PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA
12 de enero de 2003

Padre Basilio Méramo
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   Amados hermanos en Nuestro Señor Jesucristo:

   En este primer domingo después de la fiesta de Epifanía, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia, es decir de San José, de la Santísima Virgen María y del Niño Jesús.

   Esa Sagrada Familia, toda divina, que la Iglesia nos muestra como ejemplo de la sociedad y de la cristiandad, es decir, de los pueblos y naciones que se rigen por el Evangelio. Y digo que se rigen o se regían, porque hoy día no hay oficialmente ningún Estado que se rija por la Ley de Dios y el Evangelio, por lo cual la cristiandad como tal ha sido abolida; lo que tienen es una cultura católica más o menos de acuerdo con la penetración que tuvo ese espíritu católico en los pueblos que antaño reconocían a Cristo Rey, a la Iglesia, pero que hoy ya no lo hacen.

   Hay que recordarlo aunque sea para que reaccionemos y por lo menos nosotros lo tengamos presente, que nuestra sociedad ya prácticamente no es nuestra porque no es de Dios. Y, ¿de quién va a ser si no es de Dios? No hay término medio, será de Satanás. Si la ciudad no es de Dios será del demonio. Por eso nos va como nos va y por eso no nos asombremos cuando veamos que a los niños les gustan hoy día esas figuras demoníacas y esos juguetes demoníacos; y qué decir de ese pequeño mago Harry Potter o como se llame; todo eso produce la fascinación de la serpiente y los padres deben saber eso.

   El "Halloween" es toda una cultura pagana anticristiana y los niños, muchas veces inocentemente, por confites y dulces, le hacen el juego al demonio junto con los papas. Y quién sabe cuántas niños son inmolados en esas misas negras diabólicas en las que se consume la sangre de un inocente o de una virgen, porque eso existe. Debemos tener entonces sumo cuidado.

   La Iglesia quiere ponernos ante el ejemplo de la Sagrada Familia. La familia que es el núcleo, el centro. La célula de la sociedad no es el hombre, no es el individuo como nos ha enseñado el liberalismo teológico o religioso, es la familia y por eso si se destruye la familia, se destruye la sociedad; y vaya si no se está destruyendo hoy la sociedad al destruir la familia, o si no qué es eso de permitir el concubinato público con los matrimonios civiles entre católicos y después con el divorcio; eso es un atentado criminal contra la santidad de la familia, contra la sociedad basada en la familia y eso por culpa de una política antirreligiosa; eso es lo que hoy se ha impuesto.

   Los romanos, que eran paganos, hasta cuando se casaron sacramente respetando el matrimonio indisoluble; conservaron todo el vigor de ese pueblo y raza, eran los nobles, los paterfamilia, la gens romana; pero cuando se empezó a corromper ese concepto sagrado aun en el paganismo, se destruyó Roma, se acabó y esa fue toda la lucha entre nobles y esclavos que malamente a veces nos transmiten en las películas en las historias. Era la pugna de dos ideales, los nobles basaban su linaje en el matrimonio sacro, los demás vivían en la unión libre o concubinato. Si los nobles romanos tenían la noción del matrimonio sagrado, cuánto más la debiéramos tener nosotros los católicos y valorar así la familia sacramentalmente instituida por un sacramento de la Iglesia, para que todo lo que hagan los esposos sea bueno y santo y no como creyeron algunos herejes, que traer hijos al mundo era obra del pecado. Pecado es lo que hacen hoy, cuando utilizan el matrimonio simplemente para satisfacer la concupiscencia, no queriendo procrear; eso es pecado, usar anticonceptivos y todo aquello que patrocina el libre placer sin querer engendrar la vida que Dios como Creador da y que los padres corno instrumento prodigan; de ahí viene a su vez el respeto hacia los padres por ser los progenitores, porque tienen esa autoridad de Dios y de ahí la dignidad que deben tener los, padres y la familia.

   La santidad del hogar católico que hoy está proscrita, porque se nos pone de modelo el ideal de vida norteamericano, de ellos que tienen una cultura protestante, donde cada uno hace lo que se le da la gana. Por eso nosotros debemos conservar la Tradición Católica basada en la familia y el respeto a los ancianos, no para que los metan allí en los lugares que llaman geriátricos o lo que sea. Esa es una aberración peor que la de los paganos, porque en la antigüedad se veneraban las canas, el anciano era el sabio; hoy en día el anciano es un imbécil que nadie quiere por la imbecilidad de la sociedad. Ya no sabe la juventud apreciar la experiencia de los años de una vida llevada conforme Dios manda. ¡Qué desgracia!

