Carlos López Dzur: Méiker del Mapoe y el Tocuen
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Carlos A. López Dzur

Pequeña Antología y Biografía

Teth mi serpiente

Michael J. Morris Zamora / artista y escritor puertorriqueño

Indice / Novela

Berkeley y yo / 1 y 2

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Indice

Brevísima carta abierta a la nueva literatura puertorriqueña

Poesía social

Epica sobre Pepino

La casa

Cartas sobre Pepino

Ateneo Pepiniano

La pianista negra

Puerto Rico a la distancia / Entrevista

Antología del erotismo

Cuando se es niño

El Charkito/ Lcdo. Ektor Henrique

El Charkito / 2

Botetonas / El Charkito

Estétas / El Charkito

Carlos Fuentes

¿Qué es el corazón después de todo?

Homenaje a las tortas

Memorias de la caverna

Marco Antonio y Cleopatra

Homenaje a Hebe

Elegía a mi madre

Memoria del ultraje de Floris

Crucito el feo

La bruja de la torre

El rapto charro

Ravaillac en Cristina

La traición

La violación de Eulalia

El motín

Memoria del ultraje de Floris

Tantralia

Los pintores de San Sebastián / Puerto Rico

Mi araña predilecta en el congal

Angustia de Occidente

Gabriela crece

El motín

Poeta pepiniano o esteta caribeño (I)

Por Licenciado Ektor Henrique Martínez

Profesor de Literatura en la Universidad de Baja California (México)


Yo admiro al máster Carlos López Dzur [1] porque es un poeta de altura, rabiosamente lírico, hábil méiker de poesías profundamente filosóficas. La verdad sea dicha, su poesía no es como suele en estos días concebirse: una distracción de la estética, ni género bárbaro, ni tampoco infantil, para usar una frase del cieguito argentino que le rendía pleitesía al Pinochet.

Poesía razonadora pero también imaginativa. López Dzur no pierde su tiempo en temitas pinchis, es decir, en mengambreas pueriles e insignificantes. El arte se impone en función de la conciencia.

«Hay que montar guardia permanente a las puertas de la sensibilidad para no dar acceso a esos momentos enfermizos cargados de idiotez y para entorpecer el trafico de las cursilerías. Insistir en cultivos mediocres o en la transfusión de glóbulos blancos; hacer injertos burgueses, o acepillar todos en la misma tabla para sacar idénticas virutas es mostrar una esplendida capacidad para dar vueltas a la noria. Nadie puede ya interesarse en un dolor de muelas amoroso, ni en la tristeza prehistórica de los veinte años, ni en esas calcomanías de paisajes, ni en los acrósticos infames, ni en las andrajosas décimas jíbaras mas pesadas que un paquidermo» [Antonio S. Pedreira, Alarde y expresión, p. 81, 82].

Estas palabras, escritas por en los años 30 del siglo XX, y que provienen de la pluma de don Antonio S. Pedreira, parece que fueron injertadas en la poesía del máster López Dzur; encauzamiento que sin mucha facundia se patentiza a lo largo de toda su chorrométrica producción literaria. Y es que, parafraseando a Benedetti cuando habla de Felisberto Hernández y de su «caballo perdido», el poeta pepiniano tambien se las vive levantándole las polleras a cuanta mengambrea se le aparece; a las cosas, a los temas, a las almas. Poesía como reacción de aquello que le atrae y le repugna.

«Autoritarias cortes
de Trastámaras, Habsburgos y Saboyas
y gentes con voces exquisitas,
que han dicho sin gratitud alguna:
sóis plebeyos, gañanes, mirad al cielo,
esperad en rodillas,

y así olvidamos, como pueblo,
que más vale saber lo que conviene
que hallar belleza intelectual de sabihondos

y cortesanos que escriben en latín
sus idioteces y el hatajo de sus vanidades
en neoclásicas rimas,
o manifiestos babiecas
que dan asco...»

