Los Sacramentales han sido instituidos por la
Iglesia a imitación de los Sacramentos que fueron instituidos por
Jesucristo. No pueden producir la gracia por su propia virtud, pero sí
producen, en virtud de la impetración de la Iglesia, ciertos efectos
espirituales.
Se cuentan seis sacramentales principales(1):
la oración común en el templo, el agua bendita, el Pan bendito, la
confesión general, la limosna y las bendiciones.
1. Bendiciones.
Todas las cosas
salieron buenas de las manos del Criador. Las criaturas inferiores tienen
por fin dar gloria al Supremo Hacedor y servir al hombre tanto para su
provecho material como para
su santificación. Pero habiéndose rebelado el hombre contra Dios, muchas
criaturas se rebelaron también contra el hombre y le sirven ahora de
ruina y escándalo, haciéndole caer en pecado.
El fin de las bendiciones es sustraer
las cosas materiales de la influencia del demonio, para que no se
aproveche de ellas en contra del hombre, sino que sirvan a éste para su
santificación.
Las bendiciones pueden ser invocativas, por las cuales
se pide algún beneficio del Señor. Las cosas así bendecidas no quedan
sagradas, y pueden seguir aplicándose a usos profanos, como la bendición
de una casa nueva.
Otras bendiciones son constitutivas, convierten las cosas de
profanas en sagradas. Ejemplo: los ornamentos litúrgicos.
Cuando se usan óleos sagrados en la bendición, entonces se
llama consagración, y está reservada a los obispos. Ejemplo: la
consagración del templo y del cáliz.
2. El agua bendita.
Se usa todos los domingos en Misa mayor al Asperges,
pidiendo a Dios el perdón de los pecados para los presentes.
Los fieles usan el agua bendita haciendo la señal de la cruz
al entrar en la iglesia, para que Dios les perdone los pecados
veniales.
También se usa el agua bendita en las bendiciones de cosas y
de personas.
3. Bendición de la madre.
Según la ley de Moisés, la mujer que
había dado a luz un niño se presentaba en el templo a los cuarenta días
para purificarse y ofrecer un sacrificio a Dios.
Así se presentó la Virgen con el niño Jesús en el templo
de Jerusalén (2 de febrero). Ahora las madres cristianas también se
presentan en el templo con su hijo, poco después de bautizado, para
recibir la bendición de la Iglesia y oír Misa.
4. Bendición del pan.
El día de San Blas y en otras
fiestas hay costumbre de llevar rosquillas, tortas y otros alimentos al
templo para que sean bendecidos.
De esta manera se honra a los Santos y se pide a Dios que nos
preserve de enfermedades por el uso de aquellos alimentos bendecidos.
5. Bendición de la mesa.
Costumbre que no debe faltar en ninguna
familia cristiana es bendecir la mesa. Por ella reconocemos que de Dios
nos vienen los alimentos. Puede hacerse de esta manera:
Derramad, Señor, vuestras bendiciones sobre nosotros y sobre
estos dones vuestros que vamos recibir de vuestra mano generosa. Por
Cristo Nuestro Señor, Resp.: Amén. De la mesa celestial nos haga
participantes el Señor Dios, Rey de la gloria. R. Amén. (Padrenuestro,
Ave y Gloria.)
Por la noche varía la segunda cláusula, diciendo: A la cena
de la vida eterna nos lleve el Señor, Rey de la gloria. R. Amén.
Acción de gracias. Graias os damos por todos vuestros
beneficios, oh Dios Omnipotente, que vives y reinas por los siglos de los
siglos. R. Amén. El Señor nos dé su paz y la vida eterna. Amén. (Ave y
Gloria.)
6. Funerales.
Tienen derecho a sepultura en lugar
sagrado todos los fieles cristianos que no han sido privados de este
derecho por algún delito eclesiástico o por ser pecadores públicos.
La sepultura eclesiástica consiste en la traslación del
cadáver a la iglesia, en la celebración en ella de funerales por su
alma y en ser enterrado en lugar sagrado.
Con el nombre de funerales entendemos el Oficio de Difuntos y
la Misa exequial.
La Iglesia vivamente desea que cuando un cristiano adulto ha
fallecido, su familia se preocupe de hacer celebrar funerales por su alma,
con la solemnidad que corresponde.
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