6 de marzo de 1968

Una historia de fantasmas, persecución y deslealtad, tratada con su habitual distancia por nuestro entrañable personaje. Claudio Torrentera, prestigioso cirujano, pasa por una situación existencial que está destruyendo su voluntad. Hombre de actitudes ambiguas, enérgico y débil por partes iguales, se ha ido distanciando de su esposa a la que trata de forma indolente y despectiva sin que exista un motivo aparente. Lucrecia busca la forma de satisfacer los deseos de su esposo sin conseguir sus propósitos, y es arrastrada a esta vorágine de indiferencia y soledad que ha atrapado a estos dos seres humanos, incapaces de resolver un teorema que deriva, al parecer, de la incapacidad de ella para darle descendencia. Claudio comienza a salir por las noches en busca de una diversión que le permita llenar el vacío que supone su desencantada existencia e inesperadamente conoce en un club nocturno a Iliana, joven bailarina que está debutando en el local y de la cual se enamora perdidamente. Casualmente la joven coincide con los sentimientos del cirujano y éste comienza a mantener una relación paralela que parece dar un nuevo aire a su deslucida rutina. Más temprano que tarde, Lucrecia se entera de la cruel verdad y toma una decisión extrema: suicidarse. En el intento queda herida de muerte y con su columna vertebral rota. Irónicamente es su esposo quien la asiste en este desgraciado trance y se proyecta una posible operación que no llega a producirse tras el deceso inesperado de la mujer. Un complejo de culpa empieza a nacer en Claudio. Sabe que fue negligente en la atención post accidente hacia su cónyuge y se dejó inducir por el ultimátum de Iliana: “o ella o yo”. Desde ese momento su mente se pierde en un desvío y su debilidad se va manifestando en diferentes síntomas que van desde el arrepentimiento parcial hasta la paranoia absoluta. El desenlace no parece ser otro que la destrucción psíquica y moral de los involucrados.