27 de noviembre de 1968
Hay regiones en las que el tiempo parece haberse detenido. Regiones cuyos árboles milenarios retuercen por las noches sus ramas. Allí el silencio es duo y oprime el corazón. Un olor a podredumbre lo invade todo... El sol no llega jamás a vivificar con sus rayos la tupida maleza, ni los barrancos escondidos entre el cieno cubierto de burbujas. Pantanos hirvientes, aterradores, que parecen surgir desde el fondo de la tierra, de su más perverso y desconocido centro... ¡Nadie sabe!... ¡Nadie supo! La verdad en el terrible, en el espantoso caso de "EL POZO BURBUJEANTE".

El granjero Jonatan vivía feliz en su rancho. La cosecha había sido próspera y su familia tenía un muy buen pasar. Sara, su esposa, le ayudaba en las actividades propias de la granja y sus tres hijos, Daniel, Rogelio y Joel, dentro de las posibilidades cooperaban con el mantenimiento general de la misma. Una noche, cansados del trabajo, se acostaron temprano. Jonatan se extrañó al contemplar una extraña nube que se desplazaba con un movimiento extraño en el cielo. Era negra y de forma cambiante, y para la época resultaba inusual su presencia. Pasada la medianoche, el hombre sintió ruidos extraños en el patio de la casona. Levantóse alarmado y con asombro contempló una escena inverosímil. El pozo ubicado en medio del patio estaba desbordante de un líquido espeso que se desplazaba lentamente por los costados. Asimismo, a la boca del pozo una figura negra, semejante a un sapo gigantesco, parecía descansar grotescamente. Jonatan, desconcertado, regresó al lecho y durmióse profundamente. A la mañana siguiente todos contemplaron la inexplicable realidad. Sobre el pozo una piedra negra flotaba, expidiendo un hedor insoportable. Como una ráfaga la misma nube que se había visto la noche anterior pasó junto a ellos. Un estremecimiento de horror les tomó por la nuca. En los días siguientes la piedra fue reduciendo su tamaño y llegó el momento en que se pudo guardar dentro de un frasco. Pasaron los días y llegó la temporada de los insectos. Surgieron enormes, grotescas y espeluznantes arañas gigantescas, moscas y mariposas de descomunales alas negras. Bichos de colores desconocidos se arrastraban, caminaban y volaban por doquier. Más adelante en el tiempo, los árboles dieron frutos. Eran enormes, de gusto asqueroso y podrido, color rojo sangre en su mayoría. Toda esta situación se presentaba como un paisaje psicodélico y aplastantemente irreal. Y de pronto irrumpió lo verdaderamente horrible.

Este claustrofóbico cuento de Howard Phillips Lovecraft está insertado dentro de los “Mitos de Cthulhu” con el título "El color que cayó del cielo", que podrás leer aquí. El Monje Loco hace las variaciones que estima convenientes, sin que esto haga cambiar un ápice la crueldad y el horror que originalmente le imprimió el "Maestro del Horror".

Hosted by www.Geocities.ws

1