Por el Lic. Heriberto Janosch
Los hongos que
crecen en circunferencia dibujando un anillo de setas en el pastizal,
tienen fama de pertenecer al reino de lo sobrenatural desde el
comienzo de los tiempos. De modo más específico,
siempre se los relacionó con creencias contestatarias a
la religión de turno, cosa cierta a tal punto que las sucesivas
interpretaciones adjudicadas a estos círculos permiten
hilvanar curiosas mutaciones en las creencias marginales de la
humanidad: En tiempos precristianos se los conocía como
"anillos de hadas" pues se decía que en ellos
danzaban su ronda las hadas y otros pequeños seres telúricos
(nunca los grandes dioses "oficiales"). En la Edad Media,
el fanatismo cristiano los bautizó "corros de brujas"
y la sola presencia de esos círculos en el campo era entonces
testimonio indubitable de que en ese lugar hubo un aquelarre secreto.
Más recientemente, los OVNIs ejemplo claro de creencia
no oficial del presente- han heredado la responsabilidad de imprimir
esas "huellas" o "marcas" en el suelo.
El siguiente artículo del Lic. Heriberto Janosch es un
luminoso aporte para comprender de manera simple el origen natural
del fenómeno, aunque los "anillos de hadas" jamás
perderán su encanto legendario y seguirán despertando
sorpresa al ser descubiertos en la pradera por algún despreocupado
caminante.
¿EXTRATERRESTRES
ENTRE NOSOTROS?
Muchas personas que creen en la realidad de los ovnis entienden
a éstos como naves tripuladas por seres extraterrestres
que visitan a la Tierra. Sin embargo, nadie ha podido presentar
ninguna prueba material que sustente tal creencia.
Típico
anillo de hadas o "huella de aterrizaje"
La gran mayoría de los casos ovni se apoyan exclusivamente
en el testimonio de testigos oculares (Hendry, 1979), y los escasos
incidentes en los cuales, además, se han presentado "evidencias
físicas" -tales como rastros en el suelo, fotografías
o registros de radar- casi siempre han recibido explicaciones
mundanas y no han servido para corroborar la existencia de estas
supuestas naves.
Un tipo de rastro que ha obtenido bastante difusión pública
y que se lo atribuye popularmente al aterrizaje de ovnis en la
actualidad consiste en la aparición de anillos o círculos
sobre el pasto, a veces acompañados de hongos en su periferia.
He aquí algunos ejemplos:
Caso A
En un campo de la localidad
de Tandil, Prov. de Bs. As., se halló durante el año
1968 un círculo de "unos 7 u 8 metros" de diámetro
donde el pasto aparecía como chamuscado. En sus bordes
se observaron hongos del tamaño de una "pelota de
fútbol". Se atribuyó el círculo al aterrizaje
de un ovni (Crónica, 28/11/1968).
Caso B
Durante 1968 en la localidad
de Correa, Prov. de Santa Fe, se descubrieron en un campo unas
25 circunferencias de entre 5 y 12 metros de diámetro.
Se trataba de anillos de "pasto quemado" de unos 50
cm de ancho.
En sus bordes crecían unas setas de hongos de 40 cm de
diámetro y 25 cm de alto. Se afirmó que un vecino
había visto una "luz intensísima" sobrevolando
ese sector del campo, y que el día anterior se había
detectado la presencia de personas desconocidas en las inmediaciones,
una de las cuales vestía un "overall marrón"
y una "hebilla de cinturón plateada" muy llamativa
(González y cols., 1980).
Caso C
En el año de 1977,
cerca de Galena, estado de Illinois, EE.UU., una pareja descubrió
en el patio de su casa de veraneo un círculo color gris
de unos 4 metros de diámetro. Todo el pasto en su interior
estaba recubierto de esferitas del tamaño de una cabeza
de alfiler que fueron descriptas por el testigo como "módulos
de molibdeno o níquel". Una vez más se atribuyó
su presencia a la aproximación de un ovni (Hendry, 1979).
Caso D
En Garland, Texas, EE.UU.,
en el año 1973, apareció en un jardín un
"objeto no identificado" cuyo tamaño aumentaba.
Era de color amarillo pálido, espumoso, cremoso y grande
como "una bandeja".