Falseamiento

Si hasta don Máikol de Unamuno hacía sus muinas allá por el año 1900, cuando en una carta que le escribió a José Enrique Rodó, renegaba que en gran parte de literatura hecha en América no circulaban ideas y que predominaba en ella chingadera y media como «abalorios, juguetes chinos y cuentas de cristal». Esto sucede cuando los poetas comen mucho ángel en mal estado, según decía en broma el valiente Roque Dalton, y con quien, dicho sea de paso, nuestro poeta invitado se haya emparentado en versos y actitud. Leamos un poema del rebelde vate salvadoreño como prueba de ello:

«Patria dispersa: caes
como una pastillita de veneno en mis horas.
¿Quién eres tú, poblada de amos,
como la perra que se rasca junto a los mismos árboles
que mea? ¿Quién soportó tus símbolos,
tus gestos de doncella con olor a caoba,
sabiéndote arrasada por la baba del crápula?
¿A quién no tienes harto con tu diminutez?»

Roque Dalton, El alma nacional

ESTRUCTURA Y SUPERESTRUCTURA

Se puede dilucidar sin dificultad alguna el nivel histórico-literario en la poesía de López Dzur, apartándose de la conceptualización estratificadora del funcionalismo sociológico. La literatura como expresión del arte (y este como parte integral de un determinado desarrollo cultural), no puede desvincularse de su base material. Negar este fenómeno seria como negar la difusión ideológica en los circuitos de los medios de comunicación. Hay una dinámica en todos los procesos de formación socioeconómica que incide en el ámbito de la creación artística y en general en las actividades de la vida cultural (pero tampoco esa incidencia equivale a un determinismo de influencia inmediata en el que, por ejemplo, los intereses políticos condicionan de modo directo los hechos históricos).

¡No sé, mi corazón ha dependido del petróleo
lo mismo que este llanto y esta muerte
que me revuelca dentro el Sueño Americano!

Letanías por Osama bin Laden, frag. 5. Las cruzadas

Así como el costumbrismo literario es un romanticismo que llegó como viejo enclenque al realismo decimonónico, de esa misma manera el solipsismo es un engendro de la sofística que no llegó a ser dialéctica. En la poesía de López Dzur encontramos una transfiguración estética de varias filosofías, o mejor dicho variadas concepciones filosóficas, e incluso actitudes mentales de la idiosincrasia popular representadas en su grado ínfimo de cultura. Prevalecen tanto los modos de pensar populacheros de igual forma que el intelectualismo abstracto de origen libresco. Sin embargo esta aparente contradicción es superada y disuelta gracias al sentido histórico-critico de su obra poética. Otro dato: hay ciertos pasajes en la poesía de López Dzur que la hacen declinar hacia la alegoría sociológica y política, pero su capacidad creadora logra que se mantenga en su altura expresiva (fuerza y encanto).

En el siguiente poema vemos cómo la temática histórica se asocia y se nutre de contenido emocional, de vigor refulgente. Sugerencia anecdotica como factor básico y unificador de su poesía.

Y viene «Cleopatra», no la ruca, sino el poema así bautizado; una exposición emotiva de sucesos que no necesita apoyarse en las muletas del embellecimiento ni de la ornamentación.

Cleopatra

Escribir un poema de amor
que se parezca a ti, imaginar tu vida
sin juzgarte cuando, aquí te han descrito
impúdica, antojadiza, casquivana...
es conectarse a frutos espontáneos de tu ser,
sea cual fuere el delta de tu ser
y más allá del desierto del Sinaí,
olvidar la invasión de Carlomagno
y que has muerto, mordida
por un áspid.

Es hallarte en lecho seco, e irse a los wadis
y rehallarte como riachuelo dulce,
e invadir tu boca con el color del ciruelo
y en restinga de tus besos sumergirse en ti
y saberte fértil, cautivante en algún lecho,
intuitivo del alma que formule juicios
sobre tu ser tan cálido y el miedo de perderte
sin la estructura de tu subjetivismo
y la propuesta de tu vida y tu historia.

Es duro no vivir tu sed de ontología
en el amor de los hombres, duro ver
tu muerte en amargo despecho,
en soledad que pierde sus caminos.
¿Será Octavio la causa?

Duro es conocerte en los raseros
de la intriga y las costumbres, que eres egipcíaca
pirámide de sol, carne y espíritu.
Ociaré en tus formas de misterio ardiente.
Imaginaré que disfruto tu boca
como Marco Antonio para enamorarse...
(él, quien te dio tres hijos).
¿A quién seducirás, ha fracasado él en Accio?
¿Quién te habría permitido vivir
más profundamente que todos ellos?...

