HOME Leopoldo I, Rey de B�lgica (1790-1865)
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Luisa Mar�a de Orleans, Reina de B�lgica
Leopoldo I, Rey de los Belgas
   La familia ducal de Sajonia Coburgo gobernaba en el peque�a ciudad de Coburgo, situada en medio de los bosques de Turingia, al norte de Baviera, y descend�a de la casa de Wettin que hab�a gobernado aquellas tierras durante le Edad Media, como parte del Sacro Imperio Romano. En 1790 el Pr�ncipe Franz Friedrich era el heredero de los ducados de Coburgo y Saalfeld; se hab�a casado en 1777  con Augusta de Reuss Lobenstein Ebersdorf y ten�an nueve hijos, los cuales hab�an hecho excelentes matrimonios con las diferentes casas reinantes en Europa: la princesa Juliana estaba casada con el Gran Duque Constantino, hermano del Zar Alejandro I de Rusia, el pr�ncipe Fernando con la heredera h�ngara Antoinette de Kohary y el mayor de los hijos, el pr�ncipe Ernest, se cas� con la heredera del dcado de Gotha, la Princesa Louise de Saxe-Gotha Altenburg, otra hermana, Victoire, estaba casada con el pr�nicpe de Leiningen.El menor de los hijos hab�a nacido el 16 de diciembre de 1790 y se llamaba Leopoldo.
   El 8 de septiembre de 1800 muri� el duque Ernest Friedrich y ocup� el trono ducal el pr�ncipe Franz Friedrich, quien s�lo gobernar�a el ducado por seis a�os pues cuando su hijo Leopoldo ten�a dieciseis,, Napole�n invadi� Coburgo, y deprimido, al var sus tierras invadidas, el Duque Franz muri� de neumon�a, heredando un ducado ocupado por las tropas francesas a su hijo mayor Ernest. Como una de las hermanas del nuevo duque, Juliana, estaba casada con el hermano del Zar Alejandro I, �ste convenci� a Napole�n de devolver sus tierras al hermano de su cu�ada. El Duque Ernest y su hermano Leopoldo viajaron a Par�s a agradecer personalmetne a Napole�n por haber devuelto sus propiedades a la familia. Durante esta visita, se rumor� que el joven y atractivo Leopoldo sostuvo aventuras amorosas con varias damas de la corte parisina, incluso con la hija de la Emperatriz Josefina, Hortensia de Beauharnais.
   De regreso en Coburgo, Leopoldo particip� activamente en el gobierno del ducado, complementando sas� su aprendizaje pol�tico; �l mismo ejerc�a la regencia cuando su hermano se ausentaba de la corte.
   En 1814 Leopoldo ingres� al ej�rcito del Zar y particip� en varias campa�as contra los franceses. al siguiente a�o viaj� a Londres acompa�ando al Zar Alejandro. Por aquel entonces ocupaba el trono ingl�s el Rey Jorge III, enfermo de sus facultades mentales, por lo que su hijo mayor se hac�a cargo de la regencia. El Pr�ncipe Regente hab�a hecho un matrimono mal avenido con Caroline de Brunswick, con quien sin embargo hab�a procreado un hija, la princesa Charlotte, quien por el tiempo en que Leopoldo visit� Londres, estaba comprometida con el pr�ncipe Guillermo de Orange. Charlotte le confes� a la hermana del Zar, la duquesa de Oldenburg, que ella no quer�a casarse con es viejo, feo y borracho. Leopoldo hab�a puesto sus ojos en Charlotte, m�s por ambici�n que por amor, pues ella era la segunda en linea de sucesi�n al trono de Ingaterra. Charlotte dej� a su pr�ncipe holand�s, y se enamor� de uno prusiano, pero su padre se opuso rotundamente a ese matrimonio. Leopoldo permaneci� en Londres, decidido a conquistar el coraz�n de Charlotte, quien, cuando el pr�ncipe prusiano, humillado ante la negativa del Pr�ncipe Regente, rompi� el compromiso,  se refugi� en el apuesto pr�ncipe de Coburgo. 
   Apoyada por su t�o el Duque de Kent, Charlotte inform� a su padre que deseaba casarse con Leopoldo. Al principio, el Pr�ncipe Regente se opuso, pero al fin cedi� ante los deseos de su hija. Leopoldo y Charlotte se casaron en Carlton House en Londres el 2 de mayo de 1816.
