La carátula es gentileza de nuestro amigo mexicano Horacio Villamil.

28 de febrero de 1968

El Monje Loco nos traslada a un pueblito, Eger, ubicado en la Alta Baviera, cerca de Munich, Alemania, para relatarnos un hecho cruel de locura, sadismo y ambición. Henry Eckner, dueño de una fábrica de instrumentos ópticos, maneja con éxito la empresa junto a su hija Sofía y algunos empleados de su entera confianza. Federico Heim, prometido de la joven, llega al pueblo después de una larga ausencia y nota, en principio, cierta preocupación en la muchacha. La nota ausente y poco comunicativa, cualidades que en ella le resultan incomprensibles. Al mismo tiempo se entera de que ha habido algunos casos de asesinato con mutilación. A las víctimas se le han extraído los ojos y se lo ha hecho con habilidad de cirujano, lo que descarta un asesinato común. La situación se hace más intrigante cuando la doncella Gretchen, que sirve en la casa de Henry Eckner, abandona sin que hubiere motivos para ello la casa patronal, descartándose cualquier posible deserción. Todo se hace aun más confuso cuando aparece en escena el Superintendente Lenbach, que paralelamente oficia de “Director del Hogar para Muchachas Ciegas”, comunicando la trágica desaparición de una de sus empleadas. Este panorama resulta demasiado enmarañado para el joven Heim, quien comienza a sospechar de todos los involucrados, incluyendo a Sofía, quien en todo momento parece estar en estado de trance, evitando cualquier confrontación con Federico. La situación en un momento parece aclararse, pero un hecho trivial hace que la investigación vuelva a un punto muerto.

El Monje Loco se divierte a lo grande dándonos pistas falsas y haciéndonos creer lo que no es, y vaya que consigue su propósito a cabalidad.

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