Ayer murió, con puñalada por saludo,
a la salida del Senado, el padre de ese niño
que se asoma, él tempranamente
te hizo madre; pero Cleopatra,
él ha muerto y te amaba y mucho te amaba
Marco Antonio y mucho la mar y el áspid.
Sin embargo, otras hienas en Roma festejan.

Contentos y triunfantes están
Címbar y Casca, Casius y Brutus...
Ha muerto tu primer amante blanco,
tu Buitre de Occidente, ¡Julio César!

Cuando estuviste casada según la norma
de los Tolomeos y tu hermano más joven
fue tu esposo, dime mujer, ¿lo amaste?
... porque no amar es guerra y muerte
y no ver el sol ni la brisa ni flotar
en el Nilo como una barcaza, no es
pasión desfogada, redimida, en olas perpetuadas.

A él, que sólo te puso en las sombras,
al hermano que despoja y no muestra ternura
siendo esposo, al marido que te da el parentesco,
¿lo habrías amado más que al invasor extraño?

Se quedó sin reino, por querer ignorarte,
y tu ira lo redujo a nada...
César se lo entregó a tu mano (¿lo mataste?)
y te dio por semilla esa pasión romana
que te ha encendido tras el velo.

De Roma a Alejandría se habla
de tu coraje, Reina osada,
y ya lo sabe Marco Antonio y Octavio:
eres hermosa, inteligente, seductora...

... pero ya es tarde, te quedaste en Egipto
por ella cautivado, Marco Antonio.

7-5-1979

2. CUANDO LA VIDA ES UN CHINCUAL, UN LABERINTO INMENSO

Carlos López Dzur es un poeta-narrador que no tiene inconveniente alguno en aceptar su condición de escritor impagable, de ahí que su literatura esté a disposición de cualquier voyerista de la palabra; el impulso verbal llega a su destinatario en forma gratuita; permite que el lector acceda a su vitral semántica a cambio de nada. Unicamente basta con que sea poseedor del entusiasmo y del gusto por chutarse un bocado, bacanal o taquito de buena literatura.

Mientras unos lectores (borregos del top ten) pagan un guato de lana por un libro estúpido y tedioso, en el caso del máster López Dzur —cuyas convicciones se materializan a la manera leninista de concebir la unidad inseparable entre la teoría y la práxis; y es que asume un actitud herética de desobediencia a los dioses de la mercadotecnia cultural.

López Dzur no unicamente planea vuelos abstractos sino también suele aterrizar en lo empírico, pues le arrima chingazos a las costumbres consumistas implantadas por el pragmatismo irracional. Aunque, como lo señalaron los chakas de la escuela de Frankfurt, Adorno y Horkheimer, resulta difícil escabullirse del juego consumista, de la engañosa trampa ambivalente y ambigua que hay entre el «ser» y el «tener».

La mayoría de los libros de López Dzur se encuentran disponibles en páginas web, basta con cliquear la directa de su websait para toparnos con su kilométrica producción literaria. Obras que comparte con la perrada son algunas de éstas: Carlos López Dzur y la Generación del Setenta Puertorriqueña, antología, «Lope de Aguirre y los paraísos soñados», «Memorias de la contracultura», poemas, «Comevacas y Tiznaos: Las Partidas Sediciosas en Pepino en 1898», ensayo, «Las zonas del carácter», poemas, «Estéticas mostrencas y vitales», «Tijuana: dolor de parto», poemas, «Heideggerianas», «Tantralia», poemas, «El libro de la guerra», poemas, El hombre extendido, y etcé.

Recientemente el máster López Dzur acaba de colocar en las páginas electrónicas de su chichi de vidrio su última novela titulada Berkeley y yo.

En nuestras miserias locales la inconveniencia antes señalada no va más allá de una andanada de cacayacas, y hasta el escritorcillo de cuarta fila que ya ha publicado en texto de papel su desabrida palabrería lejos está de transitar libremente —sin el interés de la marmaja— por los conductos de la tripledoblevé.

Escojo en calidad de botón de muestra a dos luminares de la falsa contracultura que gracias al charlatanismo, al chupapollismo y al cuatachismo han contribuído a engrandecer los basureros de papel y a dar de comer a los roedores con sus ramalazos de opacidad literaria que logra establecer comunicación con la pelusa deseosa de leer.

