Reproducido de la revista "La Nave de los Locos", N° 7/8, marzo 2001. San Nicolás 1590, San Miguel, Santiago, Chile. E-mail: [email protected]

Rubén "Gurú" Morales:
"LA HPS NO EXPLICA POR QUÉ LA GENTE SIGUE CREYENDO"

Por Diego Zúñiga

Pude haberlo entrevistado en uno de esos siete días que me alojó amablemente en su casa. Pero dadas las circunstancias del viaje, a medio camino entre turismo y trabajo ufológico (?), esto resultó imposible. De cualquier modo, Rubén "gurú" Morales -lo de gurú es por su apariencia, por nada más-, psicólogo social, uno de los miembros del staff de la desaparecida "UFO Press" editada por la Comisión de Investigaciones Ufológicas y actualmente webmaster del sitio "Mitos del Milenio", se dio un tiempo para compartir sus pensamientos con "La Nave de los Locos", aunque fuera por e-mail.

 

¿Cómo comienza Rubén Morales a adentrarse en la ufología y en qué momento da un giro racional a su postura?

Sostengo que el "virus" de la ufología ataca en la adolescencia presexual (1), y no he sido la excepción. Me asocié al grupo juvenil AAA-DIOVNI a los 15 años, en 1974. Además era la época de los viajes a la Luna, había un clima enrarecido por ideales cósmicos.

DIOVNI era un grupo de adolescentes estudiosos que apostaban a una búsqueda de respuestas científicas al tema OVNI. Se hablaba de efectos electromagnéticos, casos clásicos, sistemas de propulsión... Lo que más nos seducía era acariciar la posibilidad de que un grupo de jóvenes, indagando en los costados marginales de la ciencia, podría tal vez descubrir algo que a la comunidad científica ortodoxa se le había escapado de las manos. Allí le tomé el gusto a la pasión por investigar.

Volviendo a la pregunta, no tengo conciencia de haber sufrido un abrupto giro racional en mi pensamiento, como le ha sucedido a otros colegas. Un ejemplo: Mi primera aparición en la prensa fue el 30 de mayo de 1976, a raíz de un congreso en el que participé, junto a Valentín Ladra (que dirigía la revista Umbral Cero), Néstor Cafferatta, Gustavo Mario Fernández y el pionero Ariel Ciro Rietti. Según lo que pudo apuntar el cronista del periódico La Razón, "el Señor Rubén Omar Morales (...) en un pasaje de su charla dijo: 'no queremos que el tema sea tabú, ni que lo mistifiquen más. Esto para nosotros no es un pasatiempo ni un hobby, se deben terminar los charlatanes que se llenan los bolsillos con esto. El argentino medio le otorga un carácter trivial al problema y muchas veces la misma prensa contribuye a ello con notas sensacionalistas'". Ése era el estilo vehemente de

 

un Morales con 17 jóvenes años, y debo confesar que, palabras más o menos, en buena medida sigo pensando lo mismo, a un cuarto de siglo de aquellas declaraciones. Y es que en lo referente a la ética me proclamo conservador, ortodoxo y fundamentalista.

No me jacto de ser "racionalista". Es más, viendo las actitudes tan irracionales e infantiles que tienen ciertos ufólogos que se autoproclaman racionalistas (me refiero sobre todo a su trato cotidiano con su familia, sus grupos de investigación, el cuidado de su propia persona) se me ocurrió fundar la Ufología Emocional, ya que sigo en el tema OVNI por una cuestión de placer intelectual y de afectos. Tengo excelentes amigos (con quienes antes nos tratábamos como ufólogos y de un día para otro comprendimos que éramos amigos) y me place haber aprendido, gracias a los OVNIs, muchísimos conocimientos que nada tienen que ver con ellos, pero que extendieron los horizontes de mi mundo cultural.

¿Qué marca la CIU y UFO Press en la historia de la ufología argentina?

