su mujer la verdad respecto al talismán maldito. Pero... todavía faltaban dos deseos... ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!

"Falté a mis deberes de buen cristiano. ¡Invoqué a Satanás! Y Dios me castigó".

"¡Pídele al talismán que devuelva la vida a nuestro hijo!". "No tienes miedo del castigo de Dios?", le preguntó José. "¡No me importa!", contestó ella, y entró a la casa.

Por un momento él quedó desconcertado. Luego, recobró la calma y repitió el siniestro conjuro: "¡Por el poder que Satanás te ha dado, quiero ver vivo a mi hijo!"

Casi de inmediato vio que se acercaba la camioneta, a pesar de que el cementerio quedaba lejos de la hacienda.

Ante el pobre hombre se presentó su hijo, o lo que quedaba de él... "¿Me mandaste llamar, padre?".

"¡Tu madre no puede verte así, convertido en un monstruo!", alcanzó a balbucar el hombre. ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!

Un viento helado sopló en ese momento, mientras la figura del fantasma de diluía. José lanzó un desconsolador gemido y cayó en tierra.

Susana corrió hacia él. "¡José!... ¡José!", gritaba... Al verlo tirado perdió completamente la razón.

José, ya sin vida, apretaba entre sus manos el talismán ya sin dientes... El tercer designio se había cumplido...

Y así, por perder la fe en Dios, toda la familia sufrió un terrible castigo.

¿Verdad que ha sido una historia reconfortante y placentera?

¡Que tengan felices sueños! ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!

 

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