Me refiero concretamente a la India María de la literatura y al Príncipe del pochoñol, dueños de un hermetismo deliberado y de ciertas antinomias manejadas por comodidad han publicado libros que ni siquiera alcanzan el mínimo rango en los estatutos de las mercancías rentables en la industria editorial. Y aun así, no son capaces de subir a la red por lo menos alguna de sus botargas infumables. ¿Por qué lo van a hacer? Eso seria como mentar la soga en la casa del ahorcado.

Estando así el birote, los chavales no pueden ocultar su preocupación por el biyuyu. Pobres cabrones, en teoría desdeñan el orden mercantilista y en la práctica tienden a identificarse con tal sistema de explotación vertical. Y recogiendo el gran listado de figurines de la cultura y letras que describe Rubén A. Arribas en su ensayo Desobediencia cultural frente a los dioses de la mercadotecnia vemos cuanta gente se acopla a los engranajes de esa nefasta vendimia que impide que la literatura no llegue a la canalla. Ni son todos pero aquí van algunos: «sesudísimos ensayistas, inextricables filósofos, novelistas de cualquier laya, poetas malditos y de culto, amantísimos del cuento, intelectuales teleidiotas y románticos letraheridos de los medios gráficos, algunos incluso izquierdistas de pelo en pecho, aunque, eso sí, toditos a precios de libre mercado: las putas caras y de pocas páginas de Márquez; la churrería novelística que parece haber montado Paul Auster; los nuevos ensayos de Castoradis, Eco o Bourdieu; también los novísimos libros de Tabucchi, Gore Vidal, Kapuscinski o Caetano Veloso; Derrida por aquí y Barthes por allá; también un poco de Lacan, o de Cortázar, quien muerto vende los libros más caros en Alfaguara que cuando presumía de zurdo en Cuba o Nicaragua; o cualquiera de los infames volúmenes póstumos —Guirnalda con amores, sin ir más lejos— que le están editando al también extinto Bioy Casares, quien gracias a la política ratonil y taimada de Emecé se convertirá en un escritor entre mediocre y pésimo. Y uno, que es cándido, pazguatillo y timorato sin remedio, que se compró por 0.50 centavos de peso el suplemento cultural de turno, que tiene un largo haber de libros cerrados antes de la página 50 y que observa cariacontecido que pocas novedades cuestan menos de 30 mangos, se pregunta: ¿vale la pena arriesgarse de nuevo? Con razón los divos de la cultura porteña cobran alrededor de 50 pesos la hora en sus talleres particulares: ¿de dónde financiarse si no la biblioteca? ¿Por qué nadie protesta, ni siquiera los autores que presumen de marxistas, que aceptan el premio Nobel y luego publican en una multinacional? ¿para quién escriben, para ricos burgueses que tienen el poder adquisitivo necesario?, ¿para refinadísimos esnobs y estultos académicos que se creen una suerte de logia masónica de la cultura y que se envanecen sin rubor de ser una caterva de ignorantes ilustrados?, ¿para quién?» [Revista Teína, 8].

ESCRITORES CON DIARREA LITERARIA

Voy a emplear aquí el término desenfrenado para referirme a dos personas; aclarando de antemano que no recurro a la palabreja en el sentido de «fast-track». Que quede claro. Y hablo de dos másteres chorreadores de escritura al por mayor; uno ya en las glorias de Dios y el otro volteándole la vejilla a la literatura.

Aunque ambos individuos son dueños de una abundante producción letrera, sólo abordaré a uno, al que esta vivito y coleando, no obstante que el otro sigue vive después de muerto. Y me refiero, en primer lugar, al profe Rubén Vizcaíno Valencia, y en segundo orden al chaka de chakas, el máster Carlos López Dzur, historiador, filósofo, novelista, cuentista y ciberpoeta.

Desenfrenados, desconocedores del tope lingüístico y el punto final. El profe Vizca era un sujeto imparable tanto en la lectura como en la escritura; lo mismo sucede con López Dzur; ambos debieron haber pensado o creído que las manos seguramente alcanzan su maximo punto trajinero en el acto de escribir. Los demás, el 10%, ellos supongo que el 80. Bárbaros, no se supieron medir, ni dejan pa' comadres y no se acordaron siquiera tiranos con el talón. Y tal cosa me parece imperdonable.

El máster López Dzur saca piezas literarias como si fuera un mago que mete la basisa en el sombrero y saca conejo tras conejo. No tiene límite. A mí se me figura que los textos le aparecen, al día siguiente, junto a la almohada.

