Especial para Mitos del Milenio, 30/01/03

Entrevista exclusiva:

JUAN J. ECHEVERRY, DE VENDEDOR DE LIBROS A LIDER RELIGIOSO

Por Rubén Morales

Oriundo de un pequeño pueblo cordobés y vendedor de enciclopedias a domicilio, Juan José Echeverry es hoy el representante del Movimiento Raeliano Internacional en la Argentina. Luego de anunciarse la primera clonación humana, Echeverry fue el referente local que defendió las audaces ideas del MRI ante los medios periodísticos. A continuación, nuestros interrogantes y su testimonio.

-La gente que los llama para interiorizarse sobre los raelianos, ¿se interesa más por el tema de los OVNIs, por la religión o por la clonación?
-Por las tres cosas, pero fundamentalmente tienen interés en saber que es el movimiento raeliano, que es lo que menos sabe la gente, y luego el tema que está en primer plano en este momento es la clonación, que dentro de la filosofía del movimiento raeliano, conforme a las instrucciones que recibió su fundador Raël por parte de extraterrestres, es el camino hacia la vida eterna por un método científico y no porque en el ser humano exista un alma o un ente de esas características. Ya se están dando los primeros pasos en nuestra tecnología terrestre y se está llegando a los primeros resultados.


-¿Y de qué planeta serían estos extraterrestres?
-No designaron un nombre pero está distante, aproximadamente, a un año luz de la Tierra.


-¿A un año luz de la Tierra?... Entonces es un planeta muy cercano...
-Relativamente cercano, dentro de lo que es lo infinito del universo sería la vuelta de la esquina.


-Pero... ¿a un año luz hay estrellas con capacidad de tener planetas?. La estrella más cercana, Próxima del Centauro, está a unos 3,5 años luz...
-Exactamente pero aparentemente nosotros no estamos viendo esta estrella (la de los "elohim") por interposición de otros astros. Eso es lo que sucedería. Los extraterrestres hablan de una distancia muy aproximada al año luz...


-¿Y cual sería la filosofía de los raelianos, en cuanto a la forma de vida?
-Que nosotros hemos sido creados científicamente en laboratorios por seres muy avanzados procedentes de ese planeta, cuyo nombre no tiene caso saber. Son gente que están unos 25.000 años más avanzados que nosotros tecnológicamente, y que están explorando el universo así como lo harán nuestros científicos el día de mañana, porque ya está programado el viaje a Marte y cuando la ciencia lo permita saldremos del sistema solar. Ellos, haciendo exactamente lo mismo llegaron acá a la Tierra, encontraron que este planeta era apto para el desarrollo de la vida, lo adecuaron y empezaron con la creación de todas las formas de vida conocidas, lo que hicieron científicamente en laboratorio, empezando por los vegetales, a continuación el reino animal, comenzando por los peces, luego las aves, finalmente los herbívoros -ya a nivel de animales terrenales- y por último los carnívoros, a los efectos de producir el balance ecológico. Y finalmente se deciden a la creación del hombre, por eso hay un párrafo muy específico en el Génesis de la Biblia, Cap. 1, v. 26 que dice "hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza", o sea que están hablando en plural, quiere decir que yo me parezco a alguien que es antropomórficamente comocomo cualquiera de nosotros, no algo inmaterial, abstracto, como el supuesto Dios de la religión.


-Para ir cerrando la entrevista, hablando del Echeverry como hombre de Chivilcoy, ¿usted participaba en grupos de trayectoria mística antes de unirse a los raelianos?
-Mirá, yo originalmente soy cordobés, nací en Arias, una localidad pequeña del departamernto de Marcos Juárez, al sudeste de la provincia de Córdoba, cerca de la ciudad santafesina de Venado Tuerto. Estuve ahí 38 años, yo vendía enciclopedias en forma domiciliaria y por razones de trabajo me trasladé a Pergamino, donde estuve 5 años, desde el '84 al '89. Desde entonces hasta el día de hoy vivo en Chivilcoy. Originariamente, como todo mundo, he sido forzado a adoptar la religión católica, no nos han dejado pensar, no nos han dejado decidir. A nosotros nos bautizan, nos confirman, nos obligan a tomar la comunión y demás rituales religiosos por inclinación de nuestros padres y abuelos, no porque uno tenga capacidad de reflexionar sobre el tema.
Pero, sinceramente y con todo respeto, nunca me cerró la idea de que existiera un ser sobrenatural, omnipotente, capaz de crear el universo de la nada y toda esa filosofía. La acepté resignadamente pero nunca me convenció. Y hace aproximadamente 15 años unos amigos me prestaron el libro de Raël y para mi fue un impacto revelador y desde ese día hasta ahora participo de esta filosofía y la practico.