   Leopoldo y Charlotte formaban una hermosa pareja y se amaban, para sorpresa de todos. Charlotte qued� encinta el mismo mes de su matrimonio pero sufri� un aborto en julio. A principio de 1817 volvi� a quedar encinta. El lunes 3 de noviembre, despu�s de 42 semanas de pre�ez, se le rompi� la fuente y sufri� agudos dolores durante el dif�cil parto; despu�s de cincuenta horas de trabajo de parto, Charlotte, extenuada y d�bil, dio a luz un ni�o muerto. En ma�ana del jueves 6 de noviembre, Charlotte falleci�. Leopoldo, que ten�a entonces veintisiete a�os, se encerr� en Claremont, evitando cualquier contacto con el mundo exterior. Cuando se cas� con Charlotte, el Parlamento le hab�a concedido una pensi�n de 50,000 libras anuales, mismas que contiu� percibiendo despu�s de la muerte de la Princesa. Parte de este ingreso lo destinaba para ayudar a su hermana Victoire, viuda del Pr�ncipe de Leiningen y con dos hijos. Leopoldo arregl� el matrimonio de Victoire, con uno de los t�o solteros de Charlotte, el Duque de Kent. De esta uni�n naci� una ni�a, bautizada como Alejandrina Victoria. El Duque de Kento muri� al a�o de nacida la ni�a y Leopoldo se ocup� de ella, quien siempre lo ver�a como a un padre. A�os m�s tarde Alejandrina Victoria se convertir�a en la
Reina Victoria de Inglaterra.
   
Como ten�a una posici�n econ�mica holgada, Leopoldo se dedic� a viajar y a disfrutar de varias amantes. En 1829 se enamor� de la actriz Caroline Bauer, qiuien le recordaba a Charlotte en edad y en f�sico; se arregl� un matrimonio morgan�tico entre ellos, pero Leopldo, deseoso de un matrimonio m�s ventajoso para �l, la dej� y el matrimonio acab� en divorcio. Caroline termin� con su vida por su propia mano.

   En 1830 Grecia se convirti� en un reino independiente del Imperio Otomano y la corona del nuevo pa�s le fue ofrecida a Leopoldo, quien en un principio se mostr� entusiasmado pero luego se dio cuenta de que el endeble trono de Grecia no era muy propicio para establecer una disnast�a por lo que rechaz� el ofrecimiento y continu� viviendo en Ingalterra.
   Aquel mismo a�o, a raiz de la revoluci�n que expuls� de Francia al rey Borb�n, Carlos X , siendo susutituido por Luis Felipe de Orleans, la regi�n meridional de Holanda se sublev� en contra del Rey Guillermo I, en favor de la independencia y se cre� un nuevo pais, B�lgica. En noviembre la Potencias Europeas reconocieron la independencia d B�lgica y se eligi� cmo forma de gobierno la monarqu�a constitucional. Inglaterra y B�lgica firmaron un tratado garantizando la neutralidad el nuevo pais, quedando encaragda Inglaterra de la integridad territorial belga.
   Varios candidatos fueron sugeridos para ocupar el trono de la nueva moanrqu�a, entre ello,: el Duque de Nemours, hijo del rey franc�s Luis Felipe, y el duque de Leuchtenberg, nieto de la Emperatriz Josefina y tambi�n del  difunto rey Maximilaino I de Baviera. El candidato elegido por las
autoridades belgas fue el Duque de Nemours, pero las Potencias Europeas consideraron que Francia tendr�a demasiado poder  si un hijo de Luis Felipe ocupaba el trono belga. Nemours fue definitivamente rechazado cuando Inglaterra se opuso a su candidatura. Por su parte, Luis Felipe, temiendo provocar un conflicto internacional, rechaz� el ofrecimiento.
   Poco despu�s la corona belga le fue ofrecida al viudo y desocupado Leopoldo, quien vio en ella la oportunidad que tanto hab�a esperado. El nuevo rey de B�lgica hizo su entrada formal en Bruselas el 31 de julio de 1831. Ese mismo d�a prest� juramento a la Constituci�n belga. Pero el Rey Guillermo I de Holanda estaba furioso con el advenimietno del monarca belga y trat� de recuperar las tierras perdidas. Las tropas holandesas invadieron B�lgica y gracias a las tropas del rey Luis Felipe que lo apoyaron Leopoldo pudo consrvar su trono.
