1 de abril de 1970
Acaba de sonar la medianoche en el viejo convento. ¡Es la hora de la cita con el Monje Loco! Su horrible carcajada resuena en los aires y estremece los muros. ¡Nadie sabe!... ¡Nadie supo! La verdad sobre el extraordinario caso de "LA SECTA DE LAS ALMAS PERDIDAS". Por lo que vieron Orlando Gilbert y sus familiares, he titulado esta tercera parte: "VOCES DEL MÁS ALLÁ".

Asustados y sorprendidos a la vez, los cinco intrusos cruzaron el umbral del monasterio. El olor a humedad y abandono se hacía insoportable. En el suelo, como indicando su paso, se hallaba tirada la mochila de Paul. En ese instante, la puerta se cerró violentamente. Solo quedaba avanzar. Retroceder ya era imposible. El espanto se apoderó del grupo y solo la idea de poder encontrar con vida a su hijo dio valor a Orlando y Yolanda para continuar el tranco. Por otra parte, Verónica estaba en el umbral de la histeria. Caminaron por los oscuros corredores y a lo lejos se sintió un cántico que parecía venir de las entrañas de la tierra. El tono parecía ser antiquísimo y el eco lo hacía más espeluznante. En un momento, entraron al coro de la iglesia y contemplaron una escena de auténtico horror. Tal como describió Micha, medio centenar de monjes, vestidos al uso de la época, cantaban e imploraban perdón por los pecados cometidos. Era tal la angustia de sus voces que su sonido oprimía el alma. Sus rostros amarillentos y carcomidos por el paso del tiempo solo destilaban odio y perversidad. Sus cuerpos delgados en extremo denotaban la ausencia de carne. De pronto, Orlando sintió que unos huesudos y fuertes brazos le sujetaban por la espalda. Por su parte, Yolanda igualmente se vio atrapada. Carlos y Verónica lograron huir por los intrincados pasillos llegando a un osario. Instintivamente avanzaron por los corredores topándose nuevamente con la mochila de Paul. Dentro de ella había dos cartuchos de dinamita, que el joven guardó entre sus ropas apresuradamente. Paralelamente, el sacerdote fue detenido por los espectros, quienes pensaron utilizarlo como nexo, tratándose de un hombre de Dios, para liberarlos de la maldición y conseguir el perdón divino. La intención de los malditos era instalar a cada uno de los apresados en un nicho independiente y al cura en un tercero, donde pudiera rezar sin interrupciones por la salvación de las almas de los condenados. En estado de shock, el matrimonio recibió el golpe de gracia. En un nicho apartado y cubierto por la suciedad descubrieron el cadáver descompuesto de su hijo Paul. Al mismo tiempo, Carlos y Verónica han caído en una trampa mortal.

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