CUANDO RAEL DESEMBARCO EN LAS INDIAS
LOS E.T. YA HABIAN ATERRIZADO

Por Alejandro Agostinelli*

En 1973, cuando los alienígenas le revelaron a Claude "Raël" Vorilhon el sentido de su misión, los argentinos ya teníamos a nuestro propio profeta cósmico. Si Raël era extraterrestre por parte de padre (porque los Elohim llevaron a bordo de sus naves a su madre virgen, como 2.000 años antes lo habían hecho con María), el nuestro decía ser marciano por parte de madre. Se llamaba Francisco García y había anunciado que los platos voladores iban a aterrizar, o mejor dicho acuatizar, en la laguna de Chascomús. Pero las naves no aparecieron y García salió vivo de milagro: al gentío se le privó saciar su sed de revancha cuando los periodistas, cómplices del show, le cubrieron la retaguardia. Por esos años, Dionisio Llanca, un camionero de Bahía Blanca, le confiaba a Fabio Zerpa que había sido abducido por tres seres bellos y arios como los E.T. que el actor imaginaba. Ya circulaban las revistas 2001, periodismo de anticipación, Cuarta Dimensión, Cíclope y hasta una edición local de Planeta. Los diarios también hablaban de Ellos. En breve: hacia 1973, el platillismo, aquí, era noticia vieja. A fines de los 60, en Sábados Circulares de Mancera ya se habían presentado los empleados del casino de Mendoza a quienes unos humanoides garabatearon un grafiti galáctico en la puerta de su Chevrolet y el mismo programa recibió a Juan Alberto Mateyko, cuando todavía nadie lo llamaba Muñeco, donde declaró ser el único "familiar" que daba la cara por el matrimonio teleportado de Chascomús a México, una historia fantástica que -¡uf!- acabó siendo un truco promocional de Che Ovni, el maravilloso ícono del cine bizarro que Anibal Uset estrenó meses después. En 1978, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo nos sorprendió en medio de una oleada y un bostezo y el 14 de junio de 1980 nadie se quedó sin ver cómo rodaba por el cielo una extraña mancha luminosa que -¡ops!- resultó ser la reentrada de un satélite soviético.

Así llegamos a 1988, cuando, en el Estadio Obras, apareció un nuevo mesías. Su aspecto de hippie cósmico atrasaba. Había llegado de Francia para contar que los E.T. habían creado al hombre en la compañía biotecnológica Yahvé Inc. y le habían encargado construir una embajada, en lo posible en Jerusalén, donde deberemos recibirlos como los dioses mandan. Por entonces, en Buenos Aires había entusiastas de sobra y cerca de un millar obló 15 australes para ver de qué se trataba. Nadie abucheó, pero tampoco fue recibido con una salva de aplausos. A falta de escépticos militantes, las críticas partieron de la misma fe. "Miles de personas se contactan con estos seres -le espetó un asistente-. Ud. no puede decir que es el único elegido". Otro lo desafió: "Los ET dejan sin poderes a quienes lucran con ellos". Francisco Chechi, por entonces mesías principiante, se acercó a nuestro micrófono para aclarar que los extraterrestres amigos de Raël no eran los mismos con los que se contactaba su Grupo Alfa. Por esos días, los ufófilos se agolpaban frente al Centro Cultural San Martín para escuchar a don Pedro Romaniuk, patriarca del contactismo vernáculo, y el lamentado José De Zer fogoneaba los enigmas del Uritorco.

A Claude Vorilhon, en su traje espacial blanco como el de Neil Armstrong y con esas mechas crecidas que le daban una presencia mucho más alienígena que la calva que luce ahora, se le había esfumado el sueño de montar la filial local de su movimiento. No, el Río de la Plata no era tierra de promisión. Raël se debió sentir más confundido que el día que visitó el planeta de los Elohím: no tenía idea de adónde había desembarcado. No sabía que en la Argentina los extraterrestres ya nos habían invadido.

* Periodista. Editor del inminente portal de creencias contemporáneas Dios! [http://www.dios.com.ar]

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