En 1974, el ufólogo Oscar Galíndez editó en Córdoba una revista memorable, cuyo estilo y calidad evocaban a las mejores publicaciones europeas. Me refiero a "OVNIs, un desafío a la ciencia". Como era de esperar, luego de un año de ediciones discontinuas, cerró definitivamente en 1976. En ese año, el Lic. Guillermo Roncoroni, especialista en computación y apasionado fotógrafo, resolvió crear un grupo y una revista, pero evitando el riesgo de apostar al circuito comercial. UFO Press se distribuiría en forma underground y el grupo se llamó SIU, Servicio de Informaciones Ufológicas, pero como pronto se constituyó en un homogéneo equipo humano capaz de encarar diversos y ambiciosos proyectos, se lo redefinió -con justicia- "Comisión de Investigaciones Ufológicas" (CIU).

Me sumé a ellos en el '77. Éramos muy unidos, con reuniones semanales, distribución de tareas, investigación y debate de casos. Compartíamos una cohesión de pensamiento casi monolítica. Fuimos lo más heavy de la ufología cientificista porteña y UFO Press era entonces la única revista de ufología crítica en Latinoamérica. Guillermo guiaba el grupo con mano de hierro, seleccionaba con rigor todo lo que iba a parar a las páginas de UFO Press y gracias a eso muchas de sus notas aún conservan vigencia. Era tan estricto que una vez, acaso en el '78 ó '79, le llevé un artículo desmitificando al "astronauta de Palenque", y debo confesar que me había llevado esfuerzo poder comprender esos glifos mayas para descifrar por mí mismo ­y no sólo por lo que decían los arqueólogos- su real y profundo significado, totalmente alejado del enfoque platillista de Von Däniken. Guillermo miró de soslayo el escrito y lo rechazó en el acto. ¿Por qué? Para él UFO Press debía referirse exclusivamente a OVNIs en el presente, y se negaba a publicar notas sobre OVNIs en la antigüedad, fueran a favor o en contra.

Aquella rigurosidad nos sirvió para realizar importantes trabajos de campo, de reflexión y todos colaboramos para que Guillermo publicara su proyecto anhelado, el catálogo Argencat, que fue el primer estudio estadístico por computación sobre el tema realizado en Argentina. En 1980 y 1982 nos visitó el Dr. Joseph Allen Hynek, a quien muchos consideran el padre de la ufología científica en el mundo. En ambas oportunidades, Guillermo lo alojó en su departamento de la calle Caracas y tuvimos el privilegio único de compartir muchas horas con ese anciano sabio y activo, para lo cual el Dr. Alan March, integrante de la CIU, ofició de incondicional traductor. Hynek era un tipo sencillo, muy didáctico al expresarse, humilde, llevaba a todas partes una vieja cámara de fotos estereoscópica y coleccionaba piedras. Tiempo después le mandó una carta a Guillermo prometiendo volver pronto y para comunicarse mejor estaba aplicándose en estudiar español. Lamentablemente, en 1986 perdimos a Hynek para siempre.

¿Cómo se ve el panorama de la ufología en tu país? ¿Hay futuro o mejor nos sentamos a esperar un milagro?

En tanto haya OVNIs, habrá ufólogos. El verdadero milagro es que pese a la pertinaz ausencia de pruebas, los OVNIs continúen firmes ocupando su sitio en el imaginario colectivo... ¡Para nuestro beneplácito, por supuesto! Hay una juventud de investigadores con inquietudes que viene empujando por ganar su lugar y que puede lograr grandes cosas. Además, los que venimos de antes ya somos profesionales, cada quien en su especialidad. Tal vez nunca hubo tantos profesionales dedicándose a la ufología. ¡Eso es bueno!.

Creo que si alguna responsabilidad tenemos, es evitar que los nuevos ufólogos repitan nuestros errores. Hay una generación post "X-Files" que no ha conocido los mínimos preceptos de Hynek para cualificar un testimonio, por ejemplo. Hay que orientarlos para que además de los caballos troyanos (un obsequio engañoso, según la leyenda), puedan abrevar también en otras fuentes para "abrir la cabeza" a ideas creativas, como los libros de Jacques Valleé, John Keel, Vicente-Juan Ballester Olmos, y ­entre los más recientes- el novedoso libro sobre abducciones "Los Extraños" de Néstor Berlanda y Juan Acevedo, el libro digital "OVNIS la agenda secreta" del colega uruguayo radicado en USA Milton Hourcade y "Pasaporte a Ovnilandia" de Sergio Sánchez.

