1. La Penitencia.
La Penitencia es un Sacramento instituido por
Nuestro Señor Jesucristo
para perdonar los pecados cometidos después del Bautismo.
Jesucristo
instituyó el Sacramento de la Penitencia a modo de un juicio; el confesor es
el juez, el penitente es el reo y el testigo a la vez, y los pecados que el
penitente confiesa son la materia del juicio. Cuando el sacerdote-juez ha oído
los pecados al penitente, es cuando puede juzgar si está en condiciones para que
se le perdonen o no los pecados. De aquí que sea necesaria la confesión, pues
sólo diciendo sus pecados el penitente es como puede conocerlos el sacerdote.
La materia remota del Sacramento de la Penitencia
son los pecados que se confiesan. Materia necesaria, que hay obligación
de confesar, son los pecados mortales cometidos después del bautismo y aun no
confesados. Materia libre, que no es necesario confesa, pero que es
suficiente para el valor del sacramento, son los pecados mortales ya confesa
dos y los pecados veniales.
La materia próxima son los actos del penitente,
es decir, la confesión, la contrición y la satisfacción de sus pecados.
La forma es la sentencia de absolución que el
sacerdote pronuncia: Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
2. Rito de la Penitencia como Sacramento.
El rito de la Penitencia como Sacramento comprende dos partes
esenciales: la acusación que hace el
penitente de todos sus pecados no perdonados y la absolución que
da el sacerdote mientras impone las manos y pronuncia la
forma sacramental: Yo te absuelvo de tus pecados, en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Así sea.
3. Formulario que puede
observar el penitente.
El Ritual no prescribe formulario alguno. Puede el
penitente observar el siguiente: Hecho el examen de
conciencia y rezado el y Yo pecador se acerca al confesionario y de rodillas hace
la señal de la Cruz y saluda con el Ave María Purísima. Recibida
la contestación del confesor, el penitente manifiesta el
tiempo transcurrido desde su última confesión; si cumplió o no la penitencia
que le fue impuesta; si calló por
olvido o vergüenza algún pecado en confesiones anteriores. Empieza la acusación diciendo:
Me acuso, Padre mío, de...
(Es de aconsejar,
para proceder con orden, seguir los Mandamientos aunque sin recitarlos).
Terminada la enumeración
de sus culpas, dice el penitente: Me acuso de todos mis pecados, de aquellos
de o no me acuerdo, como también de todos los de mi vida pasada y, en particular, de los que he
cometido contra tal mandamiento. Pido por ellos perdón a Dios, y a vos, Padre mío,
penitencia y absolución. Debe escuchar con atención las amonestaciones del confesor y contestar con
sinceridad a sus preguntas, y, aceptada la penitencia, reza el acto de
contrición, excitándose a dolor, mientras recibe la absolución.
Finalmente
se retira a cumplir la penitencia.
EXTREMAUNCIÓN
Es capaz de
recibir este sacramento toda persona bautizada llegada al uso de razón,. que se
halla en peligro de muerte, por enfermedad o vejez.
La Extremaunción
quita las reliquias del pecado, da gracia para resistir las tentaciones y sufrimientos, y alguna vez da salud al enfermo si le conviene.
4.
Rito de la Extremaunción.
El rito del Sacramento de la Extremaunción es el
siguiente:
-
a) Revestido el sacerdote de sobrepelliz y estola morada, dice:
La paz a esta casa y todos sus moradores, y da a besar al enfermo la Cruz.
-
b) Rocía al enfermo, la cama en que yace y a los circunstantes con agua
bendita.
-
c)
Confiesa al enfermo, si lo pide, y le instruye sobre la virtud de este
Sacramento, consolándole con la esperanza del cielo.
-
d)
Reza tres hermosas oraciones, pidiendo la bendición y protección del Señor
sobre todos los moradores de la casa y la presencia del Ángel Custodio, y dicho
el Yo pecador, da
la absolución.
-
e) Recomienda a los presentes que oren por el
enfermo y
reciten las letanías de los Santos y otras preces. f)
Impone la mano derecha sobre la cabeza del enfermo, mientras reza una
oración, pidiendo cese el poder del infierno.
-
g) Unge los
órganos de los cinco sentidos: ojos, orejas, nariz, boca, manos y pies,
mientras pronuncia las pa labras de la forma: Por esta santa unción, y por
su piadosísima misericordia, te perdone el Señor lo que pecaste
por la vista... (oído, nariz). Así sea.
-
h)
Termina con tres oraciones pidiendo al Señor apli que al enfermo los
efectos del Sacramento.
Materia de
la Extremaunción es el Santo Óleo bendecido por el Obispo o por el sacerdote
autorizado por el Papa.
Forma, son
las palabras que dice el sacerdote cuando unge los sentidos del enfermo: «Por
esta santa unción y su piadosa misericordia te perdone el Señor
cuanto has pecado por la vista... (por el oído, por el
olfato.. por la lengua, por los pasos). Amén.
5.
Preparativos en la habitación del enfermo para la Extremaunción.
Según el
Ritual, en la habitación del enfermo que ha de recibir la Extremaunción se
ha de prepa rar lo siguiente: una mesa cubierta con lienzo blanco, y sobre ella
el Crucifijo, una vela encendida, un platito o bandeja con seis bolitas de algodón,
otro platito, con una miga de pan, una palangana con agua y su toalla.
El
agua con que se lavó el sacerdote las manos y las migas de pan se echarán al
fuego.
6. Ritos complementarios.
-
a) La bendición apostólica "in
articulo mortis", que puede darse a los enfermos graves en estado
de gracia y que acepten generosamente la muerta.
-
b) La Recomendación del alma, que se hace
cuando el
enfermo ha entrado ya en la agonía.