Luis Felipe de Orleans, Rey de Francia
Maria Amalia de Borb�n Sicilia, Reina de Francia
  Poco despu�s el rey Leopoldo negoci� su matrimonio con la princesa Luisa Mar�a de Orleans, hija mayor del rey Luis Felipe y de la reina Mar�a Amalia de Borb�n Sicilia. La princesa Luisa hab�a nacido el 3 de abril de 1812, por lo tanto en 1832, cuando Leopoldo solicit� su mano, ten�a veinte a�os, mientras que �l ten�a cuarenta y dos. Era peque�a, delicada y dulce, discreta e inteligente y sab�a ganarse el coraz�n de la gente. Acept� casarse con Leopoldo cumpliendo la orden de su padre, aunque despu�s llegar�a a amarlo.
   La familia del rey Luis Felipe era numerosa. La reina Mar�a Amalia le hab�a dado diez hijos, de los cuales ocho hab�an sobrevivido a la infancia: Fernando, duque de Orleans, la princesa Luisa, la princesa Mar�a, que despu�s se desposar�a con el duqe de Wurtemberg, Luis, duque de Nemours, Clementina, casada despu�s con un sobrino de Leopoldo, Francisco, duque de Joinville, Enrique, duque de Aumale, y Antonio, duque de Montpensier. Luis Felipe era hijo del famoso duque de Orleans, que se hab�a opuesto a los Borbones y hab�a votado por la muerte de Luis XVI durante la Revoluci�n Francesa, recibiendo el apodo de Felipe Igualdad. Siguiendo la pol�tica de su padre de oponerse a los Borbones, Luis Felipe hab�a simpatizado tambi�n con la Revoluci�n Francesa y en 1790 se habpa unido a los Jacobinos, miembros de u  club pol�tico radical. Vi�dnose implicado en una conspiraci�n contra la nueva republica insaturada, se exili� de Francia, permaneciedo fuera durante el r�gimen del Directorio y el Imperio de Napole�n, volviendo s�lo  tras la restaruaci�n de los Borbones, en la persona de Luis XVIII. La Revoluci�n de Julio de 1830 lo hab�a llevado a ocupar el trono, como favorito de los l�deres revolucionarios que tem�an levantarse contra la oposici�n de toda Europa a la insaturaci�n de una segunda rep�blica. Luis Felipe habp�a aceptado gobernar como un"rey ciudadano", con privilegios reales, pero concilianbdo al sector republicano.
    La reina Mar�a Amalia, con quien Luis felipe hab�a casado en 1809, era hija del rey Fernando IV de N�poles y de la reina Mar�a Carolina, hija de la gran emperatriz de Austria, Mar�a Teresa, y hermana de Mar�a Antonieta.
   Leopoldo de B�lgica y Luisa de Orel�ns se casaron en Compiegne el 9 de agosto de 1832. Al amanecer de aquel d�a, la princesa y su madre, la reina Mar�a Amalia, oraron juntas en la capilla de palacio. Momentos despu�s, en una �ltima conversaci�n con su hija, Luis Felipe le pregunt� si en verdad deseaba casarse con el rey de B�lgica; si se negaba, �l, Luis Felipe, la apoyar�a y asumir�a las consecuencias. Luisa, tras una r�pida refelxi�n, contest� a su padre, que encontraba el enlace "razonable" y que se casar�a con Leopoldo.
   La ceremonia se realiz� a las ocho y media de la tarde, en el gabinete privado de Luis Felipe. Seg�n palabras de la reina Mar�a Amalia, Luisa estaba
"tan p�lida y triste, que daba pena verla". La ceremonia fue breve y al terminar Mar� Amalia acompa�� a su hija a su lecho nupcial. La reina describi� la escena: "Ha llorado ucho y no quer�a que me marchara. Al final se ha dormio por puro cansancio y yo me ido a la habitaci�n contigua para esperar hasta que su marido fuera a acostarse. Despu�s me he retirado, extenuada f�sica y mentalmente".
   Al d�a siguiente, la despedida fue triste tanto  para Luisa como para su familia. Su hermana, la princesa Mar�a lloraba desconsoladamente y su hermano m�s peque�o, el duque de Montepnsier, dejaba correr gruesas l�grimas por sus mejillas. La reina Mar�a Amalia escribi�: "
Y vimos alejarse al tesoro y angel de nestras vidas. Despu�s me encerr� con el rey en su gabinete y ah� nos quedamos llorando juntos".