   Que todo eso nos sirva para que reaccionemos y nos demos cuenta en medio de qué mundo estamos viviendo. Todo lo opuesto a lo que la Iglesia siempre ha enseñado. Por eso la Sagrada Familia es ejemplo de santidad y aun de virginidad en el matrimonio de la cual no nos debemos asombrar, porque ha habido otros santos matrimonios que se han conservado vírgenes, como el de San Eduardo rey de Inglaterra, San Enrique emperador, fueron reyes que por mutuo consentimiento, permanecieron castos dentro del matrimonio, para que nos sirva de ejemplo y para que los herejes de hoy no digan estupideces en contra de la virginidad de Nuestra Señora y del santo matrimonio que tuvo con San José, porque fue verdadera esposa, pero virgen. De ahí la grandeza de San José, custodio de esa flor de virginidad, de esa inocencia y por eso es el custodio de la Iglesia que debe permanecer y ser siempre virgen, y que hoy quieren violar porque eso es lo que hoy se está haciendo, violar la virginidad de la santa Iglesia.

   Todos aquellos herejes que se digan sacerdotes u obispos, pero que no defienden la moral ni la doctrina católica, que están con el modernismo, con el progresismo, con el liberalismo doctrinal teológico, están al unísono con todas las falsas religiones. Eso es violar la Iglesia y por eso es nuestro deber conservar esa virginidad de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, eso fue lo que hizo monseñor Marcel Lefebvre, un hombre que conservó su virginidad, que él lo dijo, pero que conservó su pureza virginal, y que murió santamente, pero atacado por la judeomasonería, por esa masonería judaica que está dentro del Vaticano hoy, que quiere manipular a los cardenales y a los obispos, y qué no hará en el próximo cónclave; por eso debemos estar preparados, porque puede salir cualquier cosa.

   Nuestro deber es ese, conservar la virginidad de la Iglesia, la pureza de la Iglesia que es nuestra madre, por que nos engendra en la fe, en esa fe que los protestantes no aceptan, no quieren, y por eso no aceptan la Iglesia Católica como institución divina, no aceptan a la Santísima Virgen y sin embargo se les llena la boca hablando de Cristo y del Señor. Es un cristo falsificado el que pregona el protestantismo en cualquiera de sus múltiples facetas y de la cual Colombia hoy está imbuida; antaño eran contados con los dedos los protestantes, era incluso mal visto, ¿quién iba a visitar a un protestante? Nadie. Y hoy casi media Colombia es protestante y la otra mitad lo es sin saberlo. ¿Por qué sin saberlo? Por la protestantización de la Iglesia; ya no hace falta para ser protestante salir de ella, basta aceptar la nueva misa, el nuevo culto, la nueva liturgia, bailar y danzar, no creer en el Santo Sacrificio de la Misa, comulgar en la mano como si fuese un pedazo de pan y si todo esto no es protestantismo puro, entonces, ¿qué es?

   ¿Cómo es que la gente va a comulgar sin confesión, sin estar en estado de gracia? ¿Cómo va a recibir a nuestro Dios sin adorarle? Todo eso es efecto entonces de un protestantismo dentro de la Iglesia. Por eso nosotros nos esmeraremos hasta la muerte en mantener el culto sacrosanto de la Iglesia Católica como siempre ha sido, y esa garantía es la Tradición Católica, Apostólica, Romana, la Misa Romana, porque la Misa de San Pío V, la Misa tridentina, no es más que la Misa Romana, la que fue custodiada por todos los Papas de Roma y por eso el odio satánico contra esa Misa.

   Pidámosle a la Sagrada Familia, Nuestra Señora. San José y el Niño Jesús. No debemos olvidar qué importancia le dio el Niño Jesús a las cosas de su Padre, que les dijo: "¿Por qué me buscáis? Podría parecer un poco chocante y, sin embargo, como dice el sabio padre Castellani, no les avisó simplemente porque no pudo, y con la respuesta que dio a su Madre les quiso mostrar que si no lo habían encontrado lo que debieron haber pensado era que estaba en el templo ocupándose de las cosas de su Padre, de Dios; no del mundo. Y, ¿por qué no pudo avisarles? porque El se entretuvo con los escribas, con los fariseos, con los peritos, con los doctores de la sinagoga, y una pregunta tras otra, y así se pasaron tres días, maravillados de la sabiduría de ese Niño que era Dios. De lo contrario sería un malcriado Nuestro Señor, ¿cómo se va a ausentar sin pedir permiso?, ¿cómo le va a contestar así a su mamá? Por eso San Lucas dice que Nuestra Señora guardaba todas estas cosas en su corazón, las meditaba en su corazón, y por eso lejos de ser un motivo de escándalo la respuesta de Nuestro Señor nos muestra la importancia que tienen las cosas de Dios. Y las cosas de Dios están en el templo, están en la Iglesia, no en otra parte; de allí la necesidad de la santa Iglesia como institución divina y de nosotros pertenecer a ella siendo fieles y pedir esa fidelidad a Nuestro Señor, a Nuestra Señora, a San José, a la Sagrada Familia. +

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