LA HIPÓTESIS PSICO-SOCIAL

¿Crees que los trabajos de Monnerie marcan un hito en la historia de la ufología o simplemente se trata de material sobrevalorado?

Ambas cosas son ciertas. Los que más sobrevaloran a Monnerie son los defensores incondicionales de la 'hipótesis extraterrestre', que lo pintan como un monstruoso ogro ensañado en negar la realidad diciendo que todos los OVNIs son producto de la imaginación humana. Sobre la HPS muchos hablan sin saber de que se trata, por lo que valoro mucho al respecto los esclarecedores artículos publicados en las últimas ediciones de La Nave de los Locos.
Desde la célebre oleada de 1954, los OVNIs de Francia parecían ser en extremo prolijos, pulcras lucecitas que irrumpían en el cielo con cautela, más algún humanoide discreto y respetuoso, casos bien "cartesianos" según ironizaban los propios franceses. Esa prolijidad tuvo su proyección psicológica en las ortotenias de Aimé Michel, impecable trama de líneas rectas como corresponde a un ordenado plan cósmico (¡y nada hay más "cartesiano" que un mapa con coordenadas!).

En realidad, la mayor enseñanza de Monnerie consiste en mostrarnos de qué manera un período de depresión puede generar excelentes resultados creativos. Monnerie no era psicólogo, sino un técnico que coordinaba una red de aficionados dispersos en toda Francia provistos con detectores de variaciones magnéticas. Lo hacía desde una pequeña sección de la revista Lumiéres dans la Nuit, pionera en la organización de esas "jornadas de observación", hoy en día tan en boga.

Y a mediados de los años '70 comenzó la crisis: no había casos, los franceses no veían OVNIs por ningún lado. Monnerie aprovechó ese hueco para hacer encuestas ­sobre todo por teléfono- a colaboradores espontáneos que, tiempo atrás, le habían enviado observaciones. Entonces comprobó que la mayoría podían explicarse perfectamente por fenómenos astronómicos conocidos, teniendo a mano las posiciones de los astros para las horas y días citados. Además, muchos encuestados admitieron sin problemas la confusión luego que les fue explicada, ya alejados de la emotividad inicial.

Monnerie bosquejó su famosa Hipótesis Psico Social (HPS) en el libro "Et si les OVNIs n'existen pas?" y la refrendó contundentemente en "Le naufrage des extraterrestres". A partir de entonces, un acalorado entrecruzamiento de opiniones se extendió como reguero de pólvora, involucrando a todos los ufólogos franceses. El debate alcanzó una intensidad y riqueza de contenidos nunca vistos, haciendo eje en un despiadado cuestionamiento a todo lo hecho en el pasado. La rebelión proponía demoler la vieja ufología con pies de barro, apuntalada en casos que ya era hora de reinvestigar para acceder a la cruda verdad de lo que había sucedido. Esta impronta de sinceridad colectiva rompió por fin el pasmoso acartonamiento que encorsetaba la ufología francesa desde 1954: Ése ha sido el verdadero gran mérito de Monnerie. En otras palabras, lo más importante no es lo que dicen los libros, sino los efectos que son capaces de provocar en los espíritus inquietos.

Tú criticas a Barthel y Brucker y, al mismo tiempo, tienes una buena imagen de Bertrand Méheust. ¿Cuáles han sido, en tu opinión, los aportes y las carencias de cada uno de ellos?

En los años en que las polémicas de Francia estaban en plena ebullición, Alejandro Agostinelli recibió mucho material y tuvo la oportunidad de viajar allá. Aprovechando mis rudimentos de francés, me aboqué a traducir algunos textos y casi sin ponernos expresamente de acuerdo con Alejandro, como veíamos que aquí la movida francesa era totalmente desconocida, nos propusimos difundirla mediante resúmenes de las diversas vertientes de ideas que se iban abriendo. Algunos de esos artículos fueron a parar a UFO Pess y otros a Cuadernos de Ufología. Esa urgencia de informar algo nuevo estaba presente en mis notas sobre Méheust y Barthel/Brucker. El trabajo de Barthel y Brucker es digno de encomio. Ellos recorrieron los más remotos pueblecitos de Francia para reinvestigar, un cuarto de siglo después, cada caso de la oleada del '54. Tras un somero análisis, la mayoría de los casos resultaban explicables de la manera más vulgar. Incluso las personas que habían mentido confesaban rápido, ya que no tenían motivación para sostener el engaño después de tanto tiempo, y las ortotenias comenzaron a caerse como un castillo de naipes, empezando por la famosa línea "Bavic".