   La reina Luisa mantuvo siempore una nutrida correspondencia con su madre. Los primeros d�as de su matrimonio fueron para ella un calvario, pues no lograba amar a su marido; s�lo una amistad que no lograba superar el amor filial que sent�a por sus padres.  Poco a poco fue logrando superar este sentimiento y su afecto y aprecio hacia el rey creci�.
    Leopoldo, por su parte se sinti� siempre agradecido para con su esposa, quien le dio cuatro hijos: el primero, Leopoldo, nacido el 24 de julio de 1833, muri� en la infancia; el segundo, tabi�n Leopoldo, naci� el 9 de abril de 1835, y era un ni�o delicado de salud y con el pecho angosto, que sufr�a constantes ataques de depresi�n y era cruel y sarc�stico. el tercer hijo, Philippe, nacido el 24 de marzo de 1837, era, al contrario de su hermano, simp�tico, adorable y extrovertido, sin pretensiones intelectuales pero tan encantador que era el fabvorito de todos. El cuarto y �ltimo hijo era una ni�a, Carlota, nacida el 7 de junio de 1840, la cual era la ni�a consentida de su padre y compa�era de su madre.
   Despu�s de cuatro partos, la delicada Luisa qued� f�sicamente exahusta y era ya incapaz de satisfacer los fuertes apetitos sexuales de Leopoldo, por lo que el rey manten�a muy discretamente varias amantes hasta el d�a en que cocnoci� a una opulenta y ambiciosa mujer, originaria de Flandes, llamada Arcadie Clairet de Viescourt, y se sinti� inmediatamente atra�do por ella. Leopoldo la oblig� a casarse con Monsieur Meyer von Eppinghoven, un hombre de su propia casa, quien fue inmediatamente despachado a Alemania desp�es de la boda y Arcadie se convirti� en la amante oficial del Rey. La ambiciosa mujer logr� que su real amante le regalara una mansi�n en la Rue Royale,, con un carruaje a su disposici�n con pajes y escolta; todo esto le gan� el odio del pueblo Belga que era devoto de su buena reina Luisa.
   En 1848 una revoluci�n arroj� del trono de Francia al padre de la reina Luisa, el rey Luis Felipe, quien hab�a sido un monarca sabio, que hab�a reinado por 18 a�os durante los cuales tuvo lugar un notorio asenso de la burgues�a y del progreso en Francia. Se implementaron nuevas y modernas tecnolog�as como v�as de ferrocarril, barcos de vapor y la fotograf�a. Luis Felipe condujo una moderada pol�tica internacional, m�s sin embargo llev� a cabo la conquista de Argelia y apoy� la independencia de B�lgica de Holanda. Desafortunadamente el hambre, el desempleo y la crisis financiera causaron que, en febrero de 1848, la gente de Paris se sublevara; la guardia nacional se neg� a defender Las Tuller�as y la turba derrib� las verjas del palacio. El anciano rey se hallaba indeciso, no sabiendo que actitud tomar. Mar�a Amalia le suplicaba que no abdicara, pero los ministros e inlcuso su hijo, el duque de Montpensier, le pidieron que firmara la abdicaci�n. Luis Felipe firm� la abdicaci�n aquel mismo d�a.
    La familia real fue oligada a huir de lasTuller�as ante la proximidad de la turba. Luis Felipe y Mar�a Amalia atarvesaron los jardines del palacio, hasta la Plaza de la Concorida, en donde abordaron un coche y partieron hacia un destino desconocido, mientras la turba saqueba Las Tuller�as, destruyendo todo cuanto encontr� a su paso.
Leopoldo I de B�lgica
El rey Leopoldo y la reina Luisa Mar�a con sus hijos, el duque de Brabante, el conde de Flandes y la princesa Carlota
  Mientras en Bruselas, la reina Luisa se consum�a de angustia al desconocer el destino de sus padres. Despu�s de largas noches de insomnio, recibi�  una carta de su madre, inform�ndole que el rey y ella esatban en Inglaterra; perseguidos por la Guardia Nacional, hab�an viajado de ic�gnito, con el nombre de se�or y se�ora Lebrun, hasta la costa de Normand�a,  en donde se embarcaron hacia Inglaterra. La reina Victoria les hab�a dado asilo en Claremont, el castillo que tiempo atr�s hab�a sido ocupado por Leopoldo y su primera esposa.
