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El proceso de aprender es incorporar a nosotros nuevas habilidades, destrezas y conocimientos. Cuando esto se hace de una forma organizada obtenemos la capacidad de manipular ese conocimiento adquirido. Esto da lugar a un cambio en nosotros, el cual se refleja a través de la modificación del medio que nos rodea, con base en las nuevas adquisiciones logradas en el aprendizaje.
Dos de las formas más importantes para aprender son la lectura y el escuchar. Cuando se lee se debería:
Las anteriores recomendaciones hacen parte de la lectura activa, pero hay que ir un poco más allá para convertirse en un lector exigente. Una persona de este tipo lo que persigue de la lectura es obtener provecho de ella -"crecer" mental o espiritualmente-, y para ello realiza una cierta mecánica o sigue un conjunto de pasos, que son los que describiremos a continuación.
Primero diremos que para mantener centrada la atención en lo que se lee, y por ende estar activos, hay que plantear preguntas mientras se lee, preguntas que el propio lector debe intentar contestar en el transcurso de la lectura. Pero ¿cualquier pregunta? No. El arte de leer en cualquier nivel superior al básico -aquel que sólo nos permite distinguir los símbolos impresos en la página- consiste en el hábito de plantear las preguntas adecuadas en el orden correcto. Existen sólo cuatro preguntas fundamentales que hay que plantearse al leer un libro.
Como ya lo hemos dicho no basta con plantear las preguntas, sino que hay intentar contestarlas. Y ello se hace mejor tomando notas. La primera clase de notas que se deberían tomar son aquellas que se refieren fundamentalmente a la estructura del libro, no a su esencia, o al menos no en detalle. Este tipo de notas facilitan dilucidar, en referencia al libro, ¿de qué trata en conjunto?. Y de paso, ¿cuál es el orden estructural de la obra y que sigue el autor para desarrollar su concepción o comprensión del tema? Como se podrá observar está es la primera pregunta básica, de las que se plantearon más arriba. Estas notas tienen un carácter netamente estructural.
Solamente, cuando se ha hecho lo anterior, y se pasa a leer el libro con más detenimiento, se puede enjuiciar la veracidad o exactitud de la obra. A medida que transcurre esta lectura analítica, el lector debe ir tomando notas de las ideas comunicadas por el autor, y formándose juicio para dar respuesta a las preguntas planteadas acerca de la veracidad e importancia de la obra. Las notas a este nivel no tienen un carácter estructural, sino conceptual, puesto que tratan sobre los conceptos del autor y también del lector, al haberse expandido y profundizado con la lectura del libro. Esto último corresponde al hecho de que la lectura de un libro debería ser una conversación entre el lector y el escritor. Lo normal es que el autor sepa más sobre el tema que el lector; en otro caso, el lector no se molestaría en leer la obra, pero lo comprensión supone una tarea doble: la persona que aprende tiene que plantearse preguntas y planteárselas al que enseña, e incluso tiene que estar dispuesta a discutir con éste una vez que ha entendido lo que dice. Para dejar registro de las diferencias o de la coincidencia del lector con el escritor se suelen utilizar varios recursos, los cuales se ofrecen a continuación:
La mayoría de estos recursos sólo se deberían utilizar obviamente cuando el libro es propio. Adicionalmente, la mayoría de las veces, un libro subrayado por otra persona tiene muy poca utilidad en nuestras manos; porque, como es normal, nuestros intereses y puntos de vistas no tienen por qué coincidir con los de la persona que ejecutó el subrayado o anotaciones.
Escrito por Mario Zuluaga Tob�n, Octubre 18 del 2000