¿Acaso igual que al difunto Vizcaíno, CDL padece diarrea literaria?

Cosa de risa y admiración. La verdad, ante estos casos, mi agüelita solía siempre decirme: «Mira, mijito, hay que ser cochi pero no tan trompudo».

Puro cuarto bat del quehacer literario. Ya casi no hay destos.

3. CUANDO LA METÁFORA ES UN LABERINTO

Decía un cieguito argentino, a quien los académicos suecos le negaron el premio Nobel, que una metáfora al ser trasladada de una idioma u otro, por capricho o gusto del traductor, corre el riesgo de quedar destruida y volverse, en consecuencia, aquello que no era, una no-metáfora. Del un texto borgiano emerge una definición precisa del concepto de metáfora: «todas las metáforas —sostiene JLB— son la unión de dos cosas distintas». A mí me dijeron algo similar cuando asistía a la escuela secundaria: «metáfora es la comparación en sentido figurado»; y además me enseñaron que un encadenamiento de metáforas da lugar a un lenguaje alegórico, y el ejemplo de eso era el típico párrafo de la Divina Comedia: «En medio del camino de nuestra vida me encontré en una selva oscura…» La anterior alegoría se interpretaba de esta manera: se calculaba que en tiempos de Dante un batillo duraba vivo aproximadamente 70 años, entonces la micha de tal edad eran 35 añucos; la selva oscura equivale al mundo del pecado y la milonguez. Luego el autor de la Comedia señala que tres fieras lo acechan (pasiones que lo asaltan) y estas son: un tigre (la lujuria); un león (la soberbia) y una loba (la codicia). [2]

Existen metáforas que son indescifrables y sus significados pueden ser ambivalentes o ambiguos. Cuando López de Velarde escribe que al llegar su prima Águeda lo hacía con un “contradictorio prestigio de almidón”, esta metáfora podría interpretarse: a) que es una mujer tiesa; b) que sus vestidos estaban bien planchados; c) que su conducta era estricta. Cuando Tablada escribe: “El loro es solo un gajo de follaje con un poco de sol en la mollera”, el eslabonamiento metafórico puede interpretarse de esta forma: a) que el loro está entre el follaje y le da el sol; b) que un loro entre el follaje puede ser algo poético; c) que en el loro lo importante son los colores. Y para enredar más el hilo, Pellicer escribió esto que seria algo así como un tema de tesis para los escuelantes de letras: “La sandía pintada deprisa, contaba siempre los escandalosos amaneceres de mi señora la aurora”, ¿qué quiso decir aquí Pellicer?

4. METÁFORAS EN LA OBRA POÉTICA DE LÓPEZ DZUR

La guerra: «Esta fiesta por los muertos»:

«Esta fiesta por los muertos
me intimida; porque estoy vivo aún
y con sed de luna y swástica,
y la cruz gamada y el fusil
como espadas se clavaron al pecho»

En Memorial Days.

Al bato pendejo, para no decirle güey, el poeta Dzur lo llama «penco de alma torpe»:

«¿Por qué me hicíste así,
distinto al penco de alma torpe».

En Memorial Days

La piedra angular del marxismo, la lucha de clases, es volcada en la siguiente metáfora:

«Es que somos como perro y gatos
con este pran pran de viejas cuitas
y la noche y el día como bonzos
se benziman, se diazepán
se glucosan,
se suicidan».

En En esta guerrilla

5. PERO LA EXISTENCIA ES LA QUE DICE LA ÚLTIMA PALABRA

Los productos líricos de este esteta pepiniano contienen la «virtud de la sugestión», es decir que llevan la marca histórica de lo imperecedero, el elemento sine qua non de lo eterno; lo cual indica —así, al chile pinto— que tienen la virtud de la gran poesía; lo cual significa, de acuerdo con Gramsci, en una poesía perrona, que mas que describir, retratar o mimetizar esta encaminada a sugerir siempre cosas nuevas, pero de una forma acentuadamente rabiosa y con vigor.

Y ya que andamos con Gramsci, aprovecharé la recta para llegar a una conclusión gramsciana respecto de la poesía del máster López Dzur. Lo que, en síntesis, el poeta pepianiano pretende decirnos a través de su épica cibernética son estas mismas palabras escritas por el autor de los Cuadernos de la cárcel: «Hasta ahora todos los cambios en los modos de existencia y de vida se han producido por la fuerza bruta de la coacción. La selección o “educación” de los hombres adaptados a nuevas formas de civilización, de producción y de trabajo se ha producido mediante actos increíbles de brutalidad que han relegado a los débiles y a los no conformistas al limbo de los marginados, o los han eliminado por completo».