Continuó creciendo durante tres semanas hasta que murió
por el impacto de la luz del sol y el envenenamiento con nicotina.
Lo bautizaron con el nombre de "bIob" y se lo consideró
como "materia mutante que se apoderaría de la Tierra,
enviada por seres de otro planeta para conquistar la raza humana"
(Alexopoulos & Mims, 1985).
Caso
E
En 1971 en Delphos, Kansas,
EE.UU., se constató la presencia de un anillo sobre el
suelo en cuyo interior el pasto crecía con mucho menos
vigor que en el exterior. El suelo del círculo se mostraba
extremadamente difícil de humedecer, y durante el invierno
siguiente se registró el crecimiento de setas en su periferia.
Un joven de 16 años afirmó haber visto durante 3
minutos un objeto no identificado brillante flotando a muy poca
distancia del piso en el lugar donde apareció el anillo
(Hendry, 1979). Tres años más tarde el mismo testigo
afirmó haber tenido un encuentro con una "mujer lobo"
rubia, que se alejó corriendo sobre sus "cuatro patas".
Los ufólogos que creen en la realidad de ovnis extraterrestres
consideran a este caso como uno de los más confiables (Sheaffer,
1986).
Caso Delphos, Kansas, 1971.
Caso F
Durante el invierno de
1992 en un monte de eucaliptus en la localidad de Dudignac, Prov.
de Bs. As., se detectó la presencia de 2 círculos
de unos 4 metros de diámetro sobre el terreno. Se observó
pasto verde tanto en el interior como en el exterior de los mismos,
mientras que en su periferia el pasto estaba seco y acompañado
de gran cantidad de setas. El testigo, cuyo nombre mantenemos
en reserva, consideró esas marcas como típicos rastros
ovni y especuló sobre la trayectoria que éstos habrían
efectuado (comunicación personal al autor).
Las huellas que se presentan en estos casos, como veremos, tienen una explicación convencional. Y los ufólogos deberían considerar todos los mecanismos alternativos que pueden producir marcas en el suelo (sean éstas anillos, depresiones, daños en la vegetación o residuos varios) antes de atribuírselas a naves extraterrestres. Caso contrario incurrirán en el mismo error que los investigadores de supuestos hechos paranormales que, en una época tan cercana como principios del siglo XX, creían que estos círculos eran parte de la "evidencia física" de la existencia de las hadas.
LA INVASION DE LAS HADAS
Las hadas, supuestas criaturas de aspecto humano pero de pocos
centímetros de altura, forman parte de las leyendas europeas.
Una de estas historias, de origen belga, describe a los "nutones",
hombres barbados de 30 cm. de altura que lucían bonetes
puntiagudos, pantalones de color rojo y casacas verdes. Aparecían
durante el verano en las noches cálidas y organizaban rondas
y danzas sobre la hierba de los prados (dejando huellas en forma
de círculo).
Una leyenda noruega dice que las hadas son seres de gran cabeza,
pequeñas piernas y largos brazos. Y son las responsables
de las llamadas "salas de baile de las hadas" (o círculos
que se ven en los prados) (Bourtembourg & Scournaux, 1975).
En cierta oportunidad, Walter Wentz,
un investigador de la creencia en las hadas, hablaba con algunas
personas sobre antiguas leyendas célticas, cuando su interlocutor
y su hija lo llevaron al campo para mostrarle un «anillo
de hadas». Le dijeron que las hadas existen y que en el
círculo se las había visto bailar frecuentemente,
y que por eso la hierba nunca crece a gran altura en los bordes
del circulo. En éste aparecen setas que las hadas, menuditas
y vistiendo chaquetas y gorros rojos utilizan para sentarse (Wentz,
1909).
Pero, como dijimos antes, aún a principios de este siglo
se han registrado relatos de testigos oculares, e incluso fotografías
que algunos no han dudado en mostrar como "evidencia"
de la existencia de las hadas. Los "expertos" consideraban
auténticas estas fotografías y relatos**.
Veamos algunos ejemplos de Encuentros Cercanos con pequeñas
criaturas aladas tomados de Doyle (1975):
«Aproximadamente en 1915 y mientras caminaba una tarde de
verano en Devonshire, Inglaterra, una mujer observó que
parte de la vegetación se movía. Esperaba ver aparecer
a un ratón, pero en lugar de eso vio un pequeño
hombre verde de unos 12 cm. de alto con una especie de gorra roja.
