La carátula es gentileza de nuestro amigo chileno Raúl Tapia.

8 de julio de 1970

¡Es la medianoche! ¡El Monje Loco acude puntual a su cita! Y, en seguida, empieza su narración acompañado de una música extraña y discordante. ¡Nadie sabe!... ¡Nadie supo!... La verdad en el espantoso caso de... "Los Hijos del Averno". Es una historia que les hará temblar de miedo. ¡Lo que necesitan para dormir apaciblemente!

Flavia y su esposo, también Doctor, Leonardo Gilmour, acompañan al padre de la joven, César Chabot, a una aventura que les resulta incomprensible a los tres. El viejo médico ha recibido una carta que, en principio, venía fechada 50 años antes y que va dirigida a su abuelo, que por coincidencia lleva su mismo nombre. Sin embargo, la misiva tiene fecha de solo unos días atrás, lo que es atribuido a un descuido del correo estatal. Sin embargo, la nota es real y en ella se hace mención a unos experimentos y una invitación que se le hacía al mencionado difunto, de parte de Nered Frank, su Mentor, para visitar su casa. A fin de aclarar el malentendido los tres médicos se dirigen a Auvernia, cerca de París, en el convencimiento de que en el peor de los casos este viaje les servirá como unas inesperadas vacaciones. El arribo al lugar no puede ser más extraño. Son recibidos por un anciano de apariencia siniestra y una mujer de aspecto semejante a una serpiente. El primer impulso de los visitantes es abandonar el lugar, pero se ven obligados a permanecer en la mansión ya que aparentemente la tormenta que se está desencadenando no tiene intenciones de calmar su furia. De ahí en adelante, se van sucediendo situaciones espeluznantes que transforman sus existencias en una interminable pesadilla.

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