25 de setiembre de 1968

El dinero es la causa de muchos crímenes… Por tenerlo, pisotean los hombres su dignidad, y le rinden adoración y vasallaje… Las campañas de la vieja capilla suenan pausadas y tétricas y en su recinto se escucha la carcajada de… El Monje Loco… ¡Nadie sabe!... ¡Nadie supo!... La verdad en el horrible caso de “El Heredero Idiota”…

Por un camino desolado y pedregoso se desliza un automóvil. Los esposos Bundy, Chuck y Lorena, se dirigen desde Indiana a Jasper. El motivo: una invitación del tío de la mujer a pasar una estadía en la casa campestre. En la misma viven la tía Carol, el tío Pulver y el primo Fulton, familiares que no se han visto por años. Chuck tiene sus dudas y durante todo el viaje se las ha hecho ver a su esposa. Desconfía del viejo Sigurd, a quien siempre consideró como un hombre miserable y desalmado. Llegados, son recibidos por un ser de rostro horrible y deformado quien los conduce a presencia del anfitrión. Se comentaba que dicho engendro era hijo ilegítimo del tío Sigurd, sin haberse comprobado nunca la veracidad del hecho. El hombre pareció alegrarse con la llegada de su sobrina y de inmediato puso en conocimiento de ella su intención de dejarle en herencia una pequeña cantidad de dinero mensual. Esta noticia golpeó fuerte el corazón de Lorena, quien sintió una sincera compasión por la soledad de su familiar. Para legalizar este efecto, Sigurd hizo firmar unos papeles a Chuck para enviarlos a una empresa de seguros encargada de la tramitación. Por la noche los invitados se acostaron durmiéndose profundamente. De improviso el joven despertó motivado por un grito desesperado. Sorprendido comprobó que su mujer no estaba en el lecho. Salió al pasillo y corrió al sitio en el que le pareció oír el alarido. Dentro de la pieza estaba Lorena inmóvil y en una cama, tirada, una mujer. Se trataba de tía Carol. Tenía la mano derecha cercenada y parecía llevar varios días sin vida. Más allá, el tío Pulver y el primo Fulton en las mismas condiciones. Asustados y desconcertados, volvieron al dormitorio agazapándose cerca de la puerta, en espera de un enemigo invisible que inevitablemente debía aparecer. El cansancio los hizo volver a la cama, y aguardaron. Un sonido imperceptible en la ventana. Una mano pequeña golpeaba incesantemente el cristal. Chuck abrió el postigo y tomó el miembro muerto con fuerza. Amarrado en el muñón tenía un distintivo que señalaba el nombre de tía Carol. Haciendo recomendaciones a su esposa, nuevamente salió de la habitación con la intención de develar el misterio. Bajando las escaleras llegó a un cuarto sucio y oscuro. Colgando del techo se hallaban otras manos cortadas, cada una con el nombre correspondiente atado entre los dedos. Sintió un golpe en la cabeza y se hundió en un negro abismo. Al despertar se vio fuertemente atado a una silla, y en el piso, inmovilizada, Lorena. Habían caído en una trampa mortal, pero montada ¿por quién?

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