El supuesto ser permaneció visible meciéndose sobre
una hoja durante 1 minuto, y luego desapareció. Se consideró
el movimiento de la hoja como "evidencia física"
del encuentro».
«Otro testimonio, también de Inglaterra, da cuenta
de la supuesta observación de un hada en un gran bosque
de West Sussex. La criatura estaba vestida de verde y media unos
15 cm.».
"En Bournemouth, Inglaterra, un hombre vio durante 4 ó
5 minutos a una docena de criaturas vestidas con ropas brillantes.
Tenían unos 60 cm. de altura y comenzaron a correr y a
danzar (¿las danzas de las hadas que producen los anillos?).
Otro hombre, compañero del primero, corroboró su
historia".
"Elsie Wright y Frances Griffith, de 13 y 10 años
de edad respectivamente, tomaron en varias oportunidades fotografías
de supuestas hadas en la villa de Cottingley, Yorkshire, Inglaterra."
Hasta aquí los casos citados por Doyle. Jerome Clark, ufólogo de renombre mundial, del Center for UFO Studies (CUFOS) fundado por el doctor Joseph A. Hynek, creía aún en 1975 en la autenticidad de las fotos de Cottingley. Sin embargo, el británico Fred Gettings ha demostrado cómo las chicas pudieron hacer el fraude a partir de un libro ilustrado de historias infantiles publicado en 1915 (Sheaffer, 1986).
HONGOS
Pero, además, los rastros citados como "evidencia"
tienen una explicación convencional: no son producidos
ni por visitantes extraterrestres ni por hadas bailarinas sino
por unas criaturas extraordinarias que nos acompañan desde
hace mucho tiempo: los hongos.
La micología (del griego mykes=hongo) es etimológicamente
el estudio de las setas, pero en general puede definirse como
el estudio sistemático de los hongos (del latín
fungus=seta).
Los hongos son organismos con núcleo portadores de esporas,
aclorófilos (desprovistos de clorofila), que se reproducen
sexual o asexualmente, cuyas estructuras somáticas -por
lo general filamentosas y ramificadas- están rodeadas por
una pared celular que contiene celulosa, quitina o ambas.
Detalle
del "borde de una huella de OVNI" en Miramar, Pcia.
de Bs. As., 1975. Nótese el pasto más oscuro en
el interior del anillo de hongos.
Los hongos son compañeros inseparables del hombre, formando
parte, entre otras cosas, de la elaboración del pan, del
vino, de la cerveza, de la fermentación de las semillas
de cacao y de la preparación de ciertos quesos.
Algunos son comestibles y otros son venenosos; algunos sirven
para la preparación de drogas antibióticas como
la penicilina, mientras que otros son usados para preparar sustancias
alucinógenas. Son utilizados en los laboratorios de investigación
por citólogos, genetistas y bioquímicos.
Entre los efectos dañinos podemos citar su capacidad de
atacar la materia orgánica destruyendo alimentos, tejidos,
cueros y otros artículos de consumo.
Son los causantes de muchísimas enfermedades en las plantas
y también de muchas en los animales (incluido el hombre).
Los hongos multicelulares no presentan tallos, ni raíces,
ni hojas. Ni siquiera un sistema vascular desarrollado como los
vegetales más evolucionados. Sus estructuras somáticas
muestran poca diferenciación (no hay división del
trabajo).
Sus partes reproductoras (que si se diferencian de las somáticas)
tienen variedad de formas. En la clase de los Basidiomycetes las
setas constituyen el cuerpo fructífero o basidiocarpo.
Se alimentan como parásitos infectando a organismos vivos
o como saprobios atacando sustancias orgánicas muertas.
Los hongos se diferencian de la mayoría de las plantas
verdes por requerir alimentos ya elaborados (son heterótrofos)
(Alexopoulos, 1979).
Hay grandes diferencias de opinión entre los micólogos
acerca de la clasificación de los hongos porque por algunos
de sus caracteres se parecen a las plantas, mientras que por otros
se avecinan a los animales.
