23 de setiembre de 1970
A medianoche no sólo los panteones impresionan, sino cualquier paraje solitario. Quizá sea ésa la causa por la cual el Monje Loco, el señor de las sombras, aparece en esa hora relatando una historia llena de terror... ¡Nadie sabe!... ¡Nadie supo! La verdad en el espantoso caso de... "HAMBRE ASESINA".
Carlos Peralta y su esposa María vivían en una modesta casa en un suburbio de la ciudad de México. Él era corredor profesional de motocicletas. Aquella noche, Carlos había comunicado a su mujer que al día siguiente tomaría parte en una importante carrera...

Dice un refrán popular: “El camino hacia el infierno está pavimentado de buenas intenciones”. En esta narración el Monje Loco nos demuestra que hay mucho de verdad en eso. Alfredo, un viejo amigo del matrimonio compuesto por Carlos y María, obsequia a éste un libro que trata sobre Hombres Lobo y Antropofagia, tema que al joven se le hace desconocido. Por la noche, casi a desgano, comienza su lectura impresionándose con la temática. A poco leer abandona el texto e inquieto lo guarda para que no quede al alcance de su compañera. Esa noche duerme profundamente y al día siguiente se prepara para competir en el deporte que le apasiona, “el motociclismo”. En el circuito es uno de los corredores más aventajados. Son pocas las veces en que no clasifica en lugares de privilegio y eso le da una seguridad ante sus adversarios que le aprecian y admiran. Su carácter alegre y personalidad definida le permiten desenvolverse sin sobresaltos en todas sus actividades y su matrimonio marcha en la absoluta paz y tranquilidad hogareña.

Desafortunadamente, un trance inesperado ocurrido en la última carrera, en la que tiene participación un novel y capacitado competidor, termina en un grave accidente que hace que su vida tome un giro de 180°. Tirados en el bosque, ambos heridos después del cruento choque están inconscientes. De pronto Carlos despierta. Al principio se siente confundido, después recuerda y al fin ve a su compañero de infortunio botado a metros de él. Se acerca pesadamente sintiendo que su cuerpo no ha sufrido en demasía el impacto de la colisión y lo observa con atención. Un hambre incontrolable le domina y como una fiera salvaje se abalanza desgarrando un pedazo de carne, el cual devora con ansiedad. Aterrado huye del lugar. De regreso a casa su carácter se vuelve irascible. Inapetente e incomunicativo, María nota el cambio y consulta, pero Carlos solo responde con evasivas y miradas extrañas. Varios hechos similares de canibalismo se suceden en el pueblo y la policía toma cartas en el asunto. Los que logran salvarse identifican a su agresor con las características del joven motociclista y las contradicciones de su esposa van en aumento. Angustiada se refugia en el beneficio de la duda, pero su intuición femenina le dice que hay algo más allá. Algo que la transformará en la siguiente víctima.

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