"Para poder sufrir más, Cristo no abrió enseguida
su costado. Lo abrió después de morir, para revelar
el amor de su corazón, para enseñarnos que el amor
no se hace espiritualmente presente antes de la muerte
del hombre viejo que vive en nosotros según la carne".
(San Francisco de Sales)  

   Crescente pertenecía a una noble familia romana. Durante la persecusión de Dioclesiano la familia se refugió en Perugia, en donde es martirizado San Eutimio, su padre. Habiendo retornado a Roma, y teniendo solamente once años, Crescencio fue decapitado en las afueras de Roma, en la via Salaria. Crescente es recordado en el cementerio de Priscilla, en la via Salaria.

   En el medioevo, se veneraba un mártir Crescensio, Crescensiano o Crescente, del cual hay algunos testimonios gráficos. 

   El cuerpo, por disposición de obispo Antifredo, fue trasportado da Roma a Siena a mediados del siglo XI. Otras reliquias fueron trasladadas a Tortosa en 1606. Su feista es el 14 de septiembre y la conmemoración de su traslación, el 12 de octubre.

   La única fuente biográfica de San Crescente son las Actas de Baronio, conservadas en la Biblioteca Vallicelliana en una copia del 1600 y publicada en el Acta Sanctorum.