De acuerdo con Alexopoulos, por ejemplo, las clases Basidiomicetes
y Myxomicetes pertenecen a diferentes ramas de la división
Mycota (hongos) en el reino Plantas. Mientras que, para Curtis
(1990), la primer clase pertenece el reino Hongos, y la segunda
al reino Protista, en una clasificación de cinco reinos:
Animales, Plantas, Hongos, Protistas y Procariotas.
Estas dos clases no son las únicas, pero las nombramos
pues especies pertenecientes a ellas son las responsables de las
huellas en los casos A a F antes mencionados. Los Basidiomycetes
comprenden formas que la gente denomina setas, hongos en sombrilla
y bejines. Sus tamaños van desde los microscópicos
hasta setas de un metro de diámetro.
Estos, como también otras clases de hongos, abundan más
en los bosques como consecuencia de las condiciones macro y microecológicas
óptimas que acontecen en estas áreas en relación
a sus requerimientos fisiológicos. Pero también
suelen aparecer en otros hábitats, a veces limitantes,
como los pastizales.
Para el aficionado a buscar setas es frecuente recorrer los terrenos
sin arbolado o pastizales donde se presentan abundantes especies
heliófilas. Una de estas especies, Marasmius Oreades o
"senderuela" forma los llamados "anillos de hadas"
(Moreno y cols., 1986). Otros géneros que suelen formar
también estos "círculos" son el Agaricus,
el Calvatia y el Lycoperdon.
Otro fenómeno interesante, propio del micelio de varias
especies del género Agaricus es la bioluminiscencia.
¿COMO SE FORMAN LOS
ANILLOS?
El micelio, o masa de hifas o filamentos que constituye la estructura
somática del hongo, se propaga subterráneamente
desde un punto inicial en todas direcciones. Las hifas mas viejas
mueren a medida que el micelio crece y se ramifica, y ellas mismas
se descomponen a causa de la actividad de otros microorganismos.
En condiciones favorables las hifas son capaces de crecimiento
indefinido (se conocen colonias de hongos de más de 400
años que continúan creciendo).
El micelio comienza a formarse generalmente como un tubo germinal
emergente de una espora (del griego sporos=semilla). Tiende a
crecer más o menos uniformemente en todas direcciones a
partir de un punto central y desarrolla así una colonia
esférica. Pero en la naturaleza muy pocas veces esta esfera
es perfecta, debido a factores externos como el tipo de sustrato,
la incidencia de la luz solar y la composición química
del suelo. Sobre medios sólidos las colonias de hongos
tienden a tener forma circular (Alexopoulos, 1979).
En la periferia del anillo, y a veces dentro de él, el
hongo absorberá sustancias nutritivas del suelo, especialmente
en aquellas zonas donde se encuentran las fructificaciones. Por
lo tanto, la vegetación en esas zonas será nula
o de color amarillo amarronado o rojizo (de aspecto "quemado").
En oportunidades la franja de los hongos está acompañada
por pastos altos porque el hongo descompone sustancias orgánicas
con desprendimiento de amoníaco -entre otros compuestos-
que por la acción de bacterias nitrificantes se transforma
en nitritos y nitratos que estimulan el crecimiento vegetal.
A veces se observa pasto en el interior del anillo. Esto es debido
a que o bien el hongo no ha agotado todas las reservas del suelo,
o bien a la muerte de las hifas acompañada de la fertilización
del sustrato.
El tamaño de los círculos es indicativo de la edad
de la colonia. (Ruiz, sin fecha).
No cabe duda que las huellas mencionadas en los casos A, B, E
y F fueron producidas por especies de la clase de los Basidiomycetes,
aunque muchos ufólogos se resistan a aceptar esta explicación.****
Otra clase de hongos, los Myxomycetes, son responsables de los
efectos producidos en los casos C y D.
Los mohos mucilaginosos pertenecientes a esta clase presentan
una fase somática reptante y acelular denominada plasmodio,
que posee una estructura y fisiología de caracter animal
pero sus estructuras reproductoras tienen carácter de hongo
y producen esporas recubiertas de una pared celular bien diferenciada.
Viven en lugares frescos, sombreados y húmedos, en los
bosques, sobre madera en descomposición, hojas muertas
u otras materias orgánicas que contengan abundante humedad.
