BARCOS NAVEGANDO

 

     Ella estaba mirando fijamente el cuadro. Un imponente lienzo de grandes dimensiones en el que aparecía un atractivo hombre vestido con un uniforme, casaca, pantalón y botas, tendiendo su mano como si fuera a ayudar a alguien a subir. Miraba desde arriba con una luz especial en los ojos entre arrogante y suplicante. Se acercó más al cuadro. Estaba sola. La gente que la acompañaba había desaparecido como por arte de magia. Pudo distinguir al fondo de la pintura unos barcos lejanos sobre una superficie oscura y un cielo que amenazaba tormenta. El hombre, en primer plano estaba ahí. Mirándola intensamente a los ojos con su mano izquierda ofreciéndosela para que la tomara. Ella sin mirar a ninguna parte más que a los ojos del protagonista de la pintura, sintió un fuerte viento que parecía haber entrado por algún lugar oculto de la gran sala en la que ese cuadro que la había fascinado de esa forma hasta casi dejarla petrificada, se exponía. No recordaba el título, ni quien era el personaje. Alargó su mano hacia la mano que estaba frente a ella y que daba la sensación de que iba a sobresalir del lienzo. Un poco más, un poco. Hasta casi tocar la superficie. Sus dedos rozaron el óleo. Entonces la mano asió con firmeza su mano y ella sintió que era cálida y que la apretaba intentando ayudarla a subir al puente de mando. Él estaba allí y el viento soplaba con furia. Su cabello se movía pero el de ella parecía pegado a sus sienes. La atrajo hacia él. Abrió la sensual boca para decirle algo, pero ella no entendía lo que él le decía ni tampoco escuchaba nada que no fuera el estruendo de las olas sobre el mar cada vez más agitado. Las naves lejanas parecían aún más invisibles a raíz de la niebla que cada vez se hacía más persistente y los barcos se balanceaban. "Barcos navegando a través del agua. Abriendo sus alas a través del viento." Por encima del hombro brillante de charreteras doradas del hombre del uniforme, los ojos de ella seguían fijos en los barcos, que se veían empequeñecidos por la bravura de la tormenta y la intensidad de la niebla. Entonces ella abrió los labios:

- "Llévame contigo, Llévame lejos. Llévame a una costa lejana."

    Él pareció sonreír mientras la sujetaba fuertemente en sus brazos:

-"No llores por tus penas. Cuando creas que has perdido tu camino, te veas sola y todas tus esperanzas se hayan alejado, plántale cara al tiempo y verás como controlas tu destino. Recuerda cuando estando en la playa, yo te vi. El viento te acompañaba. Estabas llena de sueños. Las nubes sobre tu cabeza. En busca de lo que siempre has soñado a lo largo de los sietes mares de la vida. A veces los sueños se pueden volver más profundos que el océano. Pero yo estaba allí y te vi. Ahora te he encontrado y no voy a dejarte marchar. No vas a alejarte de mí."

    Ella le miró expresándole súplica en sus ojos.

-“Entonces llévame a una isla en el sol. Llévame cruzando el horizonte. A través de las nubes oscuras que se amontonan. Cuando comience la tormenta." Ella agarrada firmemente a él, veía como el barco cortaba la línea blanca de la espuma de las olas. La tormenta había comenzado: "Llévame contigo. Llévame lejos. Llévame a una costa lejana".

    Un grupo de personas apareció en la gran sala del castillo en la que se exhibían los cuadros de la exposición, pero ella no estaba allí. La llamaron. La buscaron por todas partes, pero no apareció. Alguien observó el cuadro. Le pareció que la mano que estaba tendida como invitando a alguien a tomarla, estaba más relajada. Ya no manifestaba la misma actitud:

-¡Bah, tonterías! -se dijo.

    Siguieron con la búsqueda. Ella ya no estaba."Tú eres la primera que ha tomado la llave y ha abierto la puerta de los sueños."

    Barcos navegando que van pasando...

 

Fondo: Primer boceto para La batalla de Trafalgar (1823). J.M.William Turner. (1775-1851)

Fuente: Turner Collection. Tate Gallery on line

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