En cambio, a Méheust le pesa su formación como profesor de filosofía, y va mucho más allá de contentarse con explicar casos como hechos triviales. Sus libros "Soucoupes volantes et folklore" y "Science fiction et soucoupes volantes" proponen una indagación en las hondas raíces arcaicas que nutren la imaginería platillista actual. Méheust, continuando el camino que antes había señalado Vallée con sabiduría, desentraña las relaciones profundas entre las actuales naves extraterrestres y los relatos fantásticos que las precedieron, revelando que la trama argumental de estos eventos ­y hasta la escenografía- se repiten desde la época de los gnomos, las hadas, los elfos y demás seres sobrenaturales precristianos, pasando por los mitos bíblicos, los rituales del aquelarre medieval y la ciencia ficción contemporána. Méheust llega a postular la existencia de una memoria colectiva universal, a la que describe como una napa freática subterránea, a la cual los habitantes de cada época acuden a veces para extraer los elementos del imaginario social que convienen a su necesidad psicológica del momento.

¿Crees que la HPS puede explicar la totalidad de los casos OVNI o, al contrario, necesita complementarse con otras hipótesis?

Hay algo que quiero decir de una vez: yo no comparto la HPS pura y dura, porque ésta puede explicar un testimonio tras otro, pero no por qué la gente sigue creyendo en los testimonios pese a las explicaciones de la HPS. La gran falacia de los monneristas consiste en suponer que todo estaría perfecto si se lograra explicar como fenómeno convencional cada caso OVNI que figure en los archivos, pero ignoran que los fenómenos sociales, los fenómenos humanos, más que ser explicados, merecen ser comprendidos para tener la oportunidad de acceder a su real significado oculto.

Por eso, como psicólogo social, prefiero un abordaje comprensivo e integrador del tema, sin inventar teorías nuevas, sino simplemente desde la metodología propia de la psicología social que conocemos en Argentina, centrada en la herencia teórica del Dr. Enrique Pichon Riviere. Y parte de ese enfoque lo publiqué alguna vez en Cuadernos de Ufología, en un largo artículo titulado "El rol de los extraterrestres en nuestra cultura" (2).

Pero no trato de convencer a nadie, creo que la mejor actitud es que cada ufólogo aborde el tema desde su especialidad, desde su pasión intelectual y de esa manera encontrará su propio camino al andar.

¿Es la HPS una hipótesis caduca? ¿Ha sido superada ya o la permanente evolución del pensamiento psicosocial le ha permitido seguir vigente, indemne, hasta hoy en día?

La pregunta incluye la presuposición implícita de que existiría una evolución lineal del pensamiento ufológico, lo que me permito poner en duda. Muchas teorías "innovadoras" terminaron siendo sólo una moda pasajera antes que un avance en el conocimiento.

Yendo a lo específico, el pensamiento psicosocial académico jamás afectó a la HPS, puesto que la HPS de Monnerie no es un tema que se trate en ninguna carrera de psicología, psicología social o sociología. Es que, en realidad, la explicación que da Monnerie del fenómeno humano que provocaría la visión de OVNIs, lejos de ser un concepto revolucionario, más bien se inscribe dentro de los fenómenos alucinatorios comunes descritos en miles de libros. Además de OVNIs, muchas otras cosas emergen cuando algún elemento imaginario del mundo interno del sujeto se entromete con el mundo exterior percibido. Es prejuicioso pensar que sólo los locos tienen alucinaciones, ya que tales fenómenos son mucho más comunes de lo que se cree y casi cualquiera de nosotros puede tener acceso a ellos. La otra vez vi pasar a un tipo que iba caminando apurado por la calle hablando por un teléfono celular, y de pronto guardó el teléfono pero continuó hablando solo: evidentemente tenía alucinaciones auditivas, ¡pero siempre que tenga a mano un celular se salvará de que lo manden al hospicio!