    Leopoldo, sabiendo que su suegro no ten�a ya ninguna importancia pol�tica, se lamentaba de haber casado un sobrino y una sobrina Coburgo dentro de la familia de Orleans ( los hijos de su hermano Fernando, Augusto y Victoria se hab�an casado con los hijosde Luis Felipe, Clementina y el Duque de Nemours, respectivamente). Luisa estaba conciente de este hecho y se sent�a culpable de alguna manera.
A pesar de las infidelidades de su esposo, le escribi� una carta en donde muestra su fidelidad y humildad hacia �l: 
"Que m�s puedo pedir en este mundo que ser tu amiga, tu �nica amiga? Toda mi felicidada te la debo a t� y mi infelicidad es �nicamente por mi propia falta. Me culpo a m� misma por todo lo que me aqueja. Si ya no soy joven... si no he podido brindarte ning�n placer en la vida, s�lo lo puedo atribuir a mi infortunio. Y a pesar de que no puedo m�s que lamentarme, s�lo me lamento por lo que no puedo hacer por ti"  
  
A pesar de sentirse avergonzado al recibir esa carta, Leopoldo no dej� de visitar a Arcadie, lo que perjudic� sus relaciones con su hijo mayor, el duque de Brabante, quien cirticaba severamente a su padre y se rehusaba a ponerlo en un pedestal; en cambio su hermana Carlota lo idolatraba. La reina nunca permiti� que su hija viera las l�grimas que derramaba por causa de las infidelidades del rey y le ense�� a considerar a su padre como un h�roe y un hombre sabio. Los soberanos hab�an dejado de tener todo contacto f�sico entre ellos. La reina estaba enferma y prematuramente envejecida y Leopoldo pasaba cada vez mas timepo con Arcadie, con quien incluso tuvo un hijo, Geroges. Luisa viaj� a Inglaterra para someterse a una curaci�nn bajo la supervisi�n de los m�dicos inlgeses. La reina Mar�a Amalia qued� sorpendida del estado f�sico de su hija. Los m�dicos le pronosticaron una simple gastritis y Luisa regres� a Bruselas en el mismo estado.
   Mientras su hija se consum�a en B�lgica el rey Luis Felipe languidec�a en Inglaterra. Su salud y su �nimo se hab�an venido abajo desde la abdicaci�n; expir� el 26 de agosto de 1850 y su hija la reina Luisa nunca pudo recobrarse del golpe que le caus� la muerte de su padre. El rey Leopoldo tom� la extra�a decisi�n de mandarla a Ostende, cerca del mar, para que su salud quebrantada mejorara, pero las cuatro horas de viaje, casi matan a la reina. Su debilidad hab�a llegado a tal grado que ya no pod�a ni siquiera subir las escaleras; sufr�a tos y un ataque de disenter�a. La reina se estaba muriendo de tuberculosis avanzada. la reina Mar�a Amalia lleg� a Ostende acompa�ada de algunos de sus hijos. El 11 de octubre la reina Luisa muri� en brazos de su madre. Toda Belgica llor� a su amada reina..
    Despu�s de la muerte de su esposa, Leopoldo qued� devastado por las penas y los remordimientos. Mand� a Arcadie von Eppinghoven en un largo viaje y se busc� consuelo s�lo en su hija Carlota, puesto que nunca hab�a estado cerca de sus hijos varones.

   Siendo un inevitable casamentero, Leopoldo hab�a fortalecido la posici�n de la casa real de Coburgo al casar a sus parientes con miembros de diferentes casas reales de Europa. Adem�s de haber casado a sus sobrinos con los hijos del rey franc�s, hab�a tambi�n casado al hermano mayor de �stos, Ferrnando, con la reina de Portugal, Mar�a da Gloria; pero el matrimonio m�s importante que promovi�, fue el de su sobrina la reina Victoria, con su tambi�n sobrino Alberto de Sajonia Coburgo. Durante los primeros a�os del reinado de Victoria, Leopoldo ejerci� gran influencia en la pol�tica inglesa, hasta que la reina se sacudi� la tutela de su t�o.
