VOZ DE CRISTO AL SACERDOTE
 SERMONES DOMINICOS DEL SIGLO XIX
 "JESUCRISTO PREDICADO"
 SERMONES DEL VENERABLE
 CLERO PARROQUIAL DE ESPAÑA[*]

Padre Lector Juan Planas
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      Hijo, mira de la manera que en estos infelices tiempos inundan los escándalos; está despedazada la Iglesia, son blasfemados mis dogmas, mi Religión se mira como fanatismo, sus máximas como supersticiones, como fábula el Evangelio, y los tormentos del infierno como un espantajo para atemorizar las gentes. Pues examínate un poco, ve cómo te hallas firme en la fe. ¿Vacilarlas tú en lugar de confirmar á los tentados? ¿Acaso, por parecer docto á la moda, te gustaría favorecer, aquellos impíos escritos que debilitan al cristianismo, en lugar de impugnarlos? Por lisonja de una libertad licenciosa ¿aplaudirías tal vez á mis enemigos, en vez de oponerte á ellos, huirlos y delatarlos a quien debes? ¡Ah, qué horrendo agravio me harías, si estimaras más las sutiles blasfemias de los libertinos impostores que las santas verdades de mi Evangelio! ¡Qué desdoro á tu ministerio, el cual te obliga á celar á costa de tu sangre y vida por la fe profesada tan solemnemente! ¡Qué estrago de almas con tu pérfido ejemplo! ¡qué horrendos pecados! ¡qué terribles ruinas caerán sobre ti! ¡Oh perjuicio! ¡oh desdoro! ¡oh estrago!

   Y demos que tú confesaras con la boca que todo lo crees, ¿lo negarías luego con las obras? ¿Creerme en la Hostia consagrada, y luego celebrar con tanto descaro en pecado? Creer que son fruto de mi sangre los sacramentos, ¿y no aprovecharte de ellos? ¿y dispensarlos indignamente? ¡Creer, enseñar el Evangelio, predicar al Crucificado, y vivir todo al contrario, más afeminado y contaminado que los legos! ¡Creer un juicio el mas riguroso, un infierno el mas terrible para ti, é irritarme, y procurártelo con el ocio y con pecados! ¡Creer las almas redimidas con tanto precio, y en nada solicitar su salvación, antes bien perderlas con tantos malos ejemplos! ¡Creer que la tibieza me da vómito y te arruina, y vivir sin fervor y sin algún estudio de perfección! ¡Creer que quien oye á la Iglesia me oye á mí, y despreciar sus cánones é impugnar su potestad! ¡Creer divina su autoridad, menospreciarla dándole á los negocios, ocupaciones y divertimientos los más profanos! ¡Creer que haces mis veces y que representas á mí mismo, y vivir como mundano, como bestia, y aun hacer oficio de demonio con esas almas que tú sabes! Decir que crees y luego obrar lo contrario, ¿no es negar tu fe con tus hechos? Tú dices que crees; mas también los demonios creen y tiemblan, pero tú ni aun tiemblas. Pues mira, si tus obras no concuerdan con tus palabras, tú mismo me enseñas á juzgarle terriblemente como á impostor.

   ¿Pero no ves que viviendo así perjudicas, no solo en ti, sino tato bien en los demás, mi santa fe? ¿Cuántos, al verte clérigo ó religioso tan relajado, vacilan en la fe? ¿Qué digo vacilan? Llegan á estimar en nada mi Evangelio, creyéndolo, no inspiración divina, sino invención de los hombres. No creyendo la potestad de las llaves, desprecian los sacramentos, no piensan que sea inmortal su alma; tanto se les da de las virtudes como de los vicios, no temen el infierno, no aspiran al cielo; hace su paraíso de las cosas vanas y pasajeras del siglo. Tú eres quien causas todos estos daños. ¡Ay sacerdote! Tú sabes muy bien cuánto he sudado y padecido para establecer mi fe. Sabes que te hice sacerdote para que confirmes en la fe á las almas redimidas con mi sangre. Sabes que debes oponer tu celo sacerdotal á la perversa incredulidad que inunda.’Tú eres sucesor de aquellos primeros sacerdotes santos que propagaron y defendieron, con tantas fatigas, estudios, milagros y hasta con su misma sangre, mi fe. Tú eres maestro, atalaya y defensor de ella; y en vez de asegurar en la fe á los tentados, levantar los caídos y perseguir los contumaces, ¿me correspondes así?

 

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  • [*] Tomo I, edición original impresa de 1877
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