7. Auxilio a los enfermos.
De que un enfermo reciba o no los últimos sacramentos puede depender
su eterna salvación.
Cuiden los que
rodean al enfermo y sobre todo las personas de la familia, de que reciba los
Sacramentos. Es la mayor obra de caridad que se le puede hacer.
Acoja el enfermo con gozo la visita del Sacerdote como de un
enviado del buen Dios, y si puede el mismo enfermo pida los auxilios de la
religión. En el momento de morir se ha de procurar que no
falte al enfermo la asistencia del Sacerdote para que le aplique la Bendición
papal, con indulgencia plenaria, y le haga la recomendación del alma.
8. ORDEN SAGRADO
El Sacramento del Orden es un rito sagrado por el
cual se confiere a los Ministros de la Iglesia la potestad de ejercer las
sagradas funciones y se les concede la gracia para
ejercerlas debidamente. El sacramento del Orden tiene
siete grados, llamados Órdenes.
No puede un mismo candidato recibir todos los Ordenes
en un día. Deben guardarse, entre un Orden y otro, los espacios de
tiempo que ordenan los cánones y crea conveniente, el Obispo.
Cada Orden tiene un rito propio.
Unas Órdenes se llaman Menores y otras
Mayores. Menores son: el Acolitado, el Exorcistado, el Lectorado y el
Ostiariado.
Mayores son: el Subdiaconado, el Diaconado y el Presbiterado. El Presbiterado y el Diaconado son sacramento, pero
no los otros Ordenes.
El Episcopado no es Orden distinto del Presbiterado,
sino
un complemento del mismo, y la plenitud del Sacerdocio.
9. Ceremonias.
El Obispo entrega al subdiácono en
la ordenación el libro de las Epístolas; sobre los diáconos hace la imposición de manos y le entrega el libro de los Evangelios; y a los presbíteros les entrega el cáliz con vino y la patena con
hostia diciendo: «Recibid la potestad de ofrecer sacrificios a Dios y de
celebrar Misas por los vivos y difuntos, en el nombre del Señor. Amén.»
La consagración de un nuevo Obispo la hace un señor
Obispo, ministrado por otros dos.
10. Descripción de los diversos
Órdenes.
La tonsura
no es Orden, sino una ceremonia por la que el seglar se hace clérigo y se
prepera para las Ordenes.
El ostiario tiene facultad de admitir en el templo al
que
es digno de estar allí, y de expulsar a los indignos.
El lector puede; leer públicamente los libros sagrados
y enseñar la Doctrina Cristiana a los fieles.
El exorcista está facultado para arrojar los demonios,
mediante los exorcismos.
El acólito preparar lo necesario para la Misa y ayuda al celebrante.
El sub diácono canta la Epístola en la Misa,
solemne.
El diácono viste al
Sacerdote en la Misa solemne, y canta el Evangelio. También está facultado
para predicar, bautizar y dar la Comunión.
El Sacerdote puede
perdonar los pecados, celebrar la Santa Misa y administrar los demás
Sacramentos, excepto el del Orden y de la Confirmación, que están reservados a los Obispos.
El Obispo tiene la
plenitud del Sacerdocio, y puede conferir todos los Sacramentos.
11. EL
MATRIMONIO
El Matrimonio es el Sacramento que une
al
hombre y a la mujer, les confiere gracia para formar juntos una familia y para
educar cristianamente a sus hijos.
Dios instituyó el matrimonio en el Paraíso, cuando bendijo a Adán y Eva, diciendo:
"Creced
y multiplicaos y llenad la tierra". Cristo elevó el matrimonio a la dignidad de
sacramento.
Ministros del
sacramento del matrimonio son los esposos que lo contraen. No puede haber
matrimonio de cristianos que no sea también sacramento.
El Párroco o delegado.
Sólo la Iglesia puede determinar la forma en que se ha de
contraer matrimonio.
La Iglesia manda que se celebre ante el Párroco o sacerdote delegado y dos
testigos. De no hacerlo así, el matrimonio es nulo. Si no hay Párroco o
sacerdote delegado que pueda asistir al matrimonio, se puede celebrar ante dos
testigos:
-
1°. en el artículo de la muerte
(in articulo mortis);
-
2°. Cuando tal estado de cosas
se juzga que ha de durar por lo menos un mes. Tal caso puede ocurrir en un país
en que sean perseguidos a muerte los sacerdotes. (Can. 1098.)
Todos pueden contraer matrimonio,
excepto aquellos que tengan impedimento canónico, o sea que la
Iglesia se lo ha prohibido porque así lo exige el bien de la sociedad.
El matrimonio es
sacramento de vivos, por lo que los que se casan han de estar en gracia de Dios.
Es práctica que los novios confiesen y comulguen
antes de casarse.
12. Ceremonias del matrimonio.
Comienza el acto con
una exhortación a los esposos, recordándoles sus obligaciones. Que críen
hijos para el cielo se les dice con estas palabras: «Procuraréis dejar
herederos, no tanto de vuestros bienes, cuanto de vuestra fe, religión y virtud».
Los casados se han de conformar con los hijos que Dios les dé, sean pocos o
muchos.
Ayuda mutua. Luego les dice el sacerdote que se ayuden el uno al otro «a sobrellevar las incomodidades de la vida y flaquezas de
la vejez». Por último les dice que se amen y "sean fieles y que se amen
entre sí.
Se bendicen los anillos y el sacerdote lo pone al
marido, y éste a la mujer, significando que el matrimonio no puede romperse.
13. Misa de velaciones.
Es la que se celebra después
de la boda, pidiendo a Dios gracias para los recién casados, y estos
reciben la. bendición nupcial. Suele ponérseles sobre los hombros un velo
blanco, a manera de yugo, para significar que en adelante debe ser la misma
suerte de los dos.
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