   Ahora era tiempo de que Leopoldo arreglara el matrimonio de su propio heredero; en 1853 el rey concert� el matrimonio entre el duque de Brabante y una archiduquesa austr�
aca, Mar�a Enriqueta, hija del difunto Palatino de Hungr�a, el archiduque Joseph de Asutria, hermano del Emperador Francisco I.
Ni el duque de Brabante ni Mar�a Enriqueta sent�an la menor inclinaci�n el uno por el otro, sin embargo tanto el rey Leopoldo como el pueblo belga sent�an gran entusiasmo por la nueva Princesa de la Corona.
Los hijos del Rey Leopoldo:
Felipe, Conde de Flandes
Carlota, Emperatriz de M�xico
Leopoldo, Duque de Brabante, despu�s Leopoldo II
  Lleg� despu�s el turno de casarse para Carlota. Leopoldo ten�a en mente algunos candidatos como el Rey Pedro V de Portugal o el Pr�ncipe Jorge de Sajonia, pero Carlota los rechaz� a ambos. Eb 1856, cuando la Princesa ten�a 16 a�os, el hermano del Emperador Francisco Jos� de Asutria, el Archiduque Maximiliano, visit� la corte de B�lgica y Carlota se enamor� instant�neamente de �l. Por su parte Maximiliano se sent�a s�lo ligermanete atraido por ella sin estar profundamente enamorado. El Rey Leopoldo vio con placer la mutua atracci�n entre su hija y el joven archiduque y promovi� el asunto alabando a su huesped durante su visita, y exaltando las virtudes de Carlota diciendo que promet�a ser la "princesa m�s bella de Europa". �l Rey sol�a visitar al archiduque en sus habitaciones y hablarle sobre pol�tica internacional, con juicio e inteligencia, pero causando el aburrimiento de Maixmiliano.
   Cuando Maximiliano dej� Bruselas a�n no se habpia declarado a Carlota, pero Leopoldo consider� el asunto lo suficientemente avanzado y mand� a su sobrino, el Conde Mensdorff, a Viena a conducir las negociaciones preliminares del matrimono. Pero el Archiduque dudaba todav�a en comprometerse pues ve�a demasiado inter�s en Lepoldo y sospechaba alguna jugarreta pol�tica por parte del Rey detr�s del matrimonio. Leopoldo supo de estas dudas de su futuro yerno y le escribi�:
"Mi querido y honrado Pr�ncipe parece considerarme como un astuto diplom�tico, cuyos movimientos est�n solmante dictados por cuestiones pol�ticas. Os aseguro que no es este el caso. Desde el pasado mayo, logarsteis ganar my confianza y estimaci�n indudable. Pronto me di cuenta  que mi hija era de la misma opini�n. Pero es siempre mejor no apresurarse en estos asuntos y ahora me complace informaros que mi hija ha hecho su elecci�n y os prefiere a cualquier otro de sus pretendientes, y que me place sobremanera el dar mi consentimiento".
  
Por fin Maximiliano se decidi� a formalizar su compromiso con Carlota, por lo que visit� nuevamente la corte de Bruselas, lelvando algunos presente para us prometida y al Bar�n Du Pont, quien se encargarpia de las negociar las condiciones para el enlace. Por parte del rey Leopoldo, el comnde Conway dirigir�a las negociaciones. El rey se negaba a dar a su hija cualquier otra dote que la herencia de su madre y las establecida por el Parlamento. Du Pont ped�a una aportaci�n  personal del rey. Fue difpicil para el bar�n y para Maximiliano obtenerla pero al fin Leopoldo accedi� a conceder a su hija una pensi�n anual de cinco mil guineas, adem�s de su trosseau, incluyendo su magn�fica joyer�a y una fina colecci�n de oro y plata.
    Las ambiciones din�sticas de Leopoldo no paraban en tener al hermnao del emperador austriaco como yerno; quer�a ver a su hija en una posici�n adecuada a su rango, por lo que pidi� a Francisco Jos� que le concediera a Maximiliano un nombramiento apropiado. Pornto sus deseos se ver�an cumplidos cuando Maximiliao fue nombrado Gobernador General de Lombard�a y Venecia, una de las proviincias italianas bajo dominio austriaco.