CoNTíNUARá

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Notas bibliográficas

[1] Carlos López Dzur (nacido el 1ro. de septiembre de 1955) poeta-narrador y filósofo. Cantonea en el condado de Orange, California. Estudió literatura comparada e historia latinoamericana en la Universidad de Puerto Rico; discípulo de los filósofos Alfred Stern y Martha Nussbaum. Algunos de sus brolis: «El Hombre Extendido», «Cuaderno de Amor a Haití» (ensayos y poemas) y Tantralia. Su primer libro fue «Sarna de la ira parda» (Editorial QeAser, 1980) (cuentos), «La casa» (1988) (poemas), «El Hombre Extendido», «Simposio de Tlacuilos», novela (Editorial Nuevo Espacio, New Jersey, 2000), «Las máscaras del tabú», novela (Great Unpublished, South Carolina, 2001), «Libro de Anarquistas», «Tantralia», «Heideggerianas», «Libro de la guerra», «Cuentos y leyendas histórico-eróticas», «El ladrón bajo el abrigo», «Manual de filosofía para incrédulos», «Rocío la Tartamuda», novela, «Para matar a los dioses», novela, «Diario de Simón Güeldres», novela. Sus libros más importantes están inéditos en papel, pero se han compartido extensamente en su website y en innumerables revistas electrónicas.

Acerca del máster Dzur dice unos de sus críticos: «Leer sus textos es someterse a una ráfaga de ideas y pasajes mentales contrarios a sí mismos y entre sí, pero consecuentes en la esencia».

Para conocer más de su poesía y obra, métase a su website, donde encontrará: «La Generación del Setenta», Lope de Aguirre y los paraísos soñados, Berkeley y yo, novela, Memorias de la contracultura, poemas, Comevacas y Tiznaos, ensayo, Las zonas del carácter, poemas, Estéticas mostrencas y vitales, Heideggerianas, Tantralia, poemas, Libro de la Guerra, poemas, etc.

[2] La Divina Comedia de Dante Alighieri: Preludio del Renacimiento. Dante Alighieri escribe La Divina Comedia entre 1302-1321; obra monumental que marca el inicio de la Nueva Era, y representa la unión de tres culturas: clásica, cristiana y europea, fusionando, a la vez, tres tiempos: pasado, presente y porvenir. La obra se encuentra dividida en tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso. En total, contiene 100 cantos, 33 para cada parte, y uno para introducción. Escrita en tercetos endecasílabos y en lengua toscana. Es una obra maestra que simboliza significado y perfección. El ámbito geográfico de la Divina Comedia se representa con el Universo (sistema de Ptolomeo).

SISTEMA DE PTOLOMEO
La tierra inmóvil = En el centro del Universo.
Esferas Celestes = Giran alrededor.

Los Puntos Cardinales:
Al norte.- (Jerusalén) (sobre el infierno)
Al Sur.- La montaña del Purgatorio
Al Oriente.- El Ganges (en la India)
Al Poniente.- El estrecho de Gibraltar

DESARROLLO DE LA OBRA:

1era. Y 2da. parte se desarrolla en la Tierra; la primera en el abismo (igual a infierno); la segunda en la montaña del purgatorio. La 3era. parte se desarrolla en el Espacio (Paraíso); Dante recorre las esferas celestes hasta llegar a la décima, que equivale al símbolo de la perfección (esfera espacial).

La Divina Comedia es un poema construido a partir de la teología moral que considera al infierno como una integración del realismo y la fantasía, el pasado y el presente, historia y mitología, religión y paganismo; surge la dualidad renacentista, la bifurcación de lo material y lo espiritual, el culto a la virgen y el culto a la mujer, aplicación del ser y el no ser chespiriano.

A partir de dante se marca la apertura hacia el mundo burgués y de exaltación de valores paganos: astucia, poder, ambición, enriquecimiento y concepción o visión del nombre como centro del universo; lo opuesto en oposición a los valores sacrosanta de fe, amor, la fantasía, el honor, etc.

Carlos López Dzur / Correo

Email: [email protected]

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