LA CIENCIA ACEPTA DESCIFRAR
El MAYOR ENIGMA DEL ESPACIO


Autor:
Enrique Alonso
Fuente: Revista Continente, N° 8, marzo 1967

SINTESIS: Este logrado artículo se publicó en 1967, y permite advertir los avances que se habían obtenido entonces en la investigación ovni. Es posible que el autor haya firmado con un seudónimo.
Se refiere especialmente a los organismos oficiales dedicados al tema y menciona nombres de militares y científicos involucrados, en EE. UU. y Argentina.
Todo esto, una treintena de años antes que se hablara de los Expedientes X.
Un conjunto de información que conviene releer con una nueva mirada.

 

Hace veinte años -tal vez veinte siglos- que los OVNIS vigilan la Tierra.
Hasta ahora era un secreto militar. En adelante será un problema de la ciencia. Pronto sabremos si se trata de un mito más persistente o de una cercana posibilidad de contacto con civilizaciones extraterráqueas.

"Es posible que hayan aparecido en todas las épocas, pero desde hace veinte años asedian la Tierra. Asustan a los campesinos con sus luces sofocantes en lugares solitarios; 'patrullan' los caminos persiguiendo automóviles; vigilan lugares estratégicos; cumplen arduos equilibrios en el
espacio. A veces descienden; uno de sus ocupantes da una vuelta completa en torno al plato, vuelve a entrar y
la máquina se eleva. Todo esto parece ridículo, desafía nuestra inteligencia y ha llevado a mucha gente a la neurosis. ¿A qué vienen? ¿Qué buscan? ¿Por qué no ensayan un contacto franco? Ninguna respuesta parece satisfactoria. Si no fuera porque los vemos, el radar los capta y sus desplazamientos son tan asombrosos, habría que jurar que no existen". Con estas desalentadas palabras, confesaba su desconcierto uno de los más avezados investigadores argentinos del problema de los "platos voladores".

Simultáneamente, en Wáshington, el secretario de Aviación, Harold Brown, hacía un anuncio urgente: su Departamento había destinado a la Universidad del Colorado un fondo especial de 300.000 dólares para que cien estudiosos encaren, con los recursos más avanzados de la ciencia, el problema de los OVNIS, los objetos voladores no identificados. Brown rompía así, bruscamente, con la tradicional política de la Fuerza Aérea en la materia: desmentidas, silencio, y alejar a los civiles de sus comprobaciones.

LAS RAZONES DE HYNEK

En agosto de 1966, Allen Hynek, catedrático de astrofísica de la Universidad Northwestern, de Chicago, envió una comunicación a la revista Science en la que, afirmando que las pruebas oficiales reunidas hasta ahora no bastan para demostrar la inexistencia de los platos, invitaba a sus colegas a examinar el problema con seriedad y sin prevenciones. La adusta revista Science se negó a publicar el trabajo y sólo ante las vehementes protestas de Hynek incluyó un extracto. Una decena de líneas: las suficientes como para levantar un avispero en el mundo científico norteamericano.

"No tengo la certeza de que la tierra sea visitada por seres extraterrestres -concluía Hynek- pero creo firmemente que esa realidad figura entre los hechos posibles. Sería provinciano que los terráqueos nos consideráramos los únicos seres inteligentes del Universo. ¿Cómo habrían reaccionado nuestros abuelos si hubieran oído hablar de energía nuclear en 1866?"

Lo espectacular de esta declaración es que, apenas cinco meses antes, le había tocado a Hynek, en su carácter de consultor especial sobre OVNIS de la Fuerza Aérea norteamericana, convocar a una conferencia de prensa y explicar que los platos contemplados sobre Michigan e Illinois por centenares de aterrorizados testigos (entre ellos una docena de policías y un funcionario de la defensa civil), eran ... emanaciones de gas de los pantanos.

El imprevisto vuelco de Hynek, la sorpresiva decisión de Brown y el hecho de que los vehículos policiales de varios estados de USA hayan sido dotados de prismáticos y cámaras fotográficas para estar en condiciones de documentar apariciones sorpresivas, está mostrando que el enigma de los platos voladores resulta ya demasiado agobiante y candente para la Fuerza Aérea y requiere ser compartido.

