La historia se basa en el relato El Vij (igualmente conocido como Viy) de Nicolás Gogol.

En un Seminario Ortodoxo de Kiev, Tomás Brout pasa sus días entre la pasividad de la meditación, el estudio y la observación. Fue justo en una de esas tardes monótonas de estío que fue visitado en su cuarto por una bruja de apariencia espeluznante quien sin mediar previa anunciación se le montó en el hombro y salió con él a descampado como si éste fuera una bestia de carga. El joven sentía una mezcla malsana de placer y dolor, y rezaba a viva voz para zafarse de aquel demonio que le oprimía. En un momento descendieron en la ribera de un lago y el Seminarista vio entre las aguas reflejada la figura de una preciosa ondina que de improviso se alzó frente a él y la situación cambió. Ahora era Brout quien montaba sobre los hombros de la horrible vieja y esta vociferaba maldiciones tratando de liberarse del peso que la agobiaba. El vuelo duró corto tiempo y la bruja cayó pesadamente al suelo víctima del cansancio, al instante que una transformación se produjo en ella. Quien se hallaba tirada en tierra era una hermosa joven y no el espantajo que momentos antes perturbara la paz del joven. Aterrado y sin fuerzas, Tomás Brout huyó del lugar.

La juventud y la alegría de vivir del joven le hicieron pronto olvidar el incidente hasta que tiempo después se enteró de la muerte de la hija de Alejo, el amo de las tierras al sur de Kiev, quien antes de fallecer había implorado a su padre que un Seminarista llamado Tomás Brout le velara en su ataúd en solitario por un período de tres días a partir de su deceso. De nada le valió negarse al infortunado. Asustado partió a cumplir tan indeseada misión y ese miedo se transformó en pavor cuando descubrió en el cadáver la fisonomía de la joven en la cual se convirtiera la vieja al caer desfallecida a tierra en su aventura sobrenatural.

El desenlace es aterrador e inesperado, y complica la situación un macabro trasgo al que denominan El Vij.