   Maximiliano y Carlota se casaron el 27 de julio de 1857, El rey Leopoldo entr� a la iglesia llevando a su hija del brazo y lucinedo un uniforme de teneiente general de la Armada Belga. Maximiliano y Carlota se fueron a vivir al palacio de Monza en Mil�n. Dos a�os despu�s las provincias itlainas se rebelaron cntra Austria y max tuvo que dejar su cargo de gobernador general y �l y Carlota se feurin a vivir al palacio que �l hab�a contruido en Trieste, a orillas del Adri�tico, llamado Miramar.
   En 1861 cierto emigrados mexicanos, residentes en Europa, ofrecieron la corona de M�xico a Maximiliano, pensando que era la punica manera de acabar con la anarqu�a en el pa�s. El Imperio Mexicano ser�a apoyado y finnaciado por el emperador franc�s, Napole�n III, quien ten�a razones personales para intervenir en los asuntos mexicanos. Maximiliano pidi� consejo a su suegro, quien era considerado uno de los m�s sabios monarcas de Europa, y era llamado el "N�stor de los Monarcas". El rey Leopoldo le dijo que "la decidi�n m�s importante depende de lo que el propio pa�s pida, puesto que s�lo entonces estar�s pisando tierra firme. A pesar de este prudente primer consejo, Leopoldo se dej� llevar por su ambici�n hacia la posici�n de su hija y ante el prospecto de extender la influencia de los Coburgo en Am�rica, y anim� a Carlota para que presionara a Maximilano a aceptar el trono mexicano. Sin mebargo les aconsej� aceptar solamente bajo la condici�n de que tanto Francia como Inglaterra aseguraran su soporte militar y econ�mico. Hizo lo m�s que pudo, por la influencia que alguno vez tuvo con su sobrina la reina Victoria, para asegurar el apoyo ingl�s para el asunto mexicano, pero fall� en su intento, puesto que Victoria estaba en aquellos momentos incosolable ante la reciente muerte del pr�ncipe Alberto, y contest� a su t�o que "Alberto hab�a estado siempre en contra de tal idea". D�ndose por vencido, Leopoldo escribi� a su hija que hab�a poco que esperar de Inglaterra adem�s de apoyo moral.
    A pesar de todo, Maximiliano y Carlota aceptaron el trono de M�xico. El rey Leopoldo, que desconfiaba de Napol�on III, continu� previniensdo a su yerno de no dar ningpun paso sin asegurar al apoyo de Francia: "
Eres t� quien est� aydando al emperadro a sacar sus casta�as del fuego, y a cambio tienes que conseguir de �l que ponga por escrito el periodo exacto durante el cual las tropas frnacesas permanecer�n en M�xico. Mientras m�s tiempo mejor, puesto que ellas constituyen tu princial apoyo".
  
Tambi�n le aconsej� a Maximiliano que se acercara al Papa, puesto que estaba convencido de que la Iglesia era el mejor apoyo para los intereses de Maximiliano. El rey apoy� tambi�n la idea de mandar una legi�n de voluntairos belgas a M�xico, y a pesar de que no fue beinvenida por el Parlamento, la legi�n se oragniz� y se mand� a M�xico bajo el mando del teniente coronel Alfed Van der Smissen.
   El rey Leopoldo  recomend� a Maximiliano que llevara con �l a M�xico, como consejero, a un ingeniero belga, especialidzado en minas, llamado F�lix Eloin, quien se hab�a ganado la confianza de Leopoldo por por un reporte que hizo sobre prospectos de miner�a en Australia y las Islas Fidji, lo que hac�a pensar que Leopolod ten�a intereses en los recursos mineros de M�xico. Eloin, estando cerca de Maximiliano, pod�a aconsejar al rey en inversiones convenientes para el dinero belga en M�xico.
   Por fin, el 14 de abril de 1864, Maximiliano y Carlota, a bordo de la fragata Novara, salieron de Trieste en direcci�n a M�xico, a donde llegaron el 21 de mayo. Fue una aventura desfortunada, y el rey Leopoldo se culp� a s� mismo por haber aconsejado a su hija y a su yerno que aceptaran el trono. Abog� por Maximiliano en Europa, defendiendo los inrereses mexicanos. Gracias a sus esfuerzos, su sobrina la reina Victoria acredit� uun enviado brit�nico para M�xico.
