17 de abril de 1968
Hay árboles que, como los seres humanos, al sentirse solos, van muriendo de tristeza. Árboles de cementerio que parecen llorar al pie de los sepulcros... O árboles que absorben de la tierra, del aire y del agua, la potencia para robustecer su vida. ¡Nadie sabe!... ¡Nadie supo! La verdad en el terrible, en el espantoso caso de... "EL ÁRBOL EXTERMINADOR". Es un relato en el que los celos y el odio los hará vivir momentos felices.

El odio, la burla y los celos de no poder alcanzar el objeto deseado, en este caso una campesina del lugar, lleva a Diego Falcón, un lugareño retorcido de cuerpo y alma, a cometer un crimen inútil para eliminar la competencia.

El ambiente maligno que rodea a esta historia está representado en un árbol que debe ser alimentado de carne, tanto humana como animal, y que se vale de la débil voluntad del asesino para devorar nuevas víctimas. El Monje Loco va hilvanando esta historia de locura y obsesión de un modo vertiginoso y sin pausa, ayudado en gran medida por el acabado dibujo de Rubén Lara.

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