Contrariados, regresaron a la posada pensando continuar su obra al d�a siguiente. El sue�o fue pesado y lento. Por la ma�ana, Carlos y Ver�nica intentaron por todos los medios conseguir la dinamita necesaria para llevar a cabo su cometido, pero se encontraron con la negativa de los comerciantes a venderles. En la �ltima tienda visitada hallaron todos los implementos y, asimismo, consejos que cayeron en o�dos sordos. A mediod�a ya estaban en camino hacia el convento en ruinas y al poco andar en el arcaico edificio. Ah� junto a la mole de cemento se encontraba Micha. La vieja, con acento cansino, les relat� la leyenda que guardaban esos viejos muros: �El Monasterio databa de la �poca de la �ltima cruzada. Ah� se form� una orden religiosa y guerrera a la vez. En el a�o 1450 los monjes ya no combat�an, ateni�ndose solo a sus rezos. Poco tiempo despu�s estall� una guerra en el pa�s. Todos los religiosos ten�an parientes en la lucha. La sangre corri� a raudales y en un per�odo corto no qued� nadie con vida. La ciudad fue arrasada e incendiada y sus habitantes pasados a cuchillo. El golpe para los monjes fue devastador. El Abad quiso saber m�s all� y se enter� de que, debido a una traici�n, el enemigo pudo triunfar. Busc� en libros, mapas, cartas y sortilegios alguna forma de contactarse con los muertos para saber la verdad de los hechos y ubicar al traidor. El cielo no dio respuestas. Casualmente apareci� quien a la postre ser�a causante de un mal mayor. Un viajero llegado de Egipto les revel� una invocaci�n que traer�a a las v�ctimas del reino de la muerte. Se form� la sesi�n espiritista y los invocados llegaron. Asimismo, sus enemigos. Era una escena dantesca, un hecho del pasado tra�do por magia al presente. Un monje incapaz de resistir tal horror rompi� la cadena de los m�dium y en el momento todos tomaron conciencia. El miedo invadi� sus corazones y pidieron clemencia a Dios. Demasiado tarde. El cielo hizo o�dos sordos y la oscuridad total se adue�� del recinto. La noche eterna abarc� todo y el monasterio jam�s volvi� a abrir sus puertas�. Al terminar Micha la leyenda, no hubo caso. Los familiares de Paul y sus acompa�antes quer�an llegar al fondo del asunto, aunque en eso les fuese la vida. Se hizo la noche y la dinamita fue colocada en el lugar espec�fico. Sin embargo, una situaci�n no esperada se hizo realidad. Eran las ocho en punto y unas campanadas rasgaron las sombras. Como ante un mandato divino, las poderosas puertas comenzaron a abrirse con un sonido siniestramente espectral.