Unas pocas especies se encuentran en espacios abiertos, reptando
sobre la vegetación, y pueden ser especialmente llamativas
por sus vivos colores sobre las gramíneas de los céspedes
urbanos.
Durante las etapas no reproductivas constituyen delgadas masas
de protoplasma que se deslizan en forma de amebas englobando bacterias,
levaduras, esporas de hongos y pequeñas partículas
vegetales y animales en descomposición a las cuales digiere.
Puede llegar a pesar mas de 50 gramos, y como se extiende en una
capa fina puede cubrir un área de más de 1 metro
de diámetro (Curtis, 1990).
Uno de los más comunes y ampliamente distribuídos
de los Myxomycetes es Fuligo Séptica (Martin & Alexopoulos,
1969), responsable de toda la conmoción producida en el
caso del "blob" (Alexopoulos & Mims, 1985). Y las
"esferitas" descriptas en el caso C son producto de
la fase de esporulación de una especie de Myxomycetes (Hendry,
1979)
A MODO DE CONCLUSION
Es de esperar que en el futuro la creencia en los ovnis sea tomada
en broma como hoy se toman los cuentos de hadas. Y es de esperar
también que dentro de 50 años a nadie que se cruce
en medio del campo con uno de estos hongos se le ocurra atribuírselo
a algún supuesto hecho paranormal.
Notas
* Un agradecimiento especial a Marina Alonso, Cecilia Carmarán y a toda la gente del Laboratorio de Micología, Departamento de Ciencias Biológicas, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
** En realidad la "evidencia" a favor de las hadas a principios del siglo XX era tan buena corno la "evidencia" a favor de los extraterrestres hoy en día. Consistía en relatos de testigos oculares intachables, fotografías y rastros físicos (aunque no registros de radar y de video por razones obvias). Todo ufólogo creyente en las visitas de seres extraterrestres, si es honesto, ¡también debería creer en las hadas!
*** Aunque no siempre forman círculos. Si las condiciones climáticas o la composición del suelo, u otros factores externos, no son los adecuados, pueden crecer formando arcos de circunferencia.
**** Uno de estos ufólogos -autodenominado "insolitólogo"- llegó a admitir que los hongos eran de origen terrestre, pero su crecimiento, según explicó, habría sido estimulado por la radiación producida por una nave extraterrestre.
Bibliografía:
Alexopoulos C.J. (1979) Introducción a la Micología, EUDEBA, Bs.As.
Alexopoulos C.J y Mims Ch.W. (1985) Introducción a la Micología, Ediciones Omega, Barcelona.
Bourtembourg C. y Scornaux, J. (1975) "Anillos de Hadas" en: Ovnis, un desafío a la Ciencia, Nro. 9, Córdoba.
Clark J. y Coleman L. (1975) The Unidentified, Warner, New York. Citado en Sheaffer (1986).
Curtis, H. (1990) Biología, ed. Panamericana, Bs.As.
Doyle A.C. (1975) The Coming of the Fairies, Samuel Weiser, New York. Citado en Sheaffer (1986).
González, M., Janosch H., Ujvari A. y Alcaraz A. (1980) Caso Correa. Retrospectiva. Los Hongos: ¿Desafían a la Ciencia?" en: CEFANC Boletín Informativo, año 1, nro. 2, Bs.As.
Hendry A. (1979) The Ufo Handbook, Doubleday, New York.
Martin G.W. y Alexopoulos C.J. (1969) The Myxomycetes, University of lowa Press, lowa.
Moreno G., Garcia Manjón J.L. y Zugaza A. (1986) La Guía de Incafo de los Hongos de la Península Ibérica I y II, Incafo ed., Madrid.
Ruiz R. (sin fecha) Relación entre Aterrizajes de Ovnis y Formación de Anillos de Hadas, CIE.
Sheaffer R. (1986) The Ufo Verdict, Prometheus Books, New York.
Vallée J. (1972) Pasaporte a Magonia, Plaza y Janés, Barcelona.
Wentz W.Y.E. (1909) The Fairy Faith in Celtic Countries, Its Psychological Origin and Nature, Oberthur, Rennes. Citado por Vallée (1972).
*Reproducido a solicitud del autor de "El Ojo Escéptico", N° 9, Buenos Aires enero 1994.