DOMINGO EN LA INFRAOCTAVA DE NAVIDAD (1)

30 de diciembre de 2001

Padre Basilio Méramo
.

    Amados hermanos en Nuestro Señor Jesucristo: 

   El significado de la Navidad es la Redención que se opera, se inicia, a través de la Encamación con el nacimiento de Nuestro Señor. Misterio inefable el que todo un Dios infinito, eterno, omnipotente, se haga hombre, se haga uno igual a nosotros en todo, menos en el pecado. Que nazca como un niño débil sujeto a sus padres, dependiendo de ellos y que va creciendo, como dice el Evangelio, en sabiduría. No se trata de un aumento en Nuestro Señor de su sabiduría, pues El era la sabiduría eterna, sino sencillamente que manifestaba esa sabiduría a los hombres a medida que iba creciendo.

   Él, desde el primer instante de la Encarnación veía todo, conocía todo, sabía todo. Entonces no podía crecer en sabiduría al modo humano, como nosotros que aprendemos cada día algo nuevo. El no podía aprender algo nuevo en cuanto a la sabiduría sino en cuanto a la experiencia humana; eso es distinto. Nuestro Señor manifestaba esa sabiduría a medida que iba creciendo y por eso el Evangelio dice que crecía en sabiduría, no como suponen los herejes modernos basados en eso, que El no sabía que era Dios, que lo vino a descubrir después de algún tiempo, lo cual es una herejía.

   Vemos, además, en la presentación, que es el relato del Evangelio de hoy, cómo San Simeón y Santa Ana profetizaron sobre el Verbo Encarnado. San Simeón le dijo a su Madre que el Niño sería signo de contradicción. ¿Cómo es posible que la verdad, la sabiduría eterna, sea signo de contradicción, de confusión? Misterio de Dios. Ante Dios no quedan más que dos actitudes fundamentales, radicales: como seres libres con Dios o contra Dios. Esa es la elección libérrima del hombre y por eso El es signo de contradicción para aquellos que no están con Dios, que no son de Dios, que están contra Dios.

   Ese es el gran misterio de la fe y por eso San Simeón dice que será signo de contradicción para unos, mientras que para otros será de salvación. Misterio que muchas veces nos toca lidiar con los familiares, con los seres queridos que no creen, o con los amigos, o con cualquiera en el trabajo; donde fuese descubrimos que lamentablemente no son de Cristo, que están contra Dios, que no quieren reconocer a Dios; y que nosotros, como católicos, de algún modo debemos brindarles ese testimonio de la fe. Ese testimonio se da o debe darse no con violencia, no con agresiones, no con insultos, ni con impaciencias sino con un espíritu de verdad para que aquella persona sea tocada por la gracia.

   Nosotros, de algún modo podemos ser instrumentos de salvación para esa persona dando sencillamente testimonio de la fe, manifestando la fe y que aquella persona pueda, bajo la acción de la gracia de Dios, convertirse. Pidámosle en esta Navidad a Nuestro Señor que nos ayude para que en medio de esta crisis tan tremenda, podamos permanecer fieles, no sólo nosotros sino que también podamos ayudar a aquellos que no tienen fe, que no creen en Dios o que creen malamente; para que se conviertan y respondan a su llamado y así salvemos el alma y se salven ellos.

   Pidámosle a Nuestra Señora poder meditar todas estas cosas, todos estos misterios inefables de Dios para transmitirlos de algún modo a los demás, dando testimonio público de nuestra fe en ese Dios que se ha hecho hombre para salvamos. +

VOLVER AL ÍNDICE DE SERMONES

Hosted by www.Geocities.ws

1