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PLEGARIA A DIOS

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Ser de inmensa bondad, ¡Dios poderoso!,
a Vos acudo en mi dolor vehemente...
¡Extended vuestro brazo omnipotente,
rasgad de la calumnia el velo odioso
y arrancad este sello ignominioso
con que el mundo manchar quiere mi frente!

¡Rey de los reyes! ¡Dios de mis abuelos!
Vos sólo sois mi defensor, ¡Dios mío!
Todo lo puede quien al mar sombrío
olas y peces dio, luz a los cielos
fuego al Sur, giro al aire, al Norte hielos,
vida a las plantas, movimiento al río.

Todo lo podéis Vos, todo fenece
o se reanima a vuestra voz sagrada;
fuera de Vos, Señor, el todo es nada
que en la insondable eternidad perece
y aun esa misma nada os obedece,
pues de ella fue la humanidad creada.

Yo no os puedo engañar, Dios de clemencia,
y pues vuestra eternal sabiduría
ve al través de mi cuerpo el alma mía,
cual del aire a la clara transparencia,
estorbad que humillando la inocencia
bata sus palmas la calumnia impía.

Estorbadlo, Señor por la preciosa
sangre vertida, que la culpa sella
del pecado de Adán, o por aquella
Madre cándida, dulce y amorosa,
cuando envuelta en pesar, mustia y llorosa
siguió tu muerte como helíaca estrella.

Mas si cuadra a tu suma omnipotencia
que yo perezca cual malvado impío,
y que los hombres mi cadáver frio
ultrajen con maligna complacencia...
Suene tu voz, acabe mi existencia...
¡Cúmplase en mí tu voluntad, Dios mío...!

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Gabriel de la Concepción Valdés * 

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  • * Gabriel de la Concepción Valdés, o “Plácido” (seudónimo con el cual firmó su obra), nació en La Haban el 18 de marzo de 1809; el 28 de Junio de 1844 fue fusilado en Matanzas, acusado de ser uno de los integrantes en la Conspiración de la Escalera. Se dice que durante sus últimos días en la cárcel compuso esta poesía y que cuando lo llevaban del calabozo al lugar de su fusilamiento iba declamandola. Tal vez haya sido el poeta de mayor aceptación popular entre los escritores cubanos del siglo XIX.

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