     El estado de salud del rey Leopoldo se hab�a detriorado desde 1862. A principios de ese a�o recibi� una invitaci�n de la reina Victoria para visitar Inglaterra. Durante su estancia de seis semanas en suelo britanico, trat� de disimular ansiosamente su esatdo de salud. En agosto la reina le pag� la visita, sin ning�n aspecto oficial. Victoria le habl� s�lo un poco de los asuntos ingleses, para satrisfacerlos. Desde el asecnso de Plamerston como Primer ministro, la poca influncia que Leopoldo tenia aun en la pol�tica inglesa hab�a cesado por completo.
   Durante su vida, el rey hab�a tenido una sola pasi�n, la pol�tica. la peculiar posici�n de B�lgica entre las grandes potecias europeas, hab�a demandado un gobernante sabio, sin favoritismos por ninguna naci�n en especial, y Leopoldo se enorgullec�a de haberlo sido. Hab�a ya olvidado su origen alem�n, Era un Coburgo, pero a veces olvidaba que Coburgo pertenec�a a Alemania. La paz en Europa, era para �l sin�nimo de sus propios intereses y de los de B�lgica, y trabaj� ard�amentre por ella. Era un esc�ptico. Pensaba que la naturaleza humana era mala, no buena: "necesita una mano dura que la gu�e y la gente no quiere en realidad otra cosa".  No pod�a entender la guerra como medio para alacnazar la gloria. 
   Leopoldo hab�a sido simepre disciplinado y se reg�a por un severo autocriticismo. Las malas experiencias de otros y las suyas propias lo hab�an hecho descondfiado. Ten�a la man�a de aconsejar a todo el mundo. era un gtan lector y ten�a un libro en la mano siempre que tenpia alg�n momento libre. Cuando la edad y su salud empezaron a vencerlo, luch� tenazmente contra ellas. No permit�a que hubiera testigos de su debildad, y no permit�a que nadie se le acercara cunado ten�a que guardar cama.
   A principios de 1865, el rey  Leopoldo se sinti� tan bien, que sali� a cazar zorros y gamos durante cuatro horas en un fr�o extremo, lo que le ocasion� una recaida y tener que guardar cama durante todo el mes de febrero. Duante los meses subsecuentes e tuvo que someter a varias operaciones, pero �l segu�a tratadno de ocultar su d�bil estado de salud. Para julio, sus pies estaban monstruosamente inflamados.

S�lo admiti� que estaba mortalmente enfermo cuando en octubre se enter� de la muerte de su viejo enemigo pol�tico, el ministro brit�nico Lord Palmerston. Coment� que pronto segur�a a Palmerston a la tumba.
   Sin emabrgo, a pesar de que sus pies necesitaban una nueva operaci�n, el rey volvi� a hacer una incursi�n en una partida de casa en las Ardennes, tirando desde un peque�o carruaje. Para finales de noviembre, no pudo m�s abandonar su cama en  Leaken. Se neg� a recibir al m�dico de la reina Victoria, el doctor Jenner, y se obstinaba en prohibir que cualquier miembro de la familia real se acercara a su lecho de enfermo y que se hablara de su enfermedad. No toleraba que el mundo conociera su debilidad humana.
   Por f�n, el 7 de diciembre accedi� a recibir a Jenner, pero era demasiado tarde y el rey apenas pod�a hablar coherentemente. Hab�a ya entrado en agon�a. El nombre de Carlota estaba constantemente en sus labios; �pensaba en aquella esposa, cuya muerte hab�a lamentado tanto, o en su amada hija que yac�a en M�xico, enfrent�ndose a un sin�mero de dificultades?
   Pocos d�as antes de entrar en agon�a, Leopoldo hab�a pedido a su nuera, la duquesa de Brabante, que le avisara cuando hubiera llegado su �ltimo momento, pues quer�a morir consciente. Cuando Mar�a Enriquete se dio cuenta que el rey luchaba con la muerte y balbuceaba  incoherencias, pregunt� al m�dico, si hab�a laguna esperanza. Al recibir una negativa, Mar�a Enriqueta, se arrodill� junto a la cama del rey y le susrr� al o�do que el fin estaba cerca. El rey entendi� y toim�ndole la mano le pidi� que no lo dejara. Fueron sus �ltimas palabras. El rey Leopoldo falleci� momentos despu�s. Era el 10 de diciembre de 1865.
Los Hijos de Leopoldo I de B�lgica
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