¿Qué papel ha jugado la prensa en la creación del mito ufológico?

La prensa ha contribuido a crear el estereotipo del "plato volador". Además, por lo que se llama "deformación profesional", los periodistas se vieron tentados a redactar los casos como una crónica policial, lo que creó un modelo de "informe OVNI" repetido a través del tiempo. Pero también los ufólogos estamos reforzando el mito con reportajes como éste, y hasta los escépticos, ya que si combaten el tema con tanta energía "¡es porque algo debe haber de cierto! Si no, no perderían el tiempo con esto".

Recuerdo que cuando estuve en Capilla del Monte, trataba de sonsacarle a los pobladores qué había de verdad sobre los OVNIs del Uritorco. Y solían contestar "vea, si vino tanta gente a estudiarlos desde Buenos Aires, es porque algo hay". Entonces comprendí que yo también era portador y reproductor del mito

¿Cuál sería el rol de los ETs en nuestra cultura?

La humanidad actual tiene una nostalgia de lo sagrado, de aquella época ­in illo tempore, diría Mircea Eliade- en que los dioses bajaban repetidamente a la Tierra y guiaban el destino de los pueblos. Era el tiempo en que cada integrante de las pequeñas comunidades participaba en los ritos sacros de manera activa, involucrando cuerpo y alma, donde cada individuo tenía acceso a una vivencia personal, única, reveladora, de la experiencia religiosa. Luego las religiones ligadas a los poderes políticos de turno fueron haciendo cada vez más rígidas sus ceremonias, dándole más atributos a los sacerdotes mientras se hacía más pasivo y obediente el papel de los fieles en el culto, con el claro propósito de mantener a las masas bajo control. Este mecanismo funcionó bastante bien durante siglos, hasta que el desarrollo de la ciencia y la revolución tecnológica pusieron en jaque a muchos dogmas de la fe. Los avances de la genética, los transplantes, los viajes al espacio, la clonación, la electrónica, el evolucionismo y la arqueología se inmiscuyen con muchos temas que antes estaban "en las manos de Dios".

Pero la memoria colectiva es esencialmente conservadora, el humano necesita de lo sagrado desde el comienzo de los tiempos y la súbita aparición de los transistores, los antibióticos y el secador de pelo no torcerán millones de años de creencia en lo sobrenatural. El lanzamiento al espacio exterior de unos pocos cacharros de factura humana no ha de causarle un rasguño al cielo como morada eterna de los dioses.

Los extraterrestres, tras un decorado de parafernalia tecnológica que encubre su función en parte mesiánica y en parte amenazadora (como corresponde a los dioses), aparecen de pronto como nuevos intermediarios de la Divinidad Altísima. Los ET bajan del cielo en unas naves ostentosas dotadas con los máximos atributos de la ciencia, pero también se les atribuye una espiritualidad superior, y las comunicaciones telepáticas son un claro ejemplo. Hasta los mismos contactados dicen que los extraterrestres actuales eran los ángeles que menciona el Génesis.

Mientras decrece la fe en el panteón de las figuras religiosas tradicionales, los extraterrestres se apresuran a tomar posición en los altares de la creencia popular. Y todo eso sucede casi sin que nos demos cuenta.

¿Por qué motivo la ufología más acrítica, aquella que está debajo del sentido común incluso, tiene tanto éxito? ¿Estaría ocupando, acaso, aquel espacio que ha perdido la religión?

En principio, no es tanto el éxito. El mercado ufológico es chico, las revistas o libros que hablan sólo de OVNIs venden pocos miles de ejemplares y tanto es así que los editores de revistas deben apelar a otros temas, como las terapias holísticas, las técnicas de autoayuda, las flores de Bach, los horóscopos y mil etcéteras para atrapar más compradores.

El gran público siempre prefiere obras de lectura fácil, ese suele ser el habitual mérito de los best sellers, y los ufólogos cientificistas no han hecho mayores esfuerzos por escribir cosas interesantes, pero en un estilo llano y agradable, sino más bien se obstinan en escribir para una elite y después se quejan de que la gente los ignore prefiriendo a los mercaderes de sueños. Fíjate que a los ufólogos clásicos de España los han estigmatizado como "el lado oscuro de la ufología" y ellos no encuentran la manera creativa de sacarse ese molesto e injustificado sambenito. Pero también te doy un contraejemplo: Alguien que logró romper el molde y escribe para numerosas revistas del mercado comercial con información confiable y buen estilo periodístico es Alejandro Agostinelli. Hay mucho por hacer. Los OVNIs fluyen como una corriente de pensamiento popular, como el fútbol o la cerveza, y si uno quiere modificar un caudaloso curso de agua, siempre es más sencillo desviar el cauce que construir un dique.

¿Crees que el fenómeno OVNI es un terreno virgen para las ciencias sociales? ¿Deberían la sociología, la antropología y la psicología ocuparse del tema?

Sí, y en alguna medida ya está sucediendo. Pero cuando lo hagan plenamente, sus estudios causarán una herida narcisística en los ufólogos, debido a que seguramente no estudiarán a los OVNIs como tema único, recortado (tal como hacemos nosotros), sino que los englobarán dentro de conjuntos más amplios, como parte de la New Age, o de las leyendas urbanas, o de los mitos vinculados a la ciencia y la informática y los ufólogos podremos sufrir una razonable decepción al vernos minimizados dentro de esa melange.

Hay mucho por hacer desde las ciencias sociales. Es muy común encontrar en los hospicios de hoy en día a psicóticos que creen ser perseguidos por extraterrestres o que dicen "contactarse" con ellos. La película de Eliseo Subiela "Hombre mirando al sudeste" era un testimonio de este fenómeno que sería interesantísimo investigar como parte del terreno virgen del que hablabas.

¿Qué te resulta más interesante: un caso OVNI o un congreso de ufología? Convengamos que en ambos casos hay suficiente material de interés para un psicólogo social.

Correcto, desde la psicología social ambas cosas son enriquecedoras. Y a veces cuando me presento ante otros ufólogos como psicólogo social, percibo cierto rechazo, como si pensaran "éste me viene a investigar a mí". Pero para tranquilizar los ánimos, aclaro que los psicólogos sociales no analizamos las patologías individuales (¡así que las pueden seguir conservando!), ni hacemos psicoanálisis, ni administramos drogas. Nuestra tarea se centra en comprender la dinámica de los grupos humanos y, más todavía, nos capacitamos para intervenir como catalizadores para que un determinado grupo alcance los objetivos que se plantea. Desde este enfoque, sería muy útil el apoyo de psicólogos sociales para favorecer la comunicación en los congresos, ¡y eso nunca se ha hecho!

Pero, finalmente, hablando con el corazón de ufólogo, creo que no hay tarea más excitante que ir a entrevistar a alguien que dice haber tenido un encuentro cercano con lo desconocido. Eso generalmente requiere viajar y por tanto preparar los elementos para registrar todos los datos posibles, grabar la entrevista, tomar fotos del lugar, recorrerlo, medir alturas angulares, levantar un croquis y establecer trayectorias, hablar con familiares y vecinos del denunciante. Luego, al regresar, la urgencia por hacer un informe de todo lo que registramos, percibimos y sentimos durante la encuesta, antes de que nos traicione la memoria, "esa engañadora enemiga de la ciencia y el saber" ­decía Copérnico.

El ufólogo que sale al campo debe ser un recolector tenaz, como esos barrenderos que juntan hasta el último papelito tirado en la calle. De la misma forma nuestra prioridad es acopiar todos los datos posibles, incluso aquellos que a primera vista parecen inútiles. Luego habrá tiempo para interpretaciones e interpretadores, pero la entrevista es ante todo un vínculo humano y, como tal, algo absolutamente irrepetible.

NOTAS:

(1) Ver su artículo "Patologías ufológicas" en Fenómenos Aéreos, Nº 3, Julio-Septiembre 1980 y Cuadernos de Ufología, Nº 11, 2ª época, 1991, pps. 59-61. Próximamente, en "La Nave de los Locos".
(2) "El rol de los extraterrestres en nuestra cultura", Cuadernos de Ufología, Nº 16/17, 2ª época, 1994, pps. 148-161.

(Ambos artículos también disponibles en NOTAS Y ESTUDIOS de Mitos del Milenio)

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