LA CONJURACION DEL SILENCIO

Está quedando atrás la época en que toda aparición de OVNIS era atribuida por las autoridades militares a globos sonda, cohetes, aviones, helicópteros, meteoritos, estrellas, reflejos de la luz e ilusiones de la vista o de la mente. Los extraños objetos, que alcanzan la velocidad del sonido en apenas un décimo de segundo, emplean aparentemente métodos propulsivos y formas de energía para nosotros desconocidos, y cumplen maniobras tan rápidas que exigen aceleraciones y deceleraciones asombrosas (capaces de aniquilar cualquier material o viajero terrestres), han ingresado por derecho propio a la crónica oficial de nuestro siglo.

Es posible que en adelante no sean ocultados episodios tan dramáticos como el ocurrido el 7 de enero de 1948 al mediodía, cuando un gran disco de 80 metros de diámetro apareció en el cielo de Madisonville (Kentucky), siendo avistado por millares de personas. El coronel Hicks, comandante de la base aérea militar de Fort Knox, ordenó al capitán Thomas Mantell que se aproximara al disco en su avión de caza F. 51 Mustang, para observar sus dimensiones y características. A los pocos minutos, el piloto informó que tenía el disco a la vista: "El objeto parece de metal y es gigantesco. Empieza a elevarse". Luego otra comunicación dramática: "¡Oh, Dios, veo personas dentro del objeto!". Fueron sus últimas palabras. Los restos informes del avión se encontraron a 130 kilómetros del aeropuerto. Se habla desintegrado al entrar en el área del OVNI, tal vez un campo magnético.

La discusión originada por este caso "clásico" y la fuerte presión de la opinión pública, indujeron al Pentágono a revelar que ya el 30 de noviembre de 1947 el ministro de Defensa, señor Forrestal, había instituido una comisión investigadora sobre los OVNIS, en el Air Technical Intelligence Center de Dayton (Ohio). La misma funcionó con los nombres e "Proyecto Signo" y luego "Proyecto Libro Azul". Integrada al comienzo por militares y civiles, estos últimos fueron progresivamente reemplazados o relegados a funciones sin importancia. Semestralmente emite un comunicado enumerando los avistamientos y explicándolos por causas naturales. En los últimos tiempos, un párrafo sibilino advierte que un cierto número de casos permanecen irreductibles. El "Boletín Azul" del 19 de febrero de 1966 incluye 10.000 casos examinados, de los cuales "sólo 672 no pueden ser explicados".

La Fuerza Aérea instituyó un reglamento conocido como Air Force Regulation 200-2, con sanciones muy severas para los funcionarios que divulguen informaciones no autorizadas sobre OVNIS. El documento, revelado por Harold Talbot (ex secretario de, la USAF) en agosto de 1953, afirmaba la importancia de todo avistamiento de OVNIS para la seguridad de los Estados Unidos y la necesidad de comunicarlo con la máxima urgencia a los comandos correspondientes.

"Las informaciones relativas a avistamientos -dice el reglamento, textualmente- pueden ser entregadas a la prensa sólo cuando el OVNI haya sido identificado como un objeto conocido y familiar." Y agrega: "Podrán ser comunicados sólo aquellos relativos a burlas, bromas, o a informes tan diferentes de la realidad que induzcan al público a considerarlos como falsos". Para los contraventores se instituían penas de arresto de hasta 10 años y multas de hasta 10.000 dólares.

Este ocultamiento fue caracterizado por el mayor Donald Keyhoe como "conspiración del silencio" y llevó a la formación de numerosas comisiones de investigación privadas, donde se aglutinaron prestigiosos profesores de las principales universidades. El NICAP (National Investigation Commitee on Aerial Phenomena), informó, por boca del mayor Keyhoe, su convicción de que la Fuerza Aérea había reunido pruebas suficientes como para demostrar que los discos existían y provenían de otros planetas. Y algo más: que en dos ocasiones, en 1948 y 1954, había tratado de informar de ello a la opinión pública, impidiéndoselo las autoridades políticas. El entonces senador Lyndon Johnson protestó en un debate por esa actitud de ocultamiento.

LOS ASTRONOMOS LOS VEN

En todo el mundo se han registrado más de 120.000 avistamientos, muchos de ellos avalados por el testimonio de personas calificadas (astrónomos, aviadores militares, operadores de las torres de control, policías, técnicos de todas las especialidades). En otros casos la confirmación está dada por instrumentos: radar, cámaras fotográficas y cinematográficas. La URSS ha comenzado a divulgar por radio los casos ocurridos en su territorio.

La revista Life provocó ardientes polémicas cuando publicó un testimonio del astrónomo norteamericano Clyde Tombaugh, famoso por el descubrimiento del planeta Plutón. El 20 de agosto de 1949, el científico se hallaba en el jardín de su villa de Las Cruces, en Nueva Méjico, en compañía de familiares, cuando atravesaron el cielo ocho rectángulos resplandecientes de luz verdosa. "Las luces se movían con movimiento rápido y uniforme -relató Tombaugh-. Logré divisar la silueta negruzca de una máquina gigantesca y alargada, como un cigarro. Las luces parecían ventanillas. La aparición duró veinte segundos. El objeto volador no hizo ruido alguno. He pasado miles de horas de mi vida observando el cielo nocturno, pero jamás pude contemplar algo tan extraordinario. Mi conciencia quedó profundamente turbada". La declaración de un testigo tan autorizado indujo a muchos, otros astrónomos a revelar sus experiencias.

EL RADAR LOS DESCUBRE

Una medianoche de julio de 1952, una formación de OVNIS apareció en el cielo de Wáshington y fue captada por un radar del Centro de Control del Tránsito Aéreo del Aeropuerto local. Eran siete manchas de contornos netos.

El jefe de Control, Harry G. Barnes, se ubicó frente -a una segunda pantalla de radar. También en ella surgieron las mismas manchas, moviéndose a una velocidad de 200 kilómetros por hora. De pronto, los OVNIS se distanciaron. Dos se ubicaron sobre la Casa Blanca y uno sobre el Capitolio. Muy preocupado, Barnes llamó a la base militar de Andrews, en Maryland. Un operador de radar le confirmó, alarmado, la misteriosa presencia. Todos los instrumentos fueron controlados, sin hallarse desperfecto alguno.

Al cabo de algunos minutos, el inspector Jim Ritchey notó que uno dé los objetos abandonaba su formación y se dirigía hacia un avión de la Capitol Air Lines. Llamó al piloto,' capitán Casey Pierman, y le ordenó perseguirlo. Entonces la mancha desapareció. Simultáneamente, la voz de] aviador resonó en los altoparlantes: "Vi el objeto entre Wáshington y Martinsburg. Se alejó antes de que pudiera acercarme. Tomó altura y se perdió de vista en un instante".

Las emociones no habían terminado. Las pantallas del radar registraron trayectorias en ángulo recto, con virajes bruscos de 90 grados, inconcebibles para cualquier aparato terrestre, y, en el barrido siguiente, inversiones bruscas del sentido de la marcha. Las huellas continuaron fluctuando durante dos horas. Escuadrillas de cazas armados de cohetes alzaron vuelo, pero. cada vez que llegaban a la zona, los discos desaparecían. A las tres de la mañana los aviones, retornaron a sus bases, tras una cacería infructuosa. Pocos minutos después, los OVNIS reaparecieron. Uno de ellos, cuya forma estaba encubierta por un gran halo de luz blanca, persiguió a un avión de línea hasta su aterrizaje; luego ascendió velozmente. Pilotos y pasajeros observaron perplejos esa impresionante aproximación. Todavía a las cinco y media, el ingeniero E. W. Chambers, al salir de la estación de radio WRC, divisó cinco discos gigantescos.

Es fácil imaginar las reacciones de 3a población cuando los diarios relataron este impresionante "carrousel" nocturno. Una estación de televisión entrevistó a Albert Einstein. El gran físico se limitó a declarar: "No me interesa saber qué es lo que la gente ha visto, pero ahora ya no caben dudas: la gente ve realmente algo".

VERSION DE LA MARINA ARGENTINA

El 5 de julio de 1965, la Marina de Guerra argentina produjo el primer comunicado en el que un país admitía oficialmente la existencia de OVNIS. A las 19.40 del día 3, los 17 técnicos del destacamento naval Decepción, en la Antártida, vieron y fotografiaron un extraño objeto luminoso que surcaba el cielo a unos diez kilómetros de distancia.

El comandante de la base, teniente Daniel Perissé, informó que debía descartarse que se tratara "de un globo sonda, una estrella o un avión". Al pasar el objeto, "dos variómetros acusaron perturbaciones del campo magnético, registradas por la cinta de dichos aparatos". Las bases chilena y británica en la Antártida avalaron, de inmediato, el avistamiento.

Pero la Marina de Guerra argentina venía investigando desde varios años atrás el problema de los OVNIS. Privadamente se constituyó, en 1962, un grupo de trabajo integrado por los capitanes de fragata Constantino Núñez y Omar R. Pagani y el escritor Eduardo A. Azcuy. Los dos últimos prosiguen todavía la encuesta, llevada a cabo con objetividad y espíritu crítico. Los testimonios son -sometidos a análisis riguroso, se graban las exposiciones de los testigos, se analizan Ias fotos existentes y se solicitan declaraciones juradas. El equipo limita su labor a los casos nacionales y a veces somete a los observadores a exámenes y tests con la colaboración de sicólogos y siquiatras.

Nadie sabe con certeza hasta qué punto el equipo Pagani-Azcuy ha pe netrado el enigma de los OVNIS. Lo cierto es que han formado un enorme archivo, de carácter reservado, que conforma el mayor cuerpo de antecedentes disponible en el país.

EL CASO EMBALSE LA CRUZ

En diciembre de 1961 se hallaban pescando en el dique-embalse La Cruz, ubicado en la provincia de Buenos Aires, el capitán de corbeta Carlos E. Menghetti y su asistente, el soldado conscripto R. Juliá. El cielo se mostraba despejado y la visibilidad era excelente. De pronto apareció "un objeto aéreo que se desplazaba lentamente de este a oeste, en vuelo levemente ascendente. Tenía 5 metros de diámetro, su color era plateado y se movía a unos 30 metros de altura".

El capitán pidió al soldado que relatara lo que' veía. La descripción dé Juliá coincidió exactamente con sus observaciones. El objeto se desplazaba "sin ruido y dejaba una estela luminosa de color rojo azulado de unos 20 a 25 metros de extensión. De su interior parecían salir, por una especie de ventanillas, haces luminosos, que desdibujaban por momentos su forma. Luego efectuó un brusco cambio de dirección próximo a los 90 grados y aumentó su velocidad, perdiéndose de inmediato. La experiencia duró treinta segundos". Casi a la misma hora en que el capitán Menghetti efectuaba su observación, un objeto aéreo muy luminoso fue avistado por personal del cercano Destacamento Naval Azopardo, desplazándose en la dirección denunciada por los testigos.

EL MITO DE LOS OVNIS

En su trabajo Sobre cosas que se ven en el cielo, el sicólogo C. G. Jung advierte que, más allá de la realidad material o no de los OVNIS, -sus apariciones favorecen el afloramiento de materiales del inconsciente. La forma redonda es, tradicionalmente, un símbolo de la perfección y también de la integración de la personalidad. En esta época de vida disociada, en que la conciencia se desentiende de las fuentes, profundas de la vida síquica y en que, además, el hombre se ve agobiado por múltiples amenazas y tareas, el inconsciente colectivo tiende a manifestarse con fuerza explosiva" apelando a una simbología común a todos los hombres. De ahí que aparezcan discos voladores no sólo en la observación cotidiana, sino también. en el arte y en los sueños.

"Nos inquieta la suerte de aquellos que, sin estar preparados, hayan. de ser sorprendidos por los acontecimientos y se extravíen ante su carácter incomprensible" advierte Jung. Y es verdad que el fenómeno inexplicado de los OVNIS se traduce, por su aparente irracionalidad, en una perturbación honda de la sociedad contemporánea. Así como hay "adictos a los platos", que se aficionan a éstos como a una droga, hay personas que han perdido la serenidad y se dedican a difundir hechos de carácter alucinatorio, que encuentran ecos incluso en los medios de difusión.

En el sector de la investigación responsable, Azcuy subraya que "sin la menor concesión a fantasías, lo que hoy puede afirmarse es: 1) -que los OVNIS son elementos reales, sólidos, generalmente luminosos, de aparente forma circular, ovoide, cónica o cilíndrica; 2) que los OVNIS se desplazan a velocidades superiores a las de cualquier artefacto aeronáutico o espacial conocido, se detienen en el espacio y actúan como si respondiesen a control inteligente".

"De ahí en adelante -agrega Pagani- todo es especulativo, inverificable y gratuito. La información seria se detiene allí, lo cual no es poco, pues a partir de esas premisas se abre un vasto campo de posibilidades que es necesario encarar mediante un estudio a nivel científico y con todos los medios disponibles". Es la tarea que queda por delante.

ENRIQUE ALONSO

 

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