El Monje Loco nos traslada a Quebec, Canad�. Jean y Louis son amigos. Lo han sido desde peque�os. Han compartido buenos y malos momentos, experiencias, hobbys y todo lo que la amistad puede ofrecer. La pasi�n principal de ambos es la caza de animales de pieles caras. Gracias a ello han ganado una peque�a fortuna que han aprovechado de forma dispar. Mientras Jean ha sido ordenado y preocupado del futuro, Louis ha dilapidado los bienes adquiridos, principalmente por su probada afici�n al alcohol y por un car�cter irascible y ambicioso que lo han llevado a tomar determinaciones, en la mayor�a de los casos, apresuradas. Ambos j�venes se preparan para una nueva expedici�n a la nieve, contact�ndose para ello con Jim, experto explorador, quien les proporciona los elementos necesarios para la misi�n. Una vez preparados comienzan la ruta. Jean ha apreciado una cierta actitud hostil en su compa�ero. Lo nota taciturno, callado y algo alterado. Una vez llegados a la caba�a se acomodan, disponi�ndose a descansar. Louis comienza a beber m�s de la cuenta. Las palabras traen respuestas y comienza el resentimiento. La odiosidad, por motivos insignificantes, se hace latente, en este caso por asuntos de orden sentimental. Jean tiene una novia con la cual planea casarse y establecerse en un rancho en Alberta. Tiene los medios para ello, al contrario de su amigo quien vive en completa soledad y abandono. El alcohol induce a la ira y Louis en un momento de locura saca su arma y dispara a quemarropa sobre su compa�ero, d�ndole muerte inmediata. Seguidamente, se tiende en la improvisada cama durmi�ndose profundamente. Al d�a siguiente, ante el hecho consumado, se aterra, pero recapacita y llega a la conclusi�n de que la situaci�n le beneficia en su totalidad. La idea es ahora conquistar a la novia de su amigo, a la que desde peque�o am�, y asimismo tomar posesi�n de los bienes inmediatos de Jean. Entierra en la nieve el cad�ver. Aprovecha la inclemencia del tiempo y planea escribir una carta, se�alando el extrav�o de su par, en momentos de exploraci�n. Pero a veces los muertos regresan, y esta vez no ser�a la excepci�n...