9 de diciembre de 1970
Mientras dan las doce de la noche y la luna brilla en el cielo, el Monje Loco sale de las sombras para narrarnos otra dulce y agradable historia. ¡Nadie sabe!... ¡Nadie supo! La verdad en el canibalesco caso de "EL ABOMINABLE LOBO DE LAS NIEVES". Es una historia que les hará sentir sed, hambre y escalofríos.

El Capitán Frederick Marryat escribió "El Lobo Blanco de las Montañas Hartz", lo que a juicio de muchos es el cuento cumbre de las narraciones de hombres-lobo. Su pluma descarnada y descriptiva es recogida con gran fortuna por nuestro personaje, quien nos recrea, en una versión de horror absoluto, las fuerzas malignas del más allá que aún imperan en ciertas regiones oscuras de nuestro planeta. Las montañas Hartz esconden secretos atroces que están vedados a la mayoría de los mortales. El cazador Krantz, experto en sus actividades, regresa a su cabaña, contrariado por no haber logrado conseguir su objetivo. Su ira aumenta al ver que sus tres hijos, Ilse, Philps y Herman, han hecho fuego en la chimenea para paliar el frío. Lleno de insana furia los golpea, principalmente a la niña. Su saña hacia la menor se fundamenta en el odio que siente por la especie femenina. Él mismo fue traicionado por su esposa y un amigo de ambos. Después de asesinarlos, el rencor no se fue con ellos y se mantuvo latente en su pecho. Una tarde el hombre, armado como siempre, salió en busca de alguna presa y vivió una situación especial. A través de los árboles inundados de nieve, percibió el galope de un caballo que se acercaba velozmente. En su grupa un hombre mayor y una joven. La primera impresión de Krantz es que ambos huían de algo o alguien. Efectivamente, de boca del hombre mayor, que al fin se identifica como Wilfred de Bandorf, su primo lejano, se entera que han debido huir desde Transilvana, tras haber dado muerte al amo de ambos, quien en un momento de deseo ha querido abusar de la muchacha, su hija, sin dejar alternativa de defensa. Krantz siente simpatía por ambos y les ofrece su cabaña como refugio. La llegada de la pareja causa sentimientos encontrados en los niños del cazador, sensación que al correr de los días se va disipando. La hija de Wilfred, de una belleza absoluta, produce cierto temor, lo que discrepa frontalmente con su proceder, cariñoso y preocupado. Al pasar los días, el cazador va exprimentando un sentimiento profundo hacia la muchacha y ese amor es compartido por ésta. Ambos toman la decisión de contraer matrimonio. El padre está de acuerdo y se efectúa la ceremonia. No existiendo religioso o Juez de Paz para llevarla a cabo, está función es practicada por Wilfred: "Juro por todos los espíritus del bosque, si no cumplo con mis obligaciones, yo y mis hijos seremos devorados por los buitres y otras bestias...". ¡Qué lejos estaba Krantz de saber que con ese juramento había pactado una horrible y sobrenatural unión, desde ese momento imposible de revertir! Un clásico que llena todas las expectativas.

